Recordé recientemente aquí en ‘Historias del Real Madrid’ las figuras de Agustín y Ochotorena, dos de los porteros que formaron parte de la plantilla del Real Madrid durante la temporada 1985-86. En ambos casos dejaba constancia de que en el verano de 1986, es decir, hace ahora treinta años, llegó al Club el portero que les terminó cerrando el paso en la portería del equipo blanco con sus grandes actuaciones. Hace ahora tres décadas comenzaba su periplo en el Real Madrid uno de los mejores cancerberos que han militado en nuestro Club. Paco Buyo.
Francisco Buyo Sánchez nació en la localidad gallega de Betanzos el 13 de enero de 1958. Comenzó a jugar en el Ural Club de Fútbol y en el Betanzos Club de Fútbol de su localidad natal. Según se puede leer en sus biografías, cuando daba sus primeros pasos futbolísticos alternaba el puesto de extremo y el de portero. Durante una misma campaña llegó a quedar como el portero menos goleado y el máximo goleador de la división. Posteriormente militó en el Mallorca antes de dar el salto al Deportivo de La Coruña. Con el equipo gallego juega en Segunda División. Estuvo cedido en la Sociedad Deportiva Huesca mientras cumplía el Servicio Militar. En la temporada 1980-81 recaló en el Sevilla, equipo con el que debutó en Primera División. Con 22 años se afianzó como titular en el equipo andaluz. Con los hispalenses disputó seis temporadas en las que destacó como uno de los mejores guardametas del fútbol español y alcanzó la Internacionalidad.
Paco Buyo debutó con la camiseta de la Selección en el famoso España-Malta del 21 de diciembre de 1983. El primer partido de fútbol del que conservo recuerdos. Previamente ya había sido Internacional juvenil y olímpico. Aunque no llegó a jugar, estuvo presente en la Eurocopa de 1984 en la que España se proclamó Subcampeona de Europa. Posteriormente también estaría presente en la Eurocopa de 1988 en Alemania.
Llegada a Madrid
El 22 de mayo de 1986 se hizo oficial el fichaje del portero por el Real Madrid. Una buena noticia para Buyo, que finalmente se quedó fuera de la lista de convocados para acudir al Mundial de México. Contaba con 28 años en el momento de llegar a la entidad madridista.
El 18 de julio el Real Madrid presentó su plantilla para la temporada 1986-87 y Buyo iniciaba su nueva etapa profesional. "Es maravilloso estar en este equipo, en este estadio y con esta afición. Ya llevo muchos años en el fútbol, pero la verdad es que también estoy impresionado por el recibimiento. Es algo maravilloso, pero al mismo tiempo obliga a darlo todo por ellos. No va a ser nada fácil ganarse un puesto y por este motivo vengo concienciado de luchar desde hoy mismo por lograrlo. Me hace mucha ilusión jugar la Copa de Europa, por lo que estoy deseando que el balón comience a rodar", contaba el guardameta el día de la puesta de largo del equipo.
En el verano de 1986 el nuevo técnico del conjunto blanco, el holandés Leo Beenhakker, dejó bien claro que Buyo sería el titular bajo los palos. Lo jugó todo. En su primera temporada Buyo disputó la friolera de 58 partidos oficiales con la camiseta del Real Madrid.
El guardameta se integró perfectamente en la entidad de Concha Espina y desde el primer día sólo tuvo muestras de afecto hacia su equipo. “Venir al mejor club de España y quizá del mundo es un motivo de satisfacción para mí y un sueño que he perseguido durante muchos años. Ver el Real Madrid desde fuera, desde mi antiguo club, el Sevilla, es completamente distinto a estar dentro. Hasta que no perteneces al plantel, no se conoce bien lo que el club significa", aseguraba Buyo en las páginas del coleccionable 'Historia viva del Real Madrid' publicado por el diario ABC. “Jugar en este equipo es notar unas sensaciones diferentes”, añadía Buyo. “La responsabilidad que crea el Real Madrid es superior a todo lo que antes había conocido”, aseguraba.
Paco Buyo se mostraba radiante ante los retos que generaba jugar con su nuevo equipo. "La grandeza del Real Madrid, al margen de su rico historial, reside en que sale a ganar todos los partidos en cualquier campo del mundo, sin importar el rival, y cada año lucha por todos los títulos, consiguiendo siempre acaparar alguno", señalaba. “Los jugadores del Real Madrid siempre lo dan todo, porque vestir la camiseta blanca es como inyectarse un estimulante: jugar en este equipo es notar unas sensaciones diferentes. Puede no parecer cierto, pero psicológicamente los colores blancos nos fortalecen y permiten dar más de ti mismo. La responsabilidad que crea el Real Madrid es superiora lo que antes había conocido”, puntualizaba el portero.
Paco Buyo fue un portero extraordinario. Muy ágil y muy completo. Tenía unos reflejos extraordinarios y era bueno a la hora de hacer frente a los penaltis. Aún recuerdo sus portentosos saques de puerta. Buyo solía botar el balón en el área y le soltaba un tremendo puntapié con el que enviaba el esférico lo más lejos posible de sus dominios. Aquellos saques de puerta me impresionaban muchísimo de niño.
Sus críticos le tildaban de 'palomitero', de adornar en exceso algunas de sus intervenciones, aunque lo cierto es que era un portero muy efectivo. Otros le acusaban de salir con demasiada 'alegría' del marco de su portería, acusación de la que el guardameta se defendía con vehemencia en una entrevista para el dominical As Color en su número 155 correspondiente al 29 de enero de 1989. "Han dicho tantas cosas de mí... Se han ensañado tanto conmigo... ¿Que soy ligero en el campo...? ¿Que soy frívolo...? ¡Por favor! Antes de juzgar a una persona hay que conocerla. Siempre, desde niño, desde que empecé a jugar al fútbol, me he tomado muy en serio mi profesión. Conmigo, ni dentro ni fuera del campo, va el cachondeo o la frivolidad. Soy un hombre que lo da todo por el equipo, por el club al que pertenece y por su afición. ¿Que salgo en ocasiones de mi puerta...? Lo he dicho infinidad de veces. El Madrid juega muy ofensivamente. Entonces, si la ocasión lo requiere, pues hago de 'líbero'. Además cumplo las órdenes del entrenador. Si estuviera en un equipo en el que los once hombres juegan atrás, entonces no me tendría que mover del marco. De alegrías, nada de nada. Siempre busco lo mejor para el equipo", argumentaba Buyo ante el periodista Luis Miguel González.
Por aquella época, Buyo también estuvo en el ojo del huracán durante alguna temporada por alguna polémica que ensombrecía su buen hacer bajo los palos. Aquello a punto estuvo de costarle su continuidad en el Real Madrid. O al menos eso aseguraba la prensa, especialmente cuando en 1989 llegó al Real Madrid el galés John Toshack.
Los años noventa
Sin embargo Buyo siguió en el Real Madrid y siguió siendo titular. Incluso fue ganando con los años. Desde mi punto de vista, el mejor Paco Buyo fue el de su etapa de madurez, superada la treintena. Parecía que ganaba con los años. Recuerdo que a principios de los noventa era habitual leer declaraciones de Buyo en las que manifestaba su deseo de prolongar su carrera deportiva hasta los cuarenta años. Los guardametas suelen por lo general prolongar sus carreras algo más que los jugadores de campo, que una vez alcanzada la treintena inician su cuesta abajo. No obstante, en el caso de Paco Buyo parecía que no había cuesta abajo. Todo lo contrario.
Durante los primeros años de los noventa Paco Buyo estuvo entre los tres mejores jugadores del equipo, los más relevantes. Hierro, Míchel y Buyo fueron los pilares del Real Madrid durante el primer lustro de los noventa.
En la temporada 1994-95 el gallego seguía inamovible en la portería y consiguió superar el récord de partidos en Primera División que por aquel entonces ostentaba el asturiano Joaquín, que había jugado 479 partidos con la camiseta del Sporting de Gijón. La revista Don Balón, en su número 988 correspondiente a la semana entre el 4 y el 10 de octubre de 1994, dedicó su portada a Buyo. El portero posó en un precioso reportaje fotográfico ataviado a la vieja usanza, como si se tratara del mismísimo Ricardo Zamora. La ocasión lo merecía. Buyo, un portero de leyenda, titulaba la extinta publicación. Buyo estaba a punto de convertirse en el futbolista con más partidos disputados en Primera División, pero restaba importancia al histórico logro. "Es un tema que nunca me ha preocupado. Yo lo valoro como una anécdota más de mi carrera deportiva que viene a reconocer mi trabajo y la dedicación durante tantos años", aseguraba el portero.
El partido 480 lo jugó el 9 de octubre de 1994 en el Santiago Bernabéu frente al Racing de Santander. Ganó el Madrid 3-1. Fue el día del último gol oficial de Butragueño con el Real Madrid. Y ese día Paco Buyo se convertía en el futbolista que más encuentros había jugado en la Primera División española. "El récord que ha conseguido le debe llenar de orgullo porque supone la culminación a una brillantísima carrera profesional. Yo le conozco desde hace mucho tiempo, porque ya fuimos compañeros, y tengo plena confianza en sus cualidades", comentaba al respecto Jorge Valdano, su entrenador en aquel entonces.
Atravesando un momento formidable pese a sus 36 años y con la confianza del técnico, Buyo siguió acumulando encuentros bajo los palos de la portería del Real Madrid. Aquel mismo ejercicio 1994-95, el de Betanzos batió otras dos marcas. Primero superó el récord de imbatibilidad en la portería del Real Madrid, que estaba en manos de Miguel Ángel desde la temporada 1984-85 con 596 minutos. Buyo lo dejó en 631. "El mérito es de todo el equipo, pues a su esfuerzo se debe en gran medida el poder lograr el récord. Sin ese esfuerzo y trabajo de delanteros, centrocampistas y defensas no hubiera sido posible alcanzarlo", declaró el gallego al respecto.
Posteriormente, Buyo se convirtió también en el primer futbolista español que alcanzaba los 500 partidos de Liga en Primera División. "Fue un momento emocionante, uno de los más bonitos de mi vida", señalaba el portero a la revista Real Madrid a la hora de recordar el momento en el que todo el público del Bernabéu coreó su nombre a modo de homenaje por aquellos 500 partidos en Primera División. Fue el domingo 19 de marzo de 1995 ante el Espanyol.
El 3 de abril de 1995 Buyo y el presidente madridista Ramón Mendoza llegaron a un acuerdo para renovar el contrato del portero para una temporada más. "Nunca llegué a pensar que podría dejar el Real Madrid. Mi deseo es seguir en esta entidad y terminar mi carrera deportiva en este gran club, mi equipo de toda la vida", contaba Buyo en el número de mayo de 1995 de la revista Real Madrid.
El gran estado de forma de Buyo hacía que sorprendiera su ausencia de las convocatorias de la Selección española. A pesar de su extensa trayectoria en la élite sólo había jugado 7 encuentros con la camiseta de España. "No ha sido culpa mía. Si no me llevan, no puedo ser internacional. Sólo en la época de Miera pareció que iba a tener continuidad, pero duró muy poco en el cargo", confesó el portero a la revista Don Balón.
La temporada 1994-95 finalizó con el Real Madrid cosechando el título de Liga. En la última jornada del campeonato, frente al Betis, Buyo se jugó el Trofeo Zamora, curiosamente, con su ex compañero de portería Pedro Jaro. Ganó el Betis 0-2 y al menos quedó el consuelo de que el trofeo quedó en los guantes de un ex madridista. En cualquier caso, la temporada dejó un gran sabor de boca.
Los años pasaban pero Paco Buyo seguía incombustible en la cresta de la ola. En la temporada 1995-96 el gallego seguía de titular en su décima campaña como madridista. Pero una lesión puso freno a la prolífica estancia de Paco Buyo bajo los palos de la portería del Real Madrid. Fue otra de las malas noticias de aquella temporada de tan ingrato recuerdo. Fue el sábado 16 de marzo de 1996 en partido de Liga frente al Albacete. A falta de media hora para la conclusión Buyo pidió el cambio. Un pinchazo en su pierna izquierda tenía la culpa. No podía seguir. El parte médico habló de rotura fibrilar en el recto anterior de su pierna izquierda. Nadie lo sabía entonces pero aquel triunfo por 2-0 frente al Albacete terminaría siendo el último partido oficial con el Real Madrid de Paco Buyo. En lo que restó de la campaña 1995-96 fue Santi Cañizares el que defendió la portería blanca.
Última campaña
En la temporada 1996-97 Cañizares partía por delante de Paco Buyo en la carrera por defender la meta del Real Madrid. Buyo tenía 38 años y la juventud de Cañizares le otorgaba ventaja a la hora de competir por un puesto que, sin embargo, terminó quedando en las manos del internacional alemán Bodo Illgner, fichado nada más arrancar la campaña oficial. Fabio Capello no confió en Buyo, que se pasó la temporada 1996-97 en blanco. El técnico italiano depositó su confianza en Illgner que jugó 46 partidos. Cañizares jugó dos partidos de Liga. Paco Buyo sólo fue alineado en varios amistosos. En el verano de 1997, con 39 años, Francisco Buyo puso fin a su trayectoria deportiva.
Durante su estancia en el Real Madrid compitió por el puesto de portero con una larga lista de guardametas. Agustín (1986-90), Ochotorena (1986-88), Cañizares (1988-89 y 1994-97), Lopetegui (1989-91), Jaro (1990-94), Juanmi (1992-93), Cano (1993-94), Contreras (1994-96) e Illgner (1996-97).
Con el Real Madrid disputó un total de 454 partidos y consiguió acumular un palmarés de seis Ligas, dos Copas del Rey y cuatro Supercopas de España. Durante su etapa como madridista obtuvo dos veces el Trofeo Zamora al portero menos goleado de la Liga en las temporadas 1987-88 y 1991-92. Llegó al Real Madrid con 28 años pero permaneció la friolera de once temporadas en el equipo. Estuvo a punto de llegar a los cuarenta años como jugador del Real Madrid. Colgó los guantes con 39 años siendo el jugador más veterano de la temporada 1996-97.
Tras su retirada ejerció como entrenador en las categorías inferiores del Real Madrid y llegó a dirigir al Castilla en Segunda División B durante la temporada 2000-01. En la actualidad colabora con medios de comunicación como contertulio y ha seguido ligado al balón con el equipo de veteranos.
Paco Buyo ha sido, sin ninguna duda, uno de los mejores guardametas con los que ha contado el Real Madrid. Fue protagonista directo de una gran época y ofreció su mejor nivel junto a los componentes de la Quinta del Buitre y hombres como Hugo Sánchez, Gordillo, Hierro y compañía. Era un fijo en las alineaciones y recuerdo lo raro que se me hacía su ausencia del equipo cuando dejó de jugar. Después de diez años prácticamente ininterrumpidos como titular, se me hacía muy raro ver en la portería del Real Madrid a otro jugador que no fuese Buyo. Fue un guardameta que dejó huella.
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