Seguramente más de uno se habrá olvidado de aquello veinte años después. Pero en el verano de 1996 nuestro canterano Alfonso Pérez Muñoz realizó la pretemporada con el Real Madrid después de haber cuajado una gran campaña en el Betis.
Alfonso, que durante varios años fue considerado el sucesor natural de Butragueño, sufrió un importante frenazo a su carrera deportiva cuando cayó lesionado de gravedad en el Nou Camp en la temporada 1993-94. Atravesaba su mejor momento y cuando por fin jugaba con asiduidad en el equipo de Benito Floro una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha le mandó al dique seco y le dejó sin el Mundial de Estados Unidos.
Cuando arrancó la temporada 1994-95 el jugador de Getafe, ya recuperado, partía como uno de los fijos en los esquemas de Jorge Valdano, pero en la primera jornada de Liga, en Sevilla, el futbolista volvía a caer lesionado tras recibir una dura entrada justo en el momento en el que anotaba el tercero de los cuatro goles que el equipo madridista marcó en el triunfo 1-4 en el Sánchez Pizjuan.
Esa nueva lesión apartaba a Alfonso del equipo en una campaña en la que tanto Amavisca primero como Raúl después le quitaron todo el protagonismo al que parecía destinado. Alfonso atravesó numerosos problemas físicos aquella temporada 1994-95. Jugó bastante menos de lo esperado, con idas y venidas. Le faltó encontrar el ritmo de competición adecuado. Cuando jugaba no parecía encontrarse pleno de facultades.
A punto de cumplir los 23 años y tras cinco temporadas ya en la primera plantilla Alfonso Pérez Muñoz necesitaba minutos. Jugar de manera asidua y desprenderse de una vez de la etiqueta de eterna promesa. Sin embargo, la eclosión de Raúl le cerraba el paso a una titularidad que, desde luego, en el Real Madrid no iba a tener garantizada pese a que en el verano de 1995 Butragueño ponía rumbo a México tras cerrar su etapa como jugador blanco.
La opción más lógica parecía la que se terminó adoptando. Una cesión. Una temporada en otro equipo para jugar todo lo posible. Así las cosas, en el verano de 1995 tanto Butragueño como su sucesor natural, Alfonso, salieron del Real Madrid. Alfonso ponía rumbo a Sevilla para jugar con el Betis. No me olvidaré nunca del día de su despedida, en la Ciudad Deportiva. Juraría que aquella fue la primera vez en mi vida que veía a un futbolista llorar en rueda de prensa al despedirse de su equipo. Hoy ya estamos acostumbrados a contemplar lágrimas de jugadores al despedirse frente a los medios. Pero yo, al primero que le recuerdo llorar delante de las cámaras fue a Alfonso. Me chocó, entre otras cosas, porque en teoría se trataba de una cesión. Una temporada fuera. Pero después volvería al Real Madrid.
La primera temporada de Alfonso Pérez fuera del Santiago Bernabéu fue magnífica. No podía extrañar a nadie. Medalla de Oro en Barcelona 92 e Internacional absoluto, Alfonso era un jugador buenísimo que en su primera temporada en el Betis, titular indiscutible, demostró toda la calidad que atesoraban sus botas. El madrileño se convirtió en una de las estrellas de la Liga durante la temporada 1995-96. Jugó 35 partidos de Liga, todos ellos de titular, y anotó 12 goles.
Y todo aquello en el marco de la peor temporada del Real Madrid en décadas. Mientras nuestros jugadores completaban una temporada desastrosa Alfonso triunfaba por todo lo alto, así que la pregunta que flotaba en el ambiente era más que obvia. ¿Había acertado el Madrid dejando salir a Alfonso? Algunos planteaban la cuestión como si el Real Madrid se hubiese desprendido del jugador. Pero es que no era así. Se trata de una cesión. Porque aquello era una cesión… ¿no?
¿Cesión o traspaso?
Pues no parecía estar muy claro. En algunos medios de comunicación se dejaba entrever la idea de que Alfonso ya era propiedad del Betis y que no estaba cedido por el Real Madrid. A ello contribuían también las declaraciones públicas que realizaba Manuel Ruiz de Lopera, orgulloso de la gran temporada que el delantero estaba realizando con el equipo sevillano. El máximo mandatario verdiblanco insistía una y otra vez que Alfonso era propiedad del Betis. Y el propio jugador no resolvía la duda cuando se le preguntaba al respecto. "Oficialmente no sé si estoy aquí cedido o traspasado. Eso es un asunto que hablaron mi padre y el señor Lopera", respondía Alfonso en una entrevista del diario El País.
Por aquella época, sin internet, la información que teníamos era la que leíamos en los periódicos y la que recibíamos a través de radio y televisión. Y todo aquel asunto parecía un lío. Lopera insistía tanto en que Alfonso pertenecía al Betis que recuerdo que yo llegué a temer que así fuese. Aunque yo no perdía la esperanza de que no estuviese en lo cierto y que, una vez concluida la temporada 1995-96, el delantero regresase al Real Madrid.
Finalmente eso fue lo que sucedió. En calidad de cedido o traspasado, el Real Madrid tenía una opción de recompra del futbolista y al término de la temporada 1995-96 el Club blanco parecía decidido a recuperar a su canterano. Alfonso regresaría como nuevo jugador blanco en el verano de 1996. "Alfonso: Vuelve el hijo pródigo", podíamos leer en la portada de la revista oficial del Real Madrid correspondiente al mes de junio de 1996. A lo largo de cinco páginas conocimos las impresiones del delantero en una entrevista realizada por Javier Palomino e ilustrada con fotografías de Jorge Iglesias. Alfonso valoraba de forma muy positiva su año en el Betis y parecía regresar al Madrid dispuesto a pelear por un puesto en un equipo que se estaba reforzando por todo lo alto con fichajes como los de Suker o Mijatovic. "Quiero jugar en el Real Madrid y por eso me adaptaré al puesto que me asignen. Creo que será una cuestión más del entrenador que mía; él hará las pruebas oportunas y decidirá dónde debo jugar", explicaba Alfonso, consciente de la dificultad que iba a suponer hacerse con un puesto en la delantera. "Desde luego, va a ser bastante difícil jugar para todos, porque es el inicio de una nueva etapa para el equipo y porque se han realizado grandes fichajes. De cualquier forma yo tengo una cosa clara: si voy al Real Madrid es con la idea de jugar, de hacerme con la titularidad, y no de estar a expensas de lo que pueda pasar", afirmaba el delantero confiado en sus posibilidades.
Verano de 1996
Muchas emociones tuvo que vivir Alfonso Pérez durante el verano de 1996. Tras acudir a la Eurocopa de Inglaterra con la Selección se casó con su novia. Estando de luna de miel se hizo por fin oficial la vuelta del jugador al Real Madrid.
El martes 23 de julio de 1996, el Real Madrid presentó su plantilla para la temporada 1996-97. Alfonso estaba allí, vestido de blanco, junto al resto de sus compañeros. El delantero hizo la pretemporada con el Real Madrid a las órdenes de Fabio Capello y era uno más de los componentes de aquella extraordinaria plantilla que estábamos completando y que tanta ilusión despertó entre los aficionados madridistas. En los primeros partidos disputados en Suiza el canterano anota tres goles y parece que entra en los planes de Capello.
Sin embargo, a medida que avanzaba el verano fueron surgiendo algunos rumores. Rumores que apuntaban a que el futuro de Alfonso volvía a pasar por el Betis. Por lo visto, tras salir cedido el verano anterior, el jugador y su entorno habían firmado un contrato o una especie de precontrato para jugar en el Betis una vez concluida su relación contractual con el Real Madrid, en el verano de 1998. Es decir, Alfonso jugaría en el Real Madrid las temporadas 1996-97 y 1997-98, las últimas que tenía firmadas en su contrato como madridista y después quedaría libre y se marcharía al Betis.
El compromiso, desde luego, debía de existir y, seguramente, ese era el motivo de que Manuel Ruiz de Lopera insistiese siempre en sus declaraciones sobre que Alfonso era jugador del Betis. En cualquier caso, el contrato con el Betis no sería efectivo hasta 1998. Alfonso tenía aún dos temporadas por delante con el Real Madrid. Aunque, claro, aquello tenía fecha de caducidad y suponía algo parecido a que Alfonso estuviese casi como cedido en el Real Madrid por parte del Betis, equipo al que posteriormente estaría ligado el jugador.
El desenlace
Para complicar aún más el asunto, a mediados de agosto de 1996, dos semanas antes de que se iniciara de forma oficial la temporada 1996-97, el Betis estaba dispuesto a recuperar a Alfonso. El Madrid no parecía dispuesto a vender al jugador, por lo que al Betis no le quedaba otra opción que pagar la cláusula de rescisión de Alfonso, cifrada en 1250 millones de pesetas. A lo largo de los siguientes días fueron apareciendo rumores sobre contactos entre las tres partes implicadas que parecían abocados a la salida de Alfonso de vuelta a Sevilla. Y eso fue lo que ocurrió. El lunes 26 de agosto ya no había marcha atrás. Alfonso era de nuevo jugador del Betis, que también se hizo con su hermano Iván Pérez Muñoz y con el guardameta Joaquín Enrique Valerio, ambos canteranos del Real Madrid.
Fue una lástima. Alfonso era un magnífico delantero. No obstante, hay que reconocer que la nómina de delanteros para la temporada 1996-97 en el Real Madrid estaba más que cubierta con Suker, Mijatovic y Raúl. Por otra parte, el dinero que recibió el Real Madrid, algo más de 1250 millones de las antiguas pesetas, era una cantidad muy importante teniendo en cuenta, además, que dos años después Alfonso se hubiera marchado al Betis. Desde mi punto de vista, esa era la clave de todo. El contrato que Alfonso tenía firmado con Lopera de cara a 1998...
En definitiva, la segunda etapa de Alfonso en el Real Madrid se prolongó por un solo mes. El de la pretemporada de 1996. Alfonso Pérez Muñoz jugó la temporada 1996-97 con el Betis.
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