jueves, 13 de julio de 2017

LA QUINTA DE COBI

La Selección Olímpica de España se adjudicó el Oro en fútbol en los Juegos Olímpicos de 1992

Seguramente fue la medalla de oro que más celebré en aquellos Juegos Olímpicos de Barcelona '92. La medalla de oro en fútbol. El deporte rey en nuestro país. Nuestra gran afición. Mi gran afición. Seguramente serían pocos los que hubiesen apostado por un triunfo del combinado olímpico antes de que arrancase la competición. Pero el equipo nacional llegó lejos y consiguió uno de los logros más recordados por un fútbol español huérfano de grandes gestas hasta épocas más recientes.

No era la Selección Absoluta. Pero España vibró con el éxito de aquel grupo de jóvenes, muchos de los cuales llegarían a convertirse en nombres propios de nuestro fútbol a lo largo de la siguiente década. La Selección Olímpica estaba compuesta por jugadores Sub-23. La verdad es que hasta aquellos juegos olímpicos nunca había prestado especial atención a las categorías inferiores de la Selección. Recordaba el triunfo de la Sub-21 en el Campeonato de Europa de 1986, pero poco más. No recuerdo que se llegaran a televisar partidos de las inferiores. Seguramente se emitían, pero yo no los recuerdo. Así que Barcelona '92 fue la primera ocasión en la que recuerdo ver en acción a futbolistas de un combinado nacional que no fuesen los del equipo sénior. Pese a su juventud, en cualquier caso, prácticamente todos los componentes de aquella selección habían debutado ya en Primera División. Algunos, incluso eran ya titulares en sus equipos de procedencia.

En aquella Selección jugaban tres futbolistas del Real Madrid: Alfonso, Luis Enrique y Mikel Lasa. También estaba Santiago Cañizares, que en la temporada 1991-92 había jugado en el Mérida en calidad de cedido por el Real Madrid y que estaba a punto de fichar por el Celta de Vigo para jugar en Primera División. Cañizares volvería al Real Madrid en la temporada 1994-95. Y otro 'olímpico' que recalaría en el Madrid con Cañizares en el verano de 1994 sería José Emilio Amavisca, que en 1992 venía de jugar con el Lleida en Segunda

Tampoco hay que olvidarse del Seleccionador, Vicente Miera. El técnico cántabro jugó ocho temporadas en el Real Madrid entre 1961-62 y 1968-69. Miera, que también vistió las camisetas del Racing de Santander y del Sporting de Gijón, tuvo uno extensa carrera como entrenador y llegó a ser Seleccionador Nacional entre 1991 y 1992. En junio de 1992, tras ser sustituido por Javier Clemente, pasó a dirigir al combinado olímpico. No quedaron del todo claras las intenciones de los dirigentes de la Federación Española, con Ángel María Villar a la cabeza, a la hora de ubicar a Miera al frente del equipo que jugaría en Barcelona '92. Era evidente que Villar quería colocar a Javier Clemente como Seleccionador de la Absoluta y lo que se hizo fue, en cierto modo, darle una patada hacia arriba a Vicente Miera otorgándole el puesto de coordinador técnico de la Federación Española de Fútbol y sentándole en el banquillo del equipo olímpico.

Era una etapa muy convulsa la que atravesaba nuestro equipo nacional, que no levantaba cabeza tras la sensación de fracaso que quedó tras el Mundial de Italia de 1990. España, de hecho, ni siquiera llegó a clasificarse para la Eurocopa de aquel año que se disputó en Suecia y que ganó Dinamarca.

El 11 de julio de 1992, Miera hizo pública la lista con los veinte futbolistas que acudirían a los juegos olímpicos. Como porteros Santi Cañizares y Toni, como defensas Berges, Paqui, Abelardo, Ferrer, Miguel, Lasa, López y Solozabal, como centrocampistas Guardiola, Billabona, Soler y Vidal, como delanteros Amavisca, Manjarín, Kiko, Pinilla, Luis Enrique y Alfonso. Ellos serían los elegidos para representar al fútbol español.

Empiezan los juegos

La competición arrancó un día antes de la inauguración oficial de los juegos, es decir, el viernes 24 de julio de 1992. Y otro dato curioso es que España jugó todos sus partidos en Valencia, en el estadio Luis Casanova, a excepción de la Final, que se disputó en Barcelona, en el Nou Camp. Los de Vicente Miera partieron encuadrados en el Grupo B junto a Catar, Egipto y Colombia.

En su primer partido, España se impuso con autoridad 4-0 a los colombianos con goles de Guardiola, Kiko, Berges y Luis Enrique. Posteriormente se ganó 2-0 a Egipto con tantos de Solozabal y Soler. La fase de grupos se cerró con un nuevo triunfo por 2-0, frente a Catar, con dianas de Alfonso y Kiko. España accedía a los cuartos de final como primera de grupo y sin haber encajado un solo gol en contra. El 1 de agosto el combinado español se enfrentó a Italia buscando un puesto en las semifinales. Y nueva victoria para los nuestros, que ganaron 1-0 con gol de Kiko. Las semifinales se disputaron el 5 de agosto de 1992. España se impuso 2-0 a Ghana con goles de Abelardo y Berges mientras que en la otra semifinal Polonia barría a Australia con un inapelable 6-1

El 7 de agosto de 1992 se disputó el tercer y cuarto puesto en un encuentro en el que Ghana 'ganó' (chiste fácil) a los australianos. Pero lo que de verdad nos interesaba se jugaba al día siguiente. España estaba en la Final

La expectación generada por el equipo de fútbol español fue más que evidente. Vuelvo a recordar que a nivel de selecciones no estábamos atravesando un buen momento. Desde Italia '90 parecía que el equipo nacional no daba pie con bola. Aún resonaba aquella famosa derrota frente a Islandia. No nos clasificamos para la Eurocopa de Suecia, tal y como apuntaba unos párrafos atrás... Si echábamos la vista atrás, tampoco es que pudiéramos presumir de grandes gestas... En la Eurocopa de Alemania de 1988 nos volvimos para casa a las primeras de cambio. Tan sólo el buen sabor de boca de México '86 y la Final de la Eurocopa de 1984. Para mi generación, la gran gesta de la Selección seguía siendo la goleada del 12-1 a Malta. Pero nada de títulos. No había llovido nada desde que se había levantado el último trofeo... Había que remontarse a la Eurocopa de 1964 y a la Plata de Amberes en 1920. Curiosamente en unos Juegos Olímpicos...

La gran Final

Sábado 8 de agosto de 1992. España-Polonia. Hay que recordar que aquella selección se había plantado en la pelea por el oro asegurándose una medalla. Una más para España, que estaba firmando unos juegos extraordinarios. Los aficionados estábamos eufóricos. Los de Vicente Miera, además, no habían encajado ningún gol en todo el torneo. España saltó al terreno de juego con un once que recuerdo de carrerilla. Toni; Ferrer, López, Solozabal, Abelardo, Mikel Lasa; Guardiola, Berges, Luis Enrique; Kiko y Alfonso.

Pintaba bien el partido en sus primeros minutos. España dispuso de ocasiones para adelantarse en el marcador. El defensa colchonero López envió un cabezazo a la madera en un saque de córner. Pero se perdonó en la primera mitad y justo antes del descanso, mazazo. Gol de Polonia. El primer gol que encajábamos desde que arrancó la competición. Nos fuimos a vestuarios perdiendo. 

En el segundo tiempo los futbolistas españoles empujaron a base de garra. Para el recuerdo quedó la anécdota de la llegada de los Reyes al palco. Se decía que actuaban como talismán. Y así fue... En el minuto 65 Abelardo establecía el empate y cinco minutos después, en el 70', Kiko ponía por delante a España. Los polacos, sin embargo, empataron el encuentro. El 2-2 se mantuvo hasta el minuto 90... Parecía que la prórroga sería inevitable. Pero llegó el 3-2. Un balón botado en saque de esquina desde la derecha. El balón le llega a Luis Enrique, en la frontal del área, que tira con fuerza. Pero había una nube de futbolistas delante de la portería. Todos los polacos estaban metidos atrás y el esférico rebotó en un defensor. La pelota, en cualquier caso, acaba en las inmediaciones de Kiko y el gaditano realizó un fuerte disparo a media altura por el centro que se coló en la portería rival. El gol del triunfo en el minuto 90. Todavía recuerdo cómo gritamos todos aquel gol en la cocina de la casa de mi abuela. 

Me llevé una alegría tremenda con aquella victoria de la Selección Olímpica. El único gran triunfo que pude celebrar con el fútbol en aquel año 1992 que tanto me marcó. Todavía tenía abierta la dolorosa herida de Tenerife. Sí, Tenerife. Aquella Liga perdida y aquel acontecimiento deportivo que me dejó marcado de por vida. Como ya recordé en su día, y no exageraba nada, Tenerife me cambió como aficionado al fútbol. De hecho, tengo una pequeña anécdota al respecto relacionada directamente con la Final España-Polonia de Barcelona '92. Y es que aquella tarde, en pleno partido, tuve la primera riña 'seria' con mi padre. Hasta entonces, nuestros piques Barça-Madrid habían sido absolutamente inocentes e incluso hasta cierto punto divertidos. Pero tras lo del Heliodoro Rodríguez López yo ya nunca estaría para bromas... Si no recuerdo mal, fue en una jugada al de poco de empezar el partido. Albert Ferrer era el lateral derecho, pero en una jugada de ataque el defensa apareció por allí arriba y se quedó dentro del área solo delante del portero polaco. Ferrer regateó al cancerbero y con la portería vacía envió el balón... al lateral de la red. Yo, con toda la mala leche, grité: ¿Pero qué haces? ¡Del Barça tenías que ser! A lo que mi padre, con evidente mosqueo, me respondió con un amenazador: "Oyeeeeeee, tú, cuidado"

La cosa no pasó a mayores, por supuesto. Con nuestras evidentes diferencias futbolísticas, el respeto y el cariño que nos hemos mostrado toda la vida ha sido y es encomiable. Y al final de aquel partido, los dos estábamos celebrando la victoria de la Selección Olímpica. Yo, por aquella época, empezaba a estar convencido de que nunca llegaría a ver al Real Madrid ser Campeón de Europa. Afortunadamente, me equivoqué. También estaba convencido de que sería imposible ver a España ganar algún campeonato de fútbol. También me equivoqué. Aún faltaban muchos años para ver al combinado nacional  ganar Eurocopas... ¡Y un Mundial! Pero aquella medalla de Oro debería de haber bastado para hacerme entender que quizás no éramos tan malos como algunos nos hacían ver. En cualquier caso, era todo un logro ver a nuestros jugadores colgándose el metal mientras escuchaban el himno. Me alegraba especialmente, claro está, por Alfonso, Lasa y Luis Enrique.

Al día siguiente, domingo 9 de agosto de 1992, último día de los juegos, me compré el diario Marca. Era la tercera vez que lo hacía. La primera vez que adquirí el periódico fue tras la aciaga jornada de Tenerife, la segunda el día del segundo triunfo de Miguel Indurain en el Tour de Francia y la tercera fue con motivo del oro en fútbol de Barcelona. Todavía conservo esos ejemplares en mi archivo particular. España en el Olimpo, titulaba el rotativo en grande. "Ayer, dos oros que hacen historia", apuntaba el diario en referencia a la gesta del equipo de fútbol y a la trascendental victoria del atleta Fermín Cacho en la carrera de los 1.500.

Recuerdo que, una vez acabado el partido frente a Polonia, le pregunté a mi padre por qué no jugaban esos futbolistas con la Selección Absoluta. Claro... Si acababan de ganar el Oro, es que eran muy buenos. ¿Por qué no llevarlos a Eurocopas y Mundiales? Mi progenitor trató de hacerme entender que no era tan sencillo, que había que ir fogueando y quemando etapas en la formación de los jugadores... Lo cierto es que alguno como Abelardo, Ferrer, Solozabal o Luis Enrique ya habían debutado y jugado algún partido con la Selección A. Y, efectivamente, poco a poco fueron introduciéndose en el equipo nacional hasta llegar a convertirse en referentes. Sólo dos años más tarde, en el Mundial de Estados Unidos '94, algunos de los medallistas olímpicos ya eran fijos en los esquemas de España. Y siguieron acudiendo a las llamadas de los seleccionadores Javier Clemente y José Antonio Camacho durante los años posteriores. Jugaron Mundiales, Eurocopas...

Aquella generación, la que se colgó el Oro en Barcelona '92 vistiendo aquellas vistosas camisetas de Kelme, no ganó más títulos con la Selección. Cuando en 2008 se ganó la Eurocopa de Austria-Suiza, muchos llevaban ya tiempo retirados. Sin embargo, protagonizaron uno de los mejores capítulos del fútbol español a nivel de selecciones. Entraron en la historia en aquel mágico verano de 1992. La Quinta de Cobi.

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