domingo, 22 de marzo de 2020

LOS AÑOS DE LORENZO SANZ

Recuerdos y reflexiones sobre la etapa de Sanz al frente del Real Madrid

Hay mucha gente que no entiende que algunos podamos sentir tristeza cuando fallece alguien al que no se conoce personalmente. Actores, músicos, ídolos... Es cierto que no son familiares o amigos, pero de alguna forma también forman parte de tu vida y de tus recuerdos por lo que hicieron y por lo que significaron en un momento dado. Para los aficionados al fútbol los jugadores, técnicos y, por qué no, los presidentes de tu equipo favorito también son personajes que han estado ahí contigo protagonizando victorias, derrotas, títulos, decepciones y alegrías... Lorenzo Sanz, en mi caso particular, fue presidente del Real Madrid en unos años muy especiales en los que viví el fútbol con muchísima intensidad, en plena adolescencia, cuando entre libros y estudios aún teníamos bastante tiempo para seguir todo lo que sucedía en los terrenos de juego. Lo he dicho muchísimas veces, los noventa fueron años muy duros para el Real Madrid, pero a pesar de todo los recuerdo con muchísimo cariño y nostalgia. No en vano, entre tantos palos y desilusiones también nos llevamos alguna que otra alegría. Una de ellas, además, será para mi generación la más grande que recordaremos siempre los aficionados madridistas por lo especial que fue: La Séptima de 1998. Lorenzo Sanz fue el Presidente de La Séptima.

Sí. Así recordaré siempre a Lorenzo Sanz. A lomos de Clarence Seedorf y de su hijo Fernando levantando la Champions League de la temporada 1997-98. La preciosa fotografía que tomó Raúl Cancio en el Amsterdam Arena fue portada del Diario As al día siguiente, 21 de mayo de 1998. Fue la primera vez que me compré dos ejemplares de un mismo periódico, uno para coleccionarlo intacto y otro para utilizar aquella portada de doble página a modo de póster. "Rey de Reyes". Espectacular... El propio Lorenzo contó en el programa 'Los secretos de La Séptima' de Informe Robinson que tenía esa portada enmarcada en su cuarto de baño. "Todas las mañanas cuando me levanto voy al servicio a hacer mis necesidades y me encuentro con esa foto de As allí puesta. Es imposible de olvidar porque la veo todos los días", relataba Sanz.

Lorenzo Sanz fue el principal artífice del Real Madrid que volvió a lo más alto del panorama internacional, eso no se lo podrá negar nadie. Fue el presidente con el que el equipo dio un salto de calidad para volver a estar en la élite europea. Pero para entender eso hay que ser consciente de dónde veníamos y dónde estábamos... Los noventa fueron los años de Tenerife, del Odense, de temporadas como la 1993-94 o, especialmente, la 1995-96. Esa campaña el Club tocó fondo en lo institucional y, sobre todo, en lo deportivo. La peor temporada que recuerdo. La calidad y el carisma de la Quinta del Buitre no fueron suficientes para sujetar a un equipo que, salvo el breve paréntesis de la temporada 1994-95, sufrió más de la cuenta. Había buenos jugadores, el Real Madrid siempre los tiene. Pero no era suficiente. Por aquella época, con la limitación de extranjeros, los futbolistas foráneos eran los principales encargados de dar la talla y de aportar algo más. Por el Madrid pasaron Hagi, Rocha, Prosinecki, Zamorano, Esnáider... Buenos jugadores, algunos incluso con un más que buen rendimiento... Pero no, no era suficiente. ¿Qué les faltó a esos buenos jugadores? Títulos, títulos que respaldaran su buen hacer. Pero los títulos fueron esquivos aquellos años y sin títulos siempre quedó la impresión de que aquellos extranjeros no terminaron de dar lo mejor de sí mismos con nuestra camiseta. Unos por lesiones, otros porque no cuajaron... La consecuencia resultó ser la sensación de que a ese Real Madrid de los noventa le faltaban estrellas, jugadores con la calidad suficiente como para competir en la élite. Lo que yo siempre he llamado el 'Síndrome del Transworld Sport'.

Año 1996. ¿Recordamos aquel anuncio de Nike en el que un grupo de futbolistas se enfrentan a un equipo de diablos? Maldini, Cantona, Ronaldo, Figo, Rui Costa, Kluivert... ¿Qué sentíamos al ver aquel anuncio de televisión? Yo reconozco que sentía envidia y me dolía no ver a algún jugador del Real Madrid en un anuncio como ese, lo cual significaba que o no teníamos a los mejores jugadores en nuestro equipo o que no habían hecho méritos suficientes para ser tenidos en cuenta. Si a eso le añadimos que llevábamos diez años sin ganar un título europeo y tres décadas sin oler la Copa de Europa se puede entender por qué muchos aficionados del Real Madrid no éramos demasiado optimistas por aquellos tiempos. Yo, de hecho, y también lo he comentado muchas veces, llegué a estar absolutamente convencido de que no vería nunca al Real Madrid ganando una Champions League. No se había ganado en 1988 con el equipazo que habíamos tenido y jugando como jugaba aquel Madrid de la Quinta... ¿Cómo íbamos a ganar la Champions League? Me parecía imposible.

Lorenzo Sanz cambió todo eso. Accedió a la presidencia en noviembre de 1995, en plena campaña, y terminó como pudo aquella desastrosa temporada 1995-96. Pero meses antes de que concluyera aquel ejercicio ya estaba trabajando a pleno rendimiento en la confección de un nuevo Real Madrid. Recuerdo la ilusión con la que viví aquellos fichajes que se iban confirmando poco a poco. Suker, Mijatovic... Sanz fichó muy bien en el momento que había que hacerlo y, por primera vez en mucho tiempo, pasamos a contar con jugadores de un nivel extraordinario. De cara a su primera temporada completa como presidente formó un auténtico equipazo. Al frente del Real Madrid 1996-97 puso al entrenador más destacado del momento, Fabio Capello, procedente del mismísimo Milán, y a su disposición los mejores fichajes posibles. A Suker y Mijatovic se sumaron Seedorf, Roberto Carlos, Illgner y más tarde Panucci o Zé Roberto. Con ellos y con lo que había, es decir, los Raúl, Redondo, Hierro y compañía, montamos una plantilla de muchísimo nivel. Aquello ya era otra cosa... El Real Madrid de Lorenzo Sanz nos devolvió la confianza a los aficionados madridistas. Ilusión. Ilusión es la palabra que me viene a la cabeza siempre que pienso en el verano de 1996. Recuerdo con muchísimo cariño ese verano. También recuerdo con mucho cariño esa temporada 1996-97, en lo personal y en lo deportivo. Sin poder participar en competiciones europeas el objetivo era ganar la Liga y el equipo lo consiguió, el Real Madrid se adjudicó aquella edición tan especial, la 'Liga de las Estrellas'. Ahora sí que teníamos un equipazo del que sentirnos muy orgullosos, nuestros jugadores ocupaban las portadas de la prensa internacional y el Real Madrid contaba con estrellas que lucir en aquellos álbumes de cromos internacionales de Panini. Seedorf fue portada en uno de ellos vistiendo la camiseta blanca de Kelme: "Los mejores equipos de Europa". Y es que después de ganar la Liga el siguiente paso era pelear por la Liga de Campeones de la temporada 1997-98.

La Séptima fue la leche. No hay palabras para describir la mayor felicidad que pudimos vivir los madridistas en 1998. Aquello no se podrá superar nunca. Con aquella plantilla recuerdo que tuve buenas sensaciones desde que arrancó la competición en septiembre de 1997. ¿Y si resultaba que aquella campaña terminaban bien las cosas? Aquella liguilla del Grupo D frente a Rosenborg, Oporto y Olympiacos que empezamos con tan buen pie goleando a los noruegos, los cuartos de final frente al Bayer Leverkusen y el punterazo de Karembeu, las semifinales frente al Borussia Dortmund, vigente Campeón... Y la gran Final frente a la Juventus. 20 de mayo de 1998, fecha inolvidable para todos los madridistas que lo vivimos, el día más feliz de todos los aficionados blancos de mi generación. El gol de Mijatovic que puso fin a 32 años de sequía en la máxima competición continental, una alegría inmensa, tremenda, insuperable... El Real Madrid por fin Campeón de Europa. El gran proyecto de Lorenzo Sanz dio sus frutos y al máximo mandatario se le veía inmensamente feliz, participando en los festejos como un madridista más, luciendo su bufanda. Tenía todo el derecho del mundo a disfrutar de aquello, claro que sí.

Una Liga, una Supercopa de España, La Séptima, la Copa Intercontinental de 1998, una Recopa de Europa de Baloncesto, una Liga ACB... Y La Octava. El Real Madrid volvió a ganar la Champions League en la temporada 1999-00. Y es que con Lorenzo Sanz el Real Madrid entró de lleno en la etapa de las Copas de Europa en color. Parecía increíble que después de tantos años sin ganarla los nuestros pudieran encadenar dos títulos en tan breve margen de tiempo. Nuevos jugadores habían llegado para apuntalar el proyecto y es que, en líneas generales, siempre me quedó la impresión de que Sanz sabía de fútbol y realizaba buenos fichajes. Es cierto que algunos no cuajaron, pero haciendo un repaso global creo que pesaron muchísimo más los aciertos que los errores. Incluso jugadores que quizás no terminaron de dar todo lo que se esperaba de ellos tuvieron intervenciones que compensaron su contratación, como el caso de Christian Karembeu, crucial en La Séptima, o Nicolas Anelka, vital en La Octava. El francés, fichaje más caro de la Historia del Real Madrid en el momento de su llegada, marcó dos goles frente al Bayern en las semifinales que nos dieron el pase a la Final de París. Además de los ya mencionados Suker, Mijatovic, Seedorf, Roberto Carlos, Illgner o Panucci, Lorenzo Sanz contrató para el Real Madrid a futbolistas como Fernando Morientes, Karanka, Sávio Bortolini, Robert Jarni, Míchel Salgado, Iván Helguera o Steve McManaman, futbolistas muy relevantes y que dejaron un gran recuerdo entre los aficionados.

Aunque es cierto que los títulos nacionales no abundaron, algo que de todas formas no se circunscribe a su etapa en la presidencia, puesto que en los últimos treinta años las Ligas y Copas del Rey escasean en nuestro palmarés, creo que en lo deportivo Lorenzo Sanz fue un buen presidente. Le dio una cierta modernidad al Club que le hacía falta desde los tiempos de Ramón Mendoza. Se puede discutir su gestión, por supuesto, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero lo que no se puede negar es que con él en el sillón presidencial el Real Madrid volvió a ser un equipo solvente a nivel internacional. La época moderna del Club se inició con él.

De Lorenzo Sanz conservaré también un bonito recuerdo personal. Uno de mis primeros autógrafos relacionados con el Real Madrid me lo firmó él a la puerta de un hotel de concentración del conjunto blanco. Tras estamparme su firma en la libreta se arremolinó entorno a él un numeroso grupo de chavales como yo. Paciente, firmó uno por uno a todos los que estábamos allí. Absolutamente a todos. Cuando terminó se preocupó de buscarme para devolverme mi bolígrafo, con el que había firmado todos los autógrafos, y me dedicó una sonrisa, en plan, "gracias, chico". Es una tontería, pero en aquel momento me sentí tremendamente afortunado, un pequeño gesto que me hizo muy feliz.

Qué tiempos y qué lejos empieza a quedar todo atrás... El fútbol ya estaba muy presente en nuestras vidas y fueron años muy bonitos. Y en buena parte el responsable fue Lorenzo Sanz. Siento muchísimo su muerte. Gracias por tantos buenos momentos, Lorenzo, no te olvidaremos nunca. Desde 'Historias del Real Madrid' quiero expresar mi más sentido pésame a toda su familia, en especial a su mujer e hijos, amigos y allegados. Sirvan estas pocas líneas a modo de particular homenaje. Descanse en paz, Lorenzo Sanz Mancebo.

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