sábado, 29 de octubre de 2016

EL FÚTBOL DE CAPELLO

Reflexiones sobre el técnico italiano

Cuando Fabio Capello llegó al Real Madrid en mayo de 1996 el entrenador italiano estaba considerado como uno de los técnicos más prestigiosos del momento. Había recogido el testigo de Arrigo Sacchi al frente de aquel Milan que tantos éxitos había acumulado a nivel internacional a finales de los ochenta y principios de los noventa. Con el equipo rossonero, Capello había conquistado la Champions League de la temporada 1993-94 en la Final de Atenas frente al FC Barcelona. En Italia, el Milan dominaba con autoridad los campeonatos nacionales adjudicándose cuatro de los últimos cinco títulos ligueros. De hecho, Fabio Capello aterrizó en Madrid con el scudetto de la temporada 1995-96 bajo el brazo.

En definitiva, cuando Lorenzo Sanz  y sus directivos habían empezado a diseñar el nuevo Real Madrid 96-97, pusieron sus ojos en el mejor técnico posible. De hecho, recuerdo que cuando salieron los primeros rumores de que el técnico italiano podría dirigir al Madrid me costó mucho creerlo. ¿De verdad iba a dejar el Milan con lo bien que le marchaban las cosas allí en Italia?

Pues sí. Sí que lo hizo. Fabio Capello dejó Milán para venirse a España y ponerse al mando de un nuevo proyecto, el de dirigir al ramillete de estrellas que estaba reclutando el Real Madrid para la temporada 1996-97. Hay que reconocer que la llegada del nuevo entrenador  fue todo un aliciente. No sólo fichábamos estrellas para correr sobre el césped. También fichábamos a otra estrella para sentarse en el banquillo.

Fabio Capello se había ganado una reputación de hombre duro y exigente. Un hombre trabajador al que le gustaba que sus hombres también trabajaran duro sobre el terreno de juego. Estas cualidades, al fin y al cabo, siempre han gustado a muchos aficionados. El esfuerzo de un futbolista siempre es bien recibido y valorado.

Fútbol italiano

Pero Fabio Capello también tenía sus detractores. Un sector de la prensa tildaba de conservador al técnico italiano y muchos adoptaron el mantra aquel de que los equipos de Capello sólo ganaban por 1-0. Objetivamente y con los datos en la mano es fácil de comprobar que esto no era así. A ver... Sí... Hubo partidos que se ganaron 1-0. Pero como ha pasado toda la vida en el fútbol. 

Durante aquella temporada 1996-97, Fabio Capello dirigió al Real Madrid en 48 partidos, 42 de Liga y 6 de Copa del Rey. El balance total fue de 31 victorias, 12 empates y sólo cinco derrotas. En esos 48 partidos, el Real Madrid marcó más de un gol en 30 encuentros. Y, por supuesto, aquel año también hubo goleadas. Se ganó 6-1 a la Real Sociedad, 4-2 al Valencia, 1-4 al Atlético de Madrid en el Calderón, 4-0 al Celta, 6-1 al Oviedo, 4-2 al Sevilla, 5-0 al Extremadura... Vamos, que también hubo partidos en los que se marcaban muchos goles.

Sin embargo, flotaba en el aire el debate sobre el tipo de juego y el espectáculo. Hay que recordar que por aquella época estaban en su máximo apogeo las ideas futbolísticas de entrenadores como Cruyff y Valdano, que apostaban por un fútbol de ataque y en el que no sólo bastaba con ganar. Había que jugar bien al fútbol. Lo importante no sólo era ganar si no cómo se ganaba. Y ahí estaba el debate servido... En realidad aquello no era nada nuevo. Era un capítulo más de la eterna guerra entre Menottistas y Bilardistas.

El debate se había asentado entre los medios de comunicación. Por aquella época, Javier Clemente era el Seleccionador y tenía a la mitad de la prensa en contra supuestamente porque no se comulgaba con la manera de jugar de la Selección española. En realidad, detrás de aquellos argumentos se escondían numerosas rencillas personales entre Clemente y algunos periodistas. Pero de cara a la galería el principal problema era que el combinado español "no jugaba bien". No lo hacía "bonito". Y eso no estaba bien. Había que dar "espectáculo".

El juego del Real Madrid no estaba exento de aquella disparidad de puntos de vista a la hora de ser analizado. De esa forma, a Fabio Capello se le metió en el mismo saco que a Clemente o a Bilardo. En el saco de los entrenadores resultadistas. En los del fútbol feo. Capello, además, contaba con el añadido de ser italiano. Y ya sabemos que de Italia venía el catenaccio...
  
¿Fútbol espectáculo? 

El fútbol es sólo fútbol. Recuerdo que yo aquel año empecé a desprenderme de los prejuicios que me habían metido en la cabeza durante algunos años a fuerza de repetirme lo importante que era la forma en la que se conseguían las victorias. Empecé a pensar por mí mismo. ¿Qué era lo que yo quería? ¿Quería que el Real Madrid jugara bien o quería que el Real Madrid ganara? Pero... un momento. ¿Para ganar no hay que hacer las cosas bien? ¿No es eso jugar bien? 

¿Jugar bien o ganar? Parecía que había que elegir. O jugar bien o ganar. Pero es que aquella pregunta iba con trampa. Todo el mundo quiere ganar, nadie quiere perder. Todo el mundo quiere jugar bien, nadie quiere jugar mal. El debate, en realidad debería centrarse en saber qué es jugar bien y qué es jugar mal. Y ahí entra la subjetividad de cada uno...

Yo lo que quería era que mi equipo ganara. Lo he tenido muy claro desde entonces. Quiero que mi equipo gane. Lo del espectáculo... Lo del "espectáculo" me retrotrae al cese de Radomir Antić en la temporada 1991-92. Se le cesó porque había que dar "espectáculo". Y vaya si lo dimos... regalando el título de Liga. Después de los tropiezos de Tenerife, de caer año sí y año también en las competiciones europeas, de padecer campañas como la 1993-94 o de sufrir temporadas como la 1995-96, lo único que yo quería era que el Real Madrid ganara. Especialmente después de haber sufrido la temporada 1995-96. Yo quería que el Real Madrid ganara.

Con Fabio Capello el equipo ganaba y para mí eso era suficiente. Respeto todas las opiniones y todos los puntos de vista. Comprendo que hubiese gente a la que no le gustase el fútbol que hacía el equipo. Lo comprendo y lo respeto. Pero yo no lo veía así. Yo no me aburría, desde luego.

Creo de manera firme que cuando se gana es porque las cosas se hacen bien. Orden, rigor táctico, trabajo en equipo, esfuerzo... Las consignas y los métodos de Capello funcionaban. El espectáculo lo dan los jugadores. Ellos son los encargados de dar 'espectáculo' sobre el terreno de juego. Especialmente si son buenos futbolistas. Y en aquella temporada 1996-97 el Real Madrid tenía buenos jugadores y un buen técnico. El resultado es que se consiguió ganar la Liga.

Diez años después de todo aquello, Fabio Capello regresó al Real Madrid para dirigir al equipo en la temporada 2006-07. Se puede decir que con las mismas ideas y las mismas fórmulas, el italiano volvió a hacer Campeón de Liga al Real Madrid. Su fútbol gustará más o gustará menos, pero lo que no se le puede reprochar al italiano son los resultados. En dos años dirigiendo al equipo, el Real Madrid se hizo con el título liguero en ambos casos. Trabajo y éxitos. A mí que me digan lo que quieran, pero ojalá todos los años fueran así.

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