Hoy se cumplen veinticinco años del cese de Radomir Antic como entrenador de la primera plantilla del Real Madrid. El lunes 27 de enero de 1992 el presidente Ramón Mendoza, QEPD, cometió el mayor error de su etapa como máximo dirigente del Club. En mi opinión, se trató de un error que significó un punto de inflexión en la Historia del Real Madrid y el origen de muchos de los problemas que sigue arrastrando la entidad un cuarto de siglo después.
Con motivo de este aniversario, recupero gran parte del texto que escribí en su momento recordando este capítulo de la Historia del Club. El día que las cosas se empezaron a torcer...
Antecedentes
La temporada 1990-91, como ya he apuntado muchas veces, significó el fin de la brillante etapa de las cinco Ligas consecutivas de la Quinta del Buitre. En el mes de noviembre de 1990, John Benjamin Toshack fue destituido como entrenador del Real Madrid. Le sustituyó el tándem formado por Alfredo Di Stéfano y José Antonio Camacho. Con Di Stéfano, el Real Madrid le ganó la Supercopa al Barcelona, y en un principio parecía que el equipo remontaría el vuelo. Pero no fue así. A principios del año 1991 ya se veía que las cosas seguían mal. Don Alfredo puso su cargo a disposición del club y el 22 de marzo del 91 se oficializó el relevo con la llegada de Radomir Antic.
Antic, que llevaba unos meses sin equipo desde su salida del Zaragoza al término de la campaña 1989-90, llegó al Real Madrid de manera provisional y, en principio, sólo hasta finalizarse aquella temporada 1990-91. El objetivo era el de clasificar al equipo para Europa, cosa que no parecía fácil en aquellos momentos. El equipo era séptimo en la tabla.
Pero lo consiguió. Radomir Antic logró enderezar el rumbo de la nave y completó un más que digno final de campaña llevando al Real Madrid hasta la tercera posición y clasificando al equipo para la UEFA.
En medio de aquella convulsa temporada 1990-91, mientras el
Real Madrid trataba de solucionar sus muchos problemas sobre el terreno de
juego, en el Club se vivió un proceso electoral en el que Ramón Mendoza volvió
a ser reelegido como presidente. Durante aquella etapa, Mendoza había sondeado
el fichaje del italiano Arrigo Sacchi y había llegado a un acuerdo con el ex
seleccionador colombiano Pacho Maturana, que en aquellos días entrenaba al
Valladolid.
Tras vencer en las elecciones y renovar su mandato, Ramón Mendoza se encontró con la difícil papeleta de la elección del entrenador para la campaña 1991-92. Radomir Antic lo había hecho muy bien los meses en los que estuvo al frente del equipo. Al técnico yugoslavo se le ofreció un cargo técnico en el organigrama del Club, pero Antic quería entrenar. Los jugadores hablaban maravillas del técnico...
Reuniones, informes técnicos, juntas directivas... El caso es que en junio de 1991 se ratificó a Radomir Antic como entrenador del primer equipo del Real Madrid. "Me he ganado la continuidad", señalaba Antic en una entrevista al semanal As Color. El yugoslavo tenía un año más de contrato para empezar la temporada con el contador a cero.
Tras vencer en las elecciones y renovar su mandato, Ramón Mendoza se encontró con la difícil papeleta de la elección del entrenador para la campaña 1991-92. Radomir Antic lo había hecho muy bien los meses en los que estuvo al frente del equipo. Al técnico yugoslavo se le ofreció un cargo técnico en el organigrama del Club, pero Antic quería entrenar. Los jugadores hablaban maravillas del técnico...
Reuniones, informes técnicos, juntas directivas... El caso es que en junio de 1991 se ratificó a Radomir Antic como entrenador del primer equipo del Real Madrid. "Me he ganado la continuidad", señalaba Antic en una entrevista al semanal As Color. El yugoslavo tenía un año más de contrato para empezar la temporada con el contador a cero.
La temporada 1991-92 empezó francamente bien. Los resultados
eran excelentes y recuerdo que, después de una campaña tumultuosa, volví a
disfrutar con los triunfos del equipo. Otra vez, volvíamos a ser la apisonadora
a la que el Real Madrid me había acostumbrado durante aquellos felices años de
mi infancia. Llegamos a tener ocho puntos de ventaja sobre el Barcelona. En
aquellos tiempos, la victoria otorgaba dos puntos en la clasificación, no tres
como ahora. Todo marchaba bien.
O al menos, eso creía...
Recuerdo perfectamente que fue aquella maldita temporada
1991-92 la primera de mi vida en la que empecé a escuchar una cantinela que, en
cierto modo, he acabado detestando. No basta ganar. Hay que jugar bien. Hay que
jugar bien. ¿Jugar bien? ¿Qué querían decir los mayores con aquello de que
había que jugar bien? Mejor dicho... ¿a qué se referían en los medios de
comunicación con aquello de que había que jugar bien?
Yo, la verdad, veía bien al Madrid. Me sentaba delante de la
televisión y veía a Buyo detener los balones, a Rocha quitándole el balón a los
contrarios con una contundencia y eficacia que pocas veces había visto en un
defensa central, a Hierro metiendo goles como churros en la nueva posición
adelantada en la que le había colocado Antic, a Míchel centrando balones como
siempre, a Butragueño haciendo de las suyas en el área, a Hagi aportando goles
y golazos... Yo les veía enchufadísimos a todos...
Pero resulta que no. En la televisión y en la radio, los
entendidos decían que jugábamos muy mal. Que aburríamos... ¡Que aburríamos! Yo,
la verdad es que no me aburría. Mi padre, para echar más leña al fuego,
insistía en que no jugábamos nada bien. Que ganábamos, pero que nuestro juego
era un muermo en comparación con su Barcelona. "¿Sí? Pues vais ocho
puntos por detrás nuestro", le contestaba yo. La verdad, no entendía nada.
O quizás estaba empezando a entender algunas cosas...
Presión mediática
Por aquellos tiempos, la radio nocturna tenía un nombre propio.
José María García. Desde la desaparecida Antena 3 Radio, el periodista
radiofónico era líder absoluto de su franja horaria congregando a cientos y
cientos de miles de oyentes cada noche. Precisamente aquella temporada 1991-92,
por mediación de un amigo de infancia, descubrí el programa de cine 'Polvo de
Estrellas', que presentaba Carlos Pumares. El programa de Pumares empezaba
después del de García. Pero García no tenía un horario fijo. Su programa
terminaba cuando a él le daba la gana. Así que, para escuchar a Pumares, tenía
que escuchar a García.
Bueno. Resulta que José María García no podía ver ni en
pintura a Radomir Antic. Le machacaba noche tras noche. ¿El motivo? Ni idea.
García, además, estaba enfrentado con las 'trillizas', como él llamaba a
Butragueño, Míchel y Sanchís. El núcleo de la Quinta del Buitre, además,
siempre tuvo palabras de cariño y apoyo hacia Antic. Quizás una cosa llevaba a
la otra... Noche tras noche,
todos ellos eran machacados por el periodista, que se ensañaba también con Ramón Mendoza.
Supongo que si a la gente le empiezas a decir todos los días
que el equipo juega mal y que Antic no era un entrenador para el Real Madrid,
pues al final te acabas contagiando. O quizás era cierto que el equipo no
practicaba un juego brillante y yo, debido a mi corta edad, no lo percibía. No lo sé.
El ambiente se fue enrareciendo y, pese a completar una
primera vuelta casi de sobresaliente, el 26 de enero de 1992 se escucharon
pitos en el Bernabéu en un encuentro en el que ganamos 2-1 al Tenerife.
Los pitos de la gente también fueron contra el
palco. Y al día siguiente...
Antic, cesado
No lo entendí. Yo era un crío y no lo entendí. Pero, 25 años
después, sigo sin entenderlo. El Real Madrid era líder con tres puntos de
diferencia sobre el Barcelona, segundo. Catorce victorias, tres empates y sólo
dos derrotas. Campeones de Invierno. El equipo vivo en las tres competiciones
que disputaba. Líder en Liga, cuartofinalista en Copa y cuartofinalista en Copa
de la UEFA. Estábamos a mitad de temporada, en el mes de enero. Justo en el
ecuador de la Liga... Y Ramón Mendoza y su junta directiva tomaron la decisión
de cesar al entrenador.
Se mire como se mire, aquello fue un disparate. Un auténtico
disparate.
En el entorno futbolístico, los profesionales no daban
crédito a lo que hacía el Real Madrid. Los futbolistas blancos se mostraron
dolidos. Todos tenían buenas palabras hacia Antic y se mostraron críticos con
una decisión que consideraban "injusta".
38 encuentros oficiales dirigió Radomir Antic como
entrenador del Madrid en los diez meses que permaneció en la entidad, entre
marzo de 1991 y enero de 1992. El balance fue de 27 triunfos, 5 empates y 6
derrotas. Si contamos sólo los partidos de Liga, fueron 22 victorias, 4 tablas
y 4 derrotas. Y si nos ceñimos a la temporada en curso del momento de su
destitución, los datos son demoledores: 14 triunfos, 3 empates y sólo 2
derrotas en 19 partidos.
El sustituto del yugoslavo sería el holandés Leo Beenhakker,
que había entrenado al Madrid entre 1986-87 y 1988-89 y que había regresado al
Santiago Bernabéu a principios de octubre de 1991 en calidad de director
técnico. Sí. En octubre de 1991. Es decir, aquella misma temporada 1991-92, y
con la Liga ya empezada, en una maniobra que muchos interpretaron, seguramente
con acierto, como una 'espada de Damocles' pendiendo sobre el cuello de Antic.
Se cambiaron los papeles. Radomir Antic aceptó seguir en el Club hasta final de
campaña como manager general y Leo Beenhakker se hacía cargo del equipo desde
el banquillo.
¿Por qué?
El cese de Radomir Antic se justificó esgrimiendo la poca
brillantez del juego desplegado por el equipo. No bastaba con ganar. Había que
dar espectáculo. El propio Beenhakker, en su rueda de prensa como nuevo
entrenador, respaldó que llegaba para practicar un fútbol más ofensivo. La
palabra "espectáculo" se escuchó mucho en aquella comparecencia ante
los medios del martes 28 de enero de 1992.
Y, desde luego, dimos espectáculo. Mucho espectáculo. Pero
no del esperado...
El primer partido de la segunda etapa de Beenhakker como
entrenador blanco fue un Real Madrid-Cádiz en el Santiago Bernabéu... en el que
llegó el primer tropiezo. Empate 1-1. Pero ahora, como José María García decía
desde la radio, en el banquillo del Real Madrid había un entrenador de
verdad.
Recuerdo con cariño a Leo Beenhakker por su extraordinaria
primera etapa en el Real Madrid. En tres años encadenó tres Ligas consecutivas
con la Quinta del Buitre en todo su esplendor y en la campaña 1988-89 logró
ganar Liga, Copa y Supercopa. Sin embargo, la segunda etapa fue un suplicio.
Aquel empate con el Cádiz sólo fue un anticipo de lo que nos esperaba...
En aquella segunda vuelta de la Liga 1991-92, recuerdo que,
por primera vez en mi vida, empecé a sufrir con el fútbol. Las derrotas, que
fueron varias, empezaron a ser cada vez más dolorosas. Fue entonces cuando
empecé a sufrir el Síndrome del Transworld Sport. Ganar era lo de menos. Había
que jugar bien. Había que dar espectáculo. Y el espectáculo del bueno siempre
lo daban otros. Nosotros dábamos espectáculo... de otro tipo.
Al empate con el Cádiz le siguió... una derrota en el campo
del Valladolid. Goleamos al Athletic de Bilbao... Pero después volvimos a
perder. Esta vez con el Sevilla. Aquello no me convencía nada. ¿Espectáculo?
¿Jugar bien? ¡Yo lo que quería era que mi equipo ganara! Y tras el cese de
Antic, el equipo, según los entendidos, seguía sin jugar bien... y encima
perdíamos. Un cambio cojonudo, con perdón.
Aquello fue un desastre. La ventaja en Liga se fue
dilapidando. El equipo unos días ganaba con muchos goles y al siguiente volvía
a tropezar. En abril caímos en semifinales de la Copa de la UEFA con el Torino
de Martín Vázquez. Y en Liga...
La Liga la perdimos en la última jornada. Después de haber
llegado a disponer de ocho puntos de ventaja con el Barcelona en los primeros
meses de la competición nos plantamos en el mes de junio con un solo punto de
margen. Nos tocaba jugárnosla en el Heliodoro Rodríguez López con el Tenerife
de Jorge Valdano. El Barcelona jugaba en su casa con el Athletic de Bilbao.
Necesitaban nuestro tropiezo para llevarse la Liga. Bueno. No quiero recordar aquel partido. La cosa acabó como todos sabemos...
Nunca se sabrá qué hubiera pasado si Radomir Antic hubiese
finalizado la temporada en su puesto. Es tontería romperse la cabeza. Es ciencia
ficción. ¿Quién sabe? Es posible que el equipo se hubiera venido abajo también
con el técnico yugoslavo en el banquillo. O no. Es imposible saberlo. Pero yo
estoy casi convencido de que, por lo menos, la Liga no se nos hubiese escapado.
Y quizás la historia reciente del Real Madrid hubiera sido diferente. Quizás
los títulos nos hubieran dado mayor tranquilidad y estabilidad para afrontar
las siguientes campañas con más sensatez y coherencia. Quizás.
En lugar de eso,
hemos atravesado un cuarto de siglo en el que los cambios de entrenador han sido
constantes. Los proyectos deportivos siempre han sido cortoplacistas y se han
quemado a las primeras de cambio. En todo este tiempo, los títulos nacionales han caído a cuentagotas. En los últimos 27 años, el Real Madrid ha ganado sólo siete Ligas y tres Copas del Rey.
Es una percepción personal, pero creo que la destitución de Radomir Antic fue un error descomunal. Perder aquella Liga 1991-92 supuso un cambio de tendencia en el fútbol español del que considero que todavía no nos hemos recuperado.
Cuanta razón en todo lo que dices. Desde el cese de Antic la impaciencia con los entrenadores ha sido desquiciante y la perdida de relevancia en las competiciones nacionales indigna de la historia del Real Madrid.
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