miércoles, 31 de enero de 2018

EN EL CORAZÓN DE LA DUODÉCIMA

Emotivo documental sobre los entresijos de la Final de Cardiff frente a la Juventus

Escribo estas líneas horas después de haber visto, como muchísimos madridistas, el documental 'En el corazón de la Duodécima' emitido ayer por la noche a través de Realmadrid TV. La verdad es que resulta complicado expresar con palabras los sentimientos que genera contemplar algo como lo que vimos anoche... No hay adjetivos suficientes. Emotivo. Muy emotivo. Resultó difícil no emocionarse durante algunos pasajes.

'En el corazón de la Duodécima' realiza un pormenorizado recorrido de todo lo que hizo el Real Madrid de cara a la consecución de la Champions League 2016-17 en la gran Final disputada en Cardiff el 3 de junio de 2017. El último entrenamiento en Valdebebas antes de viajar a Gales, la sesión preparatoria en Cardiff, la estancia en el hotel, la comida de jugadores y cuerpo técnico, las horas previas al partido, las confidencias de nuestros futbolistas, la llegada al estadio, los goles, las celebraciones posteriores, el vuelo de regreso a casa, las visitas institucionales, la gran fiesta en el Estadio Bernabéu... Un repaso que concluye con la imagen del presidente Florentino Pérez depositando el trofeo de la 'orejona' en el Museo del Bernabéu junto al resto de Copas de Europa. Y durante casi dos horas un sinfín de anécdotas y grandes momentos que giran alrededor de una gesta deportiva que llevó al Real Madrid a ganar su segunda Champions consecutiva, la tercera en cuatro años.

El documental es buenísimo. El formato no es nuevo, ya habíamos visto en 2015 'En el corazón de la Décima' y en 2016 'En el corazón de la Undécima' sobre las dos anteriores Champions League cosechadas por el Real Madrid. También pudimos ver por Realmadrid TV 'En el corazón de la Novena' sobre la Euroliga que ganó la sección de Baloncesto en 2015. Sin embargo, sigue impresionando mucho ver imágenes inéditas sobre estos triunfos. Todos habíamos visto el partido de Cardiff. Varias veces, además. Por lo menos en mi caso. Pero resulta precioso revivir todo aquello desde otro punto de vista, como si hubiésemos estado allí mismo, dentro del vestuario, dentro del campo, dentro del autobús de los jugadores. Participar, en definitiva, en los entresijos de todo lo que hay detrás de un partido de fútbol, todo aquello que no vemos normalmente.

Lo mejor, desde mi punto de vista, son las imágenes del vestuario antes del partido, durante el descanso y después del choque. La piña de los jugadores, las palabras y las consignas de Zinedine Zidane a sus pupilos... Impresionan mucho las imágenes del descanso, con 1-1 en el marcador. Cómo van entrando los futbolistas, sus comentarios sobre las jugadas.... Siete minutos dejó Zidane solos a los futbolistas mientras se recuperaban del esfuerzo de la primera mitad antes de situarse en el centro del vestuario para arengar a los suyos.

Uno de los aspectos que más me han gustado de todo lo que vimos fue el del buen ambiente en el vestuario. Me encanta la buena sintonía que se percibe entre los jugadores, algo que siempre es positivo de cara a la consecución de los éxitos deportivos. Ese buen ambiente se evidenció después del partido, lógico, tras ganar el partido. Las celebraciones, las felicitaciones, las bromas, los comentarios, el ritual por las promesas realizadas... Imágenes como las de Kiko Casilla fotografiándose con el número 12 en la tablilla electrónica de los cambios, Marcelo ejerciendo de peluquero rapándole la cabeza a Casemiro, el 'making-of' del famoso vídeo de Isco y Asensio que se hizo viral en las redes sociales, la visita del Rey Emérito Juan Carlos y sus afectuosos saludos con los componentes de la expedición madridista... Es el fútbol desde otra perspectiva. Periodísticamente podemos hablar de un auténtico reportaje de interés humano. Y de un enorme trabajo de edición para recopilar y ofrecer tantos detalles y tantas historias paralelas.

El tramo final del documental es realmente emotivo. Me refiero a las imágenes de madridistas de todo el mundo celebrando los goles y la consecución del título. Algo increíble. A veces pienso que no somos del todo conscientes de la pasión y de los sentimientos que generan el fútbol en general y el Real Madrid en particular. Diversos países, diferentes continentes... Personas de cualquier nacionalidad, raza, credo o religión que están desperdigadas por cualquier parte del globo terráqueo unidos por un mismo sentimiento. Madridismo. Amor por el Real Madrid. Grandes y pequeños, niños y mayores, hombres y mujeres... Da igual. Gente a la que no vas a ver en la vida pero que sienten lo mismo que tú, mucho cariño por el Real Madrid. Un sentimiento universal.

Una joya todo, en definitiva. Terminas de verlo con los pelos de punta. Un recuerdo imborrable de una Final inolvidable ya para todos nosotros. Desde 'Historias del Real Madrid' quiero felicitar a Realmadrid TV y a los autores del documental por su magnífica labor. Pueden estar orgullosos. Y ojalá podamos ver más reportajes de este tipo en el futuro. Sería buena señal en lo deportivo...

martes, 30 de enero de 2018

AQUEL TRIUNFO FRENTE AL BARCELONA

El Real Madrid de Benito Floro venció 2-1 al Barcelona en el arranque de la segunda vuelta de la temporada 1992-93

El sábado 30 de enero de 1993 el Real Madrid recibía al Barcelona en el Santiago Bernabéu para disputar el partido correspondiente a la vigésima jornada de Liga, es decir, el arranque de la segunda vuelta. El conjunto madridista era tercero en la clasificación y los azulgranas eran líderes con tres puntos de ventaja. Dada la situación, el encuentro resultaba crucial para los blancos, que en caso de perder quedarían a cinco puntos. Hay que recordar que por aquella época la victoria suponía sumar dos puntos, no tres. En la primera vuelta, en el encuentro disputado en el Nou Camp en la jornada inaugural de aquel campeonato, los anfitriones se impusieron 2-1 en un encuentro que se resolvió en los minutos finales. 

Aquel encuentro fue muy especial para mí. Habían pasado unos meses horribles para el madridismo. Era la siguiente Liga a la del primer tropiezo en Tenerife y recuerdo que yo todavía no me había repuesto. De hecho, había empezado a ver el fútbol de otra manera, con ojos diferentes a como lo hacía antes de perder aquella Liga en las islas. De hecho, recuerdo que viví la previa de aquel partido con nervios y preocupación. Los primeros meses de aquella temporada 1992-93 habían sido complicados para el Real Madrid. Los resultados no eran del todo malos y había que tener en cuenta que se había iniciado un nuevo proyecto deportivo. Pero la paciencia era nula y desde los medios de comunicación las críticas eran constantes. Nunca llegué a entender la animadversión que generó un entrenador tan educado como Benito Floro entre un buen sector de la prensa. Y, sobre todo, nunca entendí la poca consideración y el poco respeto que se le tuvo. Pero bueno, eso es otro tema... El caso es que había ciertas dudas alrededor del equipo y el Real Madrid llegó al arranque de la segunda vuelta con necesidades. Desde Barcelona se deslizaba la idea de que un triunfo azulgrana en el Santiago Bernabéu dejaría al equipo blanco casi fuera de la lucha por la Liga. La diferencia sería de cinco puntos con el golaveraje además perdido. El título liguero y el de la Copa se habían convertido en objetivos prioritarios para el Barcelona ese año, puesto que los de Cruyff habían sido eliminados por el CSKA de forma prematura en aquella primera edición de la Champions League

El Barcelona, por tanto, llegaba a Madrid dispuesto a dar un buen zarpazo a la Liga. Pero, insisto, creo que la situación del conjunto blanco no era tan mala como algunos pretendían hacer ver. El Madrid estaba vivo en las tres competiciones de la temporada. Había arrancado el año 1993 con una goleada 1-5 en el siempre complicado campo de Atocha frente a la Real Sociedad, un empate a uno en el Calderón frente al Atlético y un triunfo por 3-0 frente al Tenerife. Desde mi punto de vista el equipo había empezado a remontar en cuanto a juego y resultados. Zamorano estaba demostrando ser un buen delantero centro en su difícil cometido de tratar de hacernos olvidar a Hugo. Y había varios jugadores que atravesaban un gran estado de forma. Sobre todo Buyo, Hierro y Míchel, los hombres más en forma de aquel Real Madrid en aquellos momentos.

El partido

El duelo arrancó a las 20.30 horas con lleno absoluto en el Santiago Bernabéu. El encuentro fue retransmitido en directo por televisión. Benito Floro alineó a su once habitual de aquella temporada: Buyo, Nando, Rocha, Sanchís, Lasa, Hierro, Prosinecki, Míchel, Martín Vázquez, Butragueño y Zamorano. Nando jugó de lateral derecho aunque curiosamente llevaba el dorsal número 4. El 2 lo llevó Rocha que jugó, lógicamente, como central. En las filas visitantes la gran novedad fue la presencia de Pablo Alfaro en la zaga, que jugó su primer partido de Liga como titular con la camiseta azulgrana. Cruyff colocó a un lateral derecho como Ferrer por la izquierda, supuestamente para tapar las subidas de Míchel, aunque como veremos enseguida el cambio táctico no le dio muchos frutos. Arbitró Manuel Díaz Vega y puso el balón en movimiento el Barcelona.

En el minuto 9 se gestó la jugada del primer gol del partido. Ferrer tenía controlado un balón por la izquierda y trató de marcharse. Míchel, sin embargo, le robó el esférico y penetró unos metros por la banda derecha. Una jugada muy de Míchel... Según avanzaba ya oteaba el horizonte con la vista buscando a un jugador para centrar. La rosca del centrocampista se dirigió en aquella ocasión al pico izquierdo del área de la portería de Zubizarreta, hacia donde se incorporaba Iván Zamorano. El balón botó una vez antes de que el chileno lo controlara y mientras tres defensores azulgranas trataban de taparle el delantero madridista soltó un tremendo disparo con la zurda que se coló por la escuadra del segundo palo. ¡Golazo!

Al cuarto de hora, sin embargo, llegó el empate del Barcelona. Michael Laudrup, desde bien lejos, realizó uno de sus espectaculares pases a un Guillermo Amor que se incorporaba desde atrás y que entró en el área rompiendo el fuera de juego. El azulgrana controló con el pecho quedándose solo ante Buyo, a quien superó tocando la pelota a gol. 1-1. Insisto, impresionante el pase de Laudrup. Marca de la casa.

En el minuto 42 llegaría la jugada en la que se fraguó el segundo gol del Madrid. Tras una combinación entre Martín Vázquez y Míchel el ocho blanco realizó un pase al área buscando la penetración de Butragueño. Emilio tocó ligeramente con la intención de devolvérsela a Míchel, que entró también en el área para recibir un empujó en el brazo de Ferrer. El madridista cayó al suelo y el colegiado señaló el punto de penalti. La pena máxima sería ejecutada precisamente por Míchel, que engañó a Zubizarreta disparando a media altura por la izquierda. El Real Madrid volvía a ponerse por delante en el marcador cuando faltaba muy poco para alcanzarse el ecuador de la contienda.

En el segundo tiempo los madridistas siguieron trabajando duro. El Barcelona quizás ofreció una mejor imagen que en el primero. Sobre todo en los minutos iniciales tras la reanudación. Incluso tuvo un par de ocasiones en sendos disparos de Amor y de Koeman a balón parado. Sin embargo, los blancos fueron asentándose y recuperando la supremacía. En el minuto 54, tras una buena jugada de ataque local, Míchel se sacó un fuerte disparo desde fuera del área que obligó a lucirse a Zubizarreta en el despeje a saque de esquina. Tras botarse el córner el Madrid volvió a rondar el gol pero a Hierro se le marchó alto un disparo casi a bocajarro. La incorporación de Luis Enrique a falta de media hora le dio mayor empaque al centro del campo madridista. Poco después de incorporarse al terreno de juego, el asturiano participó en una muy buena jugada de ataque junto a Míchel y Prosinecki que concluyó con Martín Vázquez enviando un balón desde la izquierda al centro del área. Zamorano no llegó a conectar en condiciones y Pablo envió a córner. Míchel, que cuajó un partidazo aquella noche, forzó una falta cerca del área tras otra gran jugada. Prosinecki ejecutó alto el lanzamiento. Zamorano cabeceó alto, algo forzado, otro buen centro de Míchel desde la derecha. El Real Madrid siguió acumulando ocasiones de cara al tramo final, aunque no terminaba de concretar. En el minuto 75 Míchel volvió a probar desde fuera del área con otro peligroso disparo cruzado que se marchó junto al poste por la izquierda. Y otra más llegó a tener 'ocho' blanco, que fue el que más hizo trabajar a Zubizarreta en ese partido. Alfonso sustituyó a falta de diez minutos a un Zamorano que acabó agotado por el enorme esfuerzo realizado. El derroche de fuerzas siempre estaba garantizado con el chileno, que se marchó ovacionado por el público.

El encuentro llegó a la recta final con la incertidumbre de un marcador demasiado ajustado. Una pena, la verdad, porque el Madrid lo estaba haciendo muy bien y había dispuesto de bastantes oportunidades para haber ampliado su renta. A falta de cinco minutos del final Stoichkov tuvo en sus botas el empate al quedarse solo ante Buyo. El guardameta gallego tocó lo justo para evitar el gol y Julio Salinas tampoco supo resolver ante Rocha. El resultado, afortunadamente, no se movió y la contienda concluyó con el más que merecido triunfo de la escuadra local.

El Real Madrid salió muy reforzado de aquel partido en todos los aspectos. En lo deportivo y en lo psicológico. Sobre todo por la imagen que ofreció el equipo, con un juego vistoso y fluido con el que se generó muchas ocasiones de gol. El conjunto de Benito Floro había comenzado a encadenar buenos resultados y entró en una fase de la temporada en la que rayó a gran altura. El propio entrenador asturiano salió fortalecido. Sus métodos, su estrategia y sus planteamientos parecían empezar a calar y a dar resultados. Fue el vencedor de la noche. Su homólogo azulgrana, Johan Cruyff, seguía sin conseguir ganar en el Bernabéu. "Esta es una victoria merecida por nuestro esfuerzo, y hemos tenido ráfagas de buen juego. Quizá un tres a uno final sería un resultado más justo", declaró Floro a los medios tras el choque. Con aquella victoria el Real Madrid seguía tercero pero a un solo punto del Barcelona, que perdía el liderato y caía a la segunda plaza. A lo más alto se aupaba el Deportivo, que sumó un punto al empatar a cero en el derbi gallego disputado en el campo del Celta de Vigo. El Súper Dépor de Arsenio Iglesias había sido la gran revelación de aquella campaña y arrancaba aquella segunda vuelta del Campeonato como líder.

Fue una gran alegría ganar aquel partido. Escuchar la radio aquella noche, ver los resúmenes al día siguiente. Aquel domingo compré el diario Marca que destacaba el "partizado del Real" en su portada. "¡Genial! Repaso al Barça", titulaba el rotativo madrileño sobre una foto de Prosinecki, Nando y Zamorano celebrando el primer tanto del partido. "El Madrid necesitaba una alegría así", rezaba el periódico en su contraportada sobre tres imágenes de los madridistas celebrando los goles de aquella noche. Tres días más tarde fui el chaval más feliz del mundo comprando el Don Balón de aquella semana, el ejemplar número 901, cuya portada, como no podía ser de otro modo, estaba dedicada al Real Madrid-Barcelona con una preciosa fotografía en grande de Iván Zamorano justo después de la consecución de su gol. "2-1. La Liga ¡al rojo! El Madrid ganó al Barça en un vibrante partido", titulaba el semanario. Curiosamente, por cierto, la entrevista a fondo de aquella semana se la hacían, precisamente, a Iván Zamorano. La revista oficial del Real Madrid no recogió el triunfo sobre el Barcelona hasta un mes más tarde, en su ejemplar correspondiente al mes de marzo de 1993. Como el partido se disputó el sábado 30 de enero el número de febrero ya estaba cerrado para ser enviado a los kioscos con el comienzo de mes, así que hubo que esperar. El número 44 de la publicación madridista, eso sí, llevó a su portada los recientes resultados positivos cosechados por las diferentes secciones del Club frente a los azulgranas. "Así, así, así gana el Madrid... al Barcelona", titulaba la revista. "Brillante victoria en el Bernabéu (2-1). Paliza en baloncesto (70-86) en el Sant Jordi. Meritorio empate del B en Barcelona (2-2)".

Aquel partido del 30 de enero de 1993 fue muy especial para mí. Suponía recuperar algo de orgullo y levantar un poco el ánimo tras unos meses muy duros. Además, en lo deportivo, el Real Madrid inició unos meses de crecimiento en los que el equipo fue de menos a más, una tendencia diferente a la de la anterior temporada 1991-92. Aunque, por desgracia, el resultado fue el mismo y volvimos a perder la Liga el último día en Tenerife, las sensaciones fueron muy diferentes a las de la anterior campaña. De hecho, guardo un recuerdo bastante bueno de aquella temporada que, además, concluyó con un título, la Copa del Rey. Y nos dejó algunos partidos para el recuerdo como el de la victoria liguera frente al Barcelona de la que precisamente hoy se cumplen 25 años.

REAL MADRID: Buyo, Nando, Rocha, Sanchís, Lasa, Hierro, Prosinecki, Míchel, Martín Vázquez, Butragueño (Luis Enrique, 60') y Zamorano (Alfonso, 80').

BARCELONA: Zubizarreta, Nadal (Begiristain, 46'), Pablo Alfaro (Julio Salinas, 80'), Koeman, Ferrer, Eusebio, Amor, Bakero, Goikoetxea, Laudrup y Stoichkov.

GOLES
1-0 min. 9 Zamorano
1-1 min. 15 Amor
2-1 min. 42 Míchel (penalti)

jueves, 25 de enero de 2018

¿NO NOS INTERESA LA COPA DEL REY?

Reflexiones sobre la eliminación copera del Real Madrid

Ya han pasado 24 horas de la eliminación del Real Madrid en la presente edición de la Copa del Rey. Una competición en la que, desde mi particular punto de vista, deberíamos de haber puesto mayor empeño puesto que tal y como marchan las cosas era la única en la que había verdaderas opciones de poder levantar un trofeo este año 2018. Pero no ha sido así y el Leganés nos apeó con su triunfo 1-2 en el Santiago Bernabéu. El equipo de Zinedine Zidane tenía las semifinales al alcance de la mano con el 0-1 que nos traíamos de la ida. Bastaba con no perder en casa... Pero perdimos. Otra vez. 

Desahuciados en Liga y fuera de la Copa del Rey sólo nos queda la Champions League con un duro cruce frente al PSG por delante. Y, aunque trataba de empezar el presente 2018 con un poco de optimismo, lo cierto es que las cosas pintan mal para este año. Mucho me temo que las Supercopas y el Mundial serán los únicos títulos con los que se cierre la temporada 2017-18. Un año más, volvemos a fracasar en las competiciones nacionales. La misma tendencia que arrastramos desde hace ya más de un cuarto de siglo. Desde que finalizó el feliz lustro de la Quinta del Buitre en el año 1990 el Real Madrid ha ganado 8 Ligas y 3 Copas del Rey... en 28 años. Un balance muy pobre. Demasiado pobre. 

Especialmente llamativo es lo de la Copa del Rey, asunto en el que me quiero centrar aprovechando la desgraciada actualidad del equipo. Con todos mis respetos, no entiendo cómo es posible que le haya visto ganar al Real Madrid más Champions League que Copas del Rey. Muchos madridistas hemos visto a los nuestros ganar seis veces el máximo trofeo continental... Y sin embargo, yo sólo he visto al Real Madrid ganar cuatro veces la Copa del Rey. Hablo de cuatro porque no recuerdo prácticamente nada de la Copa del Rey de 1982 frente al Sporting. Para mí, el primer triunfo copero fue el de 1989 frente al Valladolid. Y desde entonces, sólo tres triunfos más. El de la temporada 1992-93, el de la 2010-11 y el de la 2013-14. Insisto, cuatro títulos en casi treinta años... Y a lo largo de estas casi tres décadas, eliminaciones de todo tipo. Y tropiezos muy llamativos. Algunos especialmente duros, como el del Toledo en la 2000-01, el del Real Unión en la 2008-09, el Alcorcón en la 2009-10. Sin olvidarnos de goleadas como la del Valencia en la 1998-99, la del Zaragoza en la 2005-06... Y cuando no perdíamos sobre el terreno de juego perdíamos por errores burocráticos como hace un par de temporadas con la alineación indebida de Cheryshev.

¿Qué ocurre con la Copa del Rey? Desde luego, no es la competición que más alegrías nos ha dado... A lo largo de su Historia el Real Madrid ha jugado 39 finales y sólo ha ganado 19. No se nos ha dado especialmente bien. De hecho, ni siquiera en la época de mayor esplendor del Club, con los Di Stéfano, Puskas y compañía, llegamos a dominar este trofeo. Para que nos hagamos una idea, Paco Gento sólo ganó dos Copas a lo largo de su longeva y fructífera carrera, las de las ediciones 1961-62 y 1969-70

viernes, 19 de enero de 2018

CHENDO DEJA LA CAPITANÍA

El lateral derecho de Totana dejó el brazalete de capitán a Manolo Sanchís mediada la temporada 1992-93

El 19 de enero de 1993, tal día como hoy de hace 25 años, Miguel Porlán Noguera anunciaba en rueda de prensa su renuncia a la capitanía del Real Madrid. "Quiero comunicar que el nuevo capitán del Real Madrid es Manolo Sanchís", señaló Chendo ante los medios escenificando el simbólico traspaso del brazal de color azul que lucían los madridistas por aquella época.

Tradicionalmente y por norma general en el Real Madrid el brazalete de capitán siempre lo ha llevado el jugador más veterano del equipo. Chendo había comenzado a portar el brazalete en algunos partidos de manera circunstancial ya en la temporada 1987-88, cuando algunos de los pesos pesados del vestuario estaban ausentes en el once inicial del equipo. Juanito acababa de abandonar el Club y los futbolistas con más campañas a la espalda eran Santillana y Camacho. El delantero afrontaba su último ejercicio como madridista y el defensa se perdió algunos partidos ese ejercicio. Por tradición, el brazalete debía pasar al guardameta Agustín y a Ricardo Gallego. El portero se pasó la temporada prácticamente en blanco, sólo jugó un partido. Gallego, por su parte, sufrió una lesión frente al Nápoles que le dejó en el dique seco casi cinco meses. ¿Quién era el siguiente? Pues Chendo, al que le tocó llevar el brazalete por ejemplo en la eliminatoria de Copa de Europa frente al Oporto.

Chendo siguió actuando como capitán en los partidos de manera ocasional cuando estaban ausentes los futbolistas con más tiempo en el vestuario durante aquella temporada 1987-88 y durante la 1988-89, ejercicio a cuyo término se retiró José Antonio Camacho. Y en el verano de 1989 Ricardo Gallego puso rumbo a Italia para jugar en el Udinese. En la temporada 1989-90, por tanto, los jugadores de la plantilla del Real Madrid más veteranos eran Agustín y Chendo, que fueron los encargados de recoger el trofeo de Campeones de Liga al término de la campaña. El guardameta sólo jugó tres partidos por lo que aquel año fue Chendo el encargado de portar el brazalete en el brazo durante los partidos. Una vez finalizada la temporada 1989-90 el arquero Agustín finalizó su estancia en el Club para fichar por el Tenerife, lo que significaba que a partir de la temporada 1990-91 sería Chendo, ya de manera oficial, el primer capitán del Real Madrid.

En realidad fueron tres campañas completas. Chendo ejerció de capitán en las temporadas 1989-90, 1990-91 y 1991-92. En todas ellas fue titular indiscutible en el lateral derecho del Real Madrid. La temporada 1992-93, sin embargo, sería la primera en la que empezaría a perder peso en el equipo. Tenía 31 años. Chendo fue titular en la primera jornada, en el Nou Camp, pero cayó lesionado poco después del cuarto de hora y tuvo que ser retirado del campo. No se recuperó hasta el mes de noviembre, cuando volvió al equipo para ser titular frente al Torpedo de Moscú en Copa de la UEFA y en Liga frente al Español. En ambos partidos fue titular y portó el brazalete de capitán. El de Totana dispuso de unos minutos en la ida de los octavos de final de la UEFA frente al Vitesse y fue titular frente al Rayo Vallecano en su último partido oficial del año 1992. El sábado 16 de enero de 1993 el murciano volvió a la titularidad en el derbi con el Atlético jugado en el Calderón y que concluyó con resultado 1-1. Y ese día hubo un detalle... Chendo jugó de titular, pero no fue capitán. El brazalete lo llevó Manolo Sanchís, que era quien había sustituido en las labores de capitanía a Chendo durante las ausencias del lateral en los últimos meses...

Tres días más tarde, el ya citado 19 de enero de 1993, Chendo oficializó su renuncia al brazalete de capitán en rueda de prensa. "Hoy hace dos años y medio que soy capitán y es un día triste para mí. Dejo de ser capitán. Durante este tiempo lo he intentado hacer lo mejor posible, con todo mi orgullo, pero he tomado la decisión de abandonar", argumentó el lateral derecho. "No me gusta herir lo que más quiero, el Real Madrid, y no renunciar a la capitanía iría en contra de mis sentimientos actuales", añadía el defensa internacional, que reconocía que le había costado mucho tomar esa decisión. "El Real Madrid me lo ha dado todo, pero lo mejor es que ahora sea Sanchís el capitán", contó el jugador, que rechazó entrar en más detalles pero negó haber recibido presión alguna para dejar el cargo.

Aquel día Chendo fue muy correcto en sus palabras. No hubo grandes titulares ni carnaza, como seguramente esperaban y deseaban muchos periodistas, razón seguramente por la que algunos medios informaron de aquella comparecencia con cierto desdén y menosprecio. "Chendo ha dejado de ser capitán del Real Madrid. Pues bien. Dormiremos más tranquilos", señalaron a las 20.30 horas en el espacio informativo de una relevante emisora de radio. 

En cierto modo, comentarios así ilustraban el porqué de la decisión de Miguel Porlán. Chendo no era una estrella. No era un jugador técnico y no destacaba por su calidad sino por su esfuerzo, por su trabajo y por su dedicación, cualidades por las que no se suele destacar de cara a la galería pero que para algunos aficionados son también dignas de elogio. Chendo sabía que no era el jugador más popular de la plantilla. Por todos era conocida, además, la predilección que el presidente Ramón Mendoza sentía por el núcleo fuerte de la Quinta del Buitre, es decir, Butragueño, Míchel y Sanchís. Se comentó mucho en su momento una reunión celebrada en octubre de 1990 entre Mendoza y los tres miembros de la Quinta que quedaban en la plantilla para analizar la marcha del equipo y sondear el posible cese de John Toshack. Una reunión a la que no se convocó a Chendo pese a ser el capitán. Se mencionó el lógico malestar del lateral y de que ya entonces quiso dejar el cargo al verse relegado por Míchel, Sanchís y Butragueño.

El lateral de Totana había jugado con todos ellos en el Castilla, pero era dos años mayor que Míchel y Butragueño y tenía cuatro más que Sanchís. Chendo había debutado en el primer equipo en abril de 1982, al igual que Míchel. Pero había llegado antes al primer equipo. En la temporada 1982-83 había jugado 4 partidos a las órdenes de Di Stéfano y la temporada 1983-84 la inició como integrante oficial de la primera plantilla mientras Míchel, Butragueño y Sanchís arrancaban en el Castilla. Por veteranía Chendo estaba por delante de los componentes de la Quinta del Buitre... Pero el lateral sabía que ellos estaban por encima de él y que sus opiniones tenían más peso dentro del vestuario y de cara a la cúpula del Club. Seguramente no se sentía un capitán con plenos poderes. Por ese motivo, tomó la decisión de apartarse a un lado y de ceder el testigo al siguiente. El brazalete sería, por tanto, para Manolo Sanchís. Era dos años menor que Míchel, pero había llegado a la primera plantilla antes. 

Miguel Porlan 'Chendo' dejó la capitanía pero continuó en el equipo. Se apartó de los focos de primera línea pero siguió trabajando duro. Fue un auténtico profesional. Ni una mala palabra, ni un mal gesto... Callar y trabajar para estar siempre a disposición del entrenador cuando fuese necesario. Sobrepasaba la treintena pero su experiencia y su dedicación siguieron siendo muy útiles. En la recta final de la temporada 1992-93 volvió a ser titular. Y lo mismo pasó en las siguientes campañas. En la 1993-94, en la 1994-95, en la 1995-96 y en la 1996-97. Siempre se fichaban nuevos jugadores para el lateral derecho. Pero al final jugaba Chendo. Seguía cumpliendo años y en cada final de temporada ahí estaba Chendo con su rodillera blanca dejándose la piel a sus 32 años, a los 33, a los 34, a los 35... La Liga 1996-97 se ganó en aquel derbi frente al Atlético de Madrid con Chendo de titular. Iba camino de los 36 años. Y jugó casi hasta los 37 años. Puso fin a su trayectoria deportiva a la conclusión de la temporada 1997-98, con una Champions League bajo el brazo que suponía un broche de oro a su carrera como jugador en activo. 

En total disputó 497 partidos oficiales con la camiseta del Real Madrid a lo largo de dieciséis temporadas en el primer equipo. Las cinco últimas tras haber renunciado a la capitanía. Una renuncia que se escenificó tal día como hoy de hace veinticinco años y en la que Chendo no quiso señalar a nadie de manera pública. Sus razones tendría. Pero siempre puso al Club por encima de sus propios intereses personales. "El Real Madrid me lo ha dado todo. Yo ahora no puedo hacerle daño", señaló aquel día Miguel Porlan 'Chendo'. No quiso hacer ruido. Se apartó y siguió a lo suyo. Trabajando para el equipo.

domingo, 7 de enero de 2018

A VUELTAS CON KAREMBEU

El jugador recaló por fin en el Real Madrid en enero de 1998

Una vez cerrada la llegada del brasileño Sávio, la directiva de Lorenzo Sanz se pudo centrar en los flecos finales de la contratación de Christian Karembeu. El otro fichaje de invierno del Real Madrid de la temporada 1997-98 llegó algo más tarde de lo previsto y después de un culebrón que se prolongó durante más de un año y medio. Quizás alguno no lo recuerde, pero cuando el Real Madrid puso sus ojos en la Sampdoria a finales de la campaña 1995-96, cuando ya estaba confeccionando la plantilla para el ejercicio 1996-97 siguiendo las indicaciones de Fabio Capello, el objetivo no sólo era Clarence Seedorf. En realidad, el Club quería fichar a los dos jugadores, a Seedorf y a Karembeu.

Lo que nunca entendí muy bien fue por qué la Sampdoria no tuvo reparos en vender a Clarence Seedorf pero se negó en redondo a vender a Karembeu. Lo digo más que nada porque Seedorf me pareció un jugadorazo impresionante. Era buenísimo y lo demostró desde el primer día que se enfundó la camiseta blanca convirtiéndose en un jugador imprescindible en el equipo. Fabio Capello tuvo buen ojo con algunos de los futbolistas que había visto durante aquella temporada 1995-96 en Italia y tuvo claros los objetivos de cara a la formación del Real Madrid que entrenaría en el ejercicio 1996-97. De Italia llegaron Roberto Carlos y Seedorf. Y allí en el país transalpino jugaba junto a Seedorf el neocaledonio Christian Karembeu. Y Capello lo quería para el Madrid.

Recordando a Karembeu

Nacido en Lifou, Nueva Caledonia, el 3 de diciembre de 1970, Christian Karembeu empezó a jugar al fútbol en su tierra natal, un archipiélago al sudoeste del Pacífico de dependencia francesa. Precisamente por ello fue en el fútbol francés donde inició su andadura profesional a principios de la década de los noventa formando parte de las filas del Nantes. Debutó en Primera División a finales de la temporada 1990-91. Con el Nantes llegó a ser Internacional con Francia y fue Campeón de Liga en la temporada 1994-95. Y allí estuvo hasta que en 1995 el Calcio llamó a su puerta para jugar en Italia. Con la Sampdoria estuvo cerca de lograr la clasificación para la Copa de la UEFA. Y a finales de la temporada 1995-96 comenzaron los rumores sobre el interés del Real Madrid. Los mismos rumores que hablaban de la posibilidad de que Roberto Carlos o Seedorf ficharan por el equipo blanco. Y claro, como esos jugadores terminaron llegando al Bernabéu, parecía evidente que Karembeu también ficharía por el Madrid. La Ley Bosman permitía la llegada de jugadores comunitarios y el de Nueva Caledonia, Internacional francés, tenía pasaporte galo, así que no ocuparía ficha de extranjero.

¿Tan bueno era? ¿Qué clase de jugador era Karembeu? Pues hacía de todo. Lo más curioso es que, después de verle jugar y tantos años después, no termino de tener claro cuál era su puesto natural. Karembeu hacía de todo. Era la viva imagen de la polivalencia. Podía jugar de centrocampista, de defensa... Actuaba en el pivote, como medio centro, como lateral, como centrocampista por la derecha... Lo dicho, la polivalencia personificada. En el año 1995, en su sección 'La estrella es...',  la revista Don Balón hablaba de Karembeu en los siguientes términos. "Aunque en el pasado ocupó la demarcación de defensa central o la de lateral derecho, este año ha alcanzado su mejor rendimiento jugando por delante de la defensa y haciendo de enlace con la media. A buen seguro que su nuevo míster, Sven Goran Eriksson, le convertirá en el motor del centro del campo de la Samp. Su labor de recuperación de balones permitirá que brillen hombres más técnicos como Seedorf, Mihajlovic, Evani o Mancini. Quien le conoce bien no duda en calificarle como a un manojo de nervios. Ello, unido a su notable musculatura, hace que su agresividad sea muy efectiva para el equipo", explicaba Andrea Balducci para Don Balón. "Sí, soy agresivo pero no violento, como dicen muchos. Digamos que nunca dejo el balón al rival", afirmaba el jugador en unas declaraciones que se recogían en ese mismo artículo, que contenía un despiece en el que se apuntaba otro curioso dato: "Debido a su carácter y a su forma de perseguir constantemente el balón, Karembeu es conocido en Francia por el apodo de chien fou, es decir, el perro loco".

No era un talento técnico, eso estaba claro. Pero sus facultades físicas eran portentosas, eso no lo podía negar nadie. ¿Tan importante era? Pues eso debían pensar en Italia puesto que no estaban dispuestos a deshacerse del jugador pese a que en junio de 1996 se daba por hecho que el futbolista neocaledonio sería madridista. Pero, por lo visto, a la negativa de la Sampdoria a desprenderse del jugador se unían otras ofertas de varios equipos que complicaban el acuerdo entre madridistas e italianos. 1.200 millones de pesetas pedían por el jugador, cifra a la que el Real Madrid no estaba dispuesto a asumir. En un primer momento el Club de Concha Espina pareció descartar al jugador, pero según avanzaba el verano y ante la insistencia de Capello por reforzar al equipo se intentó un nuevo asalto por Karembeu. Pero de nuevo las diferencias fueron insalvables y se cerró el mercado de fichajes sin que Karembeu se vistiese de blanco.

Guerra Madrid-Barcelona

Tocaba esperar. Pero con la campaña ya iniciada volvieron a surgir rumores... Ya en verano se había especulado con la posibilidad de que el Barcelona también estuviese interesado en la disputa por Karembeu, pero con la temporada ya iniciada se conoció que el club azulgrana estaba dispuesto a intentar llevarse al futbolista neocaledonio en el mercado de invierno. La oferta económica del Barcelona resultaba del agrado de la Sampadoria, es decir, debía ser más elevada que la del Madrid. Pero claro la última palabra la tendría el jugador, que parecía tenerlo muy claro... 

Karembeu aclara dudas. "Jugaré en el Real Madrid". La revista Don Balón en su número 1097 correspondiente a la semana del 21 al 27 de octubre de 1996 anunciaba en portada una entrevista en exclusiva con Christian Karembeu en la que se mostraba seguro de su elección. El jugador contaba que deseaba recalar en el fútbol español y ya había decidido entre Real Madrid y Barcelona. "He tenido ofertas de ambos clubs. Yo quiero jugar en el Real Madrid y espero que se cumplan mis deseos", decía el jugador. El periodista Marco Zunino le preguntaba por qué se había decidido por el Real Madrid. "Porque me quiere Fabio Capello. Tengo mucha confianza en él y estoy seguro que muy pronto hará del Real Madrid un nuevo Milán", respondía Karembeu. Ante la cuestión de si había tenido contactos con Capello el futbolista respondía afirmativamente. "En realidad tuve los primeros contactos cuando él todavía estaba en Italia, el pasado invierno, cuando Capello todavía no pensaba en entrenar al Real Madrid. Él iba a fichar por el Parma y quería que me fuera con él. Más tarde fichó por el Real Madrid y me llamó para que le siguiera", confesaba Karembeu. "Las negociaciones están en manos de mi representante, Milan Calasan. Él ya tiene mi conformidad para que me traspase al Real Madrid", matizaba. Sobre el Barcelona señalaba que sabía que se trataba de un club prestigioso, "pero si debo escoger, no tengo ninguna duda: el Real Madrid". Más claro, agua. "Sé que la pasada semana directivos del Real Madrid estuvieron en Génova negociando con la Sampdoria. Esta misma semana llamaré a mi amigo Clarence Seedorf para que me cuente cómo van las cosas", anunciaba. El jugador, eso sí, recordaba que tenía contrato con el club italiano hasta junio de 1998 y veía complicado recalar en el fútbol español en diciembre de 1996. "Eso lo veo complicado. Es muy difícil que deje la Sampdoria esta temporada, pero creo que sí lo haré el próximo verano", contaba el neocaledonio en aquella extensa entrevista de seis páginas con Don Balón.

Diciembre de 1996. Karembeu sigue en Italia aunque se le sigue vinculando con el Real Madrid. La revista oficial del Club, en su ejemplar correspondiente al número 85, publicó un extenso reportaje sobre el jugador en el que se detallaba su biografía como futbolista y se destacaba el compromiso que había adquirido con el Real Madrid. "Estamos en el Siglo XXI y las personas son libres para elegir su destino. No se puede negociar el traspaso de un jugador sin contar con él. No soy ningún esclavo, así que nadie me tiene que decir cuándo y en qué club debo jugar", llegó a manifestar el futbolista en declaraciones recogidas por la revista. El futbolista, según se contaba, ya había adquirido un compromiso verbal con el presidente Lorenzo Sanz y con Fabio Capello. "He dado mi palabra y eso vale más que cualquier contrato", manifestó el de Nueva Caledonia. Desde la revista se dejaba claro que Karembeu sería jugador del Real Madrid. Lo que faltaba por saber era cuándo ocurriría eso. "De momento, Karembeu será jugador del Real Madrid en julio de 1998, a no ser que la Sampdoria cambie su postura, acepte nuestra oferta y pueda incorporarse antes", afirmaba Lorenzo Sanz al respecto de la incorporación del jugador. "El  pulso se ha decantado a favor del Real Madrid, sólo queda por conocer si el fichaje se producirá antes de 1998. Se trata de un magnífico refuerzo, sin duda", concluía el reportaje que firmaba Valentín Martín.

Pues así estaban las cosas en diciembre de 1996... Pero seguramente pocos imaginamos que un año después, sí, un año después, Christian Karembeu seguiría sin ser jugador del Real Madrid. Pasaron los meses... Pasó el mercado invernal de la temporada 1996-97, llegó el verano de 1997... Y tampoco hubo acuerdo entre Real Madrid y Sampdoria. Pero lo que sí que hubo fue un acuerdo entre Barcelona y Sampdoria. De hecho, un acuerdo que se había alcanzado meses atrás pero que contaba con la oposición del jugador, que no quería que decidiesen por él dónde jugaría en el futuro. Por ese motivo el futbolista seguía en la Sampdoria. El club sabía que iba a perder al jugador, pero quería venderlo al Barcelona. Karembeu seguía en sus trece. Jugaría en el Real Madrid. Incluso rechazó una gran oferta económica del club azulgrana, que ofrecía más dinero a la Sampdoria y al propio futbolista. El club italiano, además, quería que el Real Madrid se hiciese cargo de la cantidad que el Barcelona había adelantado para alcanzar el preacuerdo, algo que el Madrid no estaba dispuesto a hacer. 

Christian Karembeu no hizo pretemporada con la Sampdoria. Había sido apartado del equipo. A la conclusión del verano se llegó sin que la situación se arreglase. Madrid y Barcelona se enzarzaron en una batalla de acusaciones y reproches mientras que la Samp reincorporaba a sus entrenamientos al jugador para posteriormente volverlo a apartar, de manera definitiva, a mediados de septiembre de 1997. César Luis Menotti, técnico de los italianos en sustitución de Eriksson, no pudo contar con el futbolista neocaledonio. Tampoco lo pudo hacer Vujadin Boškov, que sustituyó al argentino en noviembre de aquel mismo año. Para entonces Karembeu estaba completamente defenestrado en la grada y se atisbaba que podría pasarse la temporada 1997-98 sin jugar.

Definitivamente la situación se había deteriorado hasta límites insospechados. Un callejón sin salida para el futbolista. Un auténtico embrollo. La revista del Real Madrid incluso creó una nueva sección a partir de su ejemplar de septiembre de 1997 titulada 'La página de Christian Karembeu' en la que publicaban cartas y mensajes de lectores y aficionados que querían mostrar su apoyo al jugador para darle ánimos. "Christian Karembeu está viviendo unos momentos difíciles. Apartado de su equipo, la Sampdoria, por mantener su palabra con el Real Madrid, el internacional francés está sufriendo la incomprensión de quienes le rodean y la impotencia de no ver cumplido su sueño: jugar en el Real Madrid. Christian es todo un caballero y se merece nuestro reconocimiento", explicaban desde la publicación oficial del Club, que arrancaba esa nueva sección con una carta de apoyo de los componentes de la primera plantilla del Real Madrid. "Estimado Christian: En nombre de toda la plantilla de jugadores del Real Madrid C.F. te enviamos un fuerte abrazo y nuestra solidaridad, en estos momentos difíciles por los que estás pasando". En el mes de noviembre de 1997, y en aquella misma sección de la revista, sería el propio jugador el que respondería a los lectores con una carta manuscrita de su puño y letra. "Doy las gracias a los lectores y a las lectoras del Real Madrid. Estoy muy contento y muy agradecido por vuestro apoyo. Intentaré responder a vuestras cartas. Con cariño, Christian".

Se da la curiosa circunstancia de que el domingo 12 de octubre de 1997 se había disputado en el Santiago Bernabéu un triangular amistoso con el apoyo de la Unión Europea y la Asociación Internacional de Futbolistas  AIFP en contra del racismo. Karembeu fue una de las numerosas estrellas internacionales que se dieron cita en el Bernabéu en una jornada tan festiva. El neocaledonio jugó aquel día en el campo en el que esperaba poder exhibirse algún día en el futuro. Aquella era su meta y por ella había sido apartado de su equipo. En aquel amistoso incluso marcó un gol a pase de Guti y recibió la ovación y el cariño del público congregado en el estadio.

En Italia, Karembeu recurría a sus abogados para tratar de poner fin a su incómoda situación. Lo cierto es que el tiempo corría en contra de los intereses de la Sampdoria y a favor de los del jugador y del Real Madrid. Se acercaba el fin del año 1997 y por lo tanto quedarían seis meses para la conclusión de la relación contractual del futbolista con la entidad italiana. Una vez finalizado el contrato, Karembeu quedaría libre y recalaría gratis en el Real Madrid. Resultaba evidente que a los italianos les compensaba más recibir una cantidad de dinero por un jugador que ya no entraba en sus planes de futuro y que estaba, además, en la grada. Desde Génova terminaron cediendo... A finales de diciembre el acuerdo entre los dos clubes parecía la salida definitiva y, concretamente, el 29 de diciembre de 1997 el Real Madrid y la Sampdoria cerraron el traspaso del jugador al equipo blanco. 500 millones de pesetas recibirían los transalpinos por un futbolista que quedaba libre en junio de 1998. El culebrón llegaba a su fin año y medio después... ¡Año y medio después!

Por fin, blanco

El día tan esperado. Miércoles 7 de enero de 1998. Un día después de la jornada de Reyes los madridistas recibían un regalo. El jugador que tanto y tanto había dado de qué hablar a lo largo de todos aquellos meses... Christian Karembeu fue presentado oficialmente como nuevo jugador del Real Madrid en un acto que despertó un interés inusitado. Algo absolutamente increíble. Más de un centenar de periodistas acreditados, fotógrafos, cámaras de televisión, emisoras de radio... "Aquí está Christian Karembeu", señaló orgulloso el presidente Lorenzo Sanz, que ponía punto y final a una de las operaciones más complicadas de cerrar de su etapa al frente de la nave merengue. Tantos meses de tira y afloja por un jugador... "Agradezco a Lorenzo Sanz y a su directiva el esfuerzo que ha hecho por mí", respondió el futbolista ante los medios. En un principio la intención del Real Madrid era contratar al jugador por cuatro años. Pero tras la negociación final con el centrocampista y premiando la fidelidad del jugador, que había mantenido su palabra, se terminó realizando un contrato por cinco años. Es decir, jugaría en el Bernabéu lo que restaba de la temporada 1997-98 y cinco ejercicios más, hasta el año 2003.

"El fichaje de Karembeu es un logro especial. Este jugador será un símbolo de todo el madridismo porque ha sufrido como un mártir para estar aquí", señaló Lorenzo Sanz en unas declaraciones recogidas por la revista Don Balón. El jugador, que había sido presentado algo después del mediodía de aquel 7 de enero de 1998, se puso la ropa deportiva de Kelme aquella misma tarde y empezó a entrenar con el equipo. No había tiempo que perder. Karembeu llegaba a un Real Madrid en el que su máximo valedor, el hombre que le había intentado traer a la capital española en mayo de 1996, hacía medio año que se había marchado. Fabio Capello abandonó el Bernabéu al término de su primera campaña en España y el técnico había sido una de las razones por las que el neocaledonio había decidido comprometerse con los blancos. El preparador era Jupp Heynckes, que durante sus primeros meses con nosotros se había mostrado partidario de la llegada del jugador. "Con Karembeu tenemos más equilibrio defensivo en el equipo, pero él ya sabe que para ser titular debe ganarse el puesto en los entrenamientos", apuntó el alemán. La verdad es que nunca sabremos a ciencia cierta si realmente el jugador era una prioridad para el entrenador o si se trataba de una forma de apoyar al Club, puesto que la entidad era quien tenía un compromiso verbal y, sobre todo, moral, con un futbolista que había dado su palabra al Real Madrid y que se mantuvo firme pese a todas las presiones que recibió a lo largo de año y medio. Que se dice pronto...

¿Tan importante resultó ser Karembeu? ¿Mereció la pena todo aquel esfuerzo? ¿Realmente era un jugador tan interesante como para que tres clubes se enzarzaran en aquella guerra que se prolongó durante quince meses? Pues hombre... Como señalaba al comienzo de la entrada todos sabemos que no se trataba de ningún prodigio de técnica futbolística, que al final es lo que suele costar dinero en el mundo del fútbol. Se trataba de un jugador físico y, a priori, eso es más sencillo de encontrar en el mercado. Karembeu no llegó a cumplir las cinco campañas que firmó por el Madrid. Estuvo sólo dos temporadas y media con nosotros. Jugó 82 partidos oficiales con la camiseta del Real Madrid. Marcó cuatro goles como madridista. Y, curiosamente, los cuatro en competición europea, donde resultó un jugador decisivo.

Cuando recordamos La Séptima Copa de Europa a todos nos suele venir a la memoria Pedja Mijatovic y su gol en la Final de Amsterdam del 20 de mayo de 1998. Pero yo hay otro gol que recuerdo como crucial en aquella edición de la Champions League. Miércoles 4 de marzo de 1998. Jugábamos la ida de los cuartos de final en el campo del Bayer Leverkusen. En aquella época jugar en Alemania era un auténtico suplicio para el Real Madrid y los germanos se adelantaron 1-0 poco después del primer cuarto de hora. Christian Karembeu debutaba aquel día en la competición con la camiseta madridista y se convirtió en el gran protagonista del duelo cuando en el minuto 74 soltó aquel famoso punterazo que se coló en la portería local. ¡Cómo celebré aquel gol! El choque concluyó con empate a uno. Un empate a uno que nos ponía por delante en la eliminatoria y que nos dejaba más cerca del pase a las semifinales. Yo llevo ya casi veinte años diciendo que aquella Champions League se empezó a ganar en Leverkusen con aquel gol de Karembeu...