El 24 de junio de 1991 fue un día de presentaciones en el Real Madrid. La más sonada fue la de Prosinecki, pero aquel lunes a la mañana había sido presentado en primer lugar Mikel Lasa. El joven lateral izquierdo, de 19 años de edad, llegaba al Santiago Bernabéu procedente de la Real Sociedad para reforzar un lateral izquierdo que el gran Rafael Gordillo estaba ya cerca de abandonar. El de Almendralejo, con 34 años, disputaría su última campaña como jugador blanco en aquel ejercicio 1991-92. De hecho, Mikel Lasa y él compartieron vestuario ese año. En cierto modo, la adquisición de Lasa por parte del Real Madrid era una operación con vistas a futuro. Villarroya, fichado la anterior temporada, quizás había dejado algunas dudas en un puesto que había cojeado un poco en la temporada 1990-91. Gordillo estuvo lesionado un tiempo y los años empezaban a pesar un poco. En el tramo final de la Liga el técnico Radomir Antic improvisó llegando a colocar a Spasic en esa posición en la que, por cierto, no desentonó en absoluto aunque no consiguió borrar la sensación de decepción que dejó su único año en el Bernabéu. Quizás teniendo en cuenta todos esos factores el fichaje de Mikel Lasa parecía una muy buena decisión. Se trataba de un jugador muy joven pero con un par de campañas en Primera División a sus espaldas con la Real Sociedad, internacional en categorías inferiores, no ocupaba plaza de extranjero y parecía una buena opción para disputarle el puesto a Villarroya y recoger el testigo de Gordillo.
Lo de suceder a Rafa Gordillo no era tarea fácil, hablando de una leyenda del fútbol español, pero Mikel Lasa era un buen jugador teniendo en cuenta los estándares de la época. Fue un buen defensa, un futbolista mucho mejor de lo que la gente recuerda y cuyo rendimiento en el Madrid fue bastante bueno. Por alguna razón, sin embargo, muchos le colocaron etiquetas dudosas. No termino de entender el por qué. Seguramente el hecho de vivir una época convulsa del Club, con muchas decepciones y pocos títulos, le pasara factura. Los noventa fueron muy duros, como siempre recuerdo. Quizás le perjudicó también su papel de futbolista secundario en lo mediático. No era una estrella, por supuesto. Pero era un jugador muy trabajador y comprometido, un futbolista de esos que son tan necesarios en una plantilla, de los que no se quejan cuando no juega, poco problemático, sacrificado y muy útil. E, insisto, bastante buen jugador. Un lateral que defendía y que se incorporaba al ataque con suficiente soltura y capaz de poner buenos centros desde la banda izquierda. Iván Zamorano pudo dar fe de ello marcando algunos goles de cabeza con balones que le sirvió el lateral vasco. El gran problema de Mikel Lasa es que quien le sustituyó en el Real Madrid fue Roberto Carlos, es decir, el mejor lateral izquierdo de la Historia del fútbol. Y, claro, ahí la comparación es demoledora. Roberto Carlos y Marcelo han sido los dos grandes laterales zurdos del Madrid en el último cuarto de siglo y eso distorsiona cualquier comparativa. Pero no resultaría para nada justo comparar a Lasa con los brasileños. Si tenemos en cuenta cómo era nuestro fútbol a comienzos de los noventa entenderemos que Mikel Lasa era un jugador muy válido para la época. Incluso llegó a ser Internacional con la Selección en un par de ocasiones durante su estancia en Madrid y llegó a ser titular fijo durante buenos periodos de tiempo con técnicos como Benito Floro o Jorge Valdano, que en un principio echó mano de Marcos y de Luis Enrique para terminar rindiéndose a lo evidente: Lasa era una opción satisfactoria.
Mikel Lasa pasó 6 temporadas en el Real Madrid en las que disputó un total de 178 partidos oficiales: 139 de Liga, 18 de Copa, 3 de Supercopa, 4 de Champions League, 4 de la Recopa y 10 de Copa de la UEFA. Con la camiseta blanca marcó 5 goles, 3 en Liga y 2 en Copa. En su palmarés figuran 2 Ligas, 1 Copa del Rey y 1 Supercopa. Fue uno de los componentes de la Selección que ganó la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Además, también encontró la manera de dejar escrito su nombre en la Historia del Real Madrid anotando uno de los goles más espectaculares que se han visto en el Santiago Bernabéu, aquel espectacular disparo desde 58 metros frente al Sevilla que pasa por ser el gol más lejano anotado por un futbolista blanco.
Un honrado currante, uno de esos jugadores que quiza por callados o poco mediaticos no terminan de calar entre la gente. Creo que cumplio con creces en un madrid de entreguerras(los dificiles años entre las cinco ligas y las copas de europa). Siempre me cayo simpatico; aparte de su recordado gol al Sevilla recuerdo uno al Atletico en una eliminatoria de copa de 1994 también muy espectacular.
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