Preparador físico del Mérida 1991-92, acompañaba a Juan Gómez aquella noche del 2 de abril de 1992
"JUANITO ERA UNA PERSONA QUE TENÍA UN HALO ALREDEDOR. ME ACUERDO DE ÉL TODOS LOS DÍAS"
Manuel Jiménez 'Lolino' (Mérida, 02-03-1964) fue el preparador físico del Mérida con Juanito de entrenador. Juntos compartieron codo con codo aquellos 141 días en los que el de Fuengirola estuvo al frente del conjunto emeritense. Los 141 días que dieron título a la obra en la que Lolino recuerda muchos pasajes de aquellos intensos meses de relación profesional y personal que tanto le marcaron. Como sucedió con todos los que le conocieron en vida, Juanito le dejó huella imborrable.
Historias del Real Madrid: ¿Qué imagen tenías de Juan antes de empezar a trabajar con él en el Mérida?
Lolino: Yo
hice INEF. Hice Ciencias del Deporte en Madrid y entonces le
conocía a él porque el profesor que nos daba clase de teoría y práctica
de entrenamiento deportivo era Fernando de Mata, que era el preparador físico del Real Madrid. A partir de ahí tuvimos una relación que iba más allá
de lo que era la pura que se daba en las clases. También le
ayudaba a él en algunas cosillas fuera de allí. Y a partir de ahí, entonces, conocí
a Juan. Y por la tienda que tenía de deportes. Y porque en clase también estaba Adolfo Aldana, que también era compañero. Con lo cual, la relación con él venía de varios sitios.
HDRM: Entonces, ya le conocías antes de vuestra etapa en el Mérida.
L: Bueno, nos conocíamos más que nada por referencias. El hecho de que yo hablara con él cuando llegó a Mérida era porque me conocía de referencias que le pidió a Fernando de Mata. Fernando le dijo que me conocía un poco de las clases que me había dado y por lo que había trabajado con él. Le parecía que, ya que él no podía salir de Madrid y dejar el INEF, como yo era de allí y conocía un poco todo, le vendría bien.
HDRM: Es ahí, por tanto, donde empezáis vuestra relación profesional.
L: Exactamente. El primer día de entrenamiento yo llegué al equipo de mi pueblo, con la ilusión del equipo en Segunda. Todo el mundo íbamos al campo, veíamos jugadores, veíamos rivales... Yo apuntaba todo el tema de estadísticas. Además, era una cosa que siempre me gustaba. Y entonces, cuando llegué, sabiendo que le conocía y que necesitaba un preparador físico y que no tenía equipo técnico, pues me fui al hotel. A través de Santos González, que era el representante, pedí una cita, hablé con él. Le entré bien. Me dijo, más o menos, que "me veía los ojos y que no pestañeaba"... Tenía que ir a Bilbao, porque el primer partido era en Bilbao. Estaba un poco desembarcando... Pero, bueno, que al día siguiente tenía que comentarlo con alguien... Luego me dijo que había sido con Fernando de Mata. Me dijo que tomaría una decisión al día siguiente.
HDRM: Y Juanito decide llevarte con él.
L: Hubo una frase que me quedó marcada. "Esto es un barco y todos vamos en el mismo sentido, todos tenemos que remar. Aunque yo sea el capitán, tú eres uno más". Para un joven de 28 años, de allí del pueblo, de Mérida, que estés con una persona como Juan, que lo ha sido todo en el fútbol, y que en la primera conversación que tienes con él se entregue como se entregó, para mí fue... No te lo puedes ni imaginar.
HDRM: ¡Te ganó ya desde el primer minuto!
L: Sí, sí, claro... Bueno... Me hubiera ganado aunque me hubiera dicho que 'no', ¿sabes? ¡Ya me tenía ganado de siempre, porque era genio y figura!
HDRM: ¿Cómo era Juan? ¿Cómo le recuerdas?
L: Pues mira, yo la imagen que tengo... Hay varias. Hay varias... Hay una imagen de entrenador. Otra de la persona con problemas, con problemas económicos, con problemas familiares... Problemas que estaban latentes ahí. Pero luego estaba el amigo. Como entrenador era un hombre que estaba empezando, igual que estaba empezando yo, con unas ideas muy claras de lo que quería hacer. Tenía un decálogo, que lo tengo puesto en mi libro, donde decía que prefería ganar 5-4 antes que 1-0... Cosas así... Y eso lo transmitía. Era un apasionado del fútbol. Le costó trabajo esa transición de jugador a entrenador. Le costaba. Él me decía que le apetecía el olor a césped, la hierba... Era uno más, en los rondos era uno más. Participaba como un psicólogo. Siempre muy pendiente de la gente que no jugaba, siempre dándoles charlas... Que no era necesario darlas, pero él siempre se las daba. Y luego está la imagen de la persona. Era una persona muy cercana. Lo daba todo. ¡Todo! Cuando te digo todo, es todo. Lo daba todo, pero a la vez era tan sencillo que, por ejemplo, le apetecía cenar en casa unos huevos fritos con patatas y chorizo más que otras cosas... Era un hombre muy cercano y que te daba todo. Tenías la sensación de que, cuando te hablaba, lo que te estaba diciendo era cierto. Nunca me dejó pagar una cerveza, con eso te digo suficiente. Solamente con la mirada ya ni se me ocurría sacar la cartera porque sabía que iba a perder. Pero luego, fíjate, era una persona que tenía un imán para lo bueno y para lo malo... Se le acercaba la gente... Y ese es el problema que ha tenido él. Ayudaba a gente que verdaderamente lo necesitaba. Pero también había otros que... Pues, bueno... Se aprovecharon de él mucho.
HDRM: Todos comentáis que fue una constante en su vida. Se entregaba a todo el mundo.
L: La constante suya era ésa, sí. Es que no tenía nada suyo. Era muy generoso. Muy generoso. Si hacía frío y había alguien vendiendo cupones y le quedaba mucho por vender, pues se los compraba. Un día, con un frío impresionante, le compró todos los cupones a una vendedora para que se fuera para casa.
HDRM: Esa historia es impresionante... Es un detalle, sin duda, de cómo era Juan como persona.
L: Generoso. La palabra que le define es generoso.
HDRM: Durante esos meses, las anécdotas con él serían tremendas...
L: Pues a diario, a diario... Muchas. Era muy de bromas. Era muy andaluz, de estar haciéndote bromas todo el tiempo. Por ejemplo estabas en la ducha y, al salir, te echaba el jabón otra vez. O estás a punto de secarte y te volvía a echar champú en la cabeza...
HDRM: También tenía sus manías...
L: Era una persona muy supersticiosa. Si había algo que no le cuadraba en ese momento ya estaba rabioso todo el día. En el libro comento una anécdota sobre esa superstición. Entramos en un sitio para hablar. Antes de los entrenamientos tomábamos un café y decidíamos alguna serie de cosas... Y antes de empezar el café me dice: "Vamos a salir rápido de aquí". ¡Resulta que el camarero era estrábico y él decía que un estrábico no le podía dar un café! Hay muchas anécdotas. Siempre estaba de bromas. Hay detalles... Verdaderamente yo no sabía muchas veces si me estaba hablando en serio o en broma. Era de esta gente que te hablaba en serio y luego se descojonaba de ti. Y otras veces se estaba riendo y te decía: "No, no... Que te estoy hablando en serio". ¡A veces me tenía desquiciado porque no sabía cómo me entraba! (Risas)
HDRM: ¿Y cómo era trabajar con Juanito en el ámbito profesional?
L: Me dejaba trabajar mucho. Pero también discutíamos. Él siempre me lo dijo, que no quería alguien que le aplaudiera todo y que todo fuera verdad. Él me decía que si yo no estaba de acuerdo con lo que él pensaba, que yo se lo dijera. Ha habido también muchas situaciones duras porque el que tenía que decidir era él, pero si teníamos que discutir, lo hacíamos. Él se calentaba enseguida y yo tampoco me callaba. Sobre todo con aspectos del entrenamiento porque él lo veía de una manera y yo lo veía de otra. En muchas me equivoqué yo y en muy poquitas se equivocó él porque Juan tenía una experiencia enorme de su pasado como jugador en el Madrid y en la Selección, con muy buenos entrenadores y preparadores físicos.
HDRM: Me comentaba Javier González Etxebarria que Juanito tenía contentos a todos los jugadores de la plantilla, jugasen o no jugasen...
L: Y eso es muy difícil. Es muy complicado. El problema era que él quería ser justo. Los lunes eran días complicados después de los partidos. Sobre todo con la gente que no había jugado, con la que no había viajado o con la que se quedaba en la grada... Los que tenían pocos minutos eran con los que yo tenía que bregar muchas veces y meterles caña, encima. Con lo cual, imagínate... Él me decía una frase que la he llevado siempre conmigo desde aquellos años: "En brazo de hierro, guante de terciopelo". Esa expresión para mí me ha valido no sólo para eso, sino para muchos aspectos de la vida. Él me decía que había que ser duro con la gente, pero decírselo de forma educada. Yo me cabreaba porque a lo mejor los jugadores no me hacían caso, y Juan me decía: "No, tranquilo... Si tú no te tienes que imponer. Se tienen que convencer". Él decía que había sido un jugador de los que se cabreaba cuando no jugaba y sabía lo que podía encontrarse en el vestuario. Él intentó siempre cuidar a esta gente. Era complicado porque nada más que podían jugar once. Teníamos una plantilla de 19 y juveniles. Y, claro, había gente que no podía vestirse. Les dedicaba un poco más de tiempo a ellos, con bromas... Y los tenía ganados.
HDRM: González Etxebarria me ha comentado también que los rondos en los entrenamientos eran algo tremendo. ¡Aquello tenía que ser un espectáculo!
L: Sí. Fíjate, ahora yo estoy dando clases a los entrenadores. Siempre se habla de juego reducido, de trabajar siempre en juego reducido a través de rondos, posiciones, con algunos objetivos, con comodines, porterías y tal... Bueno, pues él empezó los rondos con objetivos. Dos toques, un toque... Siempre eran risas. Se metía gol y todos a aplaudir. Cuando empezábamos, él era el primero en meterse. "O los más jóvenes", como él decía. "Hay que meterse los más jóvenes", decía. Pero él era uno más. Eran risas... Como muchas veces los entrenamientos empezábamos así, la gente estaba más distendida. Juan hacía que el ambiente fuera mucho más fluido con su participación.
HDRM: Para estos jugadores, estar entrenando en un rondo con Juanito, que lo había sido todo como futbolista, tenía que impresionar...
L: ¡Pero ya no es sólo el rondo! ¿Tú sabes lo que era tirar a puerta? ¿Tú sabes cómo eran los lanzamientos de falta?
HDRM: ¿También participaba?
L: Claro, claro, claro... Diseñábamos tareas en las que había finalización y él era uno más. Entonces, cuando tenía que tirar a puerta, imagínate. Si había que tirar a puerta, o penaltis, o tirar libres directos al borde del área, pues te puedes imaginar por dónde entraban los balones. Ten en cuenta que tenía 37 años y poco más de un par de años antes había dejado de jugar, con lo cual, la calidad que tenía la poseía. Y ese afán ganador lo transmitía al grupo.
HDRM: Me imagino que para los jugadores que estaban con vosotros, a vuestras órdenes, el hecho de ver a su entrenador participando en los ejercicios, con la calidad que él tenía... Tenía que imponer mucho. Es que, además, hacía poco más de cuatro años estaba jugando competiciones europeas con el Real Madrid. Era una estrella que estaba allí con vosotros en los entrenamientos.
L: Para ellos era un modelo, pero no solamente en el campo. Por las calles, en los viajes... Era una persona que tenía un halo alrededor. Yo me imagino a veces cómo hubiera sido Juan en aquella época con los móviles actuales... ¡No podríamos salir de los sitios! Porque eran fotos, eran autógrafos.... Bueno, bueno, bueno... ¡Era impresionante! Pero siempre con una sonrisa y sabiendo que era una persona pública y que tenía que darse a la gente porque el fútbol le había dado mucho y él quería dar a la gente lo que le había dado el fútbol.
HDRM: La gente le tenía mucho cariño, ¿verdad?
L: Muchísimo, muchísimo... Y en todos los sitios, en todos los viajes. Luego, él siempre te presentaba a toda la gente que conocía. A Camacho, Kubala, Vicente Miera, Malbo, Molowny... Te abría las puertas con una naturalidad... A mí me tenía ganado. Pero no es que lo hiciera conmigo, es que lo hacía con todo el mundo.
HDRM: Anécdotas de su etapa como futbolista, también contaría muchas...
L: Sí, muchas. Él me contó muchas anécdotas de su etapa como jugador. Lo del pisotón, lo del botellazo... Él, por ejemplo, me contaba que lo del botellazo en Belgrado, con el campo tan largo hasta la grada, tendría que haber hecho el gesto diez segundos antes para que alguien le tirara la botella. Es decir, que la botella ya venía a él hiciera o no hiciera el gesto. Era un campo que tenía pista de atletismo y la grada estaba muy lejos. Con lo cual, cuando hace el gesto, a los dos segundos le ha dado la botella. Eso me lo contó dos días antes del accidente. Fuimos a recogerlo mi padre y yo a Sevilla. Habíamos hecho un partido en Barcelona y él se quedó haciendo el Estudio Estadio. Hizo un vuelo al día siguiente a Málaga y me pidió que le fuera a buscar, porque le acercaban de Málaga a Sevilla. Esto fue dos días antes del accidente. Estando en el coche me contó varias y una de ellas fue ésa de la botella. Mi padre le preguntaba qué pasó aquel día. Juanito le decía: "Yo me la merecía por haber hecho aquello... ¡Pero coño, que la botella ya venía!". (Risas)
HDRM: Anécdotas que son historia del fútbol español...
L: Muchas, muchas anécdotas.... Fíjate lo que es la vida. Mi padre jugó en Extremadura en Segunda División con el padre de Gordillo, en Almendralejo. Y la relación de mi padre con Gordillo ha sido muy grande. Y luego Gordillo ha llegado también a mi vida a través de Juan.
HDRM: Gordillo y Juanito eran íntimos.
L: Claro. Junto con Camacho eran un trío que estaban siempre juntos.
HDRM: Estamos hablando de jugadores que son historia del Real Madrid.
L: Totalmente. Imagínate el día del accidente, que llegamos allí al campo... A mí me convence, porque yo no tenía intención de ir. Mi mujer estaba a punto de dar a luz. De hecho, la niña nació a los veinte días. Juanito insistió porque me quería convencer puesto que quería llevarme al Burgos. Quería convencerme durante ese viaje. Y aquel día, llegar allí al campo y encontrarnos con Valdano, con Martín Vázquez que venía en el Torino, encontrarme con ellos... "Ven para acá", me decía estando allí con los jugadores. En aquella charla... Gordillo le dijo: "Juan, no salgas ahora. Quedaros aquí". Juan le respondió: "No, no, no. Venimos con jugadores y tenemos mañana entrenamiento. Tranquilo, ya nos vamos". Y Gordillo siempre me ha dicho, me lo dijo incluso en la presentación del libro, que tenía que haber hecho más fuerza para que aquella noche se quedara en Madrid. Yo le dije que el destino está ahí marcado y ya está. No tiene culpa de nada.
HDRM: Nadie tiene la culpa... ¿Quién podía saber que pasaría lo que pasó?
L: Si un rato antes de que me dijese que cambiáramos de conducir, que estaba cansado y que yo llevara el coche, no lo hacemos... Pues yo qué sé... Cambiamos el coche en Talavera y a cincuenta kilómetros tuvimos el accidente. Tú imagínate si no cambio en el coche... Pues quizás no estábamos aquí hablando ahora. Es que el destino es el destino... Y punto.
HDRM: ¿Mantienes contacto con su familia?
L. Sí, sí, sí. Esta semana, en la que le hacían algún homenaje, no he podido ir a Fuengirola porque tengo cosas que hacer aquí y por asuntos personales. Pero con los hijos y con su primera mujer tengo una relación bastante buena.
HDRM: Nos quedamos con su recuerdo y con todas las cosas buenas que hizo.
L: Hay momentos duros como fue el tema del accidente, pero bueno. Gracias a Dios que nosotros olvidamos las cosas malas y recordamos las buenas. Yo, como sigo relacionado con el fútbol desde entonces, pues no hay momento día tras día que no me acuerde de él. Son anécdotas o comentarios o cosas que te vienen... Con lo cual, esto de que sean 25 años es un dato. Pero la verdad es que me acuerdo de él todos los días.
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