Durante los cinco años en los que jugó en el Real Madrid, Luis Enrique se dejó la piel por la camiseta blanca. Y para mí, eso basta. No voy a negar que fue uno de mis jugadores preferidos mientras estuvo en el Real Madrid. Por supuesto, lamenté muchísimo su marcha al Barcelona. Posteriormente no comprendí muchos de sus gestos y declaraciones en relación a su antiguo equipo. Pero lo que no se puede negar es que, mientras estuvo en el Club, siempre se entregó al máximo y siempre se vació sobre los terrenos de juego. Tengo guardados y archivados cronológicamente un gran número de reportajes y muchas entrevistas de Luis Enrique. En todas ellas dejó de manifiesto su entrega total a los colores blancos y su madridismo. ¿Quién no recuerda su celebración del gol que le marcó al Barcelona el día del 5-0? Era el cuarto de la noche y el asturiano explotó de júbilo dirigiéndose a la grada para celebrar el tanto con toda la rabia del mundo.
Después, en 1996, pasó lo que todos ya sabemos.
Las televisiones se encargaron, en las previas del Real Madrid-Celta del pasado lunes, de recordar los choques de Luis Enrique con jugadores blancos en los duelos en los que se enfrentó al Madrid siendo ya jugador del Barcelona. Pero es que había hecho lo mismo, aunque al revés, siendo futbolista del Madrid. Era un jugador racial que no eludía el choque y que se enfrentaba con quien hiciera falta defendiendo a su equipo. Sobraron, eso sí, determinados gestos y declaraciones. Lo de que no se veía de blanco "ni en los cromos", por ejemplo. Estaba muy bien de cara a sus nuevos seguidores cuando llegó a Barcelona. Pero creo que sobraba.
Sin embargo, estaba en todo su derecho de elegir su futuro y de jugar donde él considerase que se le pagaba mejor y se le valoraba más. Encontró su sitio. Allí en Barcelona se casó, han nacido sus hijos y es feliz, de lo cual me alegro mucho. Allí empezó su carrera como entrenador... Y todas esas cosas pesan. Pesan y mucho. Recuerdo que cuando era pequeño no me gustaba que un jugador se marchase del Real Madrid. Me daba pena. Me identificaba tanto con los jugadores que vestían la camiseta blanca que me entraban temblores cada vez que escuchaba o leía en la prensa rumores sobre fracasos en las negociaciones de renovación, ofertas de otros equipos... Pero me hice mayor y acabé entendiendo que los futbolistas, ante todo, son profesionales. Un día están en un sitio y otro día pueden estar en otro. Lo que importa es que, mientras estén vistiendo una camiseta, se esfuercen hasta el último segundo por ella. Y para mí, Luis Enrique lo hizo. Y le guste a él o no (y nos guste a nosotros o no) forma parte, también, de la Historia del Real Madrid.
En cualquier caso, me agradó mucho el detalle de que accediera a firmarme las camisetas y me dedicara una postal con él ataviado con el uniforme blanco del Real Madrid. No es tan fiero como parece...
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