Victoria 3-2 en el derbi frente al Atlético de Madrid de la temporada 1991-92
Vamos a ver... Quizás no sea un partido de esos que se recuerdan de manera especial en la Historia del Club. Pero, para mí, a nivel personal, aquel derbi con el Atlético de Madrid que se disputó el 16 de mayo de 1992 fue muy especial. Muy especial. Para mí, aquel partido significó la antesala de un punto y aparte como aficionado al fútbol y como aficionado del Real Madrid. De hecho, yo lo considero el último partido de mi infancia.
Se jugó tal día como hoy de hace veinticinco años. Un cuarto de siglo ya... El choque concluyó con un marcador de 3-2 favorable al Real Madrid y conservo muy gratos recuerdos de aquella jornada. Por ese motivo quería dedicar una entrada a ese partido aquí en 'Historias del Real Madrid'. La he titulado El final de la inocencia. Luego, al final, explicaré por qué...
Aunque seguía siendo un crío ya no era un niño. No obstante, en aquella época, hace ya un cuarto de siglo, no estaba bien visto que los menores entráramos en los bares. No era lo propio. No estaba bien visto. Sin embargo, había un bar en mi calle que contaba con una zona de juegos. Era un bar bastante amplio y a un lado disponía de una mesa de billar, un futbolín y una máquina recreativa. Fueron años inolvidables de partidas a juegos como el Black Dragon, Blood Bros, Street Fighter II, Captain Commando... Toda la cuadrilla de amigos del barrio pasamos muchas horas los sábados a la tarde en aquel bar jugando en la máquina y el futbolín. Curiosamente, el billar ni lo llegamos a tocar. Era un juego... 'de mayores'.
Y precisamente encima del billar estaba colocado el televisor, en una esquina, de tal manera que la pantalla era visible tanto para los que estábamos en la zona de juegos como para los 'mayores' que estaban a la barra. Y una cosa que recuerdo con cariño de aquellos sábados del año 1992, mientras jugábamos en la recreativa, era ver los partidos de fútbol que se emitían en abierto a la tarde-noche. Sobre todo los del Real Madrid, claro. También llegué a ver alguno de los emitidos los domingos por Canal Plus. Juraría que el primero que vi del canal de pago fue el del empate 2-2 frente a la Real Sociedad en Atocha, con goles de Butragueño y Hagi.
El 16 de mayo de 1992 era sábado, no se me olvida. Nos acercábamos poco a poco a junio y con el horario de verano a las 20.00 horas todavía era de día y había sol. Era la hora a la que comenzaba el Real Madrid-Atlético. Y mientras unos estaban preocupados por pelearse con el joystick y aporrear los botones de la recreativa otros estábamos más pendientes de la pantalla de televisión para ver el partido de fútbol...
Liga en juego
El choque fue un derbi con mayúsculas. Suele recordarse el final de la Liga 1991-92 como un mano a mano entre el Real Madrid y el Barcelona. Sin embargo, no fue exactamente así. El Atlético de Madrid, con Luis Aragonés en el banquillo, estaba metido de lleno en la pomada. No sólo eso. Es que en aquel derbi del 16 de mayo de 1992 los rojiblancos visitaban el Santiago Bernabéu como segundos clasificados. Era la jornada 35 y el Madrid era líder con 49 puntos. El Atlético era segundo con 48 y el Barcelona tercero con 47 puntos. Por ese motivo, aquel derbi parecía una Final. Daba la sensación de que quien ganara el encuentro sería el Campeón. Craso error... Pero bueno. De eso ya escribiré otro día...
Aquel Atlético de Madrid infundía mucho respeto. Recuerdo aquellos derbis de principios de los noventa como duelos complicadísimos. Los colchoneros, con su mítica equipación con el sponsor de Marbella en el pecho, fueron Campeones de la Copa del Rey 1990-91 y lo serían de nuevo en aquella campaña 1991-92 precisamente frente a nosotros. Tenían un auténtico equipazo con jugadores como Paolo Futre o Schuster, al que el Real Madrid no debió dejar marcharse. En la portería estaba Abel Resino, que aún tenía reciente el récord que había conseguido un año antes, en la temporada 1990-91, cuando logró permanecer 1275 minutos sin encajar un gol. También estaban en el equipo clásicos rojiblancos y del fútbol español como Tomás, Soler, Toni, Solozabal, Vizcaíno, Donato, Aguilera... Sí. Las cosas como son. El Atlético de Madrid tenía un señor equipo. Luis Aragonés dirigía desde el banquillo.
El partido también iba a ser un duelo entre los dos máximos anotadores de la Liga en aquellos momentos: Manolo, que encabezaba la clasificación del Pichichi, y Fernando Hierro, que con Beenhakker seguía jugando en las posiciones adelantadas en las que le había reubicado Radomir Antic. De hecho, en aquel derbi Hierro volvió a jugar con el dorsal 9 a la espalda, igual que el día de los siete goles al Español.
Duelo de alternativas
Y sería Manolo el autor del primer gol del partido. Un gol que llegó relativamente pronto. Tras un toma y daca inicial entre ambas escuadras los colchoneros tomaron la delantera. Futre recibió un balón pegado a la banda derecha del ataque rojiblanco. Sanchís salió a cortarle y se lanzó al suelo pero el portugués le superó y corrió a toda velocidad al área llegando a la línea de fondo. La verdad es que fue una jugada un tanto extraña porque la defensa del Madrid estaba totalmente descolocada hasta tal punto que tuvo que ser Míchel quien tratara de ayudar a Chendo a cubrir el centro del área de la meta de Jaro. Futre, desde el fondo, envió al centro del área y Manolo recibió el esférico un poco más adelante del punto de penalti para cruzar a puerta vacía y colocar el 0-1 en el marcador.
El gol fue un jarro de agua fría. La línea defensiva blanca no parecía estar muy acertada y en el centro del campo faltaba algo de consistencia. Perdíamos balones y parecía que el Atlético nos iba a hacer mucho daño. Sobre todo en jugadas al contragolpe. Si a eso le sumábamos que ya estábamos por detrás en el marcador, el panorama no parecía muy halagüeño, no...
Afortunadamente para nosotros la cosa fue mejorando poco a poco... El Real Madrid consiguió empatar en el minuto 20 tras una jugada en la que participó de manera muy activa Luis Enrique. Míchel, desde el centro, lanzó un balón a la banda derecha donde recibió el delantero asturiano, que tocó para elevar el esférico con un pequeño globo y hacerse un autopase. Luis Enrique entró en el área y pasó al centro, por donde se incorporaba Butragueño. El Buitre cruzó a la izquierda y el balón superó a Abel, pero pegó en el palo. El rebote quedó muerto con la portería vacía y Luis Enrique, que había seguido la jugada, estuvo atento para empujar a las mallas y establecer el empate.
La celebración de Luis Enrique fue muy efusiva, corriendo, saltando y lanzando el puño al aire. Muchas de las fotografías que suelen publicarse actualmente de Luis Enrique como jugador del Real Madrid con la camiseta blanca pertenecen a aquel partido y, en concreto, a la celebración de ese gol. Recuerdo lo mucho que me alegré con aquel tanto. Luis Enrique firmó ese día una gran actuación. Además del gol creó mucho peligro moviéndose por las bandas en ataque. Jugó con el número 11 a la espalda. Me encantaba la entrega y las ganas que le ponía a los partidos. En su primera campaña como jugador merengue, pese a que sólo marcó cinco goles, se convirtió en uno de mis jugadores favoritos del equipo. Y en parte lo consiguió con actuaciones como la de aquel derbi frente al Atlético de Madrid. Sí, ya sabemos todos qué rumbo terminó teniendo la carrera de Luis Enrique. Pero bueno, estamos recordando 1992...
Desde el gol y hasta que llegó al minuto 45, el Madrid fue de menos a más. El centro del campo se fue entonando con Hagi moviéndose como quería tratando de llevar peligro. El Atlético estaba bien plantado. Quizás no estaba siendo un partido muy vistoso en cuanto a juego. Hubo muchas faltas e interrupciones, quizás porque los dos equipos sabían lo que se estaban jugando y los futbolistas entraban a sus rivales de manera contundente. No fue un partido violento, que conste. Pero sí que se jugó con mucha garra e intensidad.
Entra Maqueda
Beenhakker efectuó su primer cambio en el descanso. Sanchís se quedó en vestuarios y saltó al terreno de juego en su lugar Juanjo Maqueda, que terminaría siendo decisivo. Muy decisivo... Pero antes tocó el turno de ver un nuevo gol de los de Luis Aragonés. Sí. El marcador se volvió a mover en el minuto 55. Disponía el Atlético de un saque de esquina y Futre se preparaba para botar el balón desde el banderín de la derecha. Luis Aragonés, sin embargo, decidió en ese mismo momento retirar a Sabas para dar entrada a Aguilera. Futre sacó el córner, la defensa blanca despejó fuera y Schuster, en las inmediaciones del área, amortiguó la pelota para que quedara en los dominios, precisamente, de Aguilera. Y desde allí mismo, con un potente chut ajustadísimo al palo derecho, el recién incorporado acertó a batir a Jaro anotando el 1-2. No le pudo salir mejor el cambio a Luis Aragonés.
El Atlético de Madrid volvía a ponerse por delante, por segunda vez, y aquello era un duro golpe. Si los rojiblancos ganaban el partido se colocaban líderes arrebatándole el primer puesto al Real Madrid. Aguilera entró con fuerza al duelo. Sólo unos pocos minutos después consiguió dejar otro balón con mucho peligro a Manolo, pero esta vez Jaro detuvo el disparo con acierto.
El Real Madrid necesitaba reaccionar. En el minuto 69 Juanjo Maqueda se incorporó con acierto para robar un balón a Manolo no muy lejos del área de los visitantes. El canterano cedió a la derecha para Butragueño. Emilio, ante la salida de Abel, consiguió superar al guardameta con un hábil y certero disparo a media altura para establecer el empate de nuevo y llevar el delirio a las gradas. Ese 2-2 era muy importante puesto que anulaba la ventaja del Atlético y dejaba las cosas como al principio, es decir, con el Real Madrid líder.
Recuerdo que el gol le dio alas al Real Madrid y el equipo se vino arriba en todos los aspectos. Psicológicamente el tanto del empate le afectó al Atlético de Madrid, que quedó a merced de los de Beenhakker, mucho más frescos en ataque desde la entrada de Alfonso por Milla. Parecía más cerca el 3-2 que el 2-3. Y el tanto del Madrid bien pudo haber llegado en un magnífico servicio de Míchel a Hagi que, en carrera, se quedó solo delante de Abel. El juez de línea, de manera incomprensible, levantó la bandera señalando un fuera de juego inexistente. El rumano llevó el balón a las redes, pero la jugada ya estaba invalidada por el colegiado Urio Velázquez.
Las sensaciones, en cualquier caso, eran buenas. Y los buenos presagios se acabaron confirmando. En el minuto 75 el colegiado pitó una falta cometida por Schuster sobre Hagi. Era lejana. Varios jugadores blancos aguardaban dentro del área. El balón lo puso en movimiento Fernando Hierro, que parecía que iba a colgar a la olla... Pero no. Lo que hizo fue cederla en corto a Maqueda. El defensa soltó un tremendo disparo... ¡Y gol!
¡Qué alegría! ¡Qué tensión! Recuerdo el grito que pegué con el gol de Maqueda, con
los brazos en alto. Era un partido de Liga, no era una final. Pero las
sensaciones que desprendía aquel encuentro sí que tenían cierto aroma a
final... Las victorias por aquella época valían dos puntos y esos dos
puntos frente al Atlético de Madrid resultaban trascendentales.
Mantenían al Real Madrid en lo más alto de la clasificación y dejaban al
Atlético tres puntos por detrás con sólo tres jornadas por delante para
la conclusión de la Liga.
A Juanjo Maqueda siempre le recuerdo, sobre todo, por ese gol que marcó en el derbi del Bernabéu de la temporada 1991-92. Por ese gol. Son recuerdos inolvidables de aquel partido. Como las imágenes de la celebración de Hagi justo después del 3-2. El rumano, otro de mis ídolos de la época, celebró el tanto junto al banquillo y el cuerpo técnico, levantando los brazos en un gesto que captó la televisión perfectamente y que se me ha quedado grabado en la memoria.
Nos habíamos puesto por delante en el marcador por primera vez. El empate hubiera sido bueno, pero el triunfo era magnífico para nuestros intereses, claro. Había que aguantar por delante los últimos quince minutos. El Atlético, como no podía ser de otra forma, iba a pegar el arreón final puesto que la derrota le dejaba algo descolgado en la lucha por el título.
Pero no hubo más goles. El encuentro concluyó con el 3-2 favorable al Real Madrid. Un triunfo muy épico. Un partidazo de alternativas, con el Atlético adelantándose dos veces y remontada final del conjunto blanco. Una victoria de las que deja buen sabor de boca, en definitiva.
El triunfo había sido tan importante que desató cierta euforia entre los aficionados. Sinceramente, reconozco que ya veía al Real Madrid como Campeón de Liga. Ni remotamente pensaba que aquello se nos pudiese escapar. Desde que el Real Madrid había cesado a Radomir Antic el equipo había ido dejándose demasiados puntos por el camino, especialmente en los encuentros disputados fuera del Bernabéu. Sin embargo, aquel triunfo frente al Atlético de Madrid fue una inyección de moral tremenda. Si le habíamos ganado al segundo clasificado, la cosa tenía que estar ya medio hecha. ¿Verdad?
Qué equivocado estaba... Aquella misma jornada 35 de Liga el Barcelona doblegó al Mallorca 3-0 y, aprovechando la derrota del Atlético de Madrid en el Bernabéu, se colocaba segundo en la clasificación a dos puntos del Real Madrid. Quedaban sólo tres jornadas... Y ya sabemos lo que terminó pasando y cómo acabó aquella Liga en Tenerife.
Aquel partido de Tenerife significó un punto de inflexión para mí como aficionado del Real Madrid. Pero ya escribiré con detalle al respecto dentro de unas semanas. En esta ocasión prefiero recordar sólo lo que viví tal día como hoy de hace veinticinco años. Y tal día como hoy de hace veinticinco años yo no pensaba en negativo. Pensaba en positivo. El fútbol era una fiesta. Era alegría. El fútbol era algo con lo que disfrutar. Y aquel 16 de mayo de 1992 disfruté. Sí. Aún era un crío y, de manera muy inocente, no pensaba ni por asomo que pudiésemos perder la Liga. Esa es la razón por la que he titulado a esta entrada del blog 'El final de la inocencia'. Porque aquel fue el último gran partido que disfruté con una mentalidad positiva. La mentalidad positiva que me había acompañado desde niño, cuando no sufría por el fútbol. Cuando no me llevaba disgustos por ver perder al equipo. Todo cambiaría por completo tres semanas más tarde. Pero el 16 de mayo de 1992 yo fui muy feliz. Tal y como apuntaba en el primer párrafo, recuerdo aquel día y aquel partido como mi último partido de la infancia. Mi último gran partido...
Hay un detalle que no se me ha olvidado y que lo sigo recordando con total nitidez veinticinco años después. Al final del encuentro, consumada la victoria sobre nuestro adversario deportivo, los jugadores del Real Madrid se acercaron a la grada para lanzar sus camisetas al público. La alegría era mayúscula. Alegría entre los jugadores, alegría en el público del Bernabéu, alegría entre los aficionados que habíamos seguido el partido a través de la televisión... Cuando llegué a casa, minutos después de la conclusión del encuentro, me puse a contarle el partido a mi madre. Orgulloso. Como si yo mismo hubiese sido uno de los jugadores. Como si el gol de Maqueda lo hubiese marcado yo. Y recuerdo que le incidí mucho en aquel gesto que tanto me había gustado. El de los futbolistas lanzando al público sus camisetas. Me acuerdo mucho de aquel detalle y recuerdo con mucho cariño ese momento contándoselo a mi madre...
REAL MADRID: Jaro, Chendo, Sanchís (Maqueda, 45'), Rocha, Villarroya, Míchel, Hierro, Milla (Alfonso, 68'), Hagi, Butragueño y Luis Enrique.
ATLÉTICO DE MADRID: Abel, Tomás, Juanito, López, Toni Muñoz (Soler, 24'), Schuster, Vizcaíno, Solozabal, Manolo, Futrey Sabas (Aguilera, 54').
GOLES:
0-1 min. 6 Manolo
1-1 min. 20 Luis Enrique
1-2 min. 55 Aguilera
2-2 min. 69 Butragueño
3-2 min. 75 Maqueda
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