El Real Madrid empató 1-1 en San Paolo y dejó al campeón italiano en la cuneta
El miércoles 30 de septiembre de 1987 al Real Madrid le tocó disputar la vuelta de la eliminatoria de Copa de Europa frente al Nápoles. Lo hacía con la renta del 2-0 cosechado en el encuentro de ida disputado en un Santiago Bernabéu vacío. El 'partido del silencio'. El partido en el que Chendo anuló a Maradona y que supuso empezar con buen pie aquella edición europea en la que tendríamos que cumplir dos encuentros de sanción como locales por castigo de la UEFA.
El partido generó una enorme expectación. Durante los días previos ya se hablaba del duro recibimiento que tendría el equipo en Italia. "Salir vivos del infierno" fue el titular de portada del diario Marca el día del choque entre los campeones de Italia y España. El ambiente fue muy tenso. Los italianos tenían que remontar la eliminatoria y trataban de darse ánimos y generar optimismo entre sus filas y entre sus aficionados. En cierto modo, comprensible. Pero algunas manifestaciones y declaraciones quizás fueron un tanto exageradas. El hostigamiento comenzó para la expedición blanca en el momento de poner pie en Italia, en el mismo aeropuerto. Los aficionados locales incluso llegaron a presentarse en el hotel de los blancos para tratar de molestar a los futbolistas todo lo posible. Tras un entrenamiento en San Paolo, el autobús del equipo fue atacado por los 'tifosi' napolitanos y debido al lanzamiento de todo tipo de objetos una de las lunas del vehículo acabó hecha añicos.
El ambiente estaba caldeado. "No es ético el montaje que están haciendo. Pero da igual; en el campo seremos once contra once", aseguraba Hugo Sánchez. "El Madrid tiene más equipo", apuntaba Miguel Tendillo, por su parte. "Lo importante, no caer en provocaciones", advertía Leo Beenhakker en la previa del encuentro. "El ambiente está muy caliente y la afición del Nápoles, lógicamente, quiere favorecer a su equipo. Pero nosotros vamos a salir a luchar y a ganar", manifestaba el técnico del Real Madrid.
Además, había 'cuentas pendientes' del partido de ida. Bagni y Míchel las tuvieron tiesas en el Santiago Bernabéu. "No creo que Bagni sea el que me vaya a marcar. Además, lo tengo muy claro. Yo me enfadé con él en Madrid, pero cuando ya las cosas eran muy descaradas", comentó Míchel en declaraciones recogidas por Marca. "Mi problema no es Bagni, sino el Nápoles", añadió. "Ellos intentarán provocarnos, pero como futbolistas somos superiores. Intentaremos ganar el partido por todos los medios. Nos quieren desconcentrar, pero nos da igual", añadía el centrocampista madrileño, que había sido uno de los destacados en la ida.
Pues sí... Desde Nápoles se trató de 'calentar' el ambiente todo lo posible y el público respondió con un lleno en el estadio San Paolo. El encuentro supuso un récord de recaudación en la historia del fútbol italiano. Según los medios de la época el Nápoles-Real Madrid generó cerca de 1.000 millones de las antiguas pesetas en concepto de taquilla y retransmisión televisiva. El choque fue televisado en directo para quince países.
El partido
Respecto al encuentro de ida hubo novedades en los dos equipos. Hugo Sánchez pudo estrenarse en Europa aquella campaña después de cumplir con su sanción y acompañó a Butragueño en la punta de ataque en detrimento de Santillana. El capitán ese día fue Ricardo Gallego, que tuvo que ser sustituido por Mino en el segundo tiempo a causa de una lesión en el tobillo derecho que le tendría alejado de los terrenos de juego cuatro meses. El resto fueron los mismos en el cuadro de Leo Beenhakker. En las filas locales, por su parte, el Nápoles pudo alinear a su equipo de gala con la recuperación del brasileño Careca. Maradona, Giordano y Careca formaron
la línea de ataque de los italianos. También jugó Francini, que no
estuvo en Madrid dos semanas antes y que resultaría ser el autor del
primer gol del partido en San Paolo.
Tal y como presagiaba Marca en su primera página los aficionados italianos convirtieron el estadio en algo parecido a un infierno. Y además, casi de manera literal. Las bengalas con las que los 'tifosi' aderezaron la previa del encuentro generaron tal humareda que el inicio del choque se retrasó unos minutos sobre el horario previsto, las 20.30 horas. Desde luego, fue una dura prueba para los madridistas en todos los sentidos.
Arbitró el alemán Dieter Pauli. Los italianos salieron en tromba de inicio. Era normal. Tenían dos goles en contra y no tenían más remedio que salir a morder. Se adelantó el Nápoles a los diez minutos por medio de un balón colgado al área. Careca cabeceó el balón y Solana trató de sacar el peligro sin conseguirlo. El esférico cayó en los dominios del local Francini que remató de cabeza casi a bocajarro. Buyo detuvo el disparo pero el despeje fue cazado por el propio Francini quien, a la segunda, consiguió llevar el balón a la red.
Lo cierto es que al Madrid le costó un poco ubicarse sobre el terreno de juego durante los primeros compases del choque, algo que coincidió con los compases de mayor presión de los italianos. El 1-0 incrementó las esperanzas locales, pero curiosamente poco a poco el Madrid, que seguía por delante en la eliminatoria, se fue encontrando a sí mismo. Hugo lanzó fuera un balón de chilena y Sanchís cabeceó alto un saque de esquina botado por Míchel. Atrás, Buyo desbarataba las llegadas de los anfitriones como un cabezazo de Careca cerca del minuto 40. Poco después, de nuevo Careca dispuso de otra oportunidad tras recibir un centro desde la izquierda de Francini. El guardameta madridista salvó de nuevo al equipo. Y del posible 2-0 se pasó al 1-1...
El Real Madrid igualó el partido con un gol de los denominados 'psicológicos', justo antes de alcanzarse el ecuador de la contienda. Fue un gran gol. La jugada se inició por la banda derecha. Pugnaban por el esférico cuatro futbolistas de los dos equipos. Míchel terminó interceptando el balón a Francini y combinó con Hugo Sánchez. El mexicano realizó un precioso envío al interior del área al apreciar el desmarque que estaba efectuando Butragueño. Emilio, que entró corriendo en las inmediaciones de la portería de Garella, sorprendió por completo a la defensa italiana. El Buitre tocó el balón lo justo para cruzarlo a la izquierda y superar la salida del arquero anfitrión estableciendo el 1-1. Lo dicho, preciosa jugada y gran gol.
El tanto de Butragueño obligaba a los italianos a marcar dos goles más para pasar una eliminatoria que se ponía 3-1 a favor de los de Leo Beenhakker, que además no habían encajado en Madrid y habían marcado fuera de casa. El 1-1 cayó como un jarro de agua fría en las filas locales. La situación se ponía ya totalmente de cara para el conjunto madrileño.
El segundo tiempo transcurrió con el cronómetro corriendo a favor de los visitantes y con los italianos cada vez más desmoralizados. Trataron de apretar en los primeros compases de la reanudación, sobre todo a balón parado, pero sin éxito. Maradona tampoco tuvo un gran día. El astro argentino volvió a estar perfectamente marcado por Chendo. El de Totana brilló en el encuentro de ida, pero en el partido de Nápoles volvió a demostrar su enorme capacidad de sacrificio por el equipo. El Madrid incluso tuvo opciones de desequilibrar el marcador como en una buena jugada de Hugo Sánchez, en una contra, que concluyó con un centro desde la izquierda que Jankovic, que había sustituido a Martín Vázquez, remató alto. Y en el minuto 85, en otra contra, Míchel llegó a plantarse solo delante de Garella pero tampoco acertó. En cualquier caso, a esas alturas de encuentro el pase del Madrid estaba ya hecho... A falta de tres minutos para el final el Nápoles se quedaba con diez por la expulsión de Carnevale, que le dio una patada a Buyo. No hubo para mucho más. 1-1 en San Paolo y 3-1 en el global de la eliminatoria para el Real Madrid. La única mala noticia de aquella noche, la lesión de Gallego en un choque fortuito con Romano.
"Maradona es el más grande, pero nosotros tenemos los mejores jugadores del mundo", manifestó con orgullo el presidente Ramón Mendoza a la vuelta de Italia. El equipo fue recibido por los aficionados a su llegada a Madrid. Algo muy diferente a lo que habían vivido los anteriores dos días en suelo transalpino. En plena madrugada, miles de seguidores se acercaron a Barajas.
El Real Madrid superó el primer escollo de la Copa de Europa 1987-88. El campeón italiano y Maradona habían quedado en la cuneta y el conjunto blanco pasaba a octavos de final. Pero el siguiente rival también sería de peso. Nada más y nada menos que el vigente Campeón, el Oporto. Pero de eso ya hablaremos cuando toque. Será otro capítulo de las 'Historias del Real Madrid'.
NÁPOLES: Garella, Ferrara, Ferrario, Renica, Francini, De Napoli, Romano, Bagni, Maradona, Careca y Giordano (Carnevale, 67').
REAL MADRID: Buyo, Chendo, Tendillo, Sanchís, Solana, Míchel, Gallego (Mino, 52'), Martín Vázquez (Jankovic, 45'), Gordillo, Butragueño y Hugo Sánchez.
GOLES
1-0 min. 10 Francini
1-1 min. 44 Butragueño
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