Se cumplen 20 años de la consecución de la Copa Intercontinental de 1998
Se trata de uno de esos partidos que todos recordamos perfectamente dónde, cómo y con quién lo vimos. La Final de la Copa Intercontinental de 1998 se jugó el martes 1 de diciembre de 1998. Un martes, día laboral, a las 11.00 horas de la mañana. Cosas de jugarse el encuentro en Japón. Desde luego ni el día ni la hora eran los más apropiados para ver un partido de fútbol. Pero precisamente por eso, por lo poco usual que resultaba, todos recordamos perfectamente cómo vivimos aquel triunfo del Real Madrid sobre el Vasco Da Gama.
Esta pasada tarde lancé la pregunta por Twitter. ¿Dónde estabas el martes 1 de diciembre de 1998 por la mañana? ¿Dónde estabas cuando Raúl marcó el Gol del Aguanís? Todo el mundo se acuerda. Las respuestas han sido numerosas. Unos trabajaban aquella mañana, otros estaban en la 'Mili'... Y muchísimos teníamos clase. Somos muchos los de la generación que nos encontrábamos ese día en las aulas. En el colegio, en el instituto o en la universidad. ¿Y cómo vivimos todo aquello? Algunos afortunados pudieron verlo por televisión. El partido lo emitió Vía Digital en directo. Muchos hicieron 'pellas', 'piras'... Novillos. No fueron a clase. La gran mayoría, sin embargo, seguimos el partido desde la propia clase a través de la radio. Fue el gran día de la radio para los madridistas.
Yo me sentaba a la
izquierda del aula, junto a las ventanas. El caso es que me coloqué la
radio debajo del pupitre y deslicé dentro de la ropa el cable de los
cascos, colocándome sólo el auricular izquierdo, para que no se notara
tanto. Los compañeros que tenía delante y detrás ya
sabían que estaba escuchando el partido, así que con disimulo y por lo
bajo me iban pidiendo que les informara de la marcha del encuentro. Sí, quizás lo más lógico
hubiese sido haber hecho 'pira' y haberme saltado la clase, como hicieron muchos aficionados del Madrid. Recuerdo que se habló mucho ese día sobre las repentinas ausencias que hubo aquel martes en muchos puestos de trabajo. Aquel año habíamos ganado la Séptima Copa de Europa en Ámsterdam, lo que nos había abierto las puertas para disputar esta Copa Intercontinental.
Había opciones de sumar un nuevo título internacional. Después de tantos años viendo con envidia cómo otros equipos
se coronaban como campeones intercontinentales, por fin llegaba la
oportunidad de ver al Real Madrid levantando el trofeo.
Encuentro que empezó bastante bien, por cierto. Entrenaba todavía Guus Hiddink a aquel Madrid de la temporada 1998-99. Y a los 25 minutos de partido, llegó el primer gol. Roberto Carlos entró por la izquierda con su habitual velocidad y, sin llegar a entrar en el área, lanzó un tremendo disparo que un defensor brasileño envió a su propia portería. Gol y el Real Madrid
por delante en el marcador. Por supuesto, no grité el gol, en medio de
la clase, faltaría más. Pero recuerdo la enorme satisfacción que me
entró y aquella extraña sensación por tener que contenerme cuando el
cuerpo me pedía que me levantara y gritase 'gol' a pleno pulmón. Recuerdo que nos marchamos al
descanso ganando con aquel gol. Sin embargo, la renta era corta y en
cualquier momento las cosas podían torcerse. Y así ocurrió. Tras la
reanudación y el cambio de asignatura, en la siguiente hora, llegó el
gol del empate del Vasco Da Gama. Los viejos fantasmas volvían a la carga... Eran los noventa... El 'Síndrome del Transworld Sport' se apoderó de mí y me llegué a creer que perderíamos el partido..
El Aguanís
Estábamos ya alcanzando la recta
final y, en el mejor de los casos, iríamos a la prórroga. Pero, no. No
hizo falta. Todos sabemos lo que sucedió. Lo que hizo Raúl. Seguramente fue su mejor gol como madridista. Llegó a bautizarlo y todo. El Gol del Aguanís, lo llamó.
No sé cuántas veces lo habré visto ya. Pero, claro, en el momento del gol... yo no estaba viendo la televisión. ¡Estaba escuchando la radio! Os podéis imaginar cómo se me puso el corazón mientras, siguiendo la narración radiofónica, me imaginaba el pase largo de Clarence Seedorf, a Raúl recogiendo el balón justo en la raya del área, al propio Raúl recortando y dejando, literalmente, sentado de culo al defensor que le cubría... Raúl controló el balón mientras otro defensa del Vasco de Gama corría hacia él para tratar
de frenarle, pero con un rápido toque técnico logró burlar al segundo
defensa y se escoró a la derecha para buscar el disparo ajustado al
palo. A todo esto, otros dos defensas corrían hacia su área para tratar
de arreglar el desaguisado que el 7 blanco estaba montando en las inmediaciones de la portería brasileña. Pero Raúl realizó un disparo medido que superó la estirada del guardameta rival. E, insisto, esta jugada no la pude ver en directo. La estaba escuchando por la radio... Aquello ya fue demasiado.
Recuerdo que cerré los puños, cerré los ojos, apreté los dientes y tuve que hacer un esfuerzo terrible para no tirar la mesa y
ponerme a gritar...
Era el minuto 83. Sólo faltaba aguantar un poco más y el Real Madrid se proclamaría Campeón de la Copa Intercontinental 38 años después de su primer título en la competición. Y se aguantó. No me lo podía creer. ¡Campeones!
Ni que decir tiene que Raúl fue elegido jugador del partido gracias a su extraordinario gol. Fue galardonado con un coche de la marca japonesa Toyota, que era el patrocinador de la competición. De hecho, el nombre comercial del trofeo era ese, precisamente, Copa Toyota. De ahí las imágenes que seguro muchos recordarán del ariete madridista subido a un vehículo con una llave gigante con el logotipo de la marca nipona. Con motivo de ese patrocinio se entregaban dos trofeos al equipo vencedor. Manolo Sanchís levantó el de la FIFA, la Copa Intercontinental de toda la vida, y Fernando Hierro alzó el que concedía la marca automovilística.
Y todo aquello un martes, día laboral, por la mañana. La mañana del 1 de diciembre de 1998. La mañana que ningún madridista olvidará. Así conquistó el Real Madrid su segunda Copa Intercontinental. Por la noche, en horario más normal, el partido se emitió en diferido por televisión y lo pude disfrutar, además, con la ventaja de saber que la 'película' terminaba con un final feliz...
1998 fue un año maravilloso. Y aquella Copa Intercontinental fue mucho más importante de lo que parece. Ahora, en la actualidad, la sensación que se percibe es la de que tanto la Copa Intercontinental como su torneo sucesor, el Mundial de Clubes, han perdido peso y relevancia para los aficionados. Pero en su momento fue una satisfacción enorme ver al Real Madrid levantar ese trofeo. Enorme. Para conseguirlo tuvimos que ganar previamente la Champions League. La Copa de Europa que tanto se había resistido. La Séptima nos permitió pelear por un título al que no optábamos desde 1966 y que no ganábamos desde 1960. Todos recordamos que tuvieron que transcurrir 32 años para volver a ganar una Copa de Europa. Pero transcurrieron 38 años para volver a ganar una Copa Intercontinental. La ilusión fue tremenda. Y todos sabemos dónde estábamos el 1 de diciembre de 1998...
REAL MADRID: Illgner, Panucci, Sanchís, Sanz, Roberto Carlos, Hierro, Redondo, Seedorf, Savio (Suker, 89’), Raúl, Mijatovic (Jarni, 86’).
VASCO DA GAMA:
Carlos Germano, Wágner (Vítor, 75’), Odvan, Mauro Galvão, Felipe, Nasa,
Luizinho (Guilherme, 85’), Juninho, Ramón (Válber, 88’), Donizete,
Luizão.
GOLES
1-0 min. 25 Roberto Carlos (con la colaboración de un rival)
1-1 min. 56 Juninho
2-1 min. 83 Raúl
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