Recordando la trayectoria del Real Madrid de hace un cuarto de siglo
La temporada 1992-93 fue una campaña muy especial para mí en lo futbolístico. Ya lo expliqué el año pasado cuando recordaba el primer tropiezo de Tenerife y la temporada 1991-92 aquí en 'Historias del Real Madrid'. Tenerife supuso un punto de inflexión para mí como aficionado del Real Madrid. El final de una etapa feliz para dar paso a otra etapa en la que empecé a ver el fútbol de otra manera. Para mí fue algo así como entrar en la edad adulta a la hora de analizar lo que sucedía con el balón...
Recuerdo que el verano de 1992 fue muy especial. Y no sólo por los Juegos Olímpicos de Barcelona. Todos los años seguía la actualidad de las pretemporadas del Real Madrid con
inusitado interés. La incorporación de los nuevos fichajes, las
presentaciones de futbolistas, la presentación oficial de la plantilla,
los torneos veraniegos... Sin embargo, en aquella ocasión, lo hice con
mayor rigor si cabe. No ganar la Liga en la temporada 1990-91 no me dolió mucho. Pero perder aquella Liga 1991-92 en Tenerife sí que me dolió. Muchísimo, además. En el verano del 92 seguí con atención todos los movimientos que hubo alrededor del equipo. Deseaba y esperaba volver a ver un Real Madrid competitivo que ganara títulos.
En el capítulo de bajas hubo tres muy tristes para mí. Hugo Sánchez no siguió. Sus problemáticos últimos meses de la temporada 1991-92 hicieron
inviable su continuidad. De hecho, durante la recta final de la
anterior campaña estuvo suspendido de empleo y sueldo. Tras siete temporadas también puso punto y final a su etapa madridista otro ilustre, Rafael Gordillo, que a sus 35 años regresó al Betis, entonces en Segunda División. Era el final de una época. Gordillo y Hugo Sánchez habían llegado juntos al Madrid en el verano de 1985. También abandonó el equipo Adolfo Aldana. El canterano era un muy buen futbolista, tal y como demostraría en su siguiente destino, el Deportivo. Se trataba de otro de los jugadores que había saboreado algunos de los triunfos de la gloriosa época de la Quinta del Buitre. Había debutado en la temporada 1987-88 y aunque no gozó de demasiadas oportunidades cumplía cuando salía y dejó el Santiago Bernabéu con un balance de 95 partidos oficiales disputados y 17 goles con la camiseta blanca.
Pero, sin duda, lo que más me dolió fue la marcha de Gica Hagi. El rumano tuvo que hacerse las maletas en un momento de plenitud, con 27 años y habiendo realizado una muy buena temporada. Es cierto que las expectativas generadas con el futbolista en su primera campaña, 1990-91,
no se cumplieron. Pero su segundo ejercicio fue realmente bueno. Era un
jugadorazo, con una zurda descomunal, técnica exquisita y un gran
olfato de gol. Se había convertido en uno de mis ídolos en una época en
la que aún seguía teniendo ídolos a la vieja usanza, como cuando era un
chavalín. Me hubiese gustado que hubiera seguido en el Real Madrid. Pero en aquellos tiempos sólo podían jugar tres extranjeros e iba a llegar algún nuevo fichaje... Lo que nunca entendí fue el destino que tuvo Hagi. Del Real Madrid pasó al Brescia, que aquella temporada 1992-93 descendió a la Serie B italiana. Y allí siguió en la 1993-94. No entiendo cómo pudo llegar a jugar en Segunda División. Tenía calidad para mucho más...
El Real Madrid 1992-93
Unos se marchaban y otros llegaban. Empezando por el banquillo. Leo Beenhakker renunció a su contrato como entrenador. Había que iniciar un nuevo proyecto y eso suponía la llegada de un nuevo preparador. El elegido fue Benito Floro, técnico del equipo revelación de la campaña 1991-92. Floro había llevado al Albacete de Segunda B a Primera División en
dos temporadas y en su primer ejercicio en la élite había sorprendido
con el equipo manchego, que estuvo a punto de clasificarse para la Copa de la UEFA.
En cuanto a futbolistas, el capítulo de novedades tuvo como a uno de sus protagonistas a Fernando Muñoz García, conocido futbolísticamente como Nando. El defensa del Sevilla disputó dos campañas (1990-91 y 1991-92) cedido en el Barcelona, que finalmente no ejerció la opción de
compra que tenía sobre el futbolista, de tal manera que el zaguero regresó a Sevilla y en julio de 1992 recaló en el Real Madrid. También de Sevilla llegó el recambio para Hugo Sánchez. El nuevo ariete encargado de perforar las redes de las porterías rivales sería el chileno Iván Zamorano, que fue presentado en el Santiago Bernabéu el martes 14 de julio de 1992. Las relaciones institucionales entre Real Madrid y Sevilla parecían atravesar un buen momento. Los dos fichajes llegaron desde el club hispalense. E incluso se habló de un hipotético pase de Luis Enrique al Sevilla. La operación debió de estar cerca de cerrarse, pero finalmente el futbolista asturiano se quedó en el Madrid y lo cierto es que con Benito Floro jugó mucho aquella temporada demostrando ya su característica polivalencia.
Al margen del cuerpo técnico y de los dos fichajes, Nando y Zamorano, hubo alguna incorporación desde la cantera. El guardameta Juan Miguel García Inglés, Juanmi, se incorporaba a la primera plantilla del Real Madrid en calidad de tercer portero. Jugó en algún amistoso, aunque no llegó a debutar en competición oficial. También subió al primer equipo José Alberto Toril, que contó con minutos en la pretemporada del equipo y que llegó a disputar dos partidos de Liga y dos de Copa de la UEFA en aquella campaña 1992-93.
Y con la pretemporada volvería al equipo Robert Prosinecki, lesionado de gravedad desde octubre de 1991. El centrocampista se había perdido prácticamente toda la temporada 1991-92, así que se podía decir que empezaba de cero. De hecho, la vuelta de Prosinecki fue celebrada casi como la llegada de otro fichaje.
Aquel nuevo Real Madrid se presentó en el Santiago Bernabéu el lunes 27 de julio de 1992. Una presentación a la vieja usanza, con la plantilla posando para los medios gráficos. En la primera foto oficial de la nueva temporada posó la plantilla con los siguientes jugadores: Buyo, Jaro y Juanmi como porteros. Chendo, Nando, Rocha, Sanchís, Tendillo, Villarroya como defensas. Míchel, Hierro, Milla, Prosinecki, Aragón y Maqueda como centrocampistas. Butragueño, Zamorano y Paco Llorente como delanteros. Faltaron a la presentación Alfonso, Luis Enrique y Mikel Lasa, que ese día jugaban con la Selección Olímpica frente a Egipto.
El equipo arrancó la pretemporada con una victoria 1-3 frente al Hércules en el Rico Pérez de Alicante.
Los resultados de aquel verano, sin embargo, fueron algo irregulares.
Algo en principio lógico debido a que acababa de llegar un nuevo
entrenador y el equipo iniciaba
una nueva fase de adaptación. Hubo de todo. Triunfos, empates y también
derrotas... Algunas dolorosas, la verdad, como el 4-0 frente al Sao Paulo en la Final del Trofeo Carranza o el 1-3 con el Ajax en el Trofeo Bernabéu. Estas dos últimas quizás fueron las más preocupantes porque llegaron unos pocos días antes de empezar la competición oficial. Después de dos años sin títulos importantes (sólo una Supercopa) y después de lo de Tenerife se había instalado cierto nerviosismo entre el madridismo y, me temo, en el seno del propio Club.
La nueva temporada, por cierto, empezaría con novedades estéticas. El Real Madrid estrenó nueva camiseta. Hummel sorprendió aquel año con un cuello marinero que no terminó de convencer a todo el mundo... La verdad es que era un tanto raro a primera vista, pero lo cierto es que me terminé acostumbrando e incluso me acabó gustando. De hecho, la segunda equipación en color azul y con los detalles del cuello en color blanco era bastante bonita. También se estrenó patrocinador. Fue la primera temporada de Teka en la camiseta. Un sponsor que nos acompañaría ya durante el resto de la década de los noventa y principios del nuevo siglo...
La temporada oficial
El Real Madrid de Benito Floro afrontó su primer partido oficial en un campo que quizás no era el más propicio... La primera jornada de la temporada 1992-93 deparó un Barcelona-Real Madrid. El partido se jugó el sábado 5 de septiembre de 1992 y fue televisado en directo. A los cuatro minutos Bakero adelantó a los locales. Consiguió empatar Míchel de penalti en el segundo tiempo. Fue el famoso gol en el que al
centrocampista se le salió la bota disparada por encima del larguero en
el momento de efectuar el lanzamiento. Parecía que podíamos llevarnos
un empate, pero a tres minutos del noventa los azulgranas marcaron el 2-1 por mediación de Stoichkov. Recuerdo la sensación de agobio y decepción posterior al partido. Veníamos de perder la Liga en Tenerife y empezábamos la nueva Liga perdiendo con el Barcelona. Primera jornada y ya estábamos dos puntos por detrás de nuestro máximo rival.
Una semana más tarde, en la segunda jornada, el Real Madrid recibía en el Santiago Bernabéu al Burgos. Se daba la curiosidad de que los burgaleses llegaban como líderes de la clasificación, puesto que en la primera jornada habían ganado 4-0 a la Real Sociedad. Sobre el papel el Real Madrid tenía que ganar, pero hay que tener en cuenta las circunstancias y tras haber perdido con el Barcelona parecía que ya había urgencias. Y había que jugar con el líder. Afortunadamente el encuentro se resolvió con un 3-0 para el Madrid. Hierro firmó el 1-0 e Iván Zamorano marcó sus dos primeros goles oficiales con la camiseta blanca. Había mucha fe en el nuevo delantero que había venido a sustituir a Hugo Sánchez y aquel día demostró que realmente podía ser nuestro ariete titular.
Por desgracia el primer mes de competición no terminó de ser satisfactorio en cuanto a resultados. El Madrid debutó en Copa de la UEFA con un empate 1-1 en Rumania frente al Politehnica de Timisoara que generó muchas críticas por parte de la prensa. El siguiente partido, en Liga, volvió a concluir en tablas. Fue un 0-0 en Gijón que sirvió
para que se le siguiese atizando al equipo, que era décimo en la
clasificación. Los dos siguientes partidos, en casa, se solventaron con
victoria. Se ganó 3-0 al Albacete y en la UEFA se goleó 4-0 al Timisoara.
Pero en la quinta jornada liguera se encendieron las alarmas. El Madrid se había encaramado a la quinta posición y tenía que viajar a Riazor. El Deportivo de La Coruña era el líder de la Liga. Muchos pensaban que de manera circunstancial, fruto de una buena racha en el arranque de campeonato. Además sólo llevábamos cuatro jornadas disputadas... El caso es que el Madrid se puso 0-2 en menos de media hora gracias a dos goles de Hierro y de Zamorano. Tal y como marchaba el partido parecía que encuentro y marcador estaban encarrilados. Pero no, qué va... Bebeto recortó distancias y al descanso el resultado era de 1-2. Ya en el segundo tiempo un nuevo gol de Bebeto supuso el 2-2 y a diez minutos del final Rocha, en propia puerta, marcaba el 3-2 de la remontada local al tratar de desviar de cabeza un centro desde la derecha.
Un gol que no tenía que haber subido al marcador, puesto que la jugada
había partido en fuera de juego... Pero nada. El gol se concedió y con
aquel 3-2 se escapaba un partido que habíamos tenido 0-2 a nuestro favor. Recuerdo el mal cuerpo que me dejó aquel partido. En cuanto a desarrollo había sido un calco al 3-2 de Tenerife que tan fresco estaba en la memoria. ¡Es que había sido igual! De un 0-2 a favor a un 3-2. Gol de Rocha incluido...
A partir de aquel partido se empezó a reconocer la valía de aquel Deportivo de la Coruña. Ojo. Tenían un equipazo. Bebeto y Mauro Silva habían sido unas incorporaciones extraordinarias. Augusto César Lendoiro había apuntalado a su equipo con varios fichajes de buenos jugadores que disponían de pocos minutos en sus clubes de origen. Así recaló allí nuestro Adolfo Aldana, por ejemplo, o el valencianista Nando. A los recién llegados se unió la eclosión y el gran nivel de jugadores como Fran, Liaño, Claudio o Djukic. El caso es que entre unos y otros resultó que Arsenio Iglesias dispuso de un auténtico equipazo. Aquella temporada 1992-93 había nacido el Súper Dépor. No era flor de un día. Aquel equipo llegó a ser líder durante 13 jornadas y fue uno de los aspirantes al título. La Liga no se la jugarían sólo entre Barcelona y Real Madrid. Aquel Deportivo sería un serio aspirante y su goleador, Bebeto, lucharía por el Pichichi.
Vuelve Martín Vázquez
Con la derrota en Riazor habíamos tocado fondo. El equipo recibía muchísimas críticas y era evidente que había un problema fuera de casa. En el Bernabéu todo eran victorias pero lejos de nuestro campo pinchábamos. Tocó jugar con el Valencia, otro equipo que daba guerra, pero en el Bernabéu. Se ganó 2-0 en un duelo en el que marcó Prosinecki, que estaba siendo uno de los futbolistas más criticados en aquel momento. Esa semana llegó un refuerzo de lujo para el equipo. Ramón Mendoza había anunciado una sorpresa... Y vaya si lo fue. Rafael Martín Vázquez, que había empezado la temporada 1992-93 en el Olympique de Marsella, regresaba al Real Madrid. Benito Floro no acertaba con la tecla en la banda izquierda y la vuelta del hijo pródigo de la Quinta del Buitre fue una solución perfecta para todas las partes. Pese a que el jugador madrileño y el presidente no habían terminado muy bien su relación en 1990 ambos se tragaron su orgullo en beneficio de todos y el centrocampista volvió a vestir la camiseta blanca. Martín Vázquez 'debutó' por segunda vez como madridista en Las Gaunas, un partido frente al Logroñés que se ganó 0-3 y en el que el propio Rafa fue quien inauguró el marcador. Luis Enrique y Alfonso completaron un marcador con el que el Real Madrid conseguía su primera victoria de la temporada fuera de casa. Y estábamos a mediados de octubre...
Casualidad o no, lo cierto es que la vuelta de Martín Vázquez le vino muy bien al Real Madrid. El equipo blanco inició una buena racha de partidos que se sacaron adelante y con los que parecía que se había encontrado el rumbo adecuado. En la UEFA se goleó 5-2 al Torpedo de Moscú y en Liga se ganó 2-0 al Athletic Club con otra gran actuación de Martín Vázquez. Se ganó 0-1 en Zaragoza con un afortunado y madrugador tanto de Zamorano. Se perdió 3-2 en Moscú pero los blancos pasaron la eliminatoria. El 8 de noviembre de 1992 pasaba por el Bernabéu el Español. Se daba la curiosa circunstancia de que el Madrid todavía no había encajado ningún gol en Liga en el Bernabéu. ¡El Madrid era un muro! Jaro, Nando, Rocha, Sanchís y Lasa se habían afianzado como la retaguardia del equipo blanco. Y se ganó el partido, pero el Español marcó y puso fin a la racha de imbatibilidad en Liga...
Una jornada más tarde se empató 1-1 con el Cádiz a domicilio. Se ganó 0-1 al Vitesse en la Copa de la UEFA pero se criticó duramente el juego y el marcador tan corto ante un rival teóricamente inferior. En Liga se ganó con mucho sufrimiento 3-2 a un Oviedo que se había adelantado en el marcador y que llegó a empatar 2-2. Un gol de Milla decantó la balanza de manera definitiva para nuestro lado, pero como digo se sufrió mucho. Cómo sufríamos siempre frente al Oviedo a comienzos de los noventa... Así nos plantamos en diciembre de 1992, un mes en el que el Madrid volvió a sufrir mucho fuera de casa. Dolió muchísimo la derrota en Vallecas por 2-0 frente al Rayo Vallecano, coincidiendo con la vuelta de Paco Buyo a la portería del equipo blanco. Se ganó por la mínima de nuevo al Vitesse y al Celta de Vigo. Y en la siguiente salida, última jornada del año 1992, se volvió a perder 2-0 frente al Sevilla de Maradona.
Nos marchamos al parón navideño siendo terceros con 20 puntos, a 3 del Deportivo, segundo, y a 4 de Barcelona, líder. La situación no era catastrófica, pero el equipo estaba siendo muy criticado. Desde la temporada anterior estaba más vigente que nunca la cantinela de que "no bastaba con ganar", que "había que jugar bien". Todo se comparaba con el juego del Barcelona de Cruyff, lo cual resultaba injusto teniendo en cuenta que aquel Barcelona llevaba ya cuatro temporadas con el mismo entrenador y que, obviamente, contaba con buenos jugadores. Nosotros llevábamos tres años dando bandazos con los entrenadores y parecía que no se podía confiar en nadie. En nadie. Era lógico que el Madrid todavía no estuviese rodando al cien por cien, puesto que el nuevo entrenador sólo llevaba unos meses al frente del equipo. Pero se le exigía ya como si llevase años. Por unas cosas o por otras, siempre tuve la sensación de que a Benito Floro no se le llegó a tomar en serio. Sobre todo la prensa. Las críticas fueron durísimas por parte de todos. Se llegó a bromear diciendo que no llegaría a las Navidades en el puesto. Que no se comería el turrón. "Benito el Breve", le llamaban de manera burlona y despectiva... Nunca entendí aquello. De verdad, nunca entendí aquella situación.
Aquella era mi segunda temporada escuchando la radio deportiva nocturna. Dejé de escuchar Antena 3 huyendo de José María García, aunque ese año había recalado en la COPE, y acabé escuchando la SER influenciado por el 'El Día Después'. El programa de Canal Plus, que se encontraba en plenitud de éxito, estaba presentado en aquellos momentos por Nacho Lewin y Michael Robinson. El inglés colaboraba en 'El Larguero' de José Ramón de la Morena y, dado que 'El Día Después' era el programa de fútbol de moda, supongo que muchos de sus espectadores terminamos escuchando el programa de De la Morena. Además aquella temporada había empezado a comprar semanalmente la revista Don Balón y en la contraportada de la publicación casi siempre había anuncios del 'Carrusel Deportivo' y de 'El Larguero'. A decir verdad, se me hacía más agradable escuchar 'El Larguero' que a José María García, con el que todo eran palos, palos y más palos. Me resultaba desagradable. Pero en cualquier caso, pese a que el estilo no era tan duro, en la SER también arreaban. Arreaban de lo lindo... Y Benito Floro fue uno de sus principales blancos. Robinson lo ponía de vuelta y media como entrenador y siempre dudaba de su valía. A Santi Segurola no le gustaba nunca cómo jugaba el Real Madrid. Y así con el resto de contertulios del programa. Yo había cambiado de emisora pero los argumentos seguían siendo los mismos. ¿El fútbol? No bastaba con ganar. Había que jugar bien. Había que dar espectáculo. Y Benito Floro no daba espectáculo.
La remontada
Pues resultó que Benito Floro sí que se comió el turrón. Se comió el turrón y siguió en su puesto. Siempre suelo decir que en el fútbol hay que tener paciencia y dejar trabajar a los profesionales. Paciencia y trabajo suelen dar sus frutos... En enero de 1993 el Real Madrid empezó a
remontar el vuelo de manera evidente. Y con un juego, desde mi modesto
punto de vista, bastante notable. Arrancamos el año con un triunfo 3-0 frente al Osasuna y en la siguiente jornada ganamos 1-5 en Atocha a la Real Sociedad. Para mí aquel encuentro en San Sebastián fue el primer gran partido del Madrid de Benito Floro. Butragueño estuvo sensacional y abrió el marcador. Zamorano anotó dos goles. Hierro y Luis Enrique se sumaron a la fiesta. En la siguiente jornada tocaba derbi en casa del Atlético que se resolvió con empate a uno y después venían dos partidos seguidos en el Bernabéu. Dos partidos frente a rivales muy especiales... Primero el Tenerife y después el Barcelona. No hace falta entrar en pormenores sobre las connotaciones que tenía el choque con el Tenerife después de lo que había pasado medio año atrás... Se ganó. Se ganó 3-0 a los de Valdano. Un triunfo que daba mucha moral.
Y se ganó al Barcelona. Se venció 2-1 al Barcelona de Cruyff en un encuentro que supuso el espaldarazo definitivo al equipo. Fue el sábado 30 de enero de 1993. El partido, que despertó muchísima expectación, arrancó con un golazo de Zamorano. Los azulgranas consiguieron empatar pero Míchel, de penalti, volvía a desnivelar para los blancos. Un triunfo que dio mucha moral después de los reveses que habíamos sufrido en los últimos meses... Con aquella victoria el Real Madrid demostraba que no se le podía descartar para el título y que por muchas críticas y burlas que tuviese que soportar Benito Floro su equipo estaría ahí arriba peleando.
El Real Madrid carburaba y había encontrado un once bastante definido. Buyo en la portería había vuelto a dar muestras de su valía a su regreso al equipo. Durante su lesión había sido bien cubierto por Jaro, pero el meta madrileño regresó al banquillo cuando el gallego volvió a estar disponible. En la defensa Nando terminó jugando como lateral derecho, con Rocha y Sanchís de centrales y Mikel Lasa como lateral izquierdo. En el centro del campo Prosinecki y Fernando Hierro llevaban la manija con Luis Milla de primer recambio en cuanto alguno faltaba. La banda derecha era indiscutiblemente de Míchel. La banda izquierda era de Martín Vázquez pero Rafa sufrió una fractura en un dedo de su pie derecho en febrero de 1993. El improvisado sustituto fue Luis Enrique, que se adaptaba a cualquier posición y resultó que lo hizo de maravilla. Resultó ser una de las grandes sorpresas de la temporada para el equipo. Arriba la delantera era para Emilio Butragueño e Iván Zamorano, que cumplió con las expectativas y se destapó como un gran delantero centro.
Míchel, Hierro, Zamorano, Rocha y Buyo estaban siendo los más destacados, la columna vertebral. Buyo y Rocha atrás. El brasileño
había bajado un poco el nivel respecto a su extraordinaria primera
temporada en el equipo, pero seguía siendo un seguro. A medida que
avanzaba la campaña surgió la polémica sobre su futuro. La afición quería que Rocha siguiese en el Madrid, pero el asunto de su renovación se enquistó y coleó durante varios meses sin que se resolviese nada. Respecto a Fernando Hierro, su estado de forma era espectacular. Benito Floro le mantenía en el centro del campo, tal y como había hecho Radomir Antic, y Fernando siguió rindiendo a la perfección en el centro del campo. Se había convertido en uno de los referentes. Realizaba labores de contención y se sumaba al ataque con gran facilidad. Seguía marcando goles. Es que era increíble. Jugaba en el centro del campo y fue el segundo máximo realizador del equipo con 19 goles en competición oficial. ¡19! Era increíble. Con Hierro, además, también hubo problemas con la renovación. En la recta final de la campaña el Madrid no terminaba de cerrar la prolongación del contrato de Hierro y surgieron rumores muy fuertes de que el malagueño podía terminar en el Barcelona.
Pero, sin duda, el jugador más en forma de aquel Real Madrid de la temporada 1992-93 era Míchel. Desde
mi punto de vista se encontraba en el mejor momento de su carrera. A su
extraordinaria calidad se unió su experiencia y una estabilidad
impresionante. Atrás quedaban las polémicas y ciertas diferencias con la afición. Míchel se había convertido en el líder del Real Madrid desde su banda derecha, donde se seguía sacando sus inolvidables centros de rosca milimétricos y desde donde se incorporaba al ataque con notable acierto. Fue el futbolista más utilizado por Floro, el que más partidos de Liga jugó. 37. Sólo se perdió uno. En total disputó 51 partidos oficiales y marcó 13 goles. Era el futbolista más en forma de una Quinta del Buitre que precisamente aquella misma temporada había sido defenestrada de la Selección por Javier Clemente. El nuevo seleccionador no convocó nunca a Manolo Sanchís. Butragueño y Míchel pagaron los platos rotos del polémico 0-0 del España-Eire del 18 de noviembre de 1992. No volvieron a la Selección. Martín Vázquez aguantó un partido más. Jugó su último duelo como Internacional el 16 de diciembre de 1992, en el triunfo 5-0 frente a Letonia. Javier Clemente estaba en su derecho de convocar a quien considerase oportuno. Durante aquella época Fernando Hierro era el único madridista que tenía un puesto seguro en el equipo español. Algunas ausencias se podían entender... A decir verdad, Butragueño sí que había empezado la cuesta abajo y quizás había otros mejores en su puesto. Pero lo de Míchel no lo entendí nunca. Casi nadie lo entendió. José Miguel Martín del Campo quedó fuera de la Selección en el mejor momento de su carrera deportiva. Y siempre he pensado que no fueron
razones deportivas las que le dejaron fuera... Creo que fueron razones
personales y que un periodista influyó muchísimo en aquel retiro
forzado. No había otra explicación. Y menos deportiva. Al finalizar la temporada la revista Fortuna Sports publicó por segundo año consecutivo la encuesta entre todos los futbolistas de Primera División para conocer quién era el mejor jugador del fútbol español. El número 1 fue Michael Laudrup. Y el número 2 fue Míchel.
Tropezón en París
Según avanzaba el año 1993 el nivel del Real Madrid iba en aumento. Creo que el equipo ofrecía muy buenas sensaciones. Pero hubo un tropiezo que hizo daño... El punto negro de la temporada, ahí hay que admitirlo, fue lo que pasó en la Copa de la UEFA. No sé por qué razón pero el Real Madrid no estuvo cómodo en la competición en ningún momento. Y fueron las actuaciones europeas las que más críticas despertaron en contra del equipo y del entrenador. En parte, seguramente, porque nos enfrentamos a rivales de poca entidad y poco renombre frente a los que parecía que se exigían goleadas inmisericordes. En realidad frente al Politehnica de Timisoara y frente al Torpedo de Moscú se había goleado en el Bernabéu. Pero recuerdo que los duelos con el Vitesse generaron críticas feroces y creo que bastante desproporcionadas. En cuartos de final el rival era el PSG francés, equipo que, la verdad, no despertaba mucho temor. Acababa de empezar el mes de marzo. En el Bernabéu se ganó 3-1 y parecía que la eliminatoria estaba encarrilada. Pero no... La vuelta fue una sorpresa mayúscula porque el equipo firmó, seguramente, su peor actuación desde que había arrancado el año 1993 y porque el PSG demostró que de malos no tenían nada. No conocíamos a sus jugadores, pero resultó que los Lama, Weah, Ginola y compañía eran muy buenos y que darían mucho que hablar de manera inminente en el panorama futbolístico europeo. Al descanso ganaban 1-0, pero lo cierto es que nos pasaron por encima. Los últimos diez minutos fueron agónicos... 2-0 y 3-0 en el minuto 88 que nos dejaba en la cuneta. En el tiempo de descuento, a la desesperada, un gol de Zamorano significaba el 3-1 con el que, al menos, forzábamos la prórroga. Pero es que no llegamos ni a jugar la prórroga... Todavía en el descuento, casi en el minuto 96, llegó el 4-1 que, irremediablemente, nos dejaba fuera de Europa.
Qué horror... El Síndrome del Transworld Sport. Los años noventa y las competiciones europeas. Estaba claro que en Europa el Real Madrid no volvería a hacer nunca nada interesante. Noches como la de París me habían vuelto así de negativo... La eliminación con el PSG dolió. Dolió porque creo que nadie se la esperaba y porque, insisto, el Real Madrid atravesaba un buen momento...
Fuera de Europa no quedaba más remedio que centrarnos en las competiciones nacionales. El equipo seguía vivo en la Copa del Rey y en la Liga estábamos metidos de lleno en la lucha por el liderato. Precisamente justo antes de disputar la ida frente al PSG el Real Madrid había ganado 2-1 al Deportivo de la Coruña, que llegó al Santiago Bernabéu como líder. Fue un partido inolvidable en el que el Súper Dépor se adelantó 0-1 y que se remontó en el segundo tiempo con goles de Zamorano y Míchel. Una remontada que supo a gloria, con aquel penalti que detuvo Buyo y el zambombazo de Míchel en el 2-1. Con aquel triunfo Barcelona, Real Madrid y Deportivo empataron en lo más alto con 36 puntos. A la victoria frente al Dépor la siguió otro triunfo frente a un rival importante, la victoria 1-2 en Valencia que ya recordé en su día por el tesón que puso Villarroya peleando un balón en el descuento para dejar en bandeja el gol del triunfo a Zamorano. Villarroya fue el gran héroe de aquel partido que se ganó con uno menos en el Luis Casanova.
Tras el triunfo en Valencia el equipo firmó un par de empates consecutivos, pero a finales de marzo el Real Madrid volvió a entonarse de cara a la recta final de la temporada. Se goleó 4-0 al Zaragoza en el Bernabéu y se ganó 1-3 al Español en la jornada 29 coincidiendo con una derrota del Barcelona en San Mamés. El Madrid daba caza al líder, con el que empataba a 44 puntos. El Dépor marchaba un punto por detrás. Quedaban menos de diez partidos para el final del campeonato y los de Benito Floro se ponían colíderes de la clasificación. A continuación se ganó 3-1 al Cádiz en casa. El rendimiento era bueno e incluso los que entraban nuevos en el equipo lo hacían bien. El canterano Luis Miguel Ramis se convirtió en uno más de la plantilla de cara al tramo final de la temporada e incluso jugó varios partidos de titular. Insisto una vez más en que las cosas no tenían nada que ver con lo que había sucedido un año atrás. El Real Madrid competía muy bien y la imagen que se transmitía era muy buena.
Recuerdo que llegué a estar francamente ilusionado con el equipo. Hasta tal punto fue así que me llevé una enorme alegría con la conquista de un trofeo amistoso. El martes 27 de abril de 1993 el Real Madrid disputó en Londres la Copa Fiorucci, un torneo triangular de tres encuentros de cuarenta y cinco minutos cada uno frente al Tottenham y el Inter de Milán. Recuerdo que los partidos fueron ofrecidos por Telecinco, algo poco habitual, dentro del espacio 'Pressing Fútbol'. Todavía los tengo grabados en un viejo cassette VHS. El Madrid se hizo con el trofeo al ganar sus dos partidos en un torneo en el que destacaron los nombres de Míchel y de Esnáider. El argentino anotó el gol con el que los merengues doblegaban a los anfitriones 1-0. En el segundo partido los Spurs empataron con el Inter 0-0. En el tercer choque, el Madrid ganó 2-1 remontando un tanto de los italianos. Zamorano y Esnáider anotaron los goles blancos aprovechando sendos pases de Míchel. Durante la celebración de los goles, quedó patente la buena sintonía que había entre los dos jugadores sudamericanos. Esnaíder, que había arrancado la temporada con el filial pero que había jugado en la Copa de la UEFA, adquirió un rol importante en el tramo final de la campaña como principal recambio de Zamorano.
El mes de mayo arrancó con una goleada a domicilio en Oviedo, donde el Madrid ganó 0-4. Sí que resultó un poco sorprendente, dado el nivel que mostraba el equipo, el empate a uno del Bernabéu frente al Rayo Vallecano. Una jornada después se volvió a empatar 1-1 pero en Vigo, campo que no se nos daba especialmente bien por aquellos tiempos. Además, el Barcelona perdía en Oviedo y volvíamos a dar alcance a la cabeza de la tabla. Pero si hay un partido de aquel mes de mayo que recuerdo con especial cariño fue el de la jornada 34 frente al Sevilla de Maradona. El cuadro de Benito Floro se exhibió con un 5-0 que servía para reafirmar la candidatura al título a un mes de terminar la Liga. Siempre suelo recordar aquel partido y sus goleadores porque fue un reflejo de quiénes fueron los mejores del equipo. Zamorano hizo un 'hat trick' y también marcaron Míchel y Fernando Hierro.
Y en la jornada 35 llegó el adelantamiento. El Real Madrid sumó un punto en casa del Osasuna, campo de los complicados para los blancos, mientras que el Barcelona perdía en el estadio del Celta de Vigo. Faltaban tres partidos para el final y el Madrid se colocaba primero con un punto de ventaja sobre el equipo azulgrana. En la jornada 36 el Barcelona ganó 2-1 al Sevilla y el Real Madrid, que jugaba después en horario nocturno, vencía 2-0 a la Real Sociedad bajo
un diluvio de agua. El duelo concluyó más allá de la medianoche. Las
cosas seguían igual con una jornada menos. De cara a la jornada 37 el Real Madrid repetía en casa. Jugó su último partido de Liga en el Santiago Bernabéu frente al Atlético de Madrid, un derbi que se resolvió por la mínima 1-0 gracias a un zapatazo de Fernando Hierro. El Barcelona, por su parte, vencía a domicilio al Osasuna 0-1 con un gol en propia puerta de Pepín. La suerte y tal... Con esos resultados nos plantaríamos en la última jornada del campeonato. Por cierto, el Real Madrid no había vuelto a perder en Liga desde la derrota en Sevilla en diciembre. El dato es significativo. Llevábamos medio año sin perder en Liga.
Barcelona en Copa
Antes de afrontar la última jornada de Liga había un duro escollo a superar. La Copa del Rey seguía su curso y después de eliminar a Mallorca en octavos y a Real Sociedad en cuartos el bombo emparejó a Real Madrid y Barcelona en las semifinales. El plato fuerte. El 9 de junio de 1993 se disputó el partido de ida en el Santiago Bernabéu y el resultado fue de empate a uno. Bakero adelantó a los azulgranas y Zamorano igualó el marcador. Con el 1-1 los de Cruyff tomaban ventaja en una eliminatoria que, sin embargo, seguía abierta y se decidiría en el Nou Camp. La vuelta se jugó el miércoles 16 de junio, es decir, sólo cuatro días antes de la disputa de la trascendental última jornada de Liga. Un partido que jugamos con diez desde la primera media hora por expulsión de Ricardo Rocha, que vio dos amarillas. A pesar de todo, el Madrid se puso por delante con un gol de Míchel de penalti. En el segundo tiempo Koeman fallaría otro penalti para el Barcelona y Zamorano colocaría el 0-2 en el electrónico al fusilar un pase de Luis Enrique desde la izquierda. Laudrup redujo distancias en las postrimerías pero el triunfo fue para el Real Madrid. Gran victoria del equipo de Benito Floro que ganaba al Barcelona en el Nou Camp y se metía en la Final de la Copa del Rey.
Eliminar al Barcelona vino a demostrar lo que ya he dicho varias veces a lo largo de la presente entrada. El Real Madrid se encontraba en un gran momento de forma y la dinámica era totalmente inversa a la del año anterior. El equipo había progresado a lo largo del año y había ido de menos a más. Pese a todo lo que se había dicho en su contra el trabajo de Benito Floro parecía dar sus frutos. Pero había que rematar la faena ganando la Liga...
Ahí estaba el problema. Que para ganar la Liga había que acudir de nuevo al lugar del crimen del año anterior. Había que volver a Tenerife otra vez... Era increíble. Misma situación clasificatoria que el año anterior... ¡La misma situación! El Real Madrid primero con 57 puntos y el Barcelona segundo un punto por detrás. La Liga en juego. El Real Madrid jugaba en Tenerife y el Barcelona en casa. Los de Cruyff, que un año antes se enfrentaron al Athletic Club, recibían a otro equipo vasco, esta vez la Real Sociedad. Había paralelismos más que evidentes con el desenlace de la temporada 1991-92.
Otra vez Tenerife
Sobre lo que sucedió en Tenerife el domingo 20 de junio de 1993 ya escribí ayer en detalle. Volvimos a tropezar en la misma piedra. Estoy seguro de que jugar ese partido tan decisivo sólo cuatro días después de la eliminatoria de Copa pasó factura en lo físico. Mientras el Barcelona no se movía de casa y jugaba en casa nosotros encadenábamos dos desplazamientos consecutivos. Y además, como relataba ayer, el desplazamiento a Tenerife fue accidentado. Uno de los dos aviones fletados para el viaje a las islas sufrió un problema de refrigeración y en su interior se alcanzaron los 50 grados centígrados.
En aquel avión
viajaba el entrenador, Benito Floro, junto a los jugadores Buyo, Chendo, Nando, Sanchís, Milla, Prosinecki, Esnáider y Zamorano, es decir, ocho jugadores de los cuales seis serían titulares en el Heliodoro Rodríguez López. Todo influiría...
El caso es que perdimos. Llevábamos medio año sin perder en Liga y fuimos a perder en el partido en el que estaba en juego la recompensa al esfuerzo de todo el año. El Tenerife, que aquella vez se jugaba clasificarse para la Copa de la UEFA, se adelantó 1-0 a los once minutos y casi de inmediato en el Nou Camp el Barcelona también se ponía 1-0. Todo cuesta arriba. El Real Madrid tendría que ganar el partido para ser Campeón de Liga. Otra vez la frustración de Tenerife. Y la frustración por el lamentable arbitraje de Celino Gracia Redondo. Con 1-0 en el marcador el colegiado no pitó dos penaltis clarísimos de Agustín a Iván Zamorano. Dos penaltis escandalosos. Fue en la recta final del primer tiempo. Después llegaría el 2-0 del Tenerife y justo antes del descanso Gracia Redondo volvió a comerse otro penalti clarísimo por manos del jugador local Toni dentro del área. Nada. No pitó nada. El 2-0 que reflejaba el marcador en el ecuador del encuentro no varió en el segundo tiempo. Los segundos cuarenta y cinco minutos fueron un querer y no poder para un Real Madrid que terminó cediendo la Liga por segundo año consecutivo. Otra vez Tenerife. Otra vez las imágenes de los jugadores abandonando cabizbajos el terreno de juego...
Un triunfo copero
Pero todavía quedaba una carta por jugar. Seis días después de la derrota en Liga el Real Madrid afrontaba el último partido oficial de la temporada, la Final de la Copa del Rey. El rival sería el Zaragoza y el escenario del partido fue el Luis Casanova de Valencia. Aquel sábado 26 de junio de 1993 el Real Madrid llegó a la cita con algunos problemas... Martín Vázquez estaba lesionado. Luis Enrique y Rocha sancionados. Y Zamorano se encontraba ausente al haber sido convocado por su selección para la disputa de la Copa América. Se trataba de cuatro de los teóricos titulares, así que Benito Floro alineó un once de circunstancias. Curiosamente sin extranjeros. Las principales novedades fueron la presencia de Villarroya en la banda izquierda y Alfonso en la delantera acompañando a Butragueño. El equipo estaba compuesto por Buyo, Chendo, Nando, Sanchís, Lasa, Míchel, Milla, Hierro, Villarroya, Butragueño y Alfonso.
El equipo nos dio una alegría y ganó 2-0. Emilio Butragueño abrió el marcador al rematar en plancha un centro de Míchel. La jugada la había iniciado Francisco Javier Pérez Villarroya desde la izquierda. El jugador aragonés disputó esa noche, curiosamente frente a sus paisanos, su mejor actuación como futbolista del Real Madrid. El segundo gol lo anotó en la segunda parte Mikel Lasa. El lateral izquierdo combinó con Butragueño y se quedó solo delante del guardameta Cedrún dentro del área. El de Legorreta concluyó la jugada con la habilidad de un delantero. Sentó al portero y finalizó a puerta vacía.
Campeones de la Copa del Rey. Nuestro primer título relevante en tres temporadas. "¡Por fin!", tituló en portada el diario Marca. "El Real Madrid pone fin a tres años de ¡Bendita Copa!", tituló por su parte el semanario Don Balón. Estoy seguro de que todos los madridistas que vivimos aquella Copa del Rey recordamos
este título de una manera especial. Con todo lo que habíamos sufrido y
con todo lo que habíamos pasado aquellos años esa Copa supo a gloria... Los años noventa fueron duros, pero la noche del 26 de junio de 1993 aquella Copa del Rey nos hizo muy felices... El Real Madrid cerró la campaña con un título en las vitrinas.
Epílogo
Guardo buenos recuerdos de la temporada 1992-93, siempre lo he dicho. El fútbol siempre me ha servido como punto de referencia para ordenar todos mis recuerdos en la memoria, tanto los futbolísticos como los personales. Aquel fue el año en el que empecé a ver el fútbol de otra forma. Por desgracia dejé atrás el optimismo del que hacía gala de crío y me volví mucho más pesimista con el fútbol. Pero también fue el año en el que empecé a comprar Don Balón, la temporada en la que compré mi primer ejemplar de la revista oficial del Club, la campaña en la que empecé a coleccionar todo tipo de información sobre el Real Madrid para crear un archivo que todavía, 25 años después, sigo ampliando poco a poco.
En lo futbolístico fue una temporada en la que hubo de todo. Buenos momentos, malos... Como todo. Algunos capítulos los he ido recopilando aquí en 'Historias del Real Madrid' a lo largo del último año. La presentación del equipo, el reencuentro de la Quinta del Buitre, el relevo en la capitanía del equipo... Hubo de todo. Pero, a pesar de que fue muy duro volver a perder la Liga, para mí pesó más lo bueno que lo malo. Se pudo contemplar una evolución positiva del equipo, que llegó a jugar bastante bien. Se llegó a la última jornada con opciones de ganar la Liga. Se ganó la Copa del Rey. Asistimos al mejor Míchel en la banda derecha, a la plenitud de Fernando Hierro, disfrutamos con los goles de Iván Zamorano en su primera temporada como madridista... Nombres propios, partidos, goles, triunfos y derrotas que pasaron a la memoria colectiva de los madridistas. Fútbol, en definitiva. El fútbol de la temporada 1992-93. Se han cumplido 25 años de todo aquello. Un cuarto de siglo ya...
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