lunes, 31 de mayo de 2021

ENTREVISTA A RAÚL CANCIO

Fotoperiodista con más de medio siglo de carrera profesional, cubrió durante décadas al Real Madrid y realizó las fotografías oficiales del Club y las postales de los jugadores

"DE NIÑO, VIENDO UN PARTIDO DEL REAL MADRID, SI TOCABAS LA ESPALDA DE DI STÉFANO NO TE LAVABAS LA MANO EN UNA SEMANA"

Raúl Cancio Palacio (Madrid, 31-05-1943) es una leyenda del fotoperiodismo español. Precisamente hoy cumple 78 años, de los cuales ha dedicado casi 60 a inmortalizar personajes y acontecimientos con su cámara. Más de medio siglo siendo testigo directo de la vida política, social, cultural y deportiva de nuestro país. Premio Nacional de Periodismo y Premio Nacional de Fotografía Deportiva, entre otros muchos reconocimientos, sus imágenes han ilustrado las páginas de diarios como Pueblo o El País. También hemos visto sus instantáneas en revistas como Don Balón, en el Diario As o en el antiguo Boletín del Real Madrid. De hecho, el Club blanco ha estado siempre muy presente a lo largo de toda su trayectoria profesional. Durante más de tres décadas Raúl Cancio realizó las fotos oficiales de la plantilla y fotografió a los jugadores para las postales del Club. Cientos de futbolistas del primer equipo, del Castilla y de la Sección de Baloncesto posaron para él. Aunque resulta inevitable terminar hablando de fotografía y de algunas de sus imágenes más emblemáticas, me interesaba también conocer el lado más personal de un profesional que no escondió nunca su madridismo. Dotado de un gran sentido del humor y de una memoria que conserva un sinfín de historias y anécdotas, Raúl Cancio ha sido también un aficionado. Y es que antes de coger la cámara, Raúl fue un niño que jugó al fútbol y que acudía a los partidos del Bernabéu para ver en primera fila a sus ídolos, a los que no mucho tiempo después llegaría a tratar de tú a tú forjando estrechos lazos de amistad. Paco Gento le prestó su casa cuando se casó y Alfredo Di Stéfano le daba dos besos cuando le veía...

Historias del Real Madrid: Entiendo que el fútbol ha tenido que estar muy presente en tu vida desde que eras niño.

Raúl Cancio: Sí, había mucha afición entre los niños. Seguíamos el fútbol por la radio, con Don Matías Prats Cañete y Don Juan De Toro. Yo me veía los partidos por la radio. Me veía, nunca mejor dicho, porque Matías Prats, el abuelo, retransmitía los partidos y los veías. Como te los contaba tan bien... "Tiró desde 20 metros al larguero y lamió el poste". Y yo decía... "¡Bueno! Qué pedazo de tiro ha hecho Kopa". A lo mejor ni había tirado él, pero bueno... La cosa es que te emocionaban. La gente se paraba en Madrid con una radio y rodeando una radio escuchaba los partidos del Madrid, del Atleti o del Barça, como si aquello fuera una televisión, ¿eh?

HDRM: Escuchabais el fútbol, coleccionabais cromos de jugadores... 

RC: ¡Y hacíamos chapas! Y jugábamos partidos de fútbol con ellas. Incluso no con chapas, con tacos que robabas de los que sobraban de las obras. Limpiabas el taco y jugabas al fútbol porque con el taco se daba más efecto a la pelota. Un taco es cuadriculado y si le pegabas en un extremo el balón se iba a un lado o a otro. Los balones eran bolas, canicas de jugar... Yo recuerdo jugar a las bolas y al 'gua'. Teníamos mucha afición por el fútbol y por el ciclismo, que hacíamos carreras con las chapas y las caras de los Berrendero, Bahamontes, Loroño... Hacíamos unas chapas preciosas con nuestro cristal, nuestro arito y nuestra cera. Es que no había otros juguetes, ¿eh? Es que estamos hablando de la postguerra. Había gente que no sabía que un huevo frito tenía yema, algunos pensaban que era todo blanco porque siempre le tocaba al hermano mayor lo amarillo. Son recuerdos entrañables pero duros de cojones. La postguerra en España fue una postguerra muy dura, había hambre y la gente se doblaba los trajes para hacerse otro traje.

HDRM: ¿Y jugabais al fútbol?

RC: ¡Sí, claro! En los años cincuenta yo ya jugaba en campos que eran de tierra. Si jugabas por la mañana en equipos de barrio, federados entre comillas, eran partidos en campos de fútbol en los que materialmente tenías casi que quitar la basura de ellos. Eran campos como el de la Calavera en los que llegabas por la mañana y veías que había latas, botellas... Y tenías que quitarlo para limpiarlo un poco. Eran campos en los que vivía la gente a diez metros, campos que luego desaparecieron. Estaban en Plaza Castilla, en Tetuán, en La Moncloa... Después ya empecé a jugar en campos un poco más dignos como el de la Federación, que estaba en La Moncloa, enfrente del Metropolitano. Y después ya entrené con el Atlético de Madrid en los juveniles. El que tenía suerte e iba a un colegio que tenía campo de fútbol jugaba en el campo del colegio. El que no, pues se tenía que ir a unos descampados que había, como los de Guzmán El Bueno, para jugar al fútbol. Hacías dos porterías, como siempre se hacían, con unas camisetas y dos piedras, y jugabas media horilla pateando y después a casa. Y al colegio otra vez, oliendo a sudor que apestabas. Como monos. Olíamos como monos...

HDRM: ¿Qué representaba el Real Madrid para los niños de aquella época?

RC: Bueno, representaba como el Atlético de Madrid, ¿eh? Yo iba al colegio en Reina Victoria, al lado del Metropolitano. Era una zona del Atleti de Madrid. La Avenida Reina Victoria la llamaban la Avenida de los Elefantes, porque como siempre perdía el Atleti en el Metropolitano iban subiendo todos los socios con la cabeza moviéndola, como un elefante. ¡La senda de los elefantes! Recuerdo que yo me hice del Madrid porque quise hacerme del Madrid, porque me gustó el Madrid. Yo vivía mucho más cerca del Atleti, estudié el Bachiller enfrente del Atleti de Madrid y jugué en el Atleti de Madrid... Y, sin embargo, me hice del Madrid. Un amigo de mi padre me hizo socio con diez u once años. Recuerdo que iba al Bernabéu y había que bajar por la Calle Ávila. Y al acabar la Calle Ávila era un descampado. No existían casas. Aquello era un descampado y estaba La Castellana y el Bernabéu. Y todo era un vacío. No existía la Calle Panamá, no existían el resto de calles, toda esa zona donde llega la Plaza Castilla. Es que estamos hablando de hace 200 años...

HDRM: Curioso que teniendo tan cerca tantos incentivos para ser del Atlético terminaras siendo madridista...

RC: La afición también son los amigos. Si hubiese tenido cinco amigos del Atleti, pues a lo mejor me hubiera hecho socio del Atleti... Pero tenías amigos del Madrid e ibas a ver al Madrid. Los jueves había un partidillo que casi te dejaban entrar gratis, un partido que jugaban los suplentes. Entonces, ese amigo de mi padre me hizo socio. ¡Pues oye, de p... madre! ¡Socio! Al Fondo Norte entraba por la puerta 13, no se me olvidará en la vida. Y siempre íbamos muy deprisa porque como había avalanchas... Cuando venían los jugadores del Madrid, al atacar, había avalanchas. Había una especie de barandillas que la gente se apoyaba, y siempre nos poníamos delante, o muy delante del campo, sobre todo para tocar a los jugadores y verlos de cerca. Y al contrario, insultarle. ¡Claro! Es que al contrario le insultabas porque estabas muy cerca de él, estabas a un metro. Si le decías algo, te oía. 

HDRM: Y para ver de cerca a Don Alfredo Di Stéfano...

RC: Le tocabas si por suerte se escurría. Pero claro, este argentino nunca se caía y nunca se escurría. Pero si se escurría alguna vez y tenía la gran suerte de que yo le tocaba con las manos en el nueve, ese nueve que sigue todavía por el Bernabéu dando vueltas y vueltas, que no había quién parase a ese nueve... Si tocabas la espalda con ese nueve, no te lavabas las manos. ¿Cómo te vas a lavar las manos si has tocado a Alfredo Di Stéfano?

HDRM: En los años cincuenta tú viste jugar a esa generación impresionante de grandes futbolistas. 

RC: Claro. A Molowny, Di Stéfano, Marsal... Paco Gento cuando empezó, que corría tanto que se subía por la grada y le decían "párate, que el campo tiene noventa metros, dónde vas a correr tanto"... Veíamos a grandes jugadores, también de los rivales: Kubala, Villaverde, Luis Suárez... Gente que Dios mío de mi vida... Yo tenía la suerte no de verlos, sino de estar al lado de ellos. Los socios estaban en el fondo norte y en el fondo sur. Yo iba al fondo norte porque me pillaba según venía de casa por la Calle Ávila. La puerta 0 era la central y desde la puerta 13 entraba por el vomitorio al Fondo Norte. Y allí me sentaba una hora antes, con un calor... Una Coca Cola te servía para tres y si la chupabas mucho, para cuatro. Pero bueno, fueron momentos gloriosos y de un Madrid glorioso. Imagínate lo que era ver a ese señor rubio con el número nueve... 

HDRM: Tu carnet del Real Madrid es el que aparecía en la última página del libro 'Historia gráfica del Real Madrid' que publicó el Diario As en 1997.

RC: Sí, sí. Ese carnet lo llevo yo en la cartera. Es mi carnet del Real Madrid que era de cuero, tenía vales mensuales que los ponías en un plástico al lado de la parte izquierda del carnet. El carnet estaba en la derecha. Y está firmado por Don Antonio Calderón que, lo que es la vida, me firma un carnet de niño y luego después le hago fotos de las comuniones de sus nietos. La vida es así...

HDRM: ¿Qué ídolos tenía Raúl Cancio?

RC: Paco Gento. Sí, sí... Paco Gento. Yo tenía una obsesión muy grande con Paco Gento, no sé por qué. Alfredo, yo me pongo de pie para hablar de él. Pero Gento era algo especial. Tan especial que recortaba sus notas de Marca. Y tan especial que cuando yo me caso me siento al lado de él en el vestuario, entonces yo entraba en el vestuario, date cuenta que yo era casi como de la casa, como aquel que dice... Me siento al lado de él y le dije que me casaba. Y él me dejó su casa, que él no había estrenado. En Villamina, Torremolinos, nunca se me olvidará. Mi luna de miel la pasé en casa de Don Francisco Gento. No la había estrenado porque cómo va a ir Paco Gento a Torremolinos... Leches, él lo que quería era ir a su Guarnizo, en Cantabria. Yo lo único que le pedí es que llamara primero al portero para que me diera las llaves y, sobre todo, para que no hubiera ningún santanderino con una vaca allí esperando, claro (Risas). ¡Para que no se llevara un susto mi mujer, sobre todo, que era muy jovencita!

HDRM: Como aficionado, ¿cómo era ver a ese Real Madrid de las Copas de Europa?

RC: ¡Más que verle era oírle! Yo le oía fuera. Y en casa, cuando jugaba en casa, iba a verle, claro. Recuerdo una Final que se jugó aquí contra la Fiorentina, en 1957, que metieron los goles Di Stéfano, de penalti, y el segundo Gento. Ese partido lo vi yo sentadito porque me invitó mi padrino a la Tribuna. Imagina lo que era ver a ese Paco Gento con ese gol que marcó, que arrancó desde el centro del campo, empezó a doblar gente y según salió el portero le hizo una vaselina y le metió el gol. El 2-0. Entonces yo era sumamente aficionado. Los jueves acabábamos el colegio y nos íbamos a ver a los suplentes jugando al fútbol. Esos partidillos que jugaban a las siete y media o las ocho... Éramos socios y entrábamos a ver a Marsal o gente que no jugaba pero que sí que jugaba los jueves. Eran muy buenos, ¿eh? Marsal era el suplente de Alfredo. Fue una etapa de mi vida insustituible, vamos. He visto jugar a futbolistas de una categoría increíble, gente que decías: "Pero Dios de mi vida, estos señores qué hacen con la pelota". Era increíble.

HDRM: Pero por encima de todos ellos, imagino, Don Alfredo Di Stéfano...

RC: Alfredo era Alfredo. Alfredo era otra cosa. Alfredo era el Madrid. A partir de ahí, échale lo que quieras... Pero Alfredo era el Madrid. Y mira que tenía a Pancho Puskas, que si había alguien técnico en el fútbol ha sido Pancho, una izquierda que era prodigiosa. Te quitaba un pitillo de la mano de un zapatazo que te pegaba. Tenía a Kopa, que siempre jugó de extremo derecha porque no podía jugar de delantero centro. El delantero centro era el nueve. ¿Y el nueve quién era? Uno rubio. Uno rubio que murió hablando argentino. 

HDRM: Qué privilegio la oportunidad que te brinda la vida de tener esa tan buena relación con él. 

RC: Y siendo además un tío con una mala leche de morirse. ¡Tenía una mala leche que te podías morir! Pero no sé por qué yo le caí bien. No sé... Fíjate cómo era que cuando estuvo entrenando en el Valencia, que fueron Campeones de Liga, un Campeonato de Liga en Sarriá, yo vine con ellos y con Juan Manuel Gozalo, que en paz descanse, hasta Valencia en el autobús. Todos los valencianos cantando y en Valencia, cada vez que entraban en cada pueblo y paraban, venga mascletá. Y Alfredo me miraba y me decía: "¿Pero qué cojones pintamos tú y yo aquí con tanta mascletá y tanto petardo?" (Risas). Alfredo cuando entrenaba no dejaba entrar a los periodistas a los entrenos en Mestalla. Y un día aparecimos Gozalo, que le quería mucho, y yo. Entré con él. Y Alfredo, que estaba apoyado en una de las barandillas, nos llamó. Hicimos el entreno con él. Y claro, al salir, los compañeros preguntaban cómo era posible que nos dejase pasar si a ellos no les dejaba pisar ni el campo... Hablamos de un hombre que dijo esa frase... Don Alfredo, ¿qué es lo que más le gusta de Valencia? Y le contesta el tío, con dos coj..., "La carretera a Madrid". (Risas) ¡Era así de bestia! Nos fuimos a comer a La Petita, un restaurante que hay allí en Valencia en la playa, uno de los más clásicos de la época. Comimos un arroz a banda Gozalito, Alfredo y yo. Y nos invitó Alfredo. Yo le dije, "oye, déjame que te haga una foto porque pagar tú algo...". Porque Alfredo era agarrado, ¿eh? Como decía Luis Suárez, Alfredo sacaba los pitillos encendidos para no repartir tabaco. Le dije que le quería hacer una foto pagando. Y me insultó mucho, claro. (Risas). Pero me quería mucho, me quería mucho. Y yo a él. Yo sentí enormemente que Alfredo muriera. Porque era muy entrañable. Que un personaje de esta categoría, en plena calle, te de dos besos... Y siendo quien era, además...

HDRM: Algo que sorprendería a tus propios compañeros periodistas.

RC: ¿Cómo no les iba a sorprender? Ellos le trataban de usted. Yo iba siempre muy arregladito, siempre con mi traje, con mi corbata, mi blazer... Y Alfredo siempre me decía: "Usted parece un marqués, mirad, mirad. Si es que parece un marqués este tipo" (Reproduce al acento argentino en una perfecta imitación de Di Stéfano). Entonces llegaba y me daba dos besos.  Y claro, Segurola, que le decía: "Don Alfredo, ¿puedo sentarme?". Y Alfredo en plan: "A ver qué me va a preguntar éste, que le voy a dar un corte que le voy a joder". Pero, sin embargo, Alfredo le quería mucho a Segurola. Decía que si no iba al fútbol y quería enterarse de lo que hubiera pasado en el partido sólo tenía que leer a Segurola. Pero, de todas formas, ellos se extrañaban de que a mí Alfredo me diera dos besos cuando normalmente a los demás los sacaba a palos con la garrocha que tenía, que ya andaba con bastón. 

HDRM: Eso demuestra la buena relación que tenía contigo...

RC: Una buena relación de un cariño que me tenía. ¿Por qué? Debía ser porque yo no molestaba en los entrenamientos cuando iba a la Ciudad Deportiva. No era de los que rompía las pelotas. Yo andaba con mi máquina, con mi 300 milímetros, hacía mis fotos... Yo era muy amigo de los jugadores pero no molestaba a nadie. A mí no se me notaba que yo estaba en los laterales del campo. Y Alfredo, que ha sido tan listo como persona y como futbolista, se daba cuenta de todo. Alfredo me pedía cualquier cosa y no hacía falta ni que me lo dijera. Si le hacían falta unas fotos para una cosa de publicidad luego me preguntaba: "¿Qué te debo?". Y yo le decía: "Esta ronda es mía". Y me invitaba después en 'José Luis' a un wiski. 'José Luis' es un bar que está enfrente del Bernabéu, que iba mucho con él y con los entrenadores. Alfredo iba mucho con Luis Aragonés, que eran íntimos amigos, por cierto.

HDRM: Volviendo a los años de tu adolescencia... ¿Cómo era la rivalidad entre Real Madrid y Atlético?

RC: Había rivalidad entre los dos clubes, claro. La ha habido siempre. El Madrid-Atleti ha sido siempre mucho más que un Barcelona-Español. El Atleti de Madrid es un club serio, ¿eh? Con jugadores de categoría. Han tenido un Babá, han tenido un Mendoza, han tenido un Enrique Collar, han tenido un Joaquín Peiró, han tenido un Ufarte, un Luis Aragonés y gente muy importante que ha ido a la Selección nacional. 

HDRM: Te lo pregunto porque, como has dicho antes, tú llegaste a jugar en los juveniles del Atlético, ¿verdad?

RC: Sí. Tendría entre 14 y 17 años.

HDRM: ¿Y cómo es eso de un madridista jugando con los colores del Atlético? 

RC: Primero porque era muy vago y me pillaba cruzando la calle del Buen Consejo. Y segundo, porque había un jugador muy amigo mío que estaba un curso superior, yo estaba en cuarto y él en quinto, que es Jesús Martínez Jayo. Ese llegó arriba y yo me quedé de bombero torero. Pero bueno, pasamos unos años muy divertidos. Recuerdo con gran cariño al entrenador que tuve, que era Burillo, un personaje entrañable. Y fíjate lo que es la vida... Yo me lesiono jugando contra los juveniles del Sporting de Gijón en el Metropolitano. Una lesión fuerte. Y ahí se acaba mi triste historia de futbolista, porque tampoco era Butragueño, vamos, eso estaba claro... En esa época romperte un ligamento era algo muy serio. Pero fíjate lo que es la vida que choqué para romperme el ligamento con Biempica, que era un jugador del Sporting que yo creo que hasta llegó a ser Internacional. Era bajito. Y no tuvo la culpa él, pobrecito mío, pero chocamos rodilla con rodilla y yo la tenía más floja que la de él, estaba claro... Un ligamento en esa época era algo muy complicado, no es como ahora que no es nada. Antes, un ligamento cruzado significaba que tenías que dedicarte a acabar el Bachiller y estudiar algo porque el fútbol se había acabado. Pero bueno, tampoco creo que fuese a comer de eso, ¿eh? Pero me divertí mucho. 

HDRM: ¿Te quedó alguna secuela de esa lesión?

RC: No, no, no. En absoluto. Lo único que ya sabías que no ibas a jugar al fútbol. Después de seis o siete meses recuperándote... Un año después ya me dije que había que acabar el Bachiller y mira, terminé haciendo lo que a lo mejor no pretendía. Dedicarme al periodismo. 

HDRM: Dejas el fútbol  y terminas tus estudios. Y resulta que a esos futbolistas que tú veías jugar les terminas siguiendo en tu nueva faceta profesional como periodista.

RC: No sólo viéndoles. Comiendo con ellos. ¡Y siendo testigo de boda de alguno! Yo fui compañero dos o tres años en el colegio, mesa con mesa, de Pedro De Felipe. Fíjate lo que es la vida, los jueves nos daban permiso en el colegio y Pedro se iba a entrenar al Bernabéu y yo me iba a entrenar al Metropolitano. Lo que es la vida. Éramos de la misma quinta. Y Manolo Velázquez era unos meses mayor. Todos los que ganamos La Sexta, como digo yo, porque yo también estuve allí y creo que el gol de Serena lo metí yo con la mano... Creo que éramos casi todos de la misma quinta. Zoco era un poco mayor. Betancort, Araquistáin, Pachín... Paco está claro que era mayor. Serena era un par de años mayor que nosotros... Todos los que ganamos La Sexta. Éramos los 'yeyés' todos. Fue la primera Final de la Copa de Europa que yo cubrí y la primera vez que yo me fui al extranjero a cubrir una Copa de Europa.

HDRM: Profesionalmente empezaste ahí, por esa época, ¿no?

RC: En Pueblo empecé entre 1963 y 1964, porque en 1964 me fui a Nueva York y estuve allí ocho meses. Pero ya estaba en Pueblo. Llevaría seis o siete meses porque yo entro en Pueblo de Narváez 70, no en Pueblo de Huertas. En el que estaba en Narváez. Casi recién llegado de Huertas me contrataron para la Feria Mundial de Nueva York y estuve siete u ocho meses en Nueva York. Y ahí perdí la retirada de Alfredo, que es cuando Alfredo se va del Madrid. 

HDRM: Es verdad, Di Stéfano sale del Real Madrid en 1964.

RC: Y claro, yo no le hago fotos a Alfredo de jugador en el Madrid nunca. Y, sin embargo, sí que le hago fotos, pocas, cuando jugaba en el Español. Tengo una foto con él, en el Metropolitano, los dos hablando, él vestido con la camiseta del Español, que estaba Kubala de entrenador, que por eso le llevó. Alfredo nunca tenía que haberse ido... Nunca tenía que haberse ido, porque imagínate a Alfredo cuando le tenía que cubrir Griffa, el del Atleti, con 28-29 años, y Alfredo con casi 40. Don Santiago le dijo que hiciera lo que quisiera, que fuera director técnico... Pero fue muy soberbio y quería seguir jugando al fútbol. Y no puede ser, no puede ser... La mente te funciona, pero las piernas no. 

HDRM: Sí que le sacas fotos en su partido homenaje, ¿verdad?

RC: Sí, yo le hago una foto que están con un balón Grosso y él. Él saliendo y Grosso entrando. Está Grosso con el balón en la mano y él está con el 9, Alfredo le está esperando y yo me voy detrás de Grosso a hacerle la foto. Qué historias, ¿eh?

HDRM: Luego ya conoces al Alfredo Di Stéfano entrenador.

RC: Sí. Luego ya fue entrenador, se fue a Argentina y después volvió... Hay una anécdota muy bonita... Alfredo y Don Santiago estuvieron muchos años sin hablarse. Rafael Marichalar era un periodista de Pueblo. Alfredo estaba entrenando al Elche, qué cosas, y fuimos un día Rafael y yo a hacerle una entrevista. Alfredo vivía en un hotel, él solo. Estaba cenando y entramos Rafael Marichalar y yo. Le dio mucha alegría y nos dio unos abrazos enormes, porque se sentía muy solo allí. Estuvimos hablando con él y Marichalar, que era un hombre que conocía muy bien a Alfredo y le tenía cariño, además, le dijo: "Alfredo, ¿nos vamos a ver a Bernabéu?" Alfredo se quedó tenso, pero a los tres minutos dijo: "Vámonos". Nos metimos en el coche de Marichalar y nos fuimos a Santa Pola. Nos fuimos a Santa Pola, llamamos a la puerta, en un chalecito que enfrente tenía una barca. La barca tenía de nombre La Saeta Rubia. Ahí estaba la barca. Y llamamos a la puerta y salió Don Santiago, esa especie de monstruo, ¿no? Yo me dije, "verás tú ahora, nos manda al mar. Nos pega un grito y nos manda al mar a los tres". Se nos quedó mirando... Y dijo, "pasar". Estuvimos tres horas. Salieron cuatro páginas en Pueblo. Yo era un mono, un mono. Un chico muy joven. Y yo sentado allí en el medio, Marichalar, Alfredo, Don Santiago y Doña María, la mujer de Don Santiago, que nos sacaba de vez en cuando alguna limonada o alguna cerveza. Estuvieron hablando tres o cuatro horas y yo haciendo fotos. Hicimos casi un serial en Pueblo. Y ahí fue cuando ellos, por lo menos, volvieron a hablar. Eso es Historia, está en la hemeroteca, ¿eh? 

HDRM: Por aquellos años tienes la oportunidad de cubrir a ese Real Madrid 'yeyé'. Tiene que ser una satisfacción muy grande ver que tus amigos están ganando una Copa de Europa...

RC: Sí. Eran mis amigos. Además, era una época en la que no era como ahora que los futbolistas llevan guardaespaldas. Es que yo entraba al vestuario y Amancio me tiraba los calcetines a la cabeza. Yo me caso y se lo digo a Paco Gento. Llevo unas invitaciones a los jugadores de mi boda en el Arcipreste de Hita, que es donde se concentraba el Madrid. Los jugadores hicieron una colecta. Recuerdo perfectamente que eran 500 pesetas los jugadores y 200 pesetas los utilleros y los masajistas, entre ellos estaba Legido. Imagínate ese sobre en el Arcipreste de Hita y ese Paco Gento dándomelo: "Toma". Yo le decía, "no me des aquí el sobre, que parece que me estás comprando". Fue el regalo que me hizo el Madrid. En el Arcipreste de Hita se concentraban ellos y yo acabé concentrándome con ellos porque estaban todo el año allí. Jugaban Copa de Europa y Liga, Copa de Europa y Liga... Los miércoles Copa de Europa y los domingos Liga. 

HDRM: Las concentraciones darían para un montón de anécdotas porque tú estabas allí conviviendo con ellos...

RC: Sí, vivía con ellos. El dueño del hotel a mí ya me trataba como a uno de ellos. Fue una etapa de muchos años que iban al Arcipreste de Hita, que está a unos cuarenta kilómetros de Madrid. Estaban alejados, tenían cancha de tenis, jugaban a dar paletazos, tenían su piscina y estaban muy alejados, entre comillas, de Madrid. Tenían campo de fútbol abajo en Navacerrada, que era bajar un kilómetro y allí entrenaban. Se lo pasaban bien. Tenían su habitación cada uno. Y Amancio preparaba las ensaladas. Que, por cierto, las preparaba de p... madre. Hombre, yo no comía con ellos, comía en otra parte con el dueño del hotel, Don Antonio Herrero, que me pedía que me sentara con su familia. Después los jugadores se iban a la siesta y yo estaba dando una vuelta. Después salían y montábamos alguna fotografía. Tengo cientos de fotos de ellos en el Arcipreste. Qué te voy a contar de los Pirri, Velázquez... Qué te voy a contar...

HDRM: Al margen de los vínculos que tienes con los jugadores en las concentraciones hay un tema que me parece muy interesante que es el de los reportajes que se hacían para el Boletín Oficial del Real Madrid. Muchos los hacías tú. Para hacer algunos de esos reportajes tenías que pasar un día con los jugadores y sus familias en sus casas...

RC: Sí. Eran los reportajes que me encargaba el director del Boletín, que luego ya se llamó Revista Real Madrid. Me hacía gracia el nombre ese del "Boletín". A ver... No era todo el día, pero sí que es verdad que pasabas mucho tiempo con ellos. Recuerdo un reportaje con Marañón, que estaba estudiando en la Universidad. Hicimos unas fotos en la Universidad suya, nos dieron permiso para hacer una foto en un aula. Y después comí con él. En casa de Manolo Velázquez yo iba y era como mi casa. Y en casa de Pirri, con Sonia, y en casa de Zoco, con María... Recuerdo también estar en casa de Uli Stielike, con su hijo, un chiquillo que tenía unos pelos de punta y era un chiquitín muy gracioso... Como era una revista para el Club, ellos siempre cedían mucho más y no había problemas. Cuando Alfredo estuvo ya aquí como entrenador tampoco hubo ningún problema, yo iba a su casa y le hacía las fotos. Él posaba al lado de un monumento de la pelota, de "La Vieja", como la llamaba él. Éramos todos entrañables. Y te ibas a la boda de Velázquez y los testigos eran Ramón Grosso y Pedro De Felipe.... Mira, de los cuatro quedo yo solo. Es que de la foto del equipo de los 'yeyés' debemos de quedar Amancio, Pirri, Araquistain, Gento y yo. De la plantilla todavía quedará alguno más porque, por ejemplo, Antonio Calpe ha muerto hace poco. Antonio era muy amigo mío...

HDRM: Esos trabajos para el Boletín, ¿los compaginabas con tu trabajo en el periódico? ¿Eras empleado del Club? ¿Cómo funcionaba todo eso?

RC: No, no, no... Yo estaba trabajando en Pueblo. Eso era aparte, reportajes que el Club me pagaba y punto. Igual que cuando hacía el póster, la foto oficial y las postales de los jugadores. Eso era al margen de todo, una cosa entre el Club y yo. Me llamaba Don Antonio Calderón y me decía que al día siguiente tenía que hacer la foto para el póster. "Así que mañana, Raúl, a las 10.00 en el campo". Allí me los ponían como niños y yo empezaba: "Tú, a la derecha, tú, a la izquierda, levantad la cabeza, poned las manos en las rodillas, miradme cuando yo os avise"... (Risas) Se portaban todos bien, menos mal. No me tiraban pelotazos a la máquina. Yo creo que estuve 32 o 33 años haciéndolo, hasta que ya el Club empieza a hacer revistas serias, montan unos laboratorios y empiezan a tener sus fotógrafos... La verdad es que me divertí mucho haciéndolo. Me hacía mucha gracia ver a unos señores que ganaban en esa época tantos millones de pesetas, sentaditos mientras les decía "miradme bien a la cara, sonreíd, ja-ja". Y ellos tan serios... Eso me hacía mucha gracia.

HDRM: Tienes que tener muchísimas fotografías de esa época.

RC: No, todo eso era del Club. Yo hacía las fotos, las cobraba y luego las imágenes y negativos se las quedaba el Club. Hombre, me quedaba con algún negativo, lo que pasa es que ya no sé ni dónde estarán... Pero normalmente se quedaba casi todo en el Club. Dejaba bloques para la prensa, para hacer postales, para hacer los carteles que ponían después en el marcador simultáneo con las fotos de ellos... Date cuenta que lo hacía todos los años, entonces, materialmente, yo era uno más de ellos. No era un tío al que tuviesen que contratar. Yo era uno más. Y me pedía Saporta cualquier favor del baloncesto y no hacía falta hablar con él. "Lo que usted diga, Don Raimundo, lo que usted diga". Y lo hacía y punto pelota, no tenía ningún problema. 

HDRM: ¿Y las fotografías de los periódicos? Las de Pueblo, El País... ¿Tú tienes todos los negativos de las imágenes?

RC: En El País todos los negativos los tienen en el archivo. Entonces yo puedo cogerlos cuando hago libros. Pido los negativos y me los prestan, ¡estaría bueno! Y, sin embargo, los de Pueblo no puedo recogerlos porque es que no sé dónde está el archivo. Está desaparecido. Unos dicen que está en los sótanos de Televisión Española, otros dicen que está en no sé dónde... Pero, bah, tampoco voy a andar ahora ya buscando porque me volvería loco. A parte que deben estar los negativos... Entonces no había archivos digitales ni había nada. Se pierde, se pierde y se pierde... Y punto pelota. No hay más. 

HDRM: Pues qué pena. ¿De cuántas fotografías del Real Madrid estaríamos hablando? Me imagino que miles y miles... Y muchas que no se habrán visto...

RC: Miles, miles de fotografías. Ten en cuenta que en un partido podías tirar cuatro o cinco carretes. Y luego publicabas tres fotos en El País. En Pueblo publicábamos cuatro o cinco fotos nada más, quitando que fuera un acontecimiento como el de la Copa de Europa de 1966, que publicamos un cuadernillo entero. Pero quitando eso, publicábamos cuatro o cinco. El resto se quedaba todo bien archivado y se quedaba ahí. Muchas se quedaban sin ver. Muchas ni las he visto yo.

HDRM: ¿Cómo era tratar con Don Santiago Bernabéu?

RC: Me quería mucho. Don Santiago me quería mucho... ¿Cómo no iba a tener relación con Don Santiago? Íbamos a su casa. Las entrevistas siempre eran en su casa. Me decía "no me saques con la bragueta abierta, que siempre me sacas con la bragueta abierta, ca...". Y yo le respondía: "Bueno, Don Santiago, ¡pues póngase bien la bata!". Suelo colgar de vez en cuando una foto que creo que fue de las últimas entrevistas a Don Santiago, ya andaba mal, y creo que se la hice con Miguel Ors, que en paz descanse también, lo que es la vida... Pues eso, íbamos siempre a su casa a hacerle las entrevistas. Yo le quería mucho. Don Santiago lo que decía iba a misa, tenía un carácter duro. Pero yo le quería mucho y él me quería mucho a mí, eso es muy importante. 

HDRM: Y tenías relación con él...

RC: Tenía relación con él y con Don Raimundo Saporta. Hablaba con ese acento francés... "Raúl, Raúl, urgente, urgente, Raúl. Pongo cheque en blanco, pongo cheque en blanco. Urgente, urgente. Necesito fotos. Cheque en blanco pero quiero las fotos de la Selección Española de Baloncesto. Necesito ya. Cheque en blanco" (Imitando a la perfección el acento francés de Saporta). Siempre me decía eso Don Raimundo Saporta. Lo llevaban todo entre cuatro personas: Don Santiago, Antonio Calderón, Agustín Domínguez y Raimundo Saporta. No hacía falta más. Raimundo Saporta llevaba el baloncesto como nadie en el mundo. Fue el que metió el baloncesto en España, hizo un equipo de baloncesto del Real Madrid alucinante. Seis o siete veces Campeón de Europa... Y después el médico, Don Antonio Calderón, que era médico y era un genio. El sevillano tenía una mala leche que te podías morir, pero era un genio. Y Agustín Domínguez, que era un fenómeno. Y después Santiago De Julián, las secretarias de ellos como Magdalena, que eran fueras de serie... Es que estamos hablando de un club de amigos... Y yo me sentaba en el despacho del presidente...

HDRM: Don Santiago llevó bien el Club...

RC: ¿Pero cómo que bien? ¡Lo llevó a ser el Club más importante del mundo durante años! En fútbol y en baloncesto. Tenían el pabellón que se llenaba hasta la bandera y reventaba cuando jugaba el Real Madrid. Empezaron a jugar en Vista Alegre, cuando ganaron a los rusos, que fue la primera vez que se colgó la bandera de la hoz y el martillo, con Franco presente... Qué miedo, la bandera ahí colgando... Ganó el Madrid esa Copa de Europa, por cierto.

HDRM: Me hablas de los directivos, pero también supongo que los empleados de la época eran muy especiales.

RC: Eran geniales. Eran todos una familia. Era una familia... Desde la secretaria, la que trabajaba en caja, el cajero... El que mandaba era Don Santiago y después Raimundo Saporta, que era el vicepresidente. Y después Antonio Calderón que era el gerente, que ser gerente en esa época era para que la gente se pusiese firme con él. Pero todos éramos una familia. Y yo entraba por las oficinas y aquello era como tu casa. Era como tu casa... Y ahora te cachean al entrar y te sale una azafata y te da un caramelo. Y espere usted. ¿Ha llamado por teléfono?

HDRM: Van pasando los años y llegan nuevos jugadores al Real Madrid. ¿La relación con ellos era igual que con los de tu generación?

RC: Seguías teniendo relación con los jugadores pero ya no era igual. Esa Ciudad Deportiva del Real Madrid, que te ibas a tomar café con José Luis Peinado mientras se fumaba un Winston para que no le viera nadie, ya no existía. Había educación y estábamos juntos pero ya no nos íbamos a comer juntos, ni nos tomábamos una cerveza. Yo me tomaba más cervezas con Pancho Puskas que con Ronaldo. De hecho, yo a Ronaldo ni le conocía. Era una época distinta.

HDRM: Los jugadores con los que tenías lazos tan estrechos se iban marchando del Real Madrid. Imposible no preguntarte por la famosa fotografía de Pirri. Su último partido en el Bernabéu, con motivo de su homenaje. Qué fotografía...

RC: Todo el mundo le hizo fotos, le pusieron la medalla al mérito deportivo, los abrazos, los llantos... Yo me fui con él bajando las escaleras y él se abrazó a mí, porque es muy amigo mío. Llorando los dos, seguimos abrazados y escuchaba al de la radio diciendo "está abrazado, llorando, con Raúl Cancio". Pero yo seguí andando con él y al llegar al vestuario nos metimos, los dos abrazados, llorando. Y como buen periodista, viejo ya, no bueno sino viejo, cerré la puertecita. No del todo, poquito, pero para que no la abrieran. Y entonces 'pim, pam, pam, pam'. Fue esa intuición que tienes ya de viejo, de sigue con él abrazado, abrazado... Y esa cosa de entrar al vestuario y decir "aquí no entra ni Dios". Y de pie, se quita la camiseta, se sienta, se quita las botas, se las deja en las manos, que es la foto... Estaba hundido. Él mirando las Adidas. Lleno de pelos en el pecho, como un tío, como decía él... Y yo enfrente hago 'pac, pac, pac, pac'. Cuatro fotos. No hice más. Y no le dije ni adiós. Me acerqué, le di un beso, cerré la puerta y me fui. Así fue la historia. Histórico, un momento hermoso. 1981. Fue primera página de El País.

HDRM: Impresionante... Para El País es también la foto del artículo de Julio César Iglesias con La Quinta del Buitre.

RC: ¡Otra histórica! Es que fue el año que el Castilla no subió a Primera porque estaba el Madrid. A Julio César le encantaban los juveniles, veía a los jugadores y nos decía: "Este chaval que tiene dieciséis años va a ser un fenómeno". Le encantaba. Fuimos a hacer el reportaje al Castilla y estaba Amancio de entrenador. Entonces les cojo, les preparo, le digo a Amancio, "Amaro, ponte tú en primer plano y en segundo plano ellos, venga, venga...". Y fíjate la foto... ¡Las vueltas que dio la foto esa! La madre que la parió... ¡Es que están todos! La Quinta del Buitre completa. Esa foto ahí está. Histórica... La suerte que tienes en la vida y que estás ahí, claro... Que estás ahí y que aprietas el dedito. Eso que parece tan fácil, pues mira, aprietas el dedo y para la Historia. Son cosas que pasan, como la desgracia que tuve para toda mi vida, lo de Fernando Martín... La mayor desgracia que me pasó y lo que nunca quisiera repetir. Y fíjate la que se armó... Por ir al Vicente Calderón y por ir pronto, que iba una hora antes para aparcar. Y mira lo que me encontré, a un íntimo amigo muerto. Y no le conocí. Fue terrible, me afectó enormemente. Me afectó y lo sigo recordando y sigo dando vueltas a la cabeza preguntándome por qué no le conocí... ¡Si había comido con él la semana anterior! Era íntimo amigo mío desde los juveniles. La Guardia Civil supo que era Fernando Martín por las fotos que llevaba en el coche. Eran las postales que yo le hacía, que ponían "Fernando Martín. Real Madrid Club de Fútbol. Foto: Raúl Cancio". Acoj... Así es la vida.

HDRM: Las famosas postales de los jugadores del Real Madrid, sí... 

RC: Yo a Hugo Sánchez le hacía las fotos después de los entrenamientos con unas camisetas que él tenía del Madrid, con el escudo bordado, pero sin publicidad, para enviarlas a México. Le regalaba las diapositivas. Por eso me quería tanto, claro... ¡Si le regalaba todo! Yo era íntimo amigo de Hugo. Entonces él se hacía fotografías y las enviaba a México. Un año fuimos el director de El País y yo a hacer una entrevista al Presidente de México, a Salinas, y le decía a Joaquín Estefanía: "Joaquín, ¿te das cuenta de que a Hugo Sánchez le tenemos por todas las tabernas y todos los colmados? En todos los sitios...". ¡Y es que eran fotos mías! Él hacía posters y los ponían allí, pero sin publicidad en las camisetas.

HDRM: Había jugadores como Juanito y Hugo Sánchez que repartían esas postales entre los aficionados. Hugo Sánchez llevaba un taco de ellas y cuando un aficionado se le acercaba para pedirle un autógrafo, él lo que hacía era firmarle una postal y se la regalaba. Me parece un detalle muy bonito de cara a los aficionados.

RC: Sí. Hugo era así. ¡Y también tenía chófer! La gente cogía su cochecito en la Ciudad Deportiva pero él tenía un chófer en la puerta. Y cuando toda la gente se marchaba con los coches él se quedaba media hora más entrenando en el campo, haciendo abdominales. Era un monstruo, un fuera de serie. ¡Que ganó cinco Pichichis en seis años y cinco Ligas seguidas! Después de Alfredo, el que le ha sacado más partido el Madrid por los goles que metía. Pero si metía 40 goles al año, era un fuera de serie...

HDRM: Tú vives como reportero de El País todos aquellos partidos de las remontadas europeas de los años ochenta. Testigo directo de ese ambiente de los partidos europeos...

RC: Sí, aquellas remontadas gordas, muchas de ellas con Amancio de entrenador. Hay una remontada memorable del Madrid en la que yo me abracé a Amancio. No a los jugadores, no, sino a ese jugador al que le vi de chaval, a Amancio, que ya era el entrenador. Y cómo me abracé a él... Y los dos medio llorando sin movernos. Yo hice todos aquellos partidos en el Bernabéu. El de Butragueño con aquella foto en la que sale con los brazos en cruz, en primera página de El País a cuatro columnas. Salió corriendo en un córner y yo detrás de él diciéndome: "¿Pero no se parará? ¿Pero no se parará?". Y también la foto de Santillana volando, volando y volando... Y los abrazos que se daban... 

HDRM: Todas aquellas fotografías son de una expresividad tremenda...

RC: Santillana se volvía loco. Y Juanito, que era un espectáculo... Juanito era un espectáculo. Yo a Juanito le conocí en el Atlético de Madrid, lesionado. Era un chavalín y estaba lesionado. Después ya le ficharía el Real Madrid. Y me quería mucho. Uy, uy, uy... El de Fuengirola cómo me quería... Tuve mucha relación con él. Mucha. ¡Era una persona maravillosa! Entrañable, entrañable y cariñoso. Y besucón... Y era un fuera de serie como jugador. Lo decía Carlos Santillana. "Si es que piensa tres segundos antes que nosotros. Él cuando pasa la pelota yo tenía que estar rematando porque él piensa que yo tenía que estar rematando. Y él no sabe que piensa antes que yo". Eso lo decía Carlos, ¿eh? Como jugador era un fuera de serie. Un fuera de serie, hombre, un fuera de serie... 

HDRM: Y lo fotogénico que era Juanito. Ya sabes que me encanta la fotografía de la celebración de ese gol en el Trofeo Bernabéu. 

RC: Ese cartel lo pusieron en el Bernabéu, en el lateral. Me lo decía mi hijo, que estaba en el abono y me dijo: "Papá, si sale la foto tuya de Juan en todo el cartel". Sí, es la que sale con los brazos en cruz y está el portero con las patas para arriba, un portero ruso, en un partido del Trofeo Bernabéu. Me salió preciosa. Hay otra muy bonita de Juanito, Butragueño y Valdano, que Valdano le está tocando la cabeza a Butragueño. Juanito está con el número 6.

HDRM: Te he preguntado por la Copa de Europa de 1966 pero 32 años después, cuando se gana La Séptima, tú estás ahí todavía haciendo fotografías. De hecho, la famosa portada del Diario As, con la foto de Lorenzo Sanz con la Champions, es tuya.

RC: Que está su hijo Fernando, sí. Esa es la foto que salió a doble página en el As. Esa la tienen en el Bernabéu en una pared como si fuera un póster. Además era otro presidente que me quería mucho. A mí los presidentes me han querido mucho. Lorenzo me tenía un cariño especial. El único al que no he conocido es a Florentino. ¿Pero Lorenzo? He estado en su casa, conocí a Fernando... Lorenzo me quería mucho. Y la foto es entrañable porque es él y lo bonito es que está su hijo llevándole en brazos. Es una foto muy bonita.

HDRM: Pues ahí estás, en Ámsterdam, con el Diario As...

RC: Nos cedieron a cinco y yo estaba de subdirector en As. En el partido de Ámsterdam vamos Juan Carlos Tirado, Aguilar y yo. Y luego de laborante estaba el hijo de Sevillano, que ahora hace fotos, lo que pasa es que en aquella época tenía que tener alguien de laboratorio porque no había digitales, había que revelar. Teníamos que mandar las fotos para que fueran revelando y las fueran transmitiendo por el transmisor. 

HDRM: ¿La de La Octava también la cubres tú?

RC: Sí, para El País. Con el As estuve entre 1996 y 1998 y después vuelvo a El País. La Octava la hago ya con El País. Y después seguí haciendo fotos de partidos hasta que me jubilé. Ahora tengo la sección de los lunes, que sale la fotito y me la escribe un alumno mío, Jesús Mantilla, que escribe como los ángeles, por cierto. Yo hago una fotografía por Madrid, se la mando por teléfono y él escribe. Y el lunes tenemos una sección. Y además me hace una ilusión enorme que con 78 años siga publicando en el diario El País y me firmen en una sección con un cuerpo del 14. A través de su Leica, Raúl Cancio. Sobre todo porque me invitó el director adjunto, yo no se lo pedí. Yo cuando me fui de El País me fui para siempre. Pero él me invitó, nos fuimos a comer y me dijo: "Haz algo, haz algo. No pierdas el nombre, haz algo". Le dije: "Te hago eso. Nada más". Y es lo que hago. Y me entretengo, porque de vez en cuando cojo el coche, lo aparco y me voy a Lavapiés a dar una vuelta. Y siempre hay una fotografía que es graciosa. 

HDRM: Fotógrafo hasta el final. 

RC: Hasta que me muera. Ya he dicho que cuando me muera, en lugar de una necrológica, sacarán la última foto que publiqué en El País. 

HDRM: Aunque profesionalmente no estés ya vinculado al fútbol, con el paso de los años, ¿la afición por el fútbol y por el Real Madrid se mantiene?

RC: Sí. Pero ya hay una distancia. Ya no vivo como vivía antes el sudor y el calor de ellos. Y el barro. Actualmente me gusta el fútbol, me gusta ver a los niños jugar al fútbol... Pero ahora, si el Madrid pierde, voy a cenar igual y voy a dormir igual. Y antes no comía ni dormía. Todo cambia. Mira, soy abonado desde hace 50 años. Tengo mi abono y mi hijo tiene su abono, que estamos juntos, y hay veces que ya ni voy porque luego tengo que ir a buscar el coche, esperar un taxi... Entonces, como lo echan todo por televisión, pues lo veo con un gin-tonic, que tampoco está mal. Ya no es la pasión de antes. Ten en cuenta que ya no conozco a ningún jugador. Antes si se lesionaba alguno iba al sanatorio el lunes para ver cómo estaba. Si a alguno le habían operado le llevaba unas flores o un libro... Todo cambia en la vida. Es así.

HDRM: Pero seguimos siendo del Madrid, ¿no?

RC: Sí, sí, sí... ¡Sigo siendo del Madrid! (Risas) Sigo siendo del Madrid, no soy ni del Atleti ni del Barça. Mi hijo es socio desde que nació y yo cuando me saqué el abono tendría 18 o 20 años... Cuando ya no tenía ganas de ponerme de pie en el fútbol, vamos. 

HDRM: Me imagino que Raúl Cancio también tendrá buenos recuerdos de ver fútbol como aficionado...

RC: ¡Hombre, claro! Lo que pasa es que yo de aficionado nunca he ido al campo. He ido muy poquito, muy poquito. Date cuenta de que yo los partidos los he visto cuando he ido al abono, porque durante más de 40 años que he estado cubriendo fútbol no he visto un partido nunca. Viéndolos enteros, quiero decir. Porque con un teleobjetivo de 300 o 400 milímetros no puedes ver un partido de fútbol. Yo, si metían un gol, a veces no sabía quién lo había metido. Sabía que era gol porque el público gritaba. Yo me volvía y decía: "¿Quién ha sido? Ah, Juanito. Ah, bueno". Veía los abrazos pero entre los abrazos estaban cuatro, y me preguntaba quién de los cuatro había metido el gol. Yo, con un teleobjetivo tan grande, no me preocupaba de los goles sino de los gestos, de los llantos, de las alegrías, de las caídas, de los dolores... Entonces no me enteraba del partido nunca. Pasé así mi fútbol toda la vida. 

HDRM: Pero, y las fotografías que salían, ¿eh?

RC: Sí, pero porque eran mis fotos. Han sido las fotos de Raúl. Raúl se jugó su vida a hacer las fotos que, tal vez, en esa época, no las hacía nadie. Iban todos con un objetivo al lado de un poste. Cuando yo empecé, todos. Yo, un chaval de 22 o 23 años, hacía las fotos con un teleobjetivo pequeño, pero un teleobjetivo. No hacía fotos en las que salía la portería, el balón, el marcador simultáneo, cinco jugadores... No. Veía una cara, un gesto, un dolor... Yo creo que la mejor foto que hice en mi vida, que ahí es cuando empieza mi tirón, fue en un partido amistoso de la Selección nacional, que Paco Gento está en el aire con la mano en la ingle de un tirón, y Zoco le está mirando. Esa es la gran foto que yo me dije: "Bueno, es una foto de un tío saltando con la mano en la ingle porque se lesionó". La publicó Emilio Romero a seis columnas en Pueblo. Ahí viene el gran tirón de Raúl Cancio. Que hace las fotos como le sale de los c... He tenido la gran suerte de que mis directores han admitido mis fotos. Porque si mis directores me dicen "eh, eh, eh, no quiero estas fotos", hubiese tenido que hacer otras. Pero directores como Romero, Juan Luis Cebrián o Alfredo Relaño han admitido las fotos que yo les traía, lo cual ha sido un paso muy importante para mí. Pudo haber habido un director que me hubiese dicho "eh, quiero las fotos de los goles y de los penaltis". Eso hubiesen sido otras fotos. Y yo hice las fotos que quería. Ya te digo, en la foto de Paco Gento sólo se ve a Paco Gento con la Selección, con la mano en la ingle. Y ahí está. De esa foto vienen todos los hijos, las caídas, las lesiones, los llantos... Todo. Yo creo que muchas de mis fotos están sin balón. Pero es que en los toros hay muchas fotos sin toro. Hay muchas fotos sin torero. Y sin embargo han sido primera página del periódico. Eso es instinto periodístico y que el director del medio diga "esto nos funciona". Las tiene que admitir el director. Puede ser una fotografía preciosa pero el director te puede decir "quiero el séptimo gol". Y resulta que en el séptimo gol estabas meando... 

HDRM: Qué cosas tiene el oficio... Toda la vida haciendo fotografías de fútbol y no poder ver los partidos...

RC: Ninguno, no me enteraba. Yo no veo fútbol hasta que dejo la cámara y me voy al abono. O si lo veía en la televisión. Pero, lo que es en el campo, nada. No he visto ninguno. 

HDRM: ¿Y qué fútbol preferías? ¿El de la cámara de fotos o el del abono?

Hombre, es que el de la cámara de fotos ya te digo que no lo veía. El otro sí que lo podía ver entero. ¡Incluso lo entendía! Y sabía lo que era un fuera de juego y un penalti... ¿Pero el de la cámara? ¿Cómo vas a saber con la cámara si está en fuera de juego? Cuando he visto el fútbol ha sido en mi casa y en el campo, en el abono, al lado de mi hijo, que es todavía más madridista que yo. Sacando fotos yo no me enteraba de quién metía los goles. Pero fue una vida, una historia muy hermosa. Yo agradezco mucho lo del fútbol...

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