domingo, 30 de octubre de 2016

FABIO CAPELLO

Trayectoria deportiva del técnico italiano

Fabio Capello nació en la localidad de San Canzian d'Isonzo el 18 de junio de 1946. Antes de ser entrenador completó una extensa carrera deportiva como jugador, llegando a ser Internacional con la camiseta de Italia en 32 ocasiones.

Trayectoria como jugador

1964 – 1967  SPAL Ferrara 
1967 – 1969  AS Roma 
1969 – 1976  Juventus 
1976 – 1978  AC Milan

Como jugador, Fabio Capello ganó cinco campeonatos, uno en la Serie B italiana con el SPAL Ferrara en la temporada 1964-65. Los otros cuatro, en la Serie A, los conquistó con dos camisetas diferentes, tres con la Juventus (1971-72, 1972-73, 1974-75) y uno con el Milan (1978-79). También ganó dos Copas, una con AS Roma en la 1968-69 y otra con el Milan en la 1976-77).

Trayectoria como entrenador

1991 – 1996  AC Milan
1996 – 1997  Real Madrid
1997 – 1998  AC Milan
1999 – 2004  AS Roma
2004 – 2006  Juventus
2006 – 2007  Real Madrid 
2008 – 2011  Selección de Inglaterra
2011 – 2015  Selección de Rusia 


A lo largo de su dilatada carrera como técnico, Fabio Capello conquistó siete campeonatos ligueros, cuatro con el Milan (1991-92, 1992-93, 1993-94 y 1995-96), dos con el Real Madrid (1996-97 y 2006-07) y uno con la AS Roma (2000-01). Con la Juventus también se alzó con los títulos de las campañas (2004-05 y 2005-06), pero el club turinés fue desposeido de estos dos títulos. En su palmarés como entrenador también figuran cuatro Supercopas de Italia (1992, 1993, 1994, 2001), una Champions League (1993-94) y una Supercopa de Europa (1994-95).

Sus números con el Real Madrid

Fabio Capello dirigió dos temporadas al Real Madrid (1996-97 y 2006-07). En las dos consiguió hacer Campeón de Liga al equipo.

En la 1996-97, el Real Madrid jugó 48 partidos: 42 de Liga y 6 de Copa del Rey. El balance total fue de 31 victorias, 12 empates y 5 derrotas.  

En la 2006-07, el Real Madrid jugó 50 partidos: 38 de Liga, 8 de Champions League y 4 de Copa. El balance total fue de 28 victorias, 12 empates y 10 derrotas

sábado, 29 de octubre de 2016

EL FÚTBOL DE CAPELLO

Reflexiones sobre el técnico italiano

Cuando Fabio Capello llegó al Real Madrid en mayo de 1996 el entrenador italiano estaba considerado como uno de los técnicos más prestigiosos del momento. Había recogido el testigo de Arrigo Sacchi al frente de aquel Milan que tantos éxitos había acumulado a nivel internacional a finales de los ochenta y principios de los noventa. Con el equipo rossonero, Capello había conquistado la Champions League de la temporada 1993-94 en la Final de Atenas frente al FC Barcelona. En Italia, el Milan dominaba con autoridad los campeonatos nacionales adjudicándose cuatro de los últimos cinco títulos ligueros. De hecho, Fabio Capello aterrizó en Madrid con el scudetto de la temporada 1995-96 bajo el brazo.

En definitiva, cuando Lorenzo Sanz  y sus directivos habían empezado a diseñar el nuevo Real Madrid 96-97, pusieron sus ojos en el mejor técnico posible. De hecho, recuerdo que cuando salieron los primeros rumores de que el técnico italiano podría dirigir al Madrid me costó mucho creerlo. ¿De verdad iba a dejar el Milan con lo bien que le marchaban las cosas allí en Italia?

Pues sí. Sí que lo hizo. Fabio Capello dejó Milán para venirse a España y ponerse al mando de un nuevo proyecto, el de dirigir al ramillete de estrellas que estaba reclutando el Real Madrid para la temporada 1996-97. Hay que reconocer que la llegada del nuevo entrenador  fue todo un aliciente. No sólo fichábamos estrellas para correr sobre el césped. También fichábamos a otra estrella para sentarse en el banquillo.

Fabio Capello se había ganado una reputación de hombre duro y exigente. Un hombre trabajador al que le gustaba que sus hombres también trabajaran duro sobre el terreno de juego. Estas cualidades, al fin y al cabo, siempre han gustado a muchos aficionados. El esfuerzo de un futbolista siempre es bien recibido y valorado.

Fútbol italiano

Pero Fabio Capello también tenía sus detractores. Un sector de la prensa tildaba de conservador al técnico italiano y muchos adoptaron el mantra aquel de que los equipos de Capello sólo ganaban por 1-0. Objetivamente y con los datos en la mano es fácil de comprobar que esto no era así. A ver... Sí... Hubo partidos que se ganaron 1-0. Pero como ha pasado toda la vida en el fútbol. 

Durante aquella temporada 1996-97, Fabio Capello dirigió al Real Madrid en 48 partidos, 42 de Liga y 6 de Copa del Rey. El balance total fue de 31 victorias, 12 empates y sólo cinco derrotas. En esos 48 partidos, el Real Madrid marcó más de un gol en 30 encuentros. Y, por supuesto, aquel año también hubo goleadas. Se ganó 6-1 a la Real Sociedad, 4-2 al Valencia, 1-4 al Atlético de Madrid en el Calderón, 4-0 al Celta, 6-1 al Oviedo, 4-2 al Sevilla, 5-0 al Extremadura... Vamos, que también hubo partidos en los que se marcaban muchos goles.

Sin embargo, flotaba en el aire el debate sobre el tipo de juego y el espectáculo. Hay que recordar que por aquella época estaban en su máximo apogeo las ideas futbolísticas de entrenadores como Cruyff y Valdano, que apostaban por un fútbol de ataque y en el que no sólo bastaba con ganar. Había que jugar bien al fútbol. Lo importante no sólo era ganar si no cómo se ganaba. Y ahí estaba el debate servido... En realidad aquello no era nada nuevo. Era un capítulo más de la eterna guerra entre Menottistas y Bilardistas.

El debate se había asentado entre los medios de comunicación. Por aquella época, Javier Clemente era el Seleccionador y tenía a la mitad de la prensa en contra supuestamente porque no se comulgaba con la manera de jugar de la Selección española. En realidad, detrás de aquellos argumentos se escondían numerosas rencillas personales entre Clemente y algunos periodistas. Pero de cara a la galería el principal problema era que el combinado español "no jugaba bien". No lo hacía "bonito". Y eso no estaba bien. Había que dar "espectáculo".

El juego del Real Madrid no estaba exento de aquella disparidad de puntos de vista a la hora de ser analizado. De esa forma, a Fabio Capello se le metió en el mismo saco que a Clemente o a Bilardo. En el saco de los entrenadores resultadistas. En los del fútbol feo. Capello, además, contaba con el añadido de ser italiano. Y ya sabemos que de Italia venía el catenaccio...
  
¿Fútbol espectáculo? 

El fútbol es sólo fútbol. Recuerdo que yo aquel año empecé a desprenderme de los prejuicios que me habían metido en la cabeza durante algunos años a fuerza de repetirme lo importante que era la forma en la que se conseguían las victorias. Empecé a pensar por mí mismo. ¿Qué era lo que yo quería? ¿Quería que el Real Madrid jugara bien o quería que el Real Madrid ganara? Pero... un momento. ¿Para ganar no hay que hacer las cosas bien? ¿No es eso jugar bien? 

¿Jugar bien o ganar? Parecía que había que elegir. O jugar bien o ganar. Pero es que aquella pregunta iba con trampa. Todo el mundo quiere ganar, nadie quiere perder. Todo el mundo quiere jugar bien, nadie quiere jugar mal. El debate, en realidad debería centrarse en saber qué es jugar bien y qué es jugar mal. Y ahí entra la subjetividad de cada uno...

Yo lo que quería era que mi equipo ganara. Lo he tenido muy claro desde entonces. Quiero que mi equipo gane. Lo del espectáculo... Lo del "espectáculo" me retrotrae al cese de Radomir Antić en la temporada 1991-92. Se le cesó porque había que dar "espectáculo". Y vaya si lo dimos... regalando el título de Liga. Después de los tropiezos de Tenerife, de caer año sí y año también en las competiciones europeas, de padecer campañas como la 1993-94 o de sufrir temporadas como la 1995-96, lo único que yo quería era que el Real Madrid ganara. Especialmente después de haber sufrido la temporada 1995-96. Yo quería que el Real Madrid ganara.

Con Fabio Capello el equipo ganaba y para mí eso era suficiente. Respeto todas las opiniones y todos los puntos de vista. Comprendo que hubiese gente a la que no le gustase el fútbol que hacía el equipo. Lo comprendo y lo respeto. Pero yo no lo veía así. Yo no me aburría, desde luego.

Creo de manera firme que cuando se gana es porque las cosas se hacen bien. Orden, rigor táctico, trabajo en equipo, esfuerzo... Las consignas y los métodos de Capello funcionaban. El espectáculo lo dan los jugadores. Ellos son los encargados de dar 'espectáculo' sobre el terreno de juego. Especialmente si son buenos futbolistas. Y en aquella temporada 1996-97 el Real Madrid tenía buenos jugadores y un buen técnico. El resultado es que se consiguió ganar la Liga.

Diez años después de todo aquello, Fabio Capello regresó al Real Madrid para dirigir al equipo en la temporada 2006-07. Se puede decir que con las mismas ideas y las mismas fórmulas, el italiano volvió a hacer Campeón de Liga al Real Madrid. Su fútbol gustará más o gustará menos, pero lo que no se le puede reprochar al italiano son los resultados. En dos años dirigiendo al equipo, el Real Madrid se hizo con el título liguero en ambos casos. Trabajo y éxitos. A mí que me digan lo que quieran, pero ojalá todos los años fueran así.

viernes, 28 de octubre de 2016

EL REAL MADRID 1996-97

El equipo madridista de hace veinte años 

Guardo un muy buen recuerdo de la temporada 1996-97. Después de varias campañas en las que habíamos vivido más penas que alegrías, los madridistas volvíamos a disfrutar de un equipo muy competitivo y con mucha calidad en sus filas. La ilusión que había generado aquel nuevo proyecto era inmensa. Los fichajes aportaron muchísimo al equipo. Illgner, Roberto Carlos, Seedorf, Suker y Mijatovic fueron titulares durante toda la temporada. 

Secretario no tuvo suerte. Aunque empezó la competición oficial como titular con el paso de los partidos no terminó de acoplarse. Se le veía nervioso y no terminó de cuajar. Capello no acabó muy conforme con su rendimiento y en el mercado de invierno llegó Christian Panucci, que se acopló perfectamente al equipo y se hizo con el puesto de lateral derecho para el resto de la campaña. Cuando el italiano no estaba disponible estaba Chendo, que vivió una segunda juventud. El de Totana terminó la Liga incluso como titular.

En el centro de la defensa Hierro y Alkorta formaron un sólido muro que aguantó toda la temporada. Ambos jugadores se complementaban de maravilla. El bilbaíno, en su cuarta campaña como madridista, disputó su mejor ejercicio co la camiseta blanca hasta el punto de que fue el jugador de campo que más minutos jugó.

En el lateral izquierdo nació un nuevo ídolo para el madridismo. Roberto Carlos confirmó las expectativas generadas con su fichaje. Tremendo. Un titán defendiendo y atacando. Un prodigio de la naturaleza. No había calificativos suficientes para el brasileño, que además tenía gol y proporcionaba un nuevo caudal ofensivo  con sus portentosos lanzamientos lejanos de falta. Además, fuera del campo también era un crack que se ganaba al público con su desparpajo y simpatía. El de Roberto Carlos fue un fichaje sobresaliente. De matrícula de honor.

El buen hacer de Roberto Carlos frenó casi en seco la carrera de Mikel Lasa en el Real Madrid. Aún así, el defensa vasco dispuso de minutos saliendo desde el banquillo… pero para jugar de centrocampista por la banda izquierda! Sí, era algo extraño. Pero lo que más llamaba la atención era que Lasa solía saltar al campo… sustituyendo a Davor Suker. Eso sucedió en unos cuantos partidos. Lasa pasaba a la izquierda y Raúl, que jugaba por la izquierda, ocupaba el puesto que dejaba vacante en la delantera Suker.

En el centro del campo Fernando Redondo seguía siendo el de siempre. El mejor. Y además tuvo un gran aliado. Clarence Seedorf fue otro fichaje sobresaliente. Era increíble. Pese a contar sólo con veinte años de edad parecía todo un veterano. Su físico era espectacular y su calidad impresionante. Peleaba, trabajaba, regateaba y tenía un disparo formidable. Hay veces en las que un jugador destaca por su físico. Otras por su técnica. Clarence Seedorf lo hacía por ambas cosas. Me impresionó muchísimo. 

Sanchís fue uno de los damnificados de aquella temporada. Por primera vez en muchísimos años, Sanchís fue habitual del banquillo. Y cuando jugaba, lo hacía como centrocampista. No desentonaba, puesto que Sanchís, aunque muchos no lo recuerden, había debutado en el Real Madrid como centrocampista en la temporada 1983-84.

En las bandas hubo una sorpresa con la que muchos seguro que no contaban. Habíamos centrado las miradas en los nuevos, en los fichajes y en los recién llegados. Nadie podía augurar que la banda derecha acabaría quedando en manos de Víctor Sánchez del Amo. El canterano, que había debutado en la última jornada de la Liga 1995-96, encandiló a Capello aquel verano y se ganó la titularidad.

En la otra banda, en la izquierda, teníamos a otro canterano. A Raúl, que se había consagrado durante la temporada 1995-96 y que con sólo 19 años ya era una de las estrellas del Real Madrid. La llegada de Suker y Mijatovic no podía apartar al equipo a Raúl, que estaba en plena forma. Quizás alguno podía tener dudas sobre si podrían jugar los tres delanteros a la vez. Bueno, pues jugaron, jugaron. Lo que ocurre es que Capello optó por retrasar un poco la posición del madrileño. Raúl jugaba como centrocampista por la izquierda pero con libertad para pisar área con asiduidad y actuar en la práctica como el tercer delantero de un tridente de muchos quilates. Cuando había alguna ausencia en punta Raúl volvía a posiciones más naturales para él. Cuando Suker dejaba su puesto Raúl volvía a la delantera. En cualquier caso, Raúl volvió a cuajar una magnífica temporada de nuevo y pese a jugar más atrás terminó la Liga con 21 goles.

Y en punta Suker y Mijatovic cumplieron con lo que se esperaba de ellos. Goles. Delanteros con gol y con calidad. El croata 24 dianas en Liga y el montenegrino 14.

Con ese once tipo el Real Madrid fue acumulando triunfos. Aunque al principio le costó un poco carburar. Algo que era lógico, por otra parte. Nuevo entrenador, nuevos jugadores, nuevo sistema… Además, la competencia era muy dura. El Barcelona de Bobby Robson también había empezado muy fuerte el campeonato gracias a las actuaciones de su guardameta Vitor Baia y, sobre todo, de Ronaldo Nazario. El brasileño demostró ser un artillero formidable. Sin embargo, en el primer duelo entre ambos equipos, lo que se denomino el “partido del siglo”, el Real Madrid se impuso por 2-0 al Barcelona con tantos de Suker y Mijatovic.

Por desgracia, aquel año no hubo competición europea puesto que el equipo, en su nefasta temporada 1995-96, no se había clasificado ni para la Copa de la UEFA. Fue una lástima. Pero las cosas eran como eran... De lo malo, el equipo podía centrarse de lleno en la competición doméstica, que era el objetivo prioritario de la campaña.