Se nos va el 2014. Un año que, sin ninguna duda, no olvidaremos nunca los madridistas. La foto que ilustra esta entrada de 'Historias del Real Madrid' la colgó en su cuenta de Twitterel ayudante de Carlo Ancelotti, el británico Paul Clement.
El segundo técnico del equipo ha plasmado con una grandiosa instantánea lo que ha sido este año que se nos va. Campeones de la Champions League, de la Supercopa de Europa, del Mundial de Clubes y de la Copa del Rey frente al Barcelona. Trofeos y medallas que nos recuerdan que el Real Madrid ha vivido tiempos felices que, esperemos, se puedan seguir repitiendo en este 2015 que estrenaremos dentro de unas pocas horas.
Decidió Raúl con aquel famoso gol al Vasco de Gama
La conquista del Mundial de Clubes me llevó a recordar ayer en 'Historias del Real Madrid' la Triple Corona del año 2002. Lógicamente, ahora me toca echar la vista un poco más atrás y rememorar la Copa Intercontinental de 1998.
Mencionaba ayer el hecho de que, al disputarse en Japón, la Copa Intercontinental se jugaba en un horario muy poco propicio para ver fútbol. Aún recuerdo a mi padre programando el vídeo en el año 1992 para grabar a su Barcelona con el Sao Paulo porque el duelo se jugaba a las tantas de la madrugada, hora española.
Bueno, pues resulta que en el año 1998, la Final entre el Real Madrid y el Vasco de Gama se jugó, atención, el martes 1 de diciembre a las 11.00 horas de la mañana. Ni que decir tiene que el día era laborable y que el partido no lo vi porque... me pilló en clase.
Sin embargo, aquel año habíamos ganado la Séptima Copa de Europa en Ámsterdam, lo que nos había abierto las puertas para disputar esta Copa Intercontinental. Había opciones de sumar un nuevo título y los nervios no me iban a permitir concentrarme en lo que decía el profesor sin tener noticias del partido. Después de tantos años viendo con envidia cómo otros equipos se coronaban como campeones intercontinentales, por fin llegaba la oportunidad de ver al Real Madrid levantando el trofeo.
Recuerdo que yo me sentaba a la izquierda del aula, junto a las ventanas. ¿Qué hice para seguir el partido? Pues lo que supongo que muchos madridistas hicieron aquella mañana. Seguir el encuentro por la radio. Sí, quizás lo más lógico hubiese sido haber hecho 'pira' y haberme saltado la clase, que seguro que también fue lo que hicieron muchos aficionados del Madrid en la misma situación que yo. Me consta que se comentó mucho aquel día sobre las repentinas ausencias que hubo aquel martes en muchos puestos de trabajo.
El caso es que yo me coloqué la radio debajo del pupitre y deslicé dentro de la ropa el cables de los cascos, colocándome sólo el auricular izquierdo, para que no se notara tanto. Los compañeros que tenía delante y detrás ya sabían que estaba escuchando el partido, así que con disimulo y por lo bajo me iban pidiendo que les informara de la marcha del encuentro.
Encuentro que empezó bastante bien, por cierto. Entrenaba todavía Guus Hiddink a aquel Madrid de la temporada 1998-99. Y a los 25 minutos de partido, llegó el primer gol. Roberto Carlos entró por la izquierda con su habitual velocidad y, sin llegar a entrar en el área, lanzó un tremendo disparo que un defensor brasileño envió a su propia portería. Gol y el Real Madrid por delante en el marcador. Por supuesto, no grité el gol, en medio de la clase, faltaría más. Pero recuerdo la enorme satisfacción que me entró y aquella extraña sensación por tener que contenerme cuando el cuerpo me pedía que me levantara y gritase 'gol' a pleno pulmón.
Recuerdo que nos marchamos al descanso ganando con aquel gol. Sin embargo, la renta era corta y en cualquier momento las cosas podían torcerse. Y así ocurrió. Tras la reanudación y el cambio de asignatura, en la siguiente hora, llegó el gol del empate del Vasco de Gama. Los viejos fantasmas volvían a la carga. El 'Síndrome del Transworld Sport' se apoderó de mí y me llegué a concienciar de que íbamos a perder el partido.
El Aguanís
Estábamos ya alcanzando la recta final y, en el mejor de los casos, iríamos a la prórroga. Pero, no. No hizo falta. Supongo que ya recordáis todos lo que sucedió. Lo que hizo Raúl, vaya. Seguramente fue su mejor gol o, al menos, el más mediático. Llegó a bautizarlo y todo. El Gol del Aguanís, lo llamó.
No sé cuántas veces lo habré visto ya. Pero, claro, en el momento del gol... yo no estaba viendo la televisión. ¡Estaba escuchando la radio! Os podéis imaginar cómo se me puso el corazón mientras, siguiendo la narración radiofónica, me imaginaba el pase largo de Clarence Seedorf, a Raúl recogiendo el balón justo en la raya del área, al propio Raúl recortando y dejando, literalmente, sentado de culo al defensor que le cubría. Raúl controló el balón mientras otro defensa del Vasco de Gama corría como una flecha hacia él para tratar de frenarle, pero con un rápido toque técnico logra burlar al segundo defensa y se escora a la derecha para buscar el disparo ajustado al palo. A todo esto, otros dos defensas corrían hacia su área para tratar de arreglar el desaguisado que el 7 blanco estaba montando en las inmediaciones de la portería brasileña. Pero Raúl tiró un balón perfectamente medido que superó la estirada del guardameta rival. E, insisto, toda esta jugada, siendo seguida por la radio, sin poder verla.
Aquello ya fue demasiado. Tras ver el encuentro perdido, con aquel pesimismo mío que se había forjado después de tantos años de decepciones en competiciones internacionales, todo cambió en apenas unos segundos. Raúl había marcado el 2-1 favorable al Real Madrid. Recuerdo que cerré los puños y cerré los ojos, apreté los dientes y ahí sí que tuve que hacer un esfuerzo titánico para no tirar la mesa y ponerme a gritar como 'un desjuiciado', que hubiese dicho mi abuela.
Era el minuto 83. Sólo faltaba aguantar un poco más y el Real Madrid se proclamaría Campeón de la Copa Intercontinental38 años después de su primer título en la competición. Y se aguantó. No me lo podía creer. ¡Campeones de nuevo!
Ni que decir tiene que Raúl fue elegido jugador del partido y fue galardonado con un coche de la marca japonesa Toyota, que era el patrocinador de la competición. De hecho, el nombre comercial del trofeo era ese, precisamente, Copa Toyota. De ahí las imágenes que seguro muchos recordarán del ariete madridista subido a un vehículo con una llave gigante con el logotipo de la marca nipona. Con motivo de ese patrocinio, también, se entregaban dos trofeos al equipo vencedor. Manolo Sanchís levantó el de la FIFA, la Copa Intercontinental de toda la vida, y Fernando Hierro alzó el que concedía la marca automovilística.
Y todo aquello un martes, día laboral, por la mañana. La mañana del 1 de diciembre de 1998. Así conquistó el Real Madrid su segunda Copa Intercontinental y así viví yo la primera 'mía'.
Por la noche, en horario más acorde a nuestros ritmos de vida, el partido se emitió en diferido por televisión y lo pude disfrutar, además, con la ventaja de saber que la película terminaba con un final feliz.
Hace doce años, el Real Madrid también se adjudicó los tres títulos internacionales
La reciente consecución del Mundial de Clubes por parte del Real Madrid ha supuesto la culminación de un grandísimo año para las vitrinas de la entidad. En este 2014 que ahora estamos finalizando, hemos ganado la Champions League, la Supercopa de Europa y el citado Mundial. Afortunadamente, no es la primera vez que conseguimos reunir estos tres trofeos. En el año 2002, el del Centenario del Club, también conseguimos imponernos en las tres competiciones.
El 15 de mayo de 2002, el Real Madrid se impuso 2-1 al Bayer Leverkusen en la Final de la Champions League. El encuentro, celebrado en el Hampdem Park de Glasgow, será siempre recordado por la impresionante volea de Zinedine Zidane en las postrimerías del primer tiempo. Sin ninguna duda, es el mejor gol que he visto tanto por la belleza de su factura como por la importancia que tuvo en el desenlace del encuentro.
Raúl había adelantado al Real Madrid en el marcador en el minuto 8 pero, poco antes de alcanzarse el cuarto de hora, los germanos lograron establecer el empate con un tanto de Lucio. Y justo antes de alcanzarse el ecuador de la contienda, llegó aquel glorioso gol que ninguno de los madridistas que lo vivimos, en vivo, por radio o por televisión, olvidaremos nunca. Balón de Solari a Roberto Carlos por la izquierda. El lateral, presionado por un rival, lanza un envío por lo alto en forma de globo. El balón cae del cielo y Zidane firma una auténtica genialidad. Volea según le viene. Sin dejar botar el balón, y a la primera, el francés suelta un latigazo metiendo el balón por toda la escuadra. ¡Vaya golazo! Me emociono cada vez que lo recuerdo.
Nos marchamos al descanso con ventaja en el marcador. Un 2-1 que no se movió en el segundo tiempo en parte gracias a las paradas finales de Iker Casillas, que tuvo que saltar al terreno de juego en sustitución de César, que no pudo concluir el encuentro por una lesión. El Real Madrid era Campeón de Europa, otra vez. ¡La Novena era nuestra!
Supercopa de Europa
La consecución de la Champions permitía al Real Madrid disputar, por tercera vez, la Supercopa de Europa, que aún no se había logrado ganar. Lástima que este trofeo se disputase por primera vez en el año 1973. Si Don Alfredo, Puskas, Gento y compañía la hubiesen disputado en los tiempos en los que el Real Madrid dominaba la Copa de Europa con mano de hierro, seguro que hubiésemos acumulado ya más de una y más de dos.
Tras perder las finales de 1998 frente al Chelsea y 2000 frente al Galatasaray, el Real Madrid se enfrentó al Feyenoord holandés. Fue el viernes 30 de agosto de 2002 en el Stade Louis II de Mónaco. Aquel día, el Real Madrid vencía 3-1 en un partido que controlamos en todo momento. Aunque, después de las dos decepciones que había vivido el equipo, las confianzas sobraban.
En el minuto 14 de partido, tras una larga jugada en la que toca el balón casi medio equipo blanco, Roberto Carlos se introduce como un tiro en el área y recibe un balón de Esteban Cambiasso y el brasileño lanza por bajo un pase que un holandés desvía a su propia portería. Esos goles también valen. 1-0 para el Real Madrid, que poco después, en el minuto 21, anotaba el segundo gol del partido. De nuevo Roberto Carlos de protagonista, aunque esta vez sin colaboración del rival. Jugada de toque y triangulaciones de los jugadores blancos y el lateral brasileño, con su pierna izquierda, por supuesto, anota un bonito gol para encarrilar el encuentro.
En el segundo tiempo, el Feyenoord recortó diferencias con un magistral lanzamiento de falta por la escuadra. El 2-1, sin embargo, le duró muy poco a los holandeses. Cuatro minutos después, el Madrid volvía a perforar la portería de su contrincante. Esta vez, el gol llegó por banda derecha en un centro de Luis Figo y un remate de cabeza de Guti. El canterano madridista establecía así el 3-1 con el que concluiría el choque y el Real Madrid se adjudicaba, por primera vez en su historia, la Supercopa de Europa.
Copa Intercontinental
El triunfo en la Supercopa de Europa suponía el pistoletazo de salida a la temporada oficial 2002-03. El mismo día en el que el Madrid se adjudicaba el trofeo, el club seguía trabajando para atar la contratación de Ronaldo. El brasileño, se entiende. RonaldoNazario. Hago este apunte porque el ariete, procedente del Inter de Milan, fue la estrella del encuentro que sirvió para que el Real Madrid sumase su tercer título internacional del año 2002. La Copa Intercontinental.
Hace doce años, este trofeo aún se disputaba en tierras japonesas. Estos partidos celebrados en el lejano oriente hacían que tocara ver fútbol en horarios... más que poco habituales.
El Real Madrid se enfrentó al Club Olimpia de Asunción, Paraguay, el 3 de diciembre de 2002. En el minuto 14, Ronaldo, que jugó un gran encuentro aquel día, marcó el 1-0 para el Madrid. El equipo de Vicente Del Bosque era técnicamente muy superior a su rival y gozó de ocasiones suficientes para haber cosechado un marcador más holgado a su favor. Sin embargo, llegamos a la recta final con aquel 1-0. El Olimpia le puso mucho corazón al envite, aunque no parecía muy fino en los metros finales.
Para cerrar cualquier atisbo de duda, a cinco minutos del final llegó la sentencia con el 2-0. Volvió a marcar Guti en una final. El número 14 del Real Madrid, que no llegó a jugar ninguna de las tres finales de la Champions League que el Madrid disputó estando él en la plantilla, dejó su nombre en las tablas de goleadores de los otros dos títulos internacionales del 2002. Marcó en la Supercopa de Europa y en la Copa Intercontinental.
De aquel partido de diciembre de 2002, un recuerdo que tengo grabado en la memoria es el del sonido del público japonés del Estadio Yokohama de Tokio cada vez que los jugadores del Real Madrid realizaban alguna acción espectacular con el balón.
No olvidaré nunca una jugada, en concreto, en la que Zidane controló una pelota de la forma que sólo él hacía. Se trataba de un balón aéreo que caía en barrena del cielo. El francés, en medio del campo, no dejó ni que botara. Elevó la pierna y amortiguó la caída del esférico como si lo estuviera recogiendo con un guante de seda. Un control maravilloso. El "ooooooooooooh" de los espectadores fue nítidamente captado por los micrófonos ambiente de la retransmisión televisiva. Acciones como aquella convertían en una delicia poder ver jugar al fútbol a Zinedine Zidane.
Sí. Fue un gran año el 2002. Celebrar el Centenario del Club ganando los tres títulos internacionales resultó ser una gran satisfacción. Fue la primera vez que el Real Madrid lograba sumar en un mismo año estos tres trofeos, lo que entonces se denominó la Triple Corona, término que en realidad procedía de otras modalidades deportivas como la hípica.
El brasileño fue portada navideña de Don Balón hace quince años
El año pasado recordaba aquellas portadas navideñas que realizaba el desaparecido semanario Don Balón por estas fechas tan señaladas. Hoy toca recordar a otro de los madridistas que se pusieron el gorrito de Papá Noel en la primera página de la revista.
Retrocedemos en el tiempo quince añitos para situarnos en diciembre de 1999. John Toshack ha sido ya destituido y el equipo es entrenado por Vicente Del Bosque. En la plantilla, el lateral izquierdo Roberto Carlos es ya uno de los pesos pesados de la plantilla.
Desde que aterrizó en el Bernabéu, en el verano de 1996, el brasileño se había convertido en fijo en las alineaciones de todos los entrenadores que pasaron por el banquillo blanco. Sobre el terreno de juego era un monstruo. Un portento físico. Defendía, atacaba... Tenía una velocidad endiablada con la que cruzaba el carril izquierdo, de punta a punta, con una facilidad pasmosa. Contaba, además, con un cañón en su pierna izquierda que le permitía aportar al equipo tiro exterior. Marcó muchos goles desde fuera del área y además sus lanzamientos lejanos de falta suponían siempre peligro sobre el marco rival.
Su carisma y su simpatía, además, calaron hondo entre los aficionados madridistas, que le convirtieron en ídolo. Roberto Carlos se ganó muy rápido el cariño de la grada. Siempre con una sonrisa en la cara, era uno de esos jugadores que caían bien y que transmitía 'buen rollo'.
No es de extrañar, por tanto, que la propuesta de Don Balón de vestirle con el traje rojo navideño le viniese como anillo al dedo. En la portada del número 1.262 de la revista, Roberto Carlos, copa en mano, brindaba por un "Feliz 2000".
Quince años ya de aquello... Y parece que fue ayer...
Iván Zamorano fue el autor de la diana en Valladolid
El jueves 22 de diciembre de 1994, tal día como ayer de hace veinte años, el Real Madrid se impuso 0-5 en el Estadio José Zorrilla al Valladolid. El encuentro pasó a la historia del club porque, aquel día, el chileno Iván Zamorano anotaba el gol 4.000 en Liga del conjunto blanco.
Recuerdo que el duelo se retransmitió por televisión, en horario de noche. Era el último partido del año 1994 y era importante ganar. Además del lógico deseo de concluir con triunfo antes del parón navideño, había que evitar cualquier pinchazo puesto que en la siguiente jornada liguera, la primera del año 1995, tocaría recibir al Barcelona en el Santiago Bernabéu. El equipo, además, afrontaba la cita con las bajas de Michel, que había caído lesionado de gravedad en San Sebastián a primeros de mes, Laudrup y Redondo.
El choque, sin embargo, se encarriló bastante rápido. No habíamos llegado al minuto 5 y los de Jorge Valdano ya estaban por delante en el marcador. Luis Enrique fue el encargado de abrir la cuenta de los blancos, que aquella fría noche vestían de morado.
Los dos siguientes tantos llevaron la firma de Iván Luis Zamorano en los minutos 11 y 31. Precisamente el segundo de ellos, tercero del partido, suponía el gol número 4.000 del Real Madrid en la historia de la Liga. Por supuesto, era el primer equipo que lograba alcanzar esa cifra. De esta forma, el chileno, que estaba cuajando un sensacional campeonato, inscribía su nombre con letras de oro en la historia del club.
El partido estaba ya más que encarrilado al descanso con el 0-3. En la segunda parte, sin embargo, los jóvenes decidieron sentenciar la contienda con dos dianas más que servían para redondear el marcador. Raúl, en el minuto 51 anotaba el 0-4 y en el 74 Alfonso, que había saltado al terreno de juego en sustitución del protagonista del partido, Zamorano, llevaba el 0-5 al marcador.
Cinco goles para concluir 1994. ¡Qué bueno sería marcar otros cinco para empezar 1995! ¿Verdad? Pero eso es otro capítulo que recordaremos aquí, en Historias del Real Madrid, dentro de poco...
El conjunto de Ancelotti doblega al San Lorenzo en la Final del Mundial de Clubes
Broche de oro para un espléndido año en la historia del Real Madrid. El equipo blanco se impuso en la Final del Mundial de Clubes al San Lorenzo de Almagroargentino y se corona como el mejor equipo del planeta del año 2014. El club del Santiago Bernabéu ya había ganado tres Copas Intercontinentales pero no se había hecho con el título en su actual modalidad. Así pues, primera Copa Mundial de Clubes que llega a las atestadas vitrinas del museo blanco.
No fue un partido fácil para el Real Madrid, ni mucho menos. Que la escuadra de Carlo Ancelotti era la clara favorita para alzarse con el título era algo obvio. Como también era igual de esperado que los argentinos no iban a formar una alfombra de pétalos a los pies de los jugadores blancos. El San Lorenzo no está al nivel del Real Madrid y sus futbolistas no iban a dar facilidades para que los madridistas desplegaran su juego. Y así transcurrió el partido. Siguiendo el guión esperado por todos.
Los sudamericanos jugaron a defenderse, lógico, atrás, sin dejar espacios. Con bastante dureza en sus acciones, y firmes en su propósito de cerrar los huecos, consiguieron que al Madrid le entraran las dudas y las prisas. Quizás nos han mal acostumbrado a que los choques se controlen al son que quiere bailar el Madrid casi desde que el balón empieza a rodar. A la media hora de juego, a duras penas habíamos creado un par de ocasiones, aproximaciones al área, más bien, en las que Benzema demostró no estar muy fino.
Como tampoco lo estuvo Cristiano Ronaldo durante los noventa minutos, ofuscado por anotar un gol. Como si el portugués sintiese que sólo la cuenta de los goles le hacen merecedor, a los ojos de los aficionados blancos, de los elogios que se ha ganado ya ha pulso casi desde el día en el que se enfundó por primera vez la casaca blanca de Adidas. Cristiano Ronaldo es, de largo, el mejor jugador que ha tenido el Real Madrid en los últimos treinta años, con permiso de Zinedine Zidane. Pero su terrible afán competitivo, que sólo le reporta beneficios al Real Madrid, también le hace caer, en contadas ocasiones, en jornadas aciagas en las que no logra dar una a derechas. Ayer fue uno de esos días. Es mortal. No pasa nada.
No voy a decir que temía por el partido. Podíamos perder, claro que sí. Esto es fútbol y uno, que precisamente hoy cumple 31 años en esto de ver partidos, se ha tragado golpes de todos los colores en estas tres décadas como madridista.
Pero sí que es verdad que no veía al San Lorenzo con capacidad de hacernos mucho daño. Lo que sí que lograron, con su juego, fue deslucir el fútbol. Cosa que tampoco importaba mucho ayer para los aficionados blancos, la verdad sea dicha. Las finales están para ganarlas. Y punto. A mis nervios, lo de jugar mejor o peor les da un poco igual.
Y para ganar la de ayer había que marcar. Con Benzema poco certero en los metros finales, Cristiano menos fino de lo habitual y James claramente por debajo de su nivel tras salir de una lesión muscular, la función de ariete rompedor la iba a tener que adoptar otro futbolista del once blanco. ¿Bale, quizás? ¿Isco, en plena racha? Pues no. Le tocaba aparecer al de las grandes citas de este año 2014 que ya se nos va terminando, por desgracia.
El gol de Ramos
Pues sí. El defensa de Camas, el héroe de La Décima, volvió a abrir la lata con una diana 'marca de la casa'. Como en Múnich. Como en Lisboa. Minuto 36, Toni Kroos ejecuta un saque de esquina desde la izquierda y Sergio Ramos, de cabeza, manda el balón a la red. 1-0 para el Real Madrid. Gol importantísimo que abría otro panorama. A los argentinos ya no les iba a servir de nada enrocarse atrás. Ya estaba el Madrid por delante en el Gran Estadio de Marrakech.
Al descanso llegamos con el 1-0 a favor y, poco después de la reanudación, llegó el tanto de la tranquilidad. Minuto 50 y, ahora sí, Gareth Bale, fulminaba el partido con el 2-0. Gran pase de Isco y el galés, con pierna izquierda, realiza un disparo que se cuela de manera inocente bajo los brazos del arquero rival. Qué gran año de Bale. Marcó en la Final de Copa, en la Final de la Champions, ayer en la Final del Mundial...
No tuvo mucha más historia el partido. Los minutos fueron transcurriendo hasta el pitido final del colegiado, que abrió paso a las celebraciones. Muy bonito el trofeo del Mundial, por cierto. El Real Madrid, además, fue galardonado con el premio al Fair Play y acaparó también galardones individuales. Sergio Ramos recibió el Balón de Oro de la competición y Cristiano Ronaldo el de Plata.
Buena manera de acabar el año. Triunfo del Real Madrid y nuevo título para las arcas blancas, que han vivido un 2014 espectacular. Copa, Champions League, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Lo hubiera firmado con los dientes, si me lo hubieran propuesto, el pasado 1 de enero. Qué pena que se acabe el año. ¡Felicidades a todos los madridistas! REAL MADRID: Casillas; Carvajal (Arbeloa, 73´), Sergio Ramos (Varane, 89´), Pepe, Marcelo (Coentrao, 42´); Kroos, Isco, James; Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo. SAN LORENZO: Torrico; Buffarini, Yepes (Cetto, 61´), Kanneman, Mas; Mercier, Ortigoza, Kalinkski; Barrientos, Verón (Romagnoli, 57´) y Cauteruccio (Matos, 67´). GOLES: 1-0 min. 36 Sergio Ramos 2-0 min. 50 Bale
Con su victoria en Almeria, el equipo blanco redondea su racha de encuentros invicto El Real Madrid se impuso ayer por la noche al Almería por 1-4 en el encuentro adelantado correspondiente a la jornada 15 de Liga. Con ese marcador, el equipo de Ancelotti ha elevado a veinte el número de triunfos consecutivos, récord en la historia del Club y en el fútbol español.
Ojalá el equipo pueda aumentar estos números en el Mundial de Clubes que ahora afronta el Real Madrid. 16/09 Champions League Basilea 5-1 Local 20/09 Liga Deportivo 2-8 Visitante 23/09 Liga Elche 5-1 Local 27/09 Liga Villarreal 0-2 Visitante 01/10 Champions League Ludogorets 1-2 Visitante 05/10 Liga Athletic 5-0 Local 18/10 Liga Levante 0-5 Visitante 22/10 Champions League Liverpool 0-3 Visitante 25/10 Liga Barcelona 3-1 Local 29/10 Copa del Rey Cornellá 1-4 Visitante 01/11 Liga Granada 0-4 Visitante 04/11 Champions League Liverpool 1-0 Local 08/11 Liga Rayo 5-1 Local 22/11 Liga Eibar 0-4 Visitante 26/11 Champions League Basilea 0-1 Visitante 29/11 Liga Málaga 1-2 Visitante 02/12 Copa del Rey Cornellá 5-0 Local 06/12 Liga Celta 3-0 Local 09/12 Champions League Ludogorets 4-0 Local 12/12 Liga Almería 1-4 Visitante
Se cumplen treinta años del 6-1 al Anderlecht en el Santiago
Bernabéu
Hace un año por estas fechas, recordaba en ‘Historias del
Real Madrid’ los primeros compases de la llegada de La Quinta del Buitre al
primer equipo del Real Madrid. Martín Vázquez y Sanchís abrieron el camino en
diciembre de 1983 a la llegada de nuevos futbolistas procedentes del filial que
terminaron convirtiéndose en columna vertebral del Madrid de mediados de los
años ochenta.
Quién puso nombre a aquella generación de canteranos, Emilio
Butragueño Santos, debutó en Cádiz el 5 de febrero de 1984, pero vivió su
primera gran noche de gloria el 12 de diciembre de 1984. Es decir, tal día como
hoy de hace treinta años.
El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa
de la UEFA disputado aquel día frente al Anderlecht ha quedado en la memoria
madridista como uno de los encuentros estrella de aquellas épicas remontadas
europeas de los años ochenta.
Durante aquellas eliminatorias de la UEFA el Real Madrid
parecía haberse acostumbrado a perder fuera para remontar después en casa y
pasar a la siguiente ronda. Los equipos visitantes padecían el famoso ‘miedo
escénico’ que acuñó Jorge Valdano.
El Anderlecht era uno de los equipos punteros de la época.
Campeón de la UEFA en la edición de 1983 y subcampeón en 1984, contaba con grandes jugadores como Enzo Scifo, Franky Vercauteren o
Morten Olsen. Precisamente de aquel conjunto belga habíamos fichado a Juan Lozano, centrocampista nacido en Coria del Río pero que emigró de niño a
Bélgica. Lozano, que había ganado la UEFA con el Anderlecht, se enfrentó a sus
ex compañeros con la camiseta del Real Madrid, equipo por el que había fichado
de cara a la temporada 1983-84.
El 28 de noviembre de 1984 el Real Madrid jugó en Bélgica el
encuentro de ida de aquellos octavos de final de la UEFA y el resultado
cosechado fue adverso. 3-0 ganaron los anfitriones del Constant Vanden Stock.
La vuelta se antojaba más que complicada. Levantar un 3-0 en
contra en Europa resultaba difícil. Y más teniendo enfrente a un equipo que
acababa de ser finalista en dos ediciones consecutivas de la Copa de la UEFA.
Pero si alguien podía obrar el milagro, ese era el Real Madrid. Sin ir más
lejos, en aquella misma edición de la temporada 1984-85, los de Amancio Amaro
ya habían remontado la anterior eliminatoria de dieciseisavos de final. Habían
perdido 3-1 en Yugoslavia frente al FK Rijeka y dieron la vuelta al marcador en
el Santiago Bernabéu con un 3-0.
Precisamente otro 3-0 era lo que necesitaban los futbolistas
del Real Madrid para igualar la eliminatoria con el Anderlecht y forzar la
prórroga.
El vuelo del Buitre
La verdad es que no recuerdo nada del partido de aquella
noche. Estoy casi seguro de que no se llegó a emitir por televisión, puesto que
me parece muy raro que mi padre no hubiese querido verlo. De lo que sí que me
acuerdo es de la repercusión que tuvo los días posteriores. El 6-1 con el que
los blancos le dieron la vuelta a la eliminatoria encumbró al joven Emilio
Butragueño, autor de tres de los goles. Aquel joven delantero surgido del Castilla unos meses atrás
seguía dando pasos para convertirse en uno de los jugadores de referencia del
Real Madrid. En el partido frente al Anderlecht, con su 'hat trick', se
hizo definitivamente un hueco entre los grandes del equipo y fue protagonista
destacado en los resúmenes televisivos y en los periódicos de la época. Como no
podía ser de otra manera, una foto de Butragueño era portada del Marca y la
revista Don Balón, a la semana siguiente, también llevó al Buitre a su primera
página.
Aquella noche la Quinta del Buitre se hizo mayor, por así
decirlo. La goleada la abrió uno de sus miembros, Manolo Sanchís, al
cabecear a la red un saque de esquina en el minuto dos de partido.
Acababa de rebasarse el cuarto de hora cuando Jorge Valdano entró en el área por la derecha tras recibir un balón del Buitre. Mientras el argentino corría con la pelota Butragueño entraba también en las inmediaciones de la portería foránea por el centro y pide el esférico. Valdano casi llega a línea de fondo, se detiene ante la presión de un belga y pasa por alto a Emilio, que con un ligero toque de cabeza hace una sutil parábola para que el balón entre a gol por la escuadra.2-0 y se metía el Madrid de lleno en la eliminatoria. No se había
llegado a la mitad del primer tiempo y la diferencia de tres goles se había
reducido a uno.
A la media hora llegó el tercero de la noche, obra de Jorge
Valdano. Mismos protagonistas que en el segundo gol pero a la inversa. Jugada del Buitre y el ariete argentino marca a placer el 3-0. ¡Se había igualado la eliminatoria en sólo treinta minutos! El Bernabéu,
abarrotado hasta los topes, rugía como una caldera y llevaba en volandas al
equipo, que se contagiaba de aquel ímpetu con el que empequeñecía a sus
oponentes.
De todas formas, no todo iba a ser un camino de rosas. Cuatro minutos después del tercero del Madrid, el Anderlecht redujo
distancias con el 3-1. Un balón suelto tras un rechace permitió a los visitantes poner la eliminatoria de nuevo a su favor. El global, en aquellos instantes, se ponía 4-3 a favor del Anderlecht. Dos goles necesitaba el Madrid para seguir en la competición. Casi de inmediato Jorge Valdano repetía de nuevo y
hacía el 4-1 con el que se llegaba al descanso después de haberse vivido un
frenético final del primer periodo. Quedaban cuarenta y cinco minutos para consumar la gesta.
Remontada consumada
Y el milagro se consiguió. Y a lo grande, además. Un par de minutos nada más habían transcurrido tras el descanso cuando llegó el quinto tanto del Madrid. El conjunto blanco se lanzó al ataque y un centro desde la banda izquierda es rechazado por un defensa belga. El balón queda suelto y Butragueño, de primeras, suelta un potente disparo que entra a gol. 5-1 y el Madrid por delante en la eliminatoria. Sólo dos minutos después, para rematar la faena, nuevo gol de Butragueño, tercero de su cuenta particular y sexto del Real Madrid. El Buitre introduce un balón sin apenas ángulo y casi desde la misma raya de fondo, a la izquierda de la portería de los foráneos y rodeado de jugadores del Anderlecht.
Pudieron haber caído más goles a favor del conjunto blanco, que jugó un gran partido aquella mágica noche. Con el Santiago Bernabéu plagado de banderas, la comunión entre público y equipo fue constante hasta que el colegiado decretó el final del encuentro. El Real Madrid volvió a rugir en Europaimpregnado de aquel 'espíritu' que personificaba Juanito, curiosamente ausente del partido aquella noche de tal día como hoy de hace ya treinta años.
Tras dejar en la
cuneta al campeón de 1983 en octavos, el Real Madrid accedía a cuartos de
final, donde le esperaba el campeón de 1984. En esa eliminatoria con el
Tottenham volvería a resultar decisiva la participación de Butragueño. Pero eso
es otra historia. Aún quedaban partidos y remontadas antes de proclamarnos
campeones. Lo recordaré todo a su debido tiempo aquí, en ‘Historias del Real
Madrid’.
REAL MADRID CF: Miguel Angel, San José, Camacho, Stielike, Sanchís, Michel (Salguero, 55´), Gallego, Lozano (Martín Vázquez, 71´), Butragueño, Santillana y Valdano. RSC ANDERLECHT: Munaron, Vercauteren, Grun, Peruzovic, De Groote (Gudjohnsen, 53´), Frimann, Scifo, M. Olsen, Hofkens (Andersen, 83´), Czerniatynski y Arnessen.
GOLES:
1-0 min. 2 Sanchís
2-0 min. 16 Butragueño
3-0 min. 30 Valdano
3-1 min. 34 Frimann
4-1 min. 38 Valdano
5-1 min. 47 Butragueño
6-1 min. 49 Butragueño
Un libro repasa la trayectoria del legendario astro en los banquillos
Cuando era niño y me aficioné al fútbol llegué a tiempo para seguir la etapa crepuscular de Juanito en el Real Madrid. Su calidad y su fuerte carisma le sirvieron al jugador de Fuengirola para convertirse en uno de mis primeros héroes balompédicos de infancia.
Sentí muchísimo su muerte, el jueves 2 de abril de 1992. Justo por aquella época yo había empezado a coleccionar todo tipo de material relacionado con la historia del Real Madrid. Recortes de periódicos, entrevistas, biografías, reportajes, cromos, fotografías...
Aún conservo las portadas de las revistas y varias publicaciones de aquella dolorosa semana de abril del 92. Como la paga semanal no daba para mucho, recuerdo que tuve que fotocopiar en la hemeroteca las páginas de los diarios con las noticias que generó la muerte y el entierro del que había sido uno de mis primeros ídolos.
Hoy, más dedos décadas después, revisando todo aquel material que tengo perfectamente archivado, puedo decir que se escribió mucho sobre el Juanito futbolista. Pero muy poco del Juanito entrenador. Sí, quizás sea lógico y natural. Apenas unos meses de trabajo dirigiendo al Mérida en contraposición a una longeva carrera deportiva como futbolista, cargada de éxitos, títulos, trofeos, goles y jugadas para el recuerdo.
De su etapa en tierras extremeñas se había hablado más bien poco y sólo para recordarnos que a Mérida se dirigía la madrugada en la que falleció. Todos recordamos que Juanito había viajado a la capital para ver a su Real Madrid medirse al Torino italiano en la ida de las semifinales de la Copa de la UEFA. Y que fue a la vuelta de aquel partido, en plena madrugada, cuando su coche sufrió aquel desgraciado siniestro que le costó la vida y en el que casi pierde la suya su acompañante.
De Juan Gómez 'Juanito' lo sabíamos todo sobre su etapa como futbolista. Pero los relatos biográficos que existían hasta ahora sobre el malagueño trataban sólo por encima su estancia de unos pocos meses en Mérida. Por ese motivo, me alegré muchísimo cuando me enteré de que estaba a punto de publicarse un libro sobre ese periodo de la vida de Juanito. ¿Cómo vivía los partidos desde la banda? ¿Qué trato tenía con sus jugadores? ¿Colmaban los banquillos su amor por el fútbol? ¡Por fin iba a encontrar las respuestas!
El libro 'Juanito. Sus 141 días como entrenador' se presentó en Mérida el pasado 13 de noviembre. La fecha no estaba elegida al azar. Precisamente fue un 13 de noviembre, pero del año 1991, el día en el que Juan Gómez González dirigió su primer entrenamiento.
Sus autores son dos hombres que vivieron en primera persona la efímera trayectoria como entrenador del malogrado y añorado protagonista. José Antonio Reina, periodista, cubría la información deportiva que generaba aquel Mérida que debutó en Segunda División en la temporada 1991-92. Por su parte, Manuel Jiménez 'Lolino', preparador físico, trabajó codo con codo junto a Juanito en la primera incursión del malagueño en los banquillos como entrenador. Sin duda, dos voces más que autorizadas para contarnos aquel periodo.
El libro intercala a lo largo de cerca de200 páginas los relatos de los dos autores, que capítulo a capítulo realizan un seguimiento cronológico de los 141 días, contados, en los que Juan Gómez dirigió al Mérida.
En primer lugar, el periodista José Antonio Reina nos ofrece una crónica en la que va narrando la evolución y la marcha del equipo, partido a partido y semana a semana. A continuación, con letra cursiva, Manuel Jiménez 'Lolino' narra esos mismos pasajes de los que nos ha hablado el periodista pero desde su privilegiada posición de testigo directo dentro de la caseta.
Gracias a los recuerdos y las anotaciones de Lolino tenemos acceso al desaparecido entrenador, asistimos a conversaciones privadas, pensamientos, dudas, planteamientos, ideas... Nadie mejor que Lolino para contarnos cómo era aquel nuevo técnico que estaba dando sus primeros pasos. Sus ilusiones y sus enfados, sus manías y sus supersticiones... Juanito en estado puro.
Los dos relatos se entremezclan a la perfección para ofrecernos un relato detallado y fidedigno del día a día que vivió aquella escuadra emeritense bajo las órdenes de Juanito a lo largo de los 141 días a los que se alude en el título de la obra.
El texto te atrapa como una novela y te hace seguir los partidos de aquel equipo que, pese a debutar en la categoría de plata del fútbol español, luchaba por alcanzar uno de los puestos de promoción que abrían la posibilidad de poder jugar en Primera División. Página a página, el lector vibra con los triunfos y sufre con las derrotas de sus protagonistas. Al menos es lo que me ha sucedido a mí al leer el libro.
Pero, por supuesto, no es una novela lo que se lee. No es ficción. Se trata de historia. Perdón, 'Historia', con mayúsculas. El texto incluye las fichas técnicas de los partidos en los que Juanito dirigió al Mérida y en ellas podemos encontrarnos los nombres de conocidos jugadores. Un joven Santiago Cañizares era el portero titular del cuadro extremeño y en aquella Segunda División los jugadores de Juan Gómez se enfrentaron a futbolistas como José Emilio Amavisca o Gaizka Mendieta, entre otros, antes de que éstos triunfaran en Primera División.
Como suele suceder en este tipo de obras, el día a día de un vestuario de fútbol da para muchas curiosidades y momentos divertidos que seguro que le hacen al lector esbozar una sonrisa. El libro recoge muchas de esas anécdotas que tanto me gustan como, por ejemplo, el instante en el que Lolino descubre que los problemas con la báscula de uno de sus jugadores están provocados por la capacidad del futbolista de meterse, entre pecho y espalda, dos litros diarios de Coca Cola. O ese otro, también con la báscula como eje de la trama, en el que un jugador va desprendiéndose de pertenencias y realiza sus necesidades fisiológicas hasta lograr dar el peso requerido y adecuado.
Y es que, en un libro sobre fútbol, los futbolistas son los personajes principales. Dos de los jugadores a los que entrenó en Mérida, Santi Cañizares y Pepe Pla, aportan en el tramo final del ejemplar su visión de Juanito como técnico. Y en el epílogo participa su gran amigo y compañero en el Real Madrid y la SelecciónRafael Gordillo. Todos ellos destacan las cualidades humanas y profesionales de un hombre carismático que nos dejó demasiado pronto.
Juanito vivió su primer partido como entrenador el domingo 18 de noviembre de 1991 en San Mamés, donde el Mérida ganó 1-2 al Bilbao Athletic. Murió el 2 de abril de 1992, justo la semana en la que los cachorros bilbaínos debían visitar Mérida.
Antes he escrito que en aquel siniestro en el que falleció Juanito casi pierde la vida su acompañante. Quien conducía el coche accidentado era Manuel Jiménez 'Lolino', que afortunadamente sobrevivió a la tragedia y hoy nos ha brindado la oportunidad de conocer, de primera mano, esa faceta de Juanito de la que no sabíamos tanto. La vida le dio una segunda oportunidad a Lolino. Pura vida, como él mismo suele decir cada vez que tiene ocasión.
El libro tiene un precio muy asequible, doce euros, y ha sido editado dentro de la Colección Perspectivas por la Editora Regional de Extremadura.
LO MEJOR: La cercanía con la que podemos conocer cómo era el Juanito entrenador, gracias a la narración de quien fue su colaborador más cercano durante aquella efímera etapa, Manuel Jiménez 'Lolino'.
LO PEOR: La sensación de que el destino y la carretera nos privaron de un buen número de capítulos. En concreto, los capítulos sobre sus éxitos en los banquillos de Primera División y sus triunfos al frente del Real Madrid. Estoy convencido de que hubiera conseguido alcanzar ese sueño, su gran meta, y que junto a él habría estado trabajando Lolino.