Recordando al jugador revelación de la temporada 1994-95
La verdad es que resultaría un poco repetitivo si empezara a contar, otra vez, cómo fueron los primeros compases de la llegada al Madrid de Amavisca. Durante los últimos meses he traído a las entradas de 'Historias del Real Madrid' diversos recuerdos del año 1994 y ya he relatado cómo se conformó la plantilla de hace veinte años. Si alguien lee este blog ya sabrá o recordará que Amavisca llegó sin hacer mucho ruido y que durante el verano de 1994 tenía todas las papeletas para ser uno de los descartes de Valdano junto con Iván Zamorano. Pero, qué vueltas da la vida, ambos acabaron siendo pilares fundamentales de la consecución del título de Liga de aquella temporada 1994-95.
Así pues, voy a realizar un repaso a su carrera deportiva a modo de homenaje a este singular futbolista cántabro que actualmente juega con el equipo de veteranos del Real Madrid y que hace justo dos décadas se había convertido en el jugador de moda del conjunto blanco.
José Emilio Amavisca Gárate nació en la localidad cántabra de Laredo el 19 de junio de 1971. Su padre, Emilio Amavisca Albo, también fue futbolista profesional y llegó a jugar en Primera División con el Pontevedra.
Amavisca debuta en Primera División en las filas del Valladolid en la campaña 1989-90, disputando tres encuentros en la máxima categoría del fútbol nacional. Durante el siguiente ejercicio, 1990-91, vuelve a jugar otros dos partidos de Liga en Primera. Su eclosión, sin embargo, llega en la campaña 1991-92 con el Lleida, en Segunda División. Llega al equipo catalán cedido por el Valladolid y allí cuaja una excelente campaña disputando 37 partidos, 35 de ellos como titular, y anotando 14 goles.
El cántabro formó parte, en el verano de 1992, de la Selección Olímpica de Vicente Miera que se alzó con el Oro en Barcelona. La Quinta del Cobi. Allí coincidiría con varios de los que serían sus compañeros en el Real Madrid. Alfonso, Lasa, Luis Enrique, Cañizares...
En la campaña 1992-93 regresa a Valladolid, aquel año en Segunda División, y se mantiene ya como titular indiscutible. El equipo logra el ascenso y la temporada 1993-94 la disputa en Primera División formando parte del once de gala de los de Pucela.
Llegada al Madrid
Recuerdo que en la recta final de la campaña 1993-94, empecé a leer en el Don Balón rumores, noticias y breves sobre el más que posible acuerdo entre Valladolid y Real Madrid por el traspaso de Amavisca. No lo voy a negar. Siendo inminente la llegada de Laudrup y Redondo al Madrid, el nombre de Amavisca no me despertaba mucho interés. Simplemente porque pensaba que, de materializarse el acuerdo, el jugador no iba a tener muchas oportunidades de jugar.
Efectivamente, José Emilio Amavisca llegó al Real Madrid sin hacer mucho ruido. Casi todo el mundo pensaba que el jugador sería incluido en alguna operación con otro club o sería cedido a otro equipo. Se presentó con toda la plantilla en el Santiago Bernabéu. Pero aquello tampoco quería decir mucho. También Ismael Urzaiz compareció con la camiseta blanca ante los medios de comunicación aquel 19 de julio de 1994 antes de recalar en el que acabaría siendo su destino aquella campaña, el Salamanca.
Jorge Valdano, el nuevo técnico del Madrid, no ocultó que Amavisca tenía todas las papeletas para ser uno de los descartes de cara al comienzo oficial de la temporada. Sin embargo, el de Laredo se quedó con el equipo toda la pretemporada y sus buenas actuaciones durante aquel verano le permitieron quedarse finalmente en el Real Madrid. Parecía posible que tuviese más presencia de la que se suponía en un primer momento... ¡Y vaya si la iba a tener!
Alfonso Pérez Muñoz partía como favorito de cara a la titularidad en la delantera de cara a aquella temporada 1994-95. Sin embargo, en el primer partido de Liga, ante el Sevilla, el de Getafe cayó lesionado tras recibir una dura entrada, como ya conté aquí en 'Historias del Real Madrid' el pasado mes de septiembre, cuando se cumplieron veinte años de aquel encuentro con el que arrancamos la campaña oficial. El encargado de suplirle, al tener que abandonar el terreno de juego, fue José Emilio Amavisca, que jugó un gran partido y demostró que tenía sitio en el equipo. Lo tenía y se lo adjudicó.
La baja de Alfonso permitió al cántabro Amavisca pasar a formar parte en la punta de ataque junto al chileno Iván Zamorano. Como decía al principio de esta entrada, qué vueltas daba la vida. Dos jugadores que estuvieron a punto de marcharse en verano acabaron siendo vitales en la consecución del título de Liga que caería en el Bernabéu aquella temporada 1994-95. En la cuarta jornada de Liga, frente al Athletic de Bilbao, Amavisca estrenó la titularidad que se había ganado a pulso y anotó su primer gol con el Real Madrid. Desde la sexta jornada, Amavisca fue ya titular indiscutible en todos los encuentros de Liga. No se perdió ni uno solo. Treinta y dos partidos de Liga consecutivos, que se dice pronto.
Jugador de moda
La irrupción de Amavisca fue todo un fenómeno en su momento. Quizás el hecho de que no se contara mucho con él a su llegada nos pilló a todos los madridistas por sorpresa. Pero resulta que aquel joven jugador tenía desparpajo, movilidad, velocidad... ¡y hacía goles! ¡Hasta su forma de celebrarlos era curiosa y llamativa! El de Laredo se agachaba sobre el césped, flexionaba su rodilla izquierda, hincaba en el suelo la derecha y hundía su cabeza sobre su brazo izquierdo mientras levantaba el derecho señalando al cielo. El propio jugador se encargó de reconocer que mediante esta particular ceremonia le dedicaba sus goles a un buen amigo suyo que había fallecido trágicamente al caerse de un andamio.
Pronto, los aficionados del Real Madrid nos acostumbramos a la liturgia de Amavisca durante aquellos primeros compases de la temporada, puesto que empezó a ver puerta con facilidad. En la séptima jornada, anotó los dos goles blancos en el triunfo en Sarria frente al Español por 1-2. Aquella misma campaña, Amavisca anotó uno de los goles en la histórica goleada al Barcelona por 5-0 y en la jornada 36, jugándonos la Liga frente al Deportivo de la Coruña, inauguró el marcador que concluiría con 2-1 favorable a los blancos.
Sus buenas actuaciones le abrieron las puertas de la internacionalidad absoluta. Debutó el 7 de septiembre de aquel 1994 en un Chipre-España valedero para la clasificación de la Euro 1996. Ganó España 1-2 y el segundo gol de nuestro combinado lo anotó... ¡Amavisca! Bueno, matizo: Amavisca... con la colaboración de un chipriota en propia puerta.
Sí. Definitivamente las cosas le estaban saliendo a pedir de boca. Titular con el Madrid, internacional con España, haciendo goles... Amavisca pasó a ocupar portadas en la prensa deportiva y a protagonizar posters, entrevistas y reportajes en Don Balón o la revista oficial del Real Madrid.
Aquello no fue flor de un día. El jugador cántabro mostró una regularidad encomiable toda campaña. Incluso cuando irrumpió Raúl, a finales de octubre, y cambió de posición para situarse como centrocampista siguió rindiendo a un nivel excelente. Entraba como un estilete por la banda izquierda aportando al equipo polivalencia. Jugaba igual de bien como delantero, acompañando en punta a Zamorano, y como interior por la izquierda.
Junto a Iván Zamorano formó una productiva sociedad que se trasladó fuera de los terrenos de juego, donde cuajaron una profunda amistad. El chileno incluso era el encargado de hacer las veces de chófer del cántabro, que no tenía coche, y le llevaba a la Ciudad Deportiva. Amavisca le 'devolvía' el favor en forma de centros y asistencias que ayudaron, sin duda, a que el ariete se proclamara Pichichi de la Liga. Juntos formaron una pareja letal.
En total, Amavisca jugó 45 partidos oficiales durante su primera campaña en el Real Madrid y anotó once goles, diez de ellos en Liga. La revista Don Balón le coronó como el mejor jugador nacional de la temporada 1994-95.
Años de blanco
El bueno de José Emilio siguió siendo una pieza importante de aquel Real Madrid de mediados de los noventa durante las siguientes tres temporadas. A lo largo del resto de su carrera en el Real Madrid se instaló definitivamente como centrocampista por la banda izquierda. Eso le impidió ver puerta con la facilidad que lo había hecho durante su primera temporada de blanco. De hecho, en la campaña 1995-96 su cifra anotadora bajó hasta los tres goles. Pudo haber sido alguno más si, por ejemplo, se le hubiera concedido aquel gol que anotó en Dortmund, Alemania, en la vuelta de las semifinales de la Champions League de la temporada 1997-98. Amavisca celebraba el gol pero la jugada fue invalidada, supongo que por fuera de juego, no lo recuerdo bien. Aquel día, 15 de abril de 1998, Amavisca fue titular en el equipo que certificó el pase a la Final de Ámsterdam. El futbolista tuvo el privilegio de saborear de corto el triunfo de la Séptima, el 20 de mayo del 98. Saltó al terreno de juego en los instantes finales sustituyendo a Raúl.
Si bien algunas lesiones le impidieron rendir al nivel mostrado en la temporada 1994-95, Amavisca promedió un mínimo de 25 partidos oficiales en cada una de las tres siguientes campañas con el Real Madrid, es decir, los ejercicios 1995-96, 1996-97 y 1997-98. O bien jugaba de titular o era un recambio habitual en los partidos del equipo. Y es que José Emilio Amavisca contó para todos los entrenadores que pasaron por el Real Madrid durante su etapa de blanco. Valdano, Arsenio Iglesias, Fabio Capello, Jupp Heynckes... Para todos menos para uno.
Salida del Club blanco
Guus Hiddink llegó al Real Madrid en el verano de 1998 para sustituir a Jupp Heynckes. El preparador, del que se guardaba un buen cartel en España tras su paso por el banquillo del Valencia, llegaba avalado por su buen papel al frente de la Selección de Holanda en el recién concluido Mundial de Francia. Ya durante la pretemporada dejó claro que había dos jugadores con los que no contaba: Víctor y Amavisca. Nunca lo entendí. Me parecían dos buenos jugadores y no comprendí aquella postura.
Víctor no llegó a empezar la temporada con el equipo y el Real Madrid se deshizo del canterano, que acabó en Santander jugando con el Racing. Amavisca se quedó en el equipo. Pero quedó relegado al ostracismo. Con Hiddink no llegó a jugar ni un solo minuto en competición oficial. En diciembre de 1998 el Real Madrid se adjudicó en Tokio la Copa Intercontinental y recuerdo que me dolió que Amavisca no disfrutase de aquella experiencia. Sí, le había cogido cariño a este jugador.
En el mercado invernal, sin haberse estrenado aquella temporada, José Emilio Amavisca abandonó el Real Madrid con dirección a su tierra. El jugador disputó lo que restaba de temporada con el Racing de Santander. Junto con Víctor.
En Santander jugó otras dos temporadas más, hasta el año 2001. Después, pasó a engrosar las filas del Deportivo de la Coruña durante tres campañas. Con los gallegos siguió acumulando partidos, marcó algunos goles, volvió a disputar la Champions League y hasta consiguió títulos. Ganó una Copa del Rey (sí, la que nos ganaron el día del Centenario, aunque Amavisca no disputó la Final) y una Supercopa. En 2004 recaló en el Espanyol de Barcelona, donde disputó su última campaña en activo y marcó sus dos últimos goles en Primera División. Al término de aquella temporada 2004-05, a punto de cumplir los 34 años, el futbolista colgó las botas poniendo fin a una más que notable carrera deportiva.
Sus números
José Emilio Amavisca Gárate disputó un total de 145 partidos oficiales con el Real Madrid y marcó 14 goles vistiendo la camiseta blanca. Con el conjunto madridista ganó dos Ligas, una Supercopa, una Copa de Europa y una Copa Intercontinental.
Yo, al menos, guardo un muy grato recuerdo del paso de este futbolista por el Madrid, así que sirvan estas líneas como particular homenaje. Hace justo veinte años, por estas fechas, aquel jugador que había llegado sin que le prestásemos mucha atención se había convertido en uno de los grandes protagonistas del Real Madrid.
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