Victoria 3-2 en el derbi frente al Atlético de Madrid de la temporada 1991-92
Vamos a ver... Quizás no sea un partido de esos que se recuerdan de manera especial en la Historia del Club. Pero, para mí, a nivel personal, aquel derbi con el Atlético de Madrid que se disputó el 16 de mayo de 1992 fue muy especial. Muy especial. Para mí, aquel partido significó la antesala de un punto y aparte como aficionado al fútbol y como aficionado del Real Madrid. De hecho, yo lo considero el último partido de mi infancia.
Se jugó tal día como hoy de hace veinticinco años. Un cuarto de siglo ya... El choque concluyó con un marcador de 3-2 favorable al Real Madrid y conservo muy gratos recuerdos de aquella jornada. Por ese motivo quería dedicar una entrada a ese partido aquí en 'Historias del Real Madrid'. La he titulado El final de la inocencia. Luego, al final, explicaré por qué...
Aunque seguía siendo un crío ya no era un niño. No obstante, en aquella época, hace ya un cuarto de siglo, no estaba bien visto que los menores entráramos en los bares. No era lo propio. No estaba bien visto. Sin embargo, había un bar en mi calle que contaba con una zona de juegos. Era un bar bastante amplio y a un lado disponía de una mesa de billar, un futbolín y una máquina recreativa. Fueron años inolvidables de partidas a juegos como el Black Dragon, Blood Bros, Street Fighter II, Captain Commando... Toda la cuadrilla de amigos del barrio pasamos muchas horas los sábados a la tarde en aquel bar jugando en la máquina y el futbolín. Curiosamente, el billar ni lo llegamos a tocar. Era un juego... 'de mayores'.
Y precisamente encima del billar estaba colocado el televisor, en una esquina, de tal manera que la pantalla era visible tanto para los que estábamos en la zona de juegos como para los 'mayores' que estaban a la barra. Y una cosa que recuerdo con cariño de aquellos sábados del año 1992, mientras jugábamos en la recreativa, era ver los partidos de fútbol que se emitían en abierto a la tarde-noche. Sobre todo los del Real Madrid, claro. También llegué a ver alguno de los emitidos los domingos por Canal Plus. Juraría que el primero que vi del canal de pago fue el del empate 2-2 frente a la Real Sociedad en Atocha, con goles de Butragueño y Hagi.
El 16 de mayo de 1992 era sábado, no se me olvida. Nos acercábamos poco a poco a junio y con el horario de verano a las 20.00 horas todavía era de día y había sol. Era la hora a la que comenzaba el Real Madrid-Atlético. Y mientras unos estaban preocupados por pelearse con el joystick y aporrear los botones de la recreativa otros estábamos más pendientes de la pantalla de televisión para ver el partido de fútbol...
Liga en juego
El choque fue un derbi con mayúsculas. Suele recordarse el final de la Liga 1991-92 como un mano a mano entre el Real Madrid y el Barcelona. Sin embargo, no fue exactamente así. El Atlético de Madrid, con Luis Aragonés en el banquillo, estaba metido de lleno en la pomada. No sólo eso. Es que en aquel derbi del 16 de mayo de 1992 los rojiblancos visitaban el Santiago Bernabéu como segundos clasificados. Era la jornada 35 y el Madrid era líder con 49 puntos. El Atlético era segundo con 48 y el Barcelona tercero con 47 puntos. Por ese motivo, aquel derbi parecía una Final. Daba la sensación de que quien ganara el encuentro sería el Campeón. Craso error... Pero bueno. De eso ya escribiré otro día...
Aquel Atlético de Madrid infundía mucho respeto. Recuerdo aquellos derbis de principios de los noventa como duelos complicadísimos. Los colchoneros, con su mítica equipación con el sponsor de Marbella en el pecho, fueron Campeones de la Copa del Rey 1990-91 y lo serían de nuevo en aquella campaña 1991-92 precisamente frente a nosotros. Tenían un auténtico equipazo con jugadores como Paolo Futre o Schuster, al que el Real Madrid no debió dejar marcharse. En la portería estaba Abel Resino, que aún tenía reciente el récord que había conseguido un año antes, en la temporada 1990-91, cuando logró permanecer 1275 minutos sin encajar un gol. También estaban en el equipo clásicos rojiblancos y del fútbol español como Tomás, Soler, Toni, Solozabal, Vizcaíno, Donato, Aguilera... Sí. Las cosas como son. El Atlético de Madrid tenía un señor equipo. Luis Aragonés dirigía desde el banquillo.
El partido también iba a ser un duelo entre los dos máximos anotadores de la Liga en aquellos momentos: Manolo, que encabezaba la clasificación del Pichichi, y Fernando Hierro, que con Beenhakker seguía jugando en las posiciones adelantadas en las que le había reubicado Radomir Antic. De hecho, en aquel derbi Hierro volvió a jugar con el dorsal 9 a la espalda, igual que el día de los siete goles al Español.
Duelo de alternativas
Y sería Manolo el autor del primer gol del partido. Un gol que llegó relativamente pronto. Tras un toma y daca inicial entre ambas escuadras los colchoneros tomaron la delantera. Futre recibió un balón pegado a la banda derecha del ataque rojiblanco. Sanchís salió a cortarle y se lanzó al suelo pero el portugués le superó y corrió a toda velocidad al área llegando a la línea de fondo. La verdad es que fue una jugada un tanto extraña porque la defensa del Madrid estaba totalmente descolocada hasta tal punto que tuvo que ser Míchel quien tratara de ayudar a Chendo a cubrir el centro del área de la meta de Jaro. Futre, desde el fondo, envió al centro del área y Manolo recibió el esférico un poco más adelante del punto de penalti para cruzar a puerta vacía y colocar el 0-1 en el marcador.
El gol fue un jarro de agua fría. La línea defensiva blanca no parecía estar muy acertada y en el centro del campo faltaba algo de consistencia. Perdíamos balones y parecía que el Atlético nos iba a hacer mucho daño. Sobre todo en jugadas al contragolpe. Si a eso le sumábamos que ya estábamos por detrás en el marcador, el panorama no parecía muy halagüeño, no...
Afortunadamente para nosotros la cosa fue mejorando poco a poco... El Real Madrid consiguió empatar en el minuto 20 tras una jugada en la que participó de manera muy activa Luis Enrique. Míchel, desde el centro, lanzó un balón a la banda derecha donde recibió el delantero asturiano, que tocó para elevar el esférico con un pequeño globo y hacerse un autopase. Luis Enrique entró en el área y pasó al centro, por donde se incorporaba Butragueño. El Buitre cruzó a la izquierda y el balón superó a Abel, pero pegó en el palo. El rebote quedó muerto con la portería vacía y Luis Enrique, que había seguido la jugada, estuvo atento para empujar a las mallas y establecer el empate.
La celebración de Luis Enrique fue muy efusiva, corriendo, saltando y lanzando el puño al aire. Muchas de las fotografías que suelen publicarse actualmente de Luis Enrique como jugador del Real Madrid con la camiseta blanca pertenecen a aquel partido y, en concreto, a la celebración de ese gol. Recuerdo lo mucho que me alegré con aquel tanto. Luis Enrique firmó ese día una gran actuación. Además del gol creó mucho peligro moviéndose por las bandas en ataque. Jugó con el número 11 a la espalda. Me encantaba la entrega y las ganas que le ponía a los partidos. En su primera campaña como jugador merengue, pese a que sólo marcó cinco goles, se convirtió en uno de mis jugadores favoritos del equipo. Y en parte lo consiguió con actuaciones como la de aquel derbi frente al Atlético de Madrid. Sí, ya sabemos todos qué rumbo terminó teniendo la carrera de Luis Enrique. Pero bueno, estamos recordando 1992...
Desde el gol y hasta que llegó al minuto 45, el Madrid fue de menos a más. El centro del campo se fue entonando con Hagi moviéndose como quería tratando de llevar peligro. El Atlético estaba bien plantado. Quizás no estaba siendo un partido muy vistoso en cuanto a juego. Hubo muchas faltas e interrupciones, quizás porque los dos equipos sabían lo que se estaban jugando y los futbolistas entraban a sus rivales de manera contundente. No fue un partido violento, que conste. Pero sí que se jugó con mucha garra e intensidad.
Entra Maqueda
Beenhakker efectuó su primer cambio en el descanso. Sanchís se quedó en vestuarios y saltó al terreno de juego en su lugar Juanjo Maqueda, que terminaría siendo decisivo. Muy decisivo... Pero antes tocó el turno de ver un nuevo gol de los de Luis Aragonés. Sí. El marcador se volvió a mover en el minuto 55. Disponía el Atlético de un saque de esquina y Futre se preparaba para botar el balón desde el banderín de la derecha. Luis Aragonés, sin embargo, decidió en ese mismo momento retirar a Sabas para dar entrada a Aguilera. Futre sacó el córner, la defensa blanca despejó fuera y Schuster, en las inmediaciones del área, amortiguó la pelota para que quedara en los dominios, precisamente, de Aguilera. Y desde allí mismo, con un potente chut ajustadísimo al palo derecho, el recién incorporado acertó a batir a Jaro anotando el 1-2. No le pudo salir mejor el cambio a Luis Aragonés.
El Atlético de Madrid volvía a ponerse por delante, por segunda vez, y aquello era un duro golpe. Si los rojiblancos ganaban el partido se colocaban líderes arrebatándole el primer puesto al Real Madrid. Aguilera entró con fuerza al duelo. Sólo unos pocos minutos después consiguió dejar otro balón con mucho peligro a Manolo, pero esta vez Jaro detuvo el disparo con acierto.
El Real Madrid necesitaba reaccionar. En el minuto 69 Juanjo Maqueda se incorporó con acierto para robar un balón a Manolo no muy lejos del área de los visitantes. El canterano cedió a la derecha para Butragueño. Emilio, ante la salida de Abel, consiguió superar al guardameta con un hábil y certero disparo a media altura para establecer el empate de nuevo y llevar el delirio a las gradas. Ese 2-2 era muy importante puesto que anulaba la ventaja del Atlético y dejaba las cosas como al principio, es decir, con el Real Madrid líder.
Recuerdo que el gol le dio alas al Real Madrid y el equipo se vino arriba en todos los aspectos. Psicológicamente el tanto del empate le afectó al Atlético de Madrid, que quedó a merced de los de Beenhakker, mucho más frescos en ataque desde la entrada de Alfonso por Milla. Parecía más cerca el 3-2 que el 2-3. Y el tanto del Madrid bien pudo haber llegado en un magnífico servicio de Míchel a Hagi que, en carrera, se quedó solo delante de Abel. El juez de línea, de manera incomprensible, levantó la bandera señalando un fuera de juego inexistente. El rumano llevó el balón a las redes, pero la jugada ya estaba invalidada por el colegiado Urio Velázquez.
Las sensaciones, en cualquier caso, eran buenas. Y los buenos presagios se acabaron confirmando. En el minuto 75 el colegiado pitó una falta cometida por Schuster sobre Hagi. Era lejana. Varios jugadores blancos aguardaban dentro del área. El balón lo puso en movimiento Fernando Hierro, que parecía que iba a colgar a la olla... Pero no. Lo que hizo fue cederla en corto a Maqueda. El defensa soltó un tremendo disparo... ¡Y gol!
¡Qué alegría! ¡Qué tensión! Recuerdo el grito que pegué con el gol de Maqueda, con
los brazos en alto. Era un partido de Liga, no era una final. Pero las
sensaciones que desprendía aquel encuentro sí que tenían cierto aroma a
final... Las victorias por aquella época valían dos puntos y esos dos
puntos frente al Atlético de Madrid resultaban trascendentales.
Mantenían al Real Madrid en lo más alto de la clasificación y dejaban al
Atlético tres puntos por detrás con sólo tres jornadas por delante para
la conclusión de la Liga.
A Juanjo Maqueda siempre le recuerdo, sobre todo, por ese gol que marcó en el derbi del Bernabéu de la temporada 1991-92. Por ese gol. Son recuerdos inolvidables de aquel partido. Como las imágenes de la celebración de Hagi justo después del 3-2. El rumano, otro de mis ídolos de la época, celebró el tanto junto al banquillo y el cuerpo técnico, levantando los brazos en un gesto que captó la televisión perfectamente y que se me ha quedado grabado en la memoria.
Nos habíamos puesto por delante en el marcador por primera vez. El empate hubiera sido bueno, pero el triunfo era magnífico para nuestros intereses, claro. Había que aguantar por delante los últimos quince minutos. El Atlético, como no podía ser de otra forma, iba a pegar el arreón final puesto que la derrota le dejaba algo descolgado en la lucha por el título.
Pero no hubo más goles. El encuentro concluyó con el 3-2 favorable al Real Madrid. Un triunfo muy épico. Un partidazo de alternativas, con el Atlético adelantándose dos veces y remontada final del conjunto blanco. Una victoria de las que deja buen sabor de boca, en definitiva.
El triunfo había sido tan importante que desató cierta euforia entre los aficionados. Sinceramente, reconozco que ya veía al Real Madrid como Campeón de Liga. Ni remotamente pensaba que aquello se nos pudiese escapar. Desde que el Real Madrid había cesado a Radomir Antic el equipo había ido dejándose demasiados puntos por el camino, especialmente en los encuentros disputados fuera del Bernabéu. Sin embargo, aquel triunfo frente al Atlético de Madrid fue una inyección de moral tremenda. Si le habíamos ganado al segundo clasificado, la cosa tenía que estar ya medio hecha. ¿Verdad?
Qué equivocado estaba... Aquella misma jornada 35 de Liga el Barcelona doblegó al Mallorca 3-0 y, aprovechando la derrota del Atlético de Madrid en el Bernabéu, se colocaba segundo en la clasificación a dos puntos del Real Madrid. Quedaban sólo tres jornadas... Y ya sabemos lo que terminó pasando y cómo acabó aquella Liga en Tenerife.
Aquel partido de Tenerife significó un punto de inflexión para mí como aficionado del Real Madrid. Pero ya escribiré con detalle al respecto dentro de unas semanas. En esta ocasión prefiero recordar sólo lo que viví tal día como hoy de hace veinticinco años. Y tal día como hoy de hace veinticinco años yo no pensaba en negativo. Pensaba en positivo. El fútbol era una fiesta. Era alegría. El fútbol era algo con lo que disfrutar. Y aquel 16 de mayo de 1992 disfruté. Sí. Aún era un crío y, de manera muy inocente, no pensaba ni por asomo que pudiésemos perder la Liga. Esa es la razón por la que he titulado a esta entrada del blog 'El final de la inocencia'. Porque aquel fue el último gran partido que disfruté con una mentalidad positiva. La mentalidad positiva que me había acompañado desde niño, cuando no sufría por el fútbol. Cuando no me llevaba disgustos por ver perder al equipo. Todo cambiaría por completo tres semanas más tarde. Pero el 16 de mayo de 1992 yo fui muy feliz. Tal y como apuntaba en el primer párrafo, recuerdo aquel día y aquel partido como mi último partido de la infancia. Mi último gran partido...
Hay un detalle que no se me ha olvidado y que lo sigo recordando con total nitidez veinticinco años después. Al final del encuentro, consumada la victoria sobre nuestro adversario deportivo, los jugadores del Real Madrid se acercaron a la grada para lanzar sus camisetas al público. La alegría era mayúscula. Alegría entre los jugadores, alegría en el público del Bernabéu, alegría entre los aficionados que habíamos seguido el partido a través de la televisión... Cuando llegué a casa, minutos después de la conclusión del encuentro, me puse a contarle el partido a mi madre. Orgulloso. Como si yo mismo hubiese sido uno de los jugadores. Como si el gol de Maqueda lo hubiese marcado yo. Y recuerdo que le incidí mucho en aquel gesto que tanto me había gustado. El de los futbolistas lanzando al público sus camisetas. Me acuerdo mucho de aquel detalle y recuerdo con mucho cariño ese momento contándoselo a mi madre...
REAL MADRID: Jaro, Chendo, Sanchís (Maqueda, 45'), Rocha, Villarroya, Míchel, Hierro, Milla (Alfonso, 68'), Hagi, Butragueño y Luis Enrique.
ATLÉTICO DE MADRID: Abel, Tomás, Juanito, López, Toni Muñoz (Soler, 24'), Schuster, Vizcaíno, Solozabal, Manolo, Futrey Sabas (Aguilera, 54').
GOLES:
0-1 min. 6 Manolo
1-1 min. 20 Luis Enrique
1-2 min. 55 Aguilera
2-2 min. 69 Butragueño
3-2 min. 75 Maqueda
El 15 de mayo de 2002 el Real Madrid consiguió La Novena Copa de Europa
Es increíble cómo pasa el tiempo de rápido. Qué fresco lo tengo todo en la memoria. Parece que fue hace unos pocos años... Y sin embargo hoy se cumplen quince. Tal día como hoy, 15 de mayo, del año 2002 el Real Madrid consiguió La Novena. Hoy se cumplen quince años de aquel inolvidable gol de Zinedine Zidane. Posiblemente el más bonito que yo haya contemplado por la belleza de su ejecución y por lo que significó. Un gol que suponía una nueva Copa de Europa para el Club.
Los madridistas tuvieron que esperar 32 años para ver a su equipo ganar su Séptima Copa de Europa. Pero tras La Séptima llegó La Octava y tras La Octava llegó La Novena. Fue algo increíble. En un periodo de cinco temporadas conseguimos tres Champions League. Fue un periodo inolvidable de máxima alegría en las competiciones europeas que nos llevó de nuevo a la élite futbolística continental.
El camino hacia La Novena arrancó un día de infausto recuerdo a nivel mundial. El 11 de septiembre de 2001, pocas horas después del derrumbe tras los atentados del World Trade Center, el Real Madrid jugó en el Olímpico de Roma un encuentro que estuvo a punto de suspenderse por lo que estaba sucediendo en Nueva York. Finalmente, el partido se jugó y el equipo blanco se impuso al AS Roma por 1-2 con goles de Figo y Guti. Fue el primer encuentro de aquella liguilla previa en la que también nos enfrentamos al Locomotiv de Moscú y al Anderlecht belga. El Madrid accedió a la liguilla de la segunda fase, en la que los rivales fueron el Sparta de Praga, Panathinaikos y Oporto.
En Cuartos de Final nos encontramos, una vez más, con el Bayern de Múnich. Dos años antes habíamos eliminado a los alemanes con los goles de Anelka en las semifinales camino de La Octava y un año atrás habían sido los teutones los que nos habían eliminado a nosotros en semifinales. Esta vez, el cruce con los bávaros era en Cuartos. En la ida nos pusimos por delante 0-1 con un tempranero gol de Geremi. Sin embargo, los anfitriones remontaron el marcador en las postrimerías con dos tantos de Effenberg y Pizarro en los minutos 82 y 88. Tocaba remontar en la vuelta. Otra gran noche europea para el equipo que dirigía Vicente Del Bosque. Y triunfo del Real Madrid 2-0 con goles de Iván Helguera y Guti. No se me olvidará en la vida los nervios que pasé en aquel partido. Sobre todo en la recta final...
Estábamos en Semifinales. Y el rival no podía ser más morboso. El Fútbol Club Barcelona. Aquello no podía ser bueno para mis nervios. Sin embargo, el encuentro de ida nos dejó un triunfo en el Nou Camp que no podré olvidar nunca. 0-2 con goles de Zinedine Zidane y Steve McManaman. Recuerdo con muchísimo cariño aquel tanto de Zizou elevando la pelota por encima de Bonano. Pero, sobre todo, no olvidaré nunca el segundo, el 0-2 de McManaman y mi celebración, de rodillas en el salón y levantando los brazos como si yo mismo hubiera sido el autor del gol. Un gol que llegó en el descuento y que suponía una magnífica ventaja de cara a la vuelta. Un tanto que merecía ser celebrado por todo lo alto. La vuelta, en Madrid, concluyó con empate 1-1. Nos adelantamos con aquel golazo de Raúl por toda la escuadra a poco del descanso. En el segundo periodo los azulgranas igualaron el marcador con un gol en propia puerta de Helguera. Pero el global era favorable a nosotros 3-1. ¡Estábamos en la Final!
En su primera campaña como jugador blanco Zinedine Zidane había sido decisivo en semifinales con su gol en Barcelona. Pero lo iba a ser mucho más en el encuentro más decisivo de la competición...
La Final
El partido se disputó, tal y como venimos recordando, el 15 de mayo de 2002 en Glasgow. Allí, en el Estadio Hampden Park, el Real Madrid había conseguido adjudicarse su quinta Copa de Europa. Fue en 1960, frente al Eintracht Frankfurt, al que se doblegó 7-3 en una histórica final que se considera la mejor de toda la historia de la competición. Cuarenta y dos años después sería otro equipo alemán el que se mediría contra nosotros por el gran cetro continental. El Bayern Leverkusen. Si en 1960 fueron Di Stéfano y Puskas los grandes protagonistas con sus goles y sus actuaciones individuales, en 2002 iba a ser Zinedine Zidane el que se llevara todos los focos...
Aquel año 2002 había Mundial y las competiciones concluyeron semanas antes de lo que suele ser habitual. Unos días antes de disputarse la Final de la Copa de Europa había terminado la Liga. El Real Madrid concluyó en tercera posición de la tabla por detrás de Valencia y Deportivo y por delante del Barcelona, cuarto. En la Copa del Rey habíamos caído en la Final disputada en el Santiago Bernabéu frente al Deportivo. Habíamos ganado la Supercopa de España a comienzos de aquella temporada 2001-02. Pero el Real Madrid tenía la gran oportunidad de hacer algo grande... La Champions League era el regalo más deseado para celebrar el Centenario del Club.
El partido
Vicente Del Bosque dispuso el siguiente once titular aquel miércoles 15 de mayo de 2002. César, Michel Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos, Makelele, Figo, Solari, Zidane, Raúl y Morientes. Por delante noventa minutos para alcanzar la gloria... Había que ganar y el Real Madrid se puso manos a la obra. Nos adelantamos 1-0 bien pronto. A los ocho minutos...
Fue en un saque de banda de Roberto Carlos. No se suele recordar mucho el detalle, pero el brasileño hizo gala de una fuerza descomunal en sus brazos a la hora de poner el juego el balón. Estaba casi en el centro del campo y la pelota hizo una impresionante parábola para botar muy cerca del pico izquierdo del área rival y entrar en las inmediaciones de la portería alemana. Raúl, muy atento a la jugada, se había metido corriendo para conectar con el balón. Raúl golpeó con la zurda para cruzar el esférico. No iba muy fuerte, pero Butt no acertó a detener el cuero y la pelota entró rasa a gol. El Real Madrid se ponía por delante.
La alegría no duró mucho. El Leverkusen empató el partido justo antes de alcanzarse el primer cuarto de hora de partido. Lo hizo a balón parado. Los germanos botaron una falta desde la izquierda y Lucio se anticipó a Hierro para rematar de cabeza y superar casi a bocajarro, por alto, a César.
Con el 1-1 los dos equipos siguieron trabajando para desnivelar el marcador. Y fue el Real Madrid el que lo consiguió gracias a un gol que ya es absolutamente legendario... Sí. Antes de alcanzarse el descanso asistimos a uno de los momentos más bellos de la Historia de la Copa de Europa. Una genialidad propia de un genio. Desde mi modesto punto de vista, lo más bonito que he visto sobre un campo de fútbol...
La volea
Era el minuto 45. Santiago Solari controló un balón por banda izquierda mientras Roberto Carlos, como siempre, ya corría por la banda como una locomotora. El balón, que iba por alto, botó tomando cierta altura, puesto que el argentino lo había lanzado con fuerza. Roberto Carlos, acosado por un defensa del Leverkusen, metió la puntera para centrar. Lo hizo por arriba, con un enorme globo. El balón cogió altura y cayó del cielo. Prácticamente en la línea que delimitaba el área, aguardaba el receptor, Zinedine Zidane. El francés no dejó botar el balón. Empaló el balón de primeras... Y le salió la volea perfecta. La volea PERFECTA. A la misma escuadra. Golazo. ¡Menudo golazo!
No me lo podía creer. Increíble. Absolutamente increíble. En la retransmisión de la televisión, en las radios... Cualquier exclamación se quedaba corta para describir lo que acabábamos de contemplar. "Viva la madre que te parió, Zidane".
Un gol de los llamados 'psicológicos'. Justo antes del descanso. Zidane firmó una maravilla para ponernos por delante en el marcador y colocar al Real Madrid en disposición de llevar a sus vitrinas una nueva Copa de Europa.
Pero quedaba la segunda parte y la cosa no iba a resultar sencilla. Todo lo contrario. En el minuto 66 el guardameta titular, César, se torció el pie al caer en una salida. No pudo seguir y tuvo que dejar su puesto a Iker Casillas. El canterano terminó siendo el otro 'héroe' de la noche con sus intervenciones. Especialmente en los últimos compases del partido. Lógicamente, al Leverkusen no le quedó más remedio que quemar las naves y se lanzó a la desesperada en busca de un gol para igualar el marcador. Fueron minutos de nervios y agobio. Los alemanes apretaron y Casillas salvó bajo palos lo que le echaron. Sobre todo dos balones a bocajarro que el portero rechazó. Ahí también se ganó la Champions League...
Con el pitido final, la euforia. Otra vez éramos Campeones de Europa. Y por Novena vez. El Real Madrid hizo Historia una vez más. Y uno de sus jugadores también. Aquella Novena Copa de Europa estará por siempre ligada a un jugador y un gol. Zinedine Zidane y su volea.
Quince años después me sigue fascinando aquel gol. No sé cuántas veces lo habré visto ya. Cuando pienso en la Champions League lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de Zidane empalando a gol en Glasgow. No lo puedo evitar. Por muchos años que pasen, ese gol no lo olvidaré nunca. Siento un orgullo enorme cada vez que lo veo. Me siento feliz y orgulloso de que Zinedine Zidane marcase ese gol en una Final de la Champions League con la camiseta del Real Madrid.
REAL MADRID: César (Casillas, 67'), Michel Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos, Makelele (Flavio, 73'), Figo (McManaman, 61'), Solari, Zidane, Raúl y Morientes.
BAYERN 04 LEVERKUSEN: Butt, Sebescen (Kirsten, 65'), Zivkovic, Lucio (Babic, 90'), Placente, Schneider, Ramelow, Ballack, Basturk, Brdaric (Berbatov, 38') y Neuville.
GOLES:
1-0 min. 8 Raúl
1-1 min. 14 Lucio
2-1 min. 45 Zidane
El conjunto blanco jugará su segunda Final consecutiva tras eliminar al Atlético de Madrid
Estaremos en Cardiff. El Real Madrid ha certificado esta noche su pase a la Final de la Champions League 2017 tras eliminar al Atlético de Madrid en las semifinales. Será la segunda consecutiva para el equipo blanco, que ganó el año pasado en Milán, precisamente frente al conjunto colchonero. La cita, ya marcada en el calendario de todos los madridistas, será el próximo sábado 3 de junio en la capital de Gales. El Madrid tratará de repetir título.
El conjunto de Zinedine Zidane, que se impuso con autoridad 3-0 en la ida de las semifinales, ha caído hoy 2-1 frente a un Atlético de Madrid que consiguió ponerse 2-0 en el primer cuarto de hora con goles de Saúl y Griezmann de penalti. El cuadro madridista, sin embargo, consiguió recortar diferencias antes del descanso con un tanto de Isco tras espectacular jugada de Karim Benzema por línea de fondo. El gol dejaba la eliminatoria prácticamente sentenciada por el valor doble de los goles fuera de casa y por la contundente ventaja de la ida. El global de las semifinales, 4-2 favorable al Real Madrid.
El rival ya lo conocíamos ayer. La Juventus. Se ganará o se perderá. Ya lo veremos. Pero nadie nos pueden quitar ahora mismo la satisfacción de volver a ver a nuestro equipo en una gran Final de la máxima competición continental. Sin duda, una gran alegría. Estos buenos momentos hay que saborearlos y disfrutarlos. Son citas y momentos que se echan en falta en los periodos de vacas flacas.
Aún no se ha conseguido nada. Sin duda, un reto dificilísimo el que tenemos por delante. Volver a ganar la Champions League y convertirnos en el primer club que consigue encadenar dos triunfos consecutivos desde que se instauró el actual formato de la competición. Será complicadísimo. Pero, de momento, nos hemos ganado el derecho de poder estar allí. El Real Madrid peleará por La Duodécima. Ojalá tengamos suerte...
El portugués sigue agrandando su leyenda con una magistral actuación en Champions League
Otra mágica noche europea para el Real Madrid. No sabemos cómo acabará la cosa, pero en cualquier caso magnífico resultado el cosechado ayer por el equipo blanco en la ida de las semifinales de Champions League. El conjunto de Zidane se impuso 3-0 al Atlético de Madrid y encarrila el pase a la Final. No hay que confiarse. Queda la vuelta. Pero el primer 'round' salió a la perfección para nuestros intereses. Portería a cero y tres goles de ventaja. Y todo ello gracias a la grandísima actuación de todos nuestros jugadores. Aunque, no podemos obviarlo, destacó una vez más el de casi siempre. Cristiano Ronaldo. Otro 'hat trick' para el siete portugués. Segundo consecutivo en la competición.
Después de marcarle cinco goles al Bayern de Múnich en los cuartos de final, Cristiano ha vuelto a demostrar que atraviesa un buen momento anotando otros tres goles. Ocho goles en los últimos tres partidos de Champions League. En total, ya acumula diez goles en la presente edición. Y esperemos que caigan más... Con el 'hat trick' de ayer Cristiano Ronaldo alcanza los 400 goles con el Real Madrid en competición oficial. Según algunos medios lleva 399 debido al asunto aquel del gol de la discordia frente a la Real Sociedad.
Los tres goles al Atlético, además, le otorgan otro récord a Cristiano Ronaldo, el de ser el jugador con más goles en semifinales de Copa de Europa. Supera así, con 13 tantos, a otra leyenda del madridismo, Don Alfredo Di Stéfano, que llegó a los 11 goles. Además, es el primer jugador que marca diez o más goles en Copa de Europa durante seis ediciones consecutivas. Después de convertirse, en la eliminatoria con el Bayern, en el primer jugador en alcanzar la barrera de los 100 goles en Champions League, ayer el portugués dejó su cuenta personal en la competición en 103 dianas.
Pese a la edad y a que es evidente que el físico ya no puede ser el mismo que el de temporadas anteriores, Cristiano Ronaldo sigue siendo el referente ofensivo del Real Madrid. Llevo tiempo defendiendo que si pegado a la banda o como extremo quizás su rendimiento ya no es el de antaño, como delantero centro aún nos puede brindar grandes actuaciones. Lo que no se puede negar es que Cristiano Ronaldo tiene gol, y eso en el fútbol es muy importante. Trascendental. Y hay que aprovecharlo mientras se pueda.
El triunfo de ayer frente al Atlético de Madrid no sólo le trae cifras redondas a Cristiano Ronaldo. El partido de anoche supuso la victoria número 300 del Real Madrid en competiciones europeas. En concreto, son 244 en Copa de Europa, 33 en la Copa de la UEFA, 16 en la extinta Recopa, 4 en la Copa Latina y 3 en la Supercopa de Europa. En la actualidad, el Real Madrid acumula quince partidos consecutivos sin perder en Europa. Desde que caímos 2-0 con el Wolfsburgo no lo hemos vuelto a hacer. Y ojalá siga la racha, claro...