Hoy escribo la página más triste de 'Historias del Real Madrid'. Hoy, 7 de julio de 2014, nos ha dejado para siempre Don Alfredo Di Stéfano. El jugador que cambió para siempre al Real Madrid, el hombre que convirtió un gran club en el mejor de la historia, ha fallecido a los 88 años de edad.
Alfredo Di Stéfano siempre ha estado ahí. Desde que empecé a seguir al Real Madrid, allá por los años de mi más tierna infancia, su figura siempre estuvo presente. Como entrenador primero, como presidente de honor del club después, pero siempre como mito viviente y referencia del madridismo. Hoy es un día muy triste para los madridistas en general y para mí, en particular. Me siento como si hubiera perdido a un ser querido de mi propia familia. Y estoy seguro de que a muchos otros les pasará lo mismo. Es como si hubiéramos perdido al 'abuelo' de todos los madridistas.
Nos ha dejado el jugador que nos hizo realmente grandes, que protagonizó sobre los terrenos de juego las grandes gestas de aquel fabuloso equipo que reinó en Europa durante un lustro. Aquel equipo cimentó nuestra grandeza y todo se lo debemos a él. A su fútbol, a su liderazgo, a su casta, a su genio, a su técnica y a su capacidad de liderar a un equipo de auténticos maestros del balón. Pero, sobre todo, a su fútbol.
Se ha ido el mejor futbolista de la historia del Real Madrid y casi seguro que del fútbol. Se ha marchado para reencontrarse con su buen amigo Pancho Puskas. Allí donde estén seguro que van a montar unos buenos partidos para seguir marcando muchos goles. Se les unirá Héctor Rial, con el que recordarán muchas tardes de gloria. Juanito Alonso se volverá a poner los guantes, sabiendo que llega Don Alfredo para unirse a ellos. Marquitos se vestirá de escocés, otra vez, para rememorar aquel día en el que le metieron siete goles al Eintracht de Frankfurt en la final de 1960. Zárraga y Miguel Muñoz ya están pensando en cómo levantarán las copas que consiga ese equipo de ángeles blancos. Don Santiago Bernabéu volverá a ver a gran parte de sus jugadores en acción. Y Juanito le pedirá permiso para unirse a ellos, aunque no sean futbolistas de su generación.
Al cielo, si existe, ha llegado el más grande. Y aquí en La Tierra, ha nacido una Leyenda. Una leyenda que ya no morirá nunca.
Me alegro de que haya tenido una vida plena y satisfactoria. Y de que haya visto a su Real Madrid Campeón de Europa por décima vez. No se nos ha ido hasta que lo consiguió. Cinco como jugador y cinco desde la grada. ¡Genio y figura hasta para eso, Don Alfredo!
Me hubiese encantado haberle conocido en persona. Haberle estrechado la mano para darle mi más sincero agradecimiento por todo lo que le dio al Real Madrid. Sé que no le gustaban mucho esas cosas. Pero sí que me hubiera gustado, sí...
Como ya no va a ser posible, me tendré que conformar con brindarle mi pequeño homenaje desde aquí. Le doy las gracias por tantos años de trabajo y sacrificio. Por haber sido el espejo para tantos y tantos jugadores de fútbol que han seguido la senda de triunfos que un día inició. Por ayudar a construir algo que amo con todo mi orgullo y mi pasión desde que tengo uso de razón. Por todo eso y mucho más, sólo puedo decirle gracias. Muchas gracias.
Gracias por todo y hasta siempre, Don Alfredo.
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