Hoy se cumplen 25 años del segundo tropiezo en las islas
"El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra"... Así arrancaba 'La segunda oportunidad', un programa de TVE sobre educación vial que presentaba Paco Costas a finales de los setenta y que me impresionó muchísimo de niño en algunas de las reposiciones que se emitieron en los ochenta. Aquel coche que se estampaba de forma violenta contra una piedra y que gracias a la televisión contaba con una segunda oportunidad para evitar el accidente...
El domingo 20 de junio de 1993 el Real Madrid también contó con una segunda oportunidad. No me había recuperado todavía del varapalo de la Liga perdida un año antes, en la última jornada de la temporada 1991-92, y doce meses después volvíamos a encontrarnos con el mismo panorama. Absolutamente increíble. Otra vez igual. Cuando se conoció el calendario de Liga para la temporada 1992-93 y resultó que en la jornada 38 al Real Madrid le tocaba visitar de nuevo el campo del Tenerife hubo cierto mosqueo. ¿Se repetiría la historia? No, ¿verdad? ¿Cómo íbamos a volver a pasar por un trance semejante justo un año después?
La situación, en cualquier caso, sí que era un poco diferente a la del año anterior. Bueno... A decir verdad, la situación era bastante diferente a la de un año antes en cuanto a sensaciones. La trayectoria del equipo era totalmente opuesta a la de la temporada 1991-92. El año anterior el equipo marchaba cuesta abajo y sin frenos en una segunda mitad de Liga lamentable, sobre todo fuera de casa. Pagamos aquel tremendo absurdo que supuso echar en enero a Radomir Antic con el equipo líder. Y el último día... El último día pasó lo que pasó. Sin embargo, en la temporada 1992-93 ocurrió lo contrario. El equipo fue de menos a más. Pese a las críticas que recibió Benito Floro por parte de gran parte de la prensa durante sus primeros meses en el Real Madrid el equipo se fue entonando. Lógico. Hay que dejar trabajar a los profesionales, ¿no? El equipo blanco peleó duro frente al Barcelona y al Deportivo de La Coruña, que aquel año se convirtió en el Súper Dépor y consiguió plantar cara a los grandes.
En la jornada 34 el Real Madrid había goleado 5-0 al Sevilla y se veía que el equipo funcionaba muy bien. 'Hat trick' de Zamorano, que peleaba por el Pichichi, Míchel y Hierro atravesando un estado de forma magnífico, Buyo siendo un seguro en la portería... El Real Madrid era segundo empatado a puntos con el Barcelona. Y en la jornada 35 llegó el adelantamiento. El Real Madrid sumó un punto en casa del Osasuna, campo de los complicados para los blancos, mientras que el Barcelona perdía en el estadio del Celta de Vigo. Faltaban tres partidos para el final y el Madrid se colocaba primero con un punto de ventaja sobre el equipo azulgrana. En la jornada 36 el Barcelona ganó 2-1 al Sevilla y el Real Madrid, que jugaba después en horario nocturno, vencía 2-0 a la Real Sociedad bajo un diluvio de agua. El duelo concluyó más allá de la medianoche. Las cosas seguían igual con una jornada menos. De cara a la jornada 37 el Real Madrid repetía en casa. Jugó su último partido de Liga en el Santiago Bernabéu frente al Atlético de Madrid, un derbi que se resolvió por la mínima 1-0 gracias a un zapatazo de Fernando Hierro. El Barcelona, por su parte, vencía a domicilio al Osasuna 0-1 con un gol en propia puerta de Pepín. La suerte y tal... Con esos resultados nos plantábamos en la última jornada del campeonato.
Increíble. Misma situación clasificatoria que el año anterior. El Real Madrid primero con 57 puntos y el Barcelona segundo un punto por detrás. La Liga en juego. El Real Madrid jugaba en Tenerife y el Barcelona en casa. Los de Cruyff, que un año antes se enfrentaron al Athletic Club, recibían a otro equipo vasco, esta vez la Real Sociedad. Había paralelismos...
De todas formas las sensaciones en el Real Madrid, vuelvo a repetir, sí que eran totalmente diferentes a las de un año antes. Había un mayor optimismo y el equipo marchaba bien. Funcionaba bien. Lo demostró, de hecho, aquella misma semana del encuentro en Tenerife. Y es que hay que recordar que cuatro días antes del partido en Tenerife, el miércoles 16 de junio de 1993, Barcelona y Real Madrid se enfrentaron en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. En la ida, disputada en Madrid, el resultado había sido de empate a uno. Adelantó Bakero a los catalanes y empató Iván Zamorano. En Barcelona ganó el Real Madrid 1-2. Un partido que jugamos con diez desde la primera media hora por expulsión de Ricardo Rocha, que vio dos amarillas. A pesar de todo, el Madrid se puso por delante con un gol de Míchel de penalti. En el segundo tiempo Koeman fallaría otro penalti para el Barcelona y Zamorano colocaría el 0-2 en el electrónico al fusilar un pase de Luis Enrique desde la izquierda. Laudrup redujo distancias en las postrimerías pero el triunfo fue para el Real Madrid. Gran victoria del equipo de Benito Floro que ganaba al Barcelona en el Nou Camp y se metía en la Final de la Copa del Rey. Lo dicho, el Madrid se encontraba en un gran momento y con aquel triunfo se rearmaba de moral para la gran cita de Tenerife.
Viaje a Tenerife
Pero seamos sinceros... Psicológicamente tenía que ser un palo para los jugadores del Real Madrid volverse a jugar la Liga en el mismo sitio en el que se había perdido un año antes. La mayoría de los futbolistas de la plantilla habían vivido lo del año anterior. Mientras el Barcelona jugaba en su casa arropado por su público el Real Madrid lo hacía lejos, en Tenerife, y con el recuerdo de lo que había sucedido el 7 de junio de 1992. Sí, estamos hablando de profesionales del fútbol... Pero, ¿realmente puede afectar a un deportista de élite enfrentarse a una situación así? Desconozco la respuesta. Lo que sí que está claro es que no es lo mismo jugar un partido así en tu campo que tener que desplazarte más de 1.700 kilómetros. Y eso es lo que tuvo que hacer el Real Madrid. Y lo peor no fue eso. Lo peor fue que aquel viaje a Tenerife fue una puñetera odisea...
La verdad es que no lo recuerdo con claridad. Me suena que se comentó en su día la noticia. Sin embargo fue tiempo después cuando se conocieron detalles más precisos del infierno por el que pasaron los futbolistas del Real Madrid para viajar a Tenerife. Toda la plantilla se trasladó a las islas para estar presente en el último encuentro liguero, pero los convocados para el partido, junto con el cuerpo técnico y el presidente Ramón Mendoza, viajaron al margen en dos jets privados fletados expresamente para la ocasión. Y uno de ellos sufrió un contratiempo. En pleno vuelo hubo problemas de refrigeración y en el interior del aparato se alcanzaron los 50 grados centígrados. Nos podemos imaginar cómo lo pasaron quienes viajaban a bordo. La situación era tal que aquello se convirtió en una sauna. En aquel avión viajaba el entrenador, Benito Floro, junto a los jugadores Buyo, Chendo, Nando, Sanchís, Milla, Prosinecki, Esnáider y Zamorano. Ojo, porque de los ocho jugadores seis serían titulares.
El avión tuvo que regresar a Madrid y los afectados tuvieron que cambiar de aparato y de compañía para efectuar de nuevo el viaje desde el inicio. Un viaje a Tenerife que se prolongó hasta casi las seis horas. Los jugadores llegaron a su destino reventados e incluso recuerdo unas declaraciones de Manolo Sanchís asegurando que habían perdido peso a causa del calor sofocante que sufrieron en el interior del avión averiado. Físicamente no era lo mejor para afrontar un partido tan importante en el que el equipo se iba a jugar el Campeonato Nacional de Liga.
Partido en el bar
El partido que se disputó tal día como hoy de hace 25 años fue también algo curioso para mí por un pequeño detalle autobiográfico. Fue la primera vez que acudí a un bar a ver expresamente un partido de fútbol. Y es que el encuentro fue retransmitido por Canal Plus. Al igual que hizo un año antes, el canal de pago se volcó con una de aquellas espectaculares coberturas con cámaras de última generación y captación de todo tipo de detalles y puntos de vista gracias al extraordinario despliegue técnico. Cubrirían el partido de Tenerife realizando también conexiones en directo con el partido del Nou Camp. Todo codificado, claro. Y por aquella época, los que no tenían decodificador de Canal Plus acudían a los bares a ver los partidos.
Ya en la temporada anterior, 1991-92, había visto algunos choques de Liga en un bar al que acudíamos los amigos de la cuadrilla para jugar al futbolín y a la máquina recreativa. Pero el último partido de la Liga 1992-93 fue el primero al que acudí expresamente para ver el partido de fútbol. Lo hice, además, acompañando a mi padre junto a unos amigos suyos. Ya era 'como los mayores'. El hecho de acompañar a mi padre también tenía cierto morbo y recuerdo que en el bar nos convertimos en protagonistas. "El padre es del Barcelona y el hijo del Madrid", nos presentaban en aquel local que, veinticinco años después, sigue abierto con el mismo rótulo y el mismo dueño. "Uyyyy... ¡Qué mala combinación!", respondió uno de los allí presentes que también había acudido con su hijo, de mi edad aproximadamente. También del Real Madrid. No estaría solo.
Recuerdo muy bien aquellas horas previas al partido y la tertulia en la barra del bar previa al inicio del encuentro. Un año antes no se me pasó por la cabeza que el Madrid pudiese perder la Liga. Y la perdió. Tenerife lo cambió todo para mí. Un año más tarde yo era un aficionado completamente diferente. Y temía la derrota. Había aprendido que en el fútbol también se pierde y que la derrota es una posibilidad. Pero yo deseaba con todas mis ganas que se ganara el partido. Teníamos una segunda oportunidad. La Liga 1991-92 ya no la recuperaríamos nunca... Pero había que ganar la Liga 1992-93. El partido estaba a punto de empezar... Eran las 19.00 horas de aquel 20 de junio de 1993.
Los anfitriones salieron con Agustín, Toño, Antonio Mata, César Gómez, Berges, Ezequiel Castillo, Chano, Julio Llorente, Felipe, Dertycia y Quique Estebaranz.
El Real Madrid saltó al terreno de juego con el siguiente once inicial: Buyo, Chendo, Nando, Sanchís, Luis Enrique, Míchel, Hierro, Milla, Martín Vázquez, Butragueño y Zamorano.
El partido
El balón echó a rodar y desde los primeros compases se pudo comprobar que algo no marchaba bien... El Tenerife, que este año sí que tenía motivos para ganar, puesto que se jugaba entrar en la Copa de la UEFA por primera vez en su historia, pareció haber entrado al partido con una marcha más que el Madrid. Y en el minuto 11 llegó el primer mazazo. Un balón suelto en el aire fue cabeceado por Dertycia y Buyo, pese a su estirada, no consiguió evitar que el balón entrara a gol cerca del palo derecho de la portería madridista. 1-0 y el partido que se ponía cuesta arriba desde bien pronto. Los madridistas veíamos con estupor cómo el equipo blanco era desbordado por los tinerfeños, que durante el primer cuarto de hora llegaron como querían. Felipe Miñambres incluso envió un balón al larguero de vaselina.
A todo eso se sumaron las malas noticias que llegaban desde Barcelona. A los trece minutos el equipo de Johan Cruyff ya estaba por delante con un gol de Stoichkov. Otra vez como el año anterior. Con el 1-0 en el Heliodoro Rodríguez López y el 1-0 del Nou Camp el Barcelona se colocaba en primera posición de la tabla. A decir verdad, recuerdo que yo daba por sentado que el equipo azulgrana ganaría su partido. No contemplaba otra posibilidad. Es decir, si el Real Madrid quería ganar la Liga había que remontar y ganar el partido en Tenerife.
Nuestra primera gran ocasión llegó en las botas de Iván Zamorano. Fernando Hierro envió un centro largo al chileno. Agustín salió hasta el pico del área tratando de interceptar al delantero y el ariete madridista le superó picándola por encima del guardameta. El balón, no obstante, salió unos centímetros a la derecha de la portería local. Fue una ocasión clarísima para haber empatado a uno. La portería estaba vacía. Minutos después, en jugada iniciada en un saque de esquina, un balón colgado al área fue cruzado de cabeza por Emilio Butragueño, pero de nuevo el esférico se marchó fuera a la derecha de la portería del Tenerife. Otra vez por unos centímetros. E Iván Zamorano tuvo de nuevo otra oportunidad de empatar en un mano a mano con Agustín que no supo concretar y que concluyó con el guardameta despejando de puños.
Penaltis de escándalo
A los aficionados del Real Madrid no se nos olvidará nunca este partido por el lamentable arbitraje del colegiado Celino Gracia Redondo. En el minuto 40 del primer tiempo, y con 1-0 en el marcador, el árbitro se comió un penalti escandaloso sobre Zamorano. Es que no podía ser más claro. Balón al área para Zamorano y Agustín se tiró al suelo derribando al chileno. Penalti de libro. Clarísimo... Un derribo de manual trabando el portero los dos pies de Zamorano... Pues nada. Gracia Redondo dijo que no pasaba nada y que siguiese el juego. Zamorano no se lo podía creer. Y yo tampoco.
Pero es que dos minutos después, dos minutos, otra vez lo mismo. Balón al interior del área para Zamorano, que controla el esférico y trata de marcharse por la derecha para salvar la salida de Agustín. Y el portero otra vez que se lanza a los pies del delantero y le derriba de forma clarísima. ¡Y tampoco pitó nada el colegiado! Recuerdo que no me lo podía creer y que se me pasó una teoría absurda por la cabeza en aquellos momentos... Llegué a pensar, lo juro, que Agustín lo estaba haciendo a propósito para que el árbitro pitara penalti. Pensaba que igual... No sé, siendo Agustín un hombre de la casa con tantos años de servicio al Real Madrid... Yo qué sé... Que por lástima estuviese echando 'un cable' a sus ex compañeros. A ver... Lógicamente era imposible. El Tenerife se estaba jugando entrar en la UEFA. No tenía sentido que Agustín fuese en contra de sus propios intereses y de los de su propio equipo. ¡Pero es que los penaltis eran tan claros!
Pues nada. Dos penaltis con los que, quién sabe, hubiésemos tenido opciones de ponernos por delante en el marcador. No pitó ninguno. Y a tres minutos del descanso llegó el 2-0 para los locales. Jugada elaborada por la banda izquierda y centro de Ezequiel Castillo al área donde Chano, que entraba desde atrás, superaba a Luis Enrique y cabeceaba a gol. 2-0 al borde del descanso. Y aquí sí que se puede hablar de un gol psicológico de manual. Después de los dos penaltis y de haber gozado de alguna oportunidad para, al menos, empatar, llegaba el 2-0 para los tinerfeños.
Pero ojo, que antes de marcharse a la caseta los dos equipos aún hubo tiempo para una más. El show de Gracia Redondo no había terminado. En el descuento del primer tiempo nueva aproximación del Real Madrid. Pase de Milla al interior del área y Míchel controla el balón al borde de la línea de fondo. El centrocampista centró a la izquierda y encontró la cabeza de Hierro, que remató a puerta... Y el balón se marchó fuera por alto. Recuerdo que en aquel momento no aprecié nada raro. Pero en la barra del bar, a pocos metros de nosotros, un señor de bigote no paraba de repetir y de gesticular: "¡Pero si la ha sacado con la mano! ¡Pero si la ha sacado con la mano! ¿No habéis visto que ha hecho así?", y recreaba la escena saltando con los brazos en alto. Pues era verdad. Aquel señor tenía razón. En las repeticiones pudimos comprobar que, efectivamente, en el momento de rematar Hierro de cabeza Toni saltó con los brazos en alto y por eso el balón salió despedido por arriba. Otro penalti. ¡Otro más! Otro penalti que tampoco señaló Gracia Redondo, claro. ¡Increíble! Increíble. Tres penaltis clarísimos...
Segunda parte
Hay una frase muy tópica en el fútbol. "Fue un querer y no poder". Bueno. Pues no hay una definición más clara de lo que fue la segunda parte del Tenerife-Real Madrid de la temporada 1992-93. Fue un querer y no poder. Prosinecki salió por Chendo, que había llegado a la cita algo tocado, y el equipo blanco, aquel día de azul, inició una carrera contra el reloj. Necesitaba marcar tres goles en cuarenta y cinco minutos. Los de Benito Floro, sin embargo, no tenían el punto de mira ajustado y cabecearon un balón a la derecha del marco de Agustín. Y poco después una clarísima falta al borde del área sobre Míchel tampoco fue señalada por Gracia Redondo, que se cubrió de gloria aquella tarde.
El Madrid no encontraba la forma de ver portería y el problema era que, a la contra, el Tenerife podía poner la puntilla. Y lo normal era que, al necesitar marcar el Madrid, fuesen apareciendo más espacios para los contragolpes. César Gómez envió un balón al larguero y recuerdo que ahí ya empecé a verlo realmente negro. Se nos iba a escapar. Llevaba todo el partido viéndolo negro, pero según pasaban los minutos empecé a asumir que perderíamos. Otra vez. Otra vez como el año anterior...
Se acababa la gasolina. Estoy seguro de que influyó mucho el esfuerzo del partido de Copa del Rey en Barcelona cuatro días antes. Es que cuatro días antes estábamos jugando en el Nou Camp frente al Barcelona. Y cuatro días después los azulgranas jugaban en casa y nosotros teníamos aquel desplazamiento a Tenerife. ¡Con todo lo que había pasado en el viaje, además! Empezó a apreciarse de manera evidente la impotencia. Hacía muchísimo calor aquella tarde. Era 20 de junio y la temperatura llegó a superar los 30 grados. El equipo lo tuvo que notar físicamente. Seguro. Sé que suena a excusa, pero es que es cierto. Alfonso salió por Butragueño a falta de media hora para el final del encuentro. Dispuso de un par de oportunidades al poco de saltar al campo. La más clara fue la segunda, tras botarse una falta, en un remate a bocajarro que rechazó Agustín. Para complicar más las cosas Gracia Redondo expulsó a Zamorano tras una acción con César Gómez. Roja para el Madrid, que se quedaba con diez. Casi de inmediato el Tenerife también se quedó con diez al ver la segunda amarilla el propio César Gómez. Pero daba igual...
Estaba ya todo perdido. Las imágenes que ofrecía Canal Plus del banquillo del Real Madrid recordaban a las del año anterior. No se me borra veinticinco años después la cara de Butragueño, agachando la cabeza... Qué tristeza. Qué calvario volver a pasar por aquello. Hay otro detalle de aquella recta final que no se me va de la mente. Una jugada en la que Luis Enrique trató de sacar adelante el balón como podía. Jose, un amigo de mi padre, parecía querer empujarle dándole ánimos desde detrás de la pantalla del bar. "¡Venga, Luis Enrique!", le animaba. El joven asturiano era un jugador de los de garra y pundonor por aquella época. Jugó de defensa aquel día, pese a que había llegado al Madrid como delantero. Y en aquella estéril arrancada parecía querer recordar sus tiempos como ariete. Recuerdo esa jugada porque quedaban ya muy pocos minutos para el final y yo veía que no había solución. La jugada de Luis Enrique acabó en nada. Estábamos a la desesperada. El partido estaba perdido. Habíamos perdido la Liga.
Pitido final. Aquellas imágenes de los jugadores del Real Madrid marchándose a la caseta cabizbajos, con la mirada perdida. Otra vez la misma historia del año anterior. Casi los mismos protagonistas. Las caras eran un poema. Hay muchísimas fotografías de Míchel saliendo del campo hundido... Era la imagen del partido. El diario As utilizó una de ellas para su portada. "El Barça, otra vez campeón en Tenerife", tituló el rotativo madrileño sobre una imagen de Míchel recibiendo el consuelo de Quique Estebaranz. Marca también utilizó una fotografía de Míchel saliendo del campo abrazado por Estebaranz. "¡La Liga es tuya! Barça 1, 2... y 3", titulaba por su parte el diario de Luis Infante Bravo. Pese al mazazo y al fatal desenlace al día siguiente me compré los dos periódicos. Y ahí los tengo todavía guardados, 25 años después... Por desgracia también estos capítulos son Historias del Real Madrid.
Cuando el partido acabó uno de los madridistas que estaba en el bar soltó un lacónico: "Bueno, qué le vamos a hacer. Otra vez será". Me impresionó aquella entereza y ese buen perder. En el fondo es como hay que tomarse las cosas. Es sólo fútbol. Pero reconozco que yo no lo podía ver así. Yo estaba hundido. Pero no como el año anterior. Lo que sentía era una mezcla de cabreo y de rabia. Recuerdo las imágenes del postpartido, todavía en el bar, las conexiones con Barcelona, la fiesta en Tenerife, algunos cánticos que prefiero no reproducir...
Perder aquella segunda Liga en Tenerife fue un palo muy duro. Gordísimo. Pero es que lo de un año antes fue peor para mí. No lloré, como el año anterior. Como apunté en su día, la primera Liga perdida en Tenerife es mi peor recuerdo como aficionado del Real Madrid y es el único día de mi vida que lloré por el fútbol. Lo del primer año en Tenerife fue peor porque no me lo esperaba para nada. Lo del segundo año fue diferente porque ya era consciente de que se podía perder. Y se perdió. Eso sí, fue una decepción terrible. Sobre todo una impotencia tremenda y un cabreo por la sensación de robo. Aquellos tres penaltis. Los tres penaltis... A ver, quién sabe qué hubiese pasado. Como siempre suelo decir en estos casos, es ciencia ficción. ¿Qué hubiera pasado de haberse pitado los penaltis? Pues quizás hubiese sido un partido diferente... Pero nunca sabremos cómo hubiese terminado la historia. Es tontería darle más vueltas al tema porque aquello ya no tiene solución. Pasó lo que pasó y no se podrá cambiar. Ya está.
Perdimos el partido y la Liga 1992-93 se escapó. Justo un año después perdimos otra vez la Liga... El Real Madrid contó con una 'segunda oportunidad' pero el coche se estrelló de nuevo contra la piedra.
Hubo incluso un "tercer" Tenerife, muy distinto eso si, en la 97/98.
ResponderEliminarEl Madrid llegó peleando por la Liga, no se si a 1-2 puntos del Barcelona, y perdió 4-3 habiendo estado ganando 2-3 a falta de poco más de diez minutos.
Si mal no recuerdo justo después el equipo blanco jugaba la ida de cuartos de Champions...y se lanzó descaradamente a por ellos.
No es lo mismo pero...
Bueno, en realidad con el Tenerife tuvimos varios capítulos funestos al margen de las dos Ligas que perdimos en el último partido.
EliminarRecuerdo el partido que comentas de la temporada 1997-98. Fue el del golazo de Roberto Carlos sin ángulo. Y sí, jugábamos después con el Leverkusen en Champions. Fue una faena, pero imposible llegar al extremo de las dos Ligas perdidas el último día.
Para mí fue peor lo de la eliminación en Copa del Rey un año después de la segunda Liga. En la 1993-94. Nos ganaron 2-1 en Tenerife y 0-3 en el Bernabéu. Y mira que estaba todavía reciente lo de las dos Ligas...
A ver si alguien más recuerda esta curiosidad: En la prensa se hablo de que en las semifinales de copa contra el Barcelona si el Madrid perdia la eliminatoria entonces al Tenerife le interesaba perder la ultima jornada contra el Madrid. Esto se debia a que por el reparto de plazas de Recopa y UEFA al Tenerife le interesaba que el campeon de Liga y Copa fuera distinto ya que asi existia la posibilidad de que la plaza de UEFA bajara un puesto en la clasificación y asi el Tenerife aumentaria sus posbilidades de clasificarse.
ResponderEliminarAl final este supuesto no se dio al ganar el Madrid la eliminatoria....recuerdas esta curiosa situación.
Pues fíjate que eso no lo recordaba... Me imagino que se hablaría antes del desenlace de la eliminatoria de la Copa, que fue la misma semana del partido en Tenerife, claro.
EliminarLo que sí que recuerdo es que dado que al final se perdió la Liga en Tenerife, al Atlético de Madrid le convenía que el Real Madrid ganara la Copa del Rey para liberar una plaza de la UEFA. Al Atlético le beneficiaba que el Madrid fuese a la Recopa y que no lo hiciese el Zaragoza, que acabó noveno. Así, el Atlético podía entrar en la UEFA, como así fue.