viernes, 27 de marzo de 2015

AHORA QUE LAS COSAS VAN MAL...

Reflexiones sobre los cambios de entrenador

2014 fue un gran año para el madridismo. Desde luego, 2015 no lo está siendo. Atrás se ha quedado la Supercopa de Europa, el récord de victorias consecutivas, el Mundial de Clubes... Hace sólo unos meses, todo era de color rosa.

Muchos daban la Liga por ganada en diciembre y resulta que ahora, en la recta final de marzo, estamos a cuatro puntos del líder. El bajón físico y de juego del equipo está pasando factura... Y de qué manera. Así las cosas, ya tenemos con nosotros los rumores que ponen en entredicho la continuidad del entrenador.

En el fútbol todo es efímero. Hoy eres un héroe y mañana un villano. Por desgracia, en el Real Madrid esta máxima siempre parece presente.

Francamente, no sé si Carlo Ancelotti continuará en el Real Madrid el año que viene. De lo que no tengo ninguna duda es de que, por lo menos, tiene que acabar la presente campaña 2014-15 en el banquillo. Después, ya se verá.

Si algo he sacado en claro a lo largo de las tres décadas que llevo siguiendo al Real Madrid es que los ceses y cambios en el banquillo rara vez han servido para algo. Y mira que hemos tenido ejemplos... Desde aquel terrorífico suicidio colectivo que cometimos en la temporada 1991-92 cesando a Radomir Antic... ¡yendo primeros en Liga! han pasado entrenadores de todas las nacionalidades, escuelas, ideologías futbolísticas...

Casi siempre azuzados por una presión mediática brutal, los presidentes y dirigentes del Real Madrid han optado por tratar de atajar los momentos de vacas flacas rompiendo por el eslabón más débil. El del banquillo. Toda una incongruencia, puesto que debería ser el más fuerte. Estamos hablando del profesional que lleva las riendas del equipo, quien dirige los entrenamientos, el que decide las alineaciones...

¿De qué sirvió cesar a Radomir Antic? Pues para nada. Para desquiciar al equipo a mitad de temporada y acabar regalando una Liga a nuestro eterno rival.

¿De qué sirvió cesar a Benito Floro? De nada, tampoco. Vicente Del Bosque no logró enderezar el rumbo del equipo y finalizó la campaña 1993-94 con el equipo cayéndose incluso del pódium de la Liga.

¿De qué sirvió cesar a Jorge Valdano mediada la temporada 1995-96? De nada. El pobre Arsenio Iglesias volvió de su retiro para vivir unos meses de calvario que finalizaron con el Real Madrid rematando una campaña pésima...

¿De qué sirvió cesar a Guus Hiddink semanas después de que el holandés ganara la Copa Intercontinental de 1998? De nada. John B. Toshack tampoco logró mejorar la trayectoria del equipo en Liga...

Y así hasta nuestros días. Demasiados entrenadores. Demasiados proyectos truncados al más mínimo traspiés y en el momento en el que las cosas se tuercen un poco.

Por supuesto, el Real Madrid siempre tiene que salir al campo a ganar. Siempre debe tener la obligación de pelear por todas las competiciones. Siempre debe tener el propósito de alcanzar el máximo número posible de títulos.

Pero, parece que a veces nos olvidamos de que los rivales también juegan. Y que ganar es muy difícil. Y que los equipos de fútbol no siempre pueden estar al máximo nivel.

Lo que no es de recibo es que, al mínimo problema, al primer contratiempo, la solución sea la de echar al entrenador. Los aficionados deben... perdón, debemos tener paciencia y, sobre todo, asumir que, en el fútbol, también se puede perder. No lo queremos. Nadie lo quiere. Nosotros, exigentes siempre con nuestro equipo, no queremos perder nunca. Yo soy el primero que sigo agarrando unos cabreos de espanto cuando el equipo pierde. Pero es que esto es un juego e, insisto, los rivales también juegan.

A la impaciencia de los aficionados también contribuyen, y en gran parte, además, los medios de comunicación. Los ceses y cambios en los banquillos siempre han sido muy golosos para una prensa a la que le gusta devorar entrenadores y fichajes. Los medios nunca han dudado en echar leña al fuego cuando las cosas se tuercen. 'Vete ya', 'Fuera' o 'Estás despedido, Manolo', fueron portadas habituales del diario Marca durante el año en el que Manuel Pellegrini dirigió al Real Madrid, en la temporada 2009-10.

Si quien está en el banquillo, además, es persona 'non grata' para la prensa, como sucedió con José Mourinho, la cosa empeora. Los ataques son persistentes con el fin de generar un clima de animadversión hacia el técnico de turno para que, si la pelota no entra, el público dicte sentencia con sus pitos y abucheos. Es lo que hay.

El pasado 12 de marzo, Florentino Pérez compareció en rueda de prensa para desmentir lo publicado por Marca en primera página afirmando que el presidente destituiría a Ancelotti si había debacle en el Camp Nou.

Lo que me preocupa de este asunto es que, con el tramo final de campaña a la vista, ya esté sobrevolando sobre el ambiente la idea de que hay que echar al entrenador... Una vez más. Como si no hubiésemos aprendido nada durante estas últimas décadas, en lugar de esperar a finalizar la campaña para hacer balance y tomar decisiones, lo que sigue imperando es la mentalidad de que hay que quitar y poner entrenadores a medio camino.

Flaco favor se le hace a los profesionales y al Club.

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