miércoles, 3 de septiembre de 2014

UN ARRANQUE DE LIGA FULGURANTE

Se cumplen veinte años del inicio de la Liga 1994-95

Sábado 3 de septiembre de 1994. Tal día como hoy de hace dos décadas ya. Arranca el campeonato de Liga 1994-95 y se televisa el encuentro con el que el Real Madrid de Jorge Valdano se estrena en el torneo de la regularidad. Es una salida y, además, nada sencilla. Jugamos en el Sánchez Pizjuán del Sevilla.

Recuerdo como si fuera ayer aquel partido. Las ganas que tenía de ver al equipo en acción en competición oficial eran enormes. El desasosiego que me había insuflado el equipo durante la temporada 1993-94 había desaparecido. Durante los últimos meses, la llegada de los refuerzos de lujo y la buena pretemporada me habían generado una renovada ilusión. Aquel Madrid me transmitía buenas sensaciones. Tras cuatro años de sequía liguera, mi mayor deseo era que el equipo volviese a recuperar el cetro de la Liga. Para ello había que trabajar duro, jugar bien y dar un buen puñetazo sobre la mesa. Y aquel 3 de septiembre de 1994 lo dimos. Y por la vía rápida.

13 segundos tardó el Real Madrid en ponerse por delante en el marcador aquel choque. La primera jugada de la temporada concluyó en gol tras saque de centro. Seis toques de balón entre cinco jugadores bastaron para que Iván Zamorano, que en menos de tres meses había pasado de desahuciado a titular indiscutible, llevase a la red un balón que le había centrado desde la derecha Michel, como no. Se trataba, además, del gol más rápido en un comienzo liguero en la historia de la Liga en España.

Iván Zamorano, que aquella temporada terminó siendo Pichichi, firmó el 0-2 cuando no se había alcanzado todavía el minuto 5 de partido. Una rápida jugada de ataque del Madrid, pase de Laudrup al chileno y el ariete eleva el balón ante la salida de Unzué para anotar el segundo. Qué manera de empezar la Liga.

Antes de llegar al cuarto de hora el Real Madrid anotó el 0-3. Lo marcó Alfonso, a puerta vacía. Sin embargo, recuerdo que en aquella misma acción, el madrileño cayó lesionado al recibir una dura entrada del sevillista Jiménez por detrás en el momento de realizar el disparo a portería. Mala suerte para el de Getafe, que volvía a jugar un partido oficial después de la gravísima lesión de su rodilla a principios de aquel 1994 y que le privó de ir al Mundial de Estados Unidos.

Alfonso Pérez Muñoz llevaba el dorsal siete a la espalda aquel 3 de septiembre. Aquella iba a ser ya la temporada de su consagración definitiva, ya como titular indiscutible del equipo. Aquella nueva lesión que le llegó tal día como hoy de hace veinte años, sin embargo, cambió el rumbo de su carrera deportiva. Le sustituyó aquel día José Emilio Amavisca, que en principio no apuntaba a jugar mucho en su primera temporada en el Madrid. Sin embargo, el cántabro jugó un muy buen partido aquel día en Sevilla y, cosas del destino, acabó siendo fundamental en la consecución de aquella Liga.

Para complicársele más las cosas al pobre Alfonso, a la eclosión de Amavista se unió, semanas más tarde, la aparición de un nuevo delantero de diecisiete años en la cantera. No hace falta ni que diga su nombre. Supongo que cualquiera que esté leyendo estas líneas sabe a quién me refiero. Pero no adelantemos acontecimientos. Ya habrá tiempo para recordar, dentro de unas semanas, a uno de los jugadores más grandes que han pasado por las filas del Real Madrid. Volvamos al partido de Sevilla.

Con un 0-3 al cuarto de hora, las buenas sensaciones que había transmitido el equipo durante la pretemporada se estaban confirmando a lo grande. Recuerdo estar sentado en el sofá viendo el partido cuando mi padre, ferviente seguidor del Barcelona, llegaba a casa. Me preguntó cómo iba el marcador y yo, con una sonrisa de oreja a oreja y una cara de satisfacción enorme, le pude decir aquello de "vamos 0-3 en quince minutos". Madre mía, qué satisfacción sentí en aquel momento. Qué buenos recuerdos...

El partido estaba más que encarrilado, y además pudo haber llegado algún gol más. En la recta final de la primera parte, Jiménez cometió un claro penalti sobre el incorporado Amavisca. Tarjeta roja para el zaguero hispalense y pena máxima a favor del Madrid. Lo ejecutó Michael Laudrup. ¡Con las ganas que tenía de que se estrenara como goleador con la camiseta blanca! Pero no. El guardameta Unzué, en una brillante intervención, detuvo el disparo desde los once metros. El gol de Laudrup con la camiseta blanca no iba a llegar ese día. Aunque, ahora que lo pienso, era imposible que el danés marcase de blanco porque, en nuestra condición de visitantes, vestíamos de morado aquel día. Estrenábamos la equipación de Kelme en partido oficial, por cierto.

En los primeros compases de la segunda parte, nuevo penalti a favor del Madrid. Y nuevamente sobre Amavisca que, como ya he apuntado, cuajó un grandísimo partido sorprendiendo a los que no apostábamos por él cuando llegó al club aquel verano de 1994. Esta vez, el encargado de ejecutar el lanzamiento fue el especialista del equipo durante tantos años. Michel no falló y el eterno 'ocho' blanco colocó el 0-4 en el marcador.

Aún hubo tiempo para un penalti más. Esta vez a favor del Sevilla, sin embargo. El ex jugador ovetense Bango firmó el tanto del honor del cuadro local al superar a Buyo con su disparo desde el punto fatídico.

No obstante, la victoria no parecía correr peligro y el Real Madrid, con aquel rotundo 1-4, confirmaba que la Liga era un objetivo prioritario. Había hambre, buenos jugadores y mucha ilusión. Los madridistas habíamos recuperado la ilusión de cara a una temporada en la que viviríamos grandes momentos que recordaré aquí en 'Historias del Real Madrid'.

De momento, habíamos empezado muy bien. Aquel partido en Sevilla, del que hoy se cumplen veinte años, demostró que podíamos confiar en el equipo.

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