viernes, 27 de enero de 2017

25 AÑOS DEL CESE DE RADOMIR ANTIC

Se cumple un cuarto de siglo de la destitución del técnico en la temporada 1991-92

Hoy se cumplen veinticinco años del cese de Radomir Antic como entrenador de la primera plantilla del Real Madrid. El lunes 27 de enero de 1992 el presidente Ramón Mendoza, QEPD, cometió el mayor error de su etapa como máximo dirigente del Club. En mi opinión, se trató de un error que significó un punto de inflexión en la Historia del Real Madrid y el origen de muchos de los problemas que sigue arrastrando la entidad un cuarto de siglo después.

Con motivo de este aniversario, recupero gran parte del texto que escribí en su momento recordando este capítulo de la Historia del Club. El día que las cosas se empezaron a torcer... 

Antecedentes
  
La temporada 1990-91, como ya he apuntado muchas veces, significó el fin de la brillante etapa de las cinco Ligas consecutivas de la Quinta del Buitre. En el mes de noviembre de 1990, John Benjamin Toshack fue destituido como entrenador del Real Madrid. Le sustituyó el tándem formado por Alfredo Di Stéfano y José Antonio Camacho. Con Di Stéfano, el Real Madrid le ganó la Supercopa al Barcelona, y en un principio parecía que el equipo remontaría el vuelo. Pero no fue así. A principios del año 1991 ya se veía que las cosas seguían mal. Don Alfredo puso su cargo a disposición del club y el 22 de marzo del 91 se oficializó el relevo con la llegada de Radomir Antic.

Antic, que llevaba unos meses sin equipo desde su salida del Zaragoza al término de la campaña 1989-90, llegó al Real Madrid de manera provisional y, en principio, sólo hasta finalizarse aquella temporada 1990-91. El objetivo era el de clasificar al equipo para Europa, cosa que no parecía fácil en aquellos momentos. El equipo era séptimo en la tabla.

Pero lo consiguió. Radomir Antic logró enderezar el rumbo de la nave y completó un más que digno final de campaña llevando al Real Madrid hasta la tercera posición y clasificando al equipo para la UEFA.

En medio de aquella convulsa temporada 1990-91, mientras el Real Madrid trataba de solucionar sus muchos problemas sobre el terreno de juego, en el Club se vivió un proceso electoral en el que Ramón Mendoza volvió a ser reelegido como presidente. Durante aquella etapa, Mendoza había sondeado el fichaje del italiano Arrigo Sacchi y había llegado a un acuerdo con el ex seleccionador colombiano Pacho Maturana, que en aquellos días entrenaba al Valladolid.

Tras vencer en las elecciones y renovar su mandato, Ramón Mendoza se encontró con la difícil papeleta de la elección del entrenador para la campaña 1991-92. Radomir Antic lo había hecho muy bien los meses en los que estuvo al frente del equipo. Al técnico yugoslavo se le ofreció un cargo técnico en el organigrama del Club, pero Antic quería entrenar. Los jugadores hablaban maravillas del técnico...

Reuniones, informes técnicos, juntas directivas... El caso es que en junio de 1991 se ratificó a Radomir Antic como entrenador del primer equipo del Real Madrid. "Me he ganado la continuidad", señalaba Antic en una entrevista al semanal As Color. El yugoslavo tenía un año más de contrato para empezar la temporada con el contador a cero.

Entrenador 1991-92

La temporada 1991-92 empezó francamente bien. Los resultados eran excelentes y recuerdo que, después de una campaña tumultuosa, volví a disfrutar con los triunfos del equipo. Otra vez, volvíamos a ser la apisonadora a la que el Real Madrid me había acostumbrado durante aquellos felices años de mi infancia. Llegamos a tener ocho puntos de ventaja sobre el Barcelona. En aquellos tiempos, la victoria otorgaba dos puntos en la clasificación, no tres como ahora. Todo marchaba bien.

O al menos, eso creía...

Recuerdo perfectamente que fue aquella maldita temporada 1991-92 la primera de mi vida en la que empecé a escuchar una cantinela que, en cierto modo, he acabado detestando. No basta ganar. Hay que jugar bien. Hay que jugar bien. ¿Jugar bien? ¿Qué querían decir los mayores con aquello de que había que jugar bien? Mejor dicho... ¿a qué se referían en los medios de comunicación con aquello de que había que jugar bien?

Yo, la verdad, veía bien al Madrid. Me sentaba delante de la televisión y veía a Buyo detener los balones, a Rocha quitándole el balón a los contrarios con una contundencia y eficacia que pocas veces había visto en un defensa central, a Hierro metiendo goles como churros en la nueva posición adelantada en la que le había colocado Antic, a Míchel centrando balones como siempre, a Butragueño haciendo de las suyas en el área, a Hagi aportando goles y golazos... Yo les veía enchufadísimos a todos...

Pero resulta que no. En la televisión y en la radio, los entendidos decían que jugábamos muy mal. Que aburríamos... ¡Que aburríamos! Yo, la verdad es que no me aburría. Mi padre, para echar más leña al fuego, insistía en que no jugábamos nada bien. Que ganábamos, pero que nuestro juego era un muermo en comparación con su Barcelona. "¿Sí? Pues vais ocho puntos por detrás nuestro", le contestaba yo. La verdad, no entendía nada. O quizás estaba empezando a entender algunas cosas...

Presión mediática

Por aquellos tiempos, la radio nocturna tenía un nombre propio. José María García. Desde la desaparecida Antena 3 Radio, el periodista radiofónico era líder absoluto de su franja horaria congregando a cientos y cientos de miles de oyentes cada noche. Precisamente aquella temporada 1991-92, por mediación de un amigo de infancia, descubrí el programa de cine 'Polvo de Estrellas', que presentaba Carlos Pumares. El programa de Pumares empezaba después del de García. Pero García no tenía un horario fijo. Su programa terminaba cuando a él le daba la gana. Así que, para escuchar a Pumares, tenía que escuchar a García

Bueno. Resulta que José María García no podía ver ni en pintura a Radomir Antic. Le machacaba noche tras noche. ¿El motivo? Ni idea. García, además, estaba enfrentado con las 'trillizas', como él llamaba a Butragueño, Míchel y Sanchís. El núcleo de la Quinta del Buitre, además, siempre tuvo palabras de cariño y apoyo hacia Antic. Quizás una cosa llevaba a la otra... Noche tras noche, todos ellos eran machacados por el periodista, que se ensañaba también con Ramón Mendoza.

Supongo que si a la gente le empiezas a decir todos los días que el equipo juega mal y que Antic no era un entrenador para el Real Madrid, pues al final te acabas contagiando. O quizás era cierto que el equipo no practicaba un juego brillante y yo, debido a mi corta edad, no lo percibía. No lo sé.

El ambiente se fue enrareciendo y, pese a completar una primera vuelta casi de sobresaliente, el 26 de enero de 1992 se escucharon pitos en el Bernabéu en un encuentro en el que ganamos 2-1 al Tenerife. Los pitos de la gente también fueron contra el palco. Y al día siguiente...

Antic, cesado

No lo entendí. Yo era un crío y no lo entendí. Pero, 25 años después, sigo sin entenderlo. El Real Madrid era líder con tres puntos de diferencia sobre el Barcelona, segundo. Catorce victorias, tres empates y sólo dos derrotas. Campeones de Invierno. El equipo vivo en las tres competiciones que disputaba. Líder en Liga, cuartofinalista en Copa y cuartofinalista en Copa de la UEFA. Estábamos a mitad de temporada, en el mes de enero. Justo en el ecuador de la Liga... Y Ramón Mendoza y su junta directiva tomaron la decisión de cesar al entrenador.

Se mire como se mire, aquello fue un disparate. Un auténtico disparate. 

En el entorno futbolístico, los profesionales no daban crédito a lo que hacía el Real Madrid. Los futbolistas blancos se mostraron dolidos. Todos tenían buenas palabras hacia Antic y se mostraron críticos con una decisión que consideraban "injusta"

38 encuentros oficiales dirigió Radomir Antic como entrenador del Madrid en los diez meses que permaneció en la entidad, entre marzo de 1991 y enero de 1992. El balance fue de 27 triunfos, 5 empates y 6 derrotas. Si contamos sólo los partidos de Liga, fueron 22 victorias, 4 tablas y 4 derrotas. Y si nos ceñimos a la temporada en curso del momento de su destitución, los datos son demoledores: 14 triunfos, 3 empates y sólo 2 derrotas en 19 partidos.

El sustituto del yugoslavo sería el holandés Leo Beenhakker, que había entrenado al Madrid entre 1986-87 y 1988-89 y que había regresado al Santiago Bernabéu a principios de octubre de 1991 en calidad de director técnico. Sí. En octubre de 1991. Es decir, aquella misma temporada 1991-92, y con la Liga ya empezada, en una maniobra que muchos interpretaron, seguramente con acierto, como una 'espada de Damocles' pendiendo sobre el cuello de Antic. Se cambiaron los papeles. Radomir Antic aceptó seguir en el Club hasta final de campaña como manager general y Leo Beenhakker se hacía cargo del equipo desde el banquillo.

¿Por qué?

El cese de Radomir Antic se justificó esgrimiendo la poca brillantez del juego desplegado por el equipo. No bastaba con ganar. Había que dar espectáculo. El propio Beenhakker, en su rueda de prensa como nuevo entrenador, respaldó que llegaba para practicar un fútbol más ofensivo. La palabra "espectáculo" se escuchó mucho en aquella comparecencia ante los medios del martes 28 de enero de 1992.

Y, desde luego, dimos espectáculo. Mucho espectáculo. Pero no del esperado...
El primer partido de la segunda etapa de Beenhakker como entrenador blanco fue un Real Madrid-Cádiz en el Santiago Bernabéu... en el que llegó el primer tropiezo. Empate 1-1. Pero ahora, como José María García decía desde la radio, en el banquillo del Real Madrid había un entrenador de verdad.

Recuerdo con cariño a Leo Beenhakker por su extraordinaria primera etapa en el Real Madrid. En tres años encadenó tres Ligas consecutivas con la Quinta del Buitre en todo su esplendor y en la campaña 1988-89 logró ganar Liga, Copa y Supercopa. Sin embargo, la segunda etapa fue un suplicio. Aquel empate con el Cádiz sólo fue un anticipo de lo que nos esperaba...

En aquella segunda vuelta de la Liga 1991-92, recuerdo que, por primera vez en mi vida, empecé a sufrir con el fútbol. Las derrotas, que fueron varias, empezaron a ser cada vez más dolorosas. Fue entonces cuando empecé a sufrir el Síndrome del Transworld Sport. Ganar era lo de menos. Había que jugar bien. Había que dar espectáculo. Y el espectáculo del bueno siempre lo daban otros. Nosotros dábamos espectáculo... de otro tipo. 

Final horrible

Al empate con el Cádiz le siguió... una derrota en el campo del Valladolid. Goleamos al Athletic de Bilbao... Pero después volvimos a perder. Esta vez con el Sevilla. Aquello no me convencía nada. ¿Espectáculo? ¿Jugar bien? ¡Yo lo que quería era que mi equipo ganara! Y tras el cese de Antic, el equipo, según los entendidos, seguía sin jugar bien... y encima perdíamos. Un cambio cojonudo, con perdón.

Aquello fue un desastre. La ventaja en Liga se fue dilapidando. El equipo unos días ganaba con muchos goles y al siguiente volvía a tropezar. En abril caímos en semifinales de la Copa de la UEFA con el Torino de Martín Vázquez. Y en Liga... 

La Liga la perdimos en la última jornada. Después de haber llegado a disponer de ocho puntos de ventaja con el Barcelona en los primeros meses de la competición nos plantamos en el mes de junio con un solo punto de margen. Nos tocaba jugárnosla en el Heliodoro Rodríguez López con el Tenerife de Jorge Valdano. El Barcelona jugaba en su casa con el Athletic de Bilbao. Necesitaban nuestro tropiezo para llevarse la Liga. Bueno. No quiero recordar aquel partido. La cosa acabó como todos sabemos...

Epílogo

Nunca se sabrá qué hubiera pasado si Radomir Antic hubiese finalizado la temporada en su puesto. Es tontería romperse la cabeza. Es ciencia ficción. ¿Quién sabe? Es posible que el equipo se hubiera venido abajo también con el técnico yugoslavo en el banquillo. O no. Es imposible saberlo. Pero yo estoy casi convencido de que, por lo menos, la Liga no se nos hubiese escapado. Y quizás la historia reciente del Real Madrid hubiera sido diferente. Quizás los títulos nos hubieran dado mayor tranquilidad y estabilidad para afrontar las siguientes campañas con más sensatez y coherencia. Quizás. 

En lugar de eso, hemos atravesado un cuarto de siglo en el que los cambios de entrenador han sido constantes. Los proyectos deportivos siempre han sido cortoplacistas y se han quemado a las primeras de cambio. En todo este tiempo, los títulos nacionales han caído a cuentagotas. En los últimos 27 años, el Real Madrid ha ganado sólo siete Ligas y tres Copas del Rey.

Es una percepción personal, pero creo que la destitución de Radomir Antic fue un error descomunal. Perder aquella Liga 1991-92 supuso un cambio de tendencia en el fútbol español del que considero que todavía no nos hemos recuperado.

miércoles, 18 de enero de 2017

AQUEL GOLAZO DE RAÚL AL ATLÉTICO DE MADRID

Se cumplen veinte años de la goleada 1-4 en el Calderón en la que brilló el 7 del Real Madrid

Sí. Aquel golazo de Raúl al Atlético de Madrid. Pero, ¿cuál de ellos? A Raúl se le daba muy bien jugar frente a los colchoneros. De hecho, su primer gol con la camiseta blanca se lo hizo al Atlético de Madrid. Sin embargo, hay dos de sus goles frente a los rojiblancos que siempre me vienen a la memoria. Y los dos los anotó en la temporada 1996-97. Uno es el tanto con el que se abrió el marcador el día del 3-1 en el Bernabéu, el sábado 14 de junio de 1997. El día que ganamos la Liga. El otro es el que anotó en el encuentro de la primera vuelta, en el Vicente Calderón. Fue el sábado 18 de enero de 1997. Y hoy se cumplen veinte años.

Fue una de las grandes noches de Raúl González Blanco con la camiseta del Real Madrid. Con 19 años y en su tercera temporada en el primer equipo, Raúl ya se había convertido en la estrella del equipo. En el gran referente. Y lo era gracias a actuaciones como la que firmó aquel día.

El Madrid visitaba el Vicente Calderón en el marco de la vigésima jornada de Liga para enfrentarse al equipo de Radomir Antic, vigente Campeón tras conquistar el campeonato de la regularidad de la temporada 1995-96. Un partido a priori muy difícil. Era el tercer partido consecutivo fuera de casa después de haber empatado a cero en casa del Extremadura en la anterior jornada y de haber ganado 0-2 en Valladolid entre semana en partido de Copa del Rey.

El Real Madrid salió al terreno de juego con un par de novedades respecto al once inicial habitual de aquella temporada. En el lateral derecho debutaba el italiano Christian Panucci, que había sido presentado como nuevo jugador blanco aquella misma semana. También en banda derecha, aquel día Víctor se quedó en el banquillo y cedió su puesto a José Emilio Amavisca. No obstante, el cántabro, que rendía más por la izquierda que por la derecha, terminó el encuentro en la otra banda.

El partido arrancó bien para el conjunto de Fabio Capello. A los diez minutos, en un saque de esquina, el debutante Panucci marcaba gol pero el balón había salido del campo y el colegiado, Iturralde González, lo anuló. Aún así, las sensaciones del equipo eran buenas. El Madrid controló el balón y las jugadas más elaboradas y de mayor peligro fueron para los blancos. Sin embargo, el que se adelantó fue el Atlético de Madrid. En el minuto 32 de la primera parte Kiko remató de cabeza un centro desde la banda derecha de Paunovic y superó a Illgner estableciendo el 1-0. Aunque no lo había merecido, el Madrid se marchó al descanso por detrás en el marcador.

Poco tardó el Madrid en igualar la contienda una vez reanudado el juego, en el segundo tiempo. Corría el minuto 47. En una jugada de ataque que partió con un centro desde la derecha de Clarence Seedorf, el balón quedó muerto para que Raúl lo aprovechara en el mismo borde del área. El delantero lanzó un disparo raso para batir la portería de los anfitriones y colocar las tablas en el marcador. Era el 1-1.

En el minuto 67 el montenegrino Mijatovic se encaró con un linier y el árbitro le sacó la tarjeta roja, quedándose el Real Madrid con diez futbolistas sobre el terreno de juego. Lejos de venirse abajo, aquello le acabó dando más épica al triunfo que se estaba gestando y que se concretaría en la recta final del encuentro, con un Raúl en estado de gracia totalmente desatado.

Raúl en acción 

El siete blanco, que ya había marcado el empate a uno, protagonizó la gran jugada del partido en el minuto 81. Raúl recibió un balón de Fernando Redondo entre los defensas atléticos Geli y Juanma López. Primero se marchó de Geli. Después le hace un regate a López y se frena. Le vuelve a hacer un segundo quiebro que deja literalmente en el suelo al defensa y se marcha a línea de fondo quedándose cada vez más sin ángulo de disparo. A todo esto, el meta Molina está saliendo a su encuentro y prácticamente no hay espacio para tirar a puerta. Pero Raúl tira, sin ángulo, por el único sitio por el que podía pasar la pelota y supera al cancerbero para alojar el balón en la portería. Un golazo. Un auténtico golazo que Raúl celebró radiante mientras corría por detrás de la portería.

Sin duda se trata de uno de los mejores goles que marcó con la camiseta del Real Madrid. Estéticamente fue uno de los mejores. Y mira que marcó muchos... Goles decisivos, goles contra rivales de todos los colores, en finales de Champions League... Pero aquel 1-2 en el Calderón fue realmente espectacular. Vivir aquella jugada en directo a través de la televisión fue algo inolvidable...

El festival de Raúl no acabó ahí. Los últimos diez minutos fueron toda una fiesta para los madridistas. No sólo nos poníamos por delante con un jugador menos. Es que la cosa iba a terminar en goleada.   

En el minuto 84 un balón largo fue bajado por Raúl con el pecho para dejársela a Seedorf. El holandés triangula con Raúl, ambos rodeados por una nube de jugadores atléticos, y Raúl le devuelve la pelota dejando solo al de Surinam dentro del área. Seedorf se marchó escorándose a la derecha para salvar la salida del meta, al que supera quedando la portería vacía pero con el madridista avanzando ya casi sin ángulo. En un alarde de fuera se revuelve y lanza un disparo ajustado para establecer el 1-3

Y en el minuto 90 llegó la puntilla. Otra vez con participación de Raúl, que en el centro del campo lanzó un pase raso para Víctor, que había sustituido a Suker en el único cambio efectuado por Capello. El canterano, que se incorporaba por la derecha, avanzó con el esférico y al llegar a las inmediaciones del área, pero aún desde fuera, soltó un cañonazo. El balón pegó en el larguero y rebotó con fuerza dentro de la portería mientras Víctor se daba la vuelta y levantaba sus brazos como muestra de júbilo antes de arrodillarse sobre el césped y levantar con rabia su puño derecho. Sin duda, otro gran gol para cerrar la goleada.  

Raúl, protagonista

1-4 en el campo del Atlético. Un gran partido, una gran alegría y un gran protagonista. "Raúl, de lo mejor del mundo", señaló el técnico Fabio Capello después del partido. "Siempre que he hablado de él, he dicho que se trata de un jugador de talento; de los tres o cuatro mejores de Europa. El gol que ha marcado frente al Atlético sólo es capaz de conseguirlo un futbolista extraordinario", añadía el italiano sobre su joven pupilo.

Las portadas de los diarios deportivos del domingo 19 de enero de 1997 llevaban un nombre propio. "Raúl hizo el partido de su vida en el Calderón. 1-4. A la Historia", titulaba As sobre una fotografía de Raúl durante un lance del encuentro. La portada de Marca era aún más explícita. Raúl, titulaban con letras gigantes y una imagen del jugador. La portada también recogía en grande unas declaraciones del presidente Lorenzo Sanz refiriéndose al jugador. "Su precio es de 30.000 millones"

Raúl se llevó los elogios del mundo del fútbol y las imágenes del partido dieron la vuelta al mundo. Especialmente las del segundo gol. Diarios y revistas de fútbol destacaron al delantero madridista, que se llevó las máximas calificaciones. "Impresionante. Se crece en este tipo de encuentros. Se movió por todas las zonas y trajo en jaque a los rojiblancos. Su tesón y su ingenio propiciaron la victoria. La jugada del segundo gol, sin calificativos", escribían en As sobre su actuación. 

ATLÉTICO DE MADRID, 1
Molina, Geli, Santi, Prodan (López, 65'), Toni, Bejbl, , Caminero, Pantic, Paunovic, Kiko (Vizcaíno, 78') y Esnaider (Juan Carlos, 73').


REAL MADRID, 4
Illgner, Panucci, Hierro, Alkorta, Roberto Carlos, Amavisca, Seedorf, Redondo, Raúl, Mijatovic y Suker (
Víctor, 78').

GOLES 

1-0 min. 32 Kiko
1-1 min.  47 Raúl

1-2 min.  81 Raúl
1-3 min.  84 Seedorf
1-4 min.  90 Víctor

sábado, 14 de enero de 2017

EL MADRID FICHA A UN ÁNGEL

Recordando a Christian Panucci veinte años después de su llegada al Real Madrid

Ha sido una de las portadas que más me han marcado hasta el punto de que, veinte años después, la sigo recordando con total nitidez pese a que no se trataba de ningún partido, de ningún título, ni de ninguna remontada... Era una portada dedicada a un fichaje de invierno. Y el protagonista era Christian Panucci.

El viernes 10 de enero de 1997 el diario Marca llevaba a su primera página al jugador italiano con un titular que se me grabó a fuego en la memoria. El Real Madrid ficha a... Un ángel. El juego de palabras respondía al dramático quiebro al destino que había protagonizado el futbolista sólo unos pocos meses antes...

El 17 de julio de 1996 el vuelo 800 de Trans World Airlines partía de Nueva York a Roma con escala en París. Pocos minutos después del despegue, y con el aparato en pleno vuelo, el avión explotó y sus restos se precipitaron al Océano Atlántico. No hubo supervivientes. Murieron las 230 personas que viajaban en el aparato entre pasajeros y tripulación. El futbolista Christian Panucci tenía billete en aquel vuelo...

Panucci se encontraba en Estados Unidos para disputar los Juegos Olímpicos que se celebraban en Atlanta en aquel año 1996. El defensa transalpino era el capitán de la Selección italiana. Sin embargo, una lesión de rodilla le iba a impedir participar en la competición y dos días antes de inaugurarse los juegos se veía forzado a regresar a casa. 

Ya en el aeropuerto John F. Kennedy el jugador sufre un imprevisto al extraviarse su equipaje. Las gestiones tratando de recuperar sus pertenencias le impiden tomar el vuelo 800 de la TWA. En cualquier caso, Panucci prefería tomar un vuelo directo a Milán en lugar del vuelo a Roma que hacía escala previa en la capital parisina. Finalmente encontró billete en otro vuelo directo a Milán... Y de paso, salvó su vida.

Christian Panucci nació por segunda vez aquel 17 de julio de 1996 en Nueva York. La primera fue el 12 de abril de 1973 en Savona, Italia

Inició su carrera deportiva en Génova en el año 1990. Debutó en la Serie A italiana en la última jornada de la temporada 1991-92. En la temporada 1992-93 disputa 30 partidos ligueros y anota 3 goles, llamando la atención de los grandes del fútbol italiano. La Juventus se interesa por el jugador pero finalmente es el Milan el que se hace con sus servicios. Tenía veinte años de edad. Se proclama Campeón de Europa en su primera campaña vistiendo la camiseta rossonera. Fue en aquella Final de Atenas frente al Barcelona de Cruyff en la que el conjunto dirigido por Fabio Capello se impone con abrumadora autoridad goleando 4-0 a su rival. 

Con el Milan, Christian Panucci se consagra como uno de los mejores laterales derechos del continente. De hecho, en el año 1994 el defensa recibe el prestigioso Trofeo Bravo al mejor jugador del fútbol europeo Sub-21. Además del Scudetto y de la Champions League, Panucci ganó el Europeo Sub-21 con la Selección de Italia.

De nuevo con Cesare Maldini como seleccionador, Christian Panucci es el capitán de la Selección italiana que se vuelve a imponer en el Europeo Sub-21 de 1996. Los transalpinos repetían título dos años después tras imponerse a España en la Final disputada en el Estadio Olímpico de Montjuic el 31 de mayo de 1996. Junto a Panucci había jugadores como Cannavaro, Nesta, Totti, Buffon, Tacchinardi... Se adelantaron los italianos con un gol en propia puerta de Idiakez y empataron los españoles con un golazo de falta directa ejecuatada por Raúl. El encuentro se resolvió en los penaltis. Curiosamente Panucci fue el primer lanzador de la tanda. Y erró su disparo. Sin embargo, para España también fallaron, curiosamente, las dos estrellas del equipo de Javier Clemente y Andoni Goikoetxea. El guardameta Pagoto detuvo los lanzamientos de Iván de la Peña y de Raúl dando a Italia el título de Campeón de Europa de Selecciones Sub-21.

Panucci, aunque ya había debutado con la Selección absoluta italiana en 1994, no acudió ni al Mundial de Estados Unidos ni a la Eurocopa de Inglaterra de 1996. Al parecer, su relación con el entonces seleccionador italiano, Arrigo Sacchi, no era la mejor posible. Y la cosa se complicó para el jugador cuando el 1 de diciembre de 1996 Sacchi presentaba su dimisión como seleccionador italiano... para regresar al Milan. El conjunto rossonero no estaba atravesando un buen momento deportivo durante aquellos primeros meses de la campaña 1996-97. Sacchi, que había llevado a lo más alto al Milan durante su primera etapa al frente del equipo entre 1987 y 1991, volvía al club con el que tantos éxitos había conseguido para sustituir a Oscar Washington Tabárez. El técnico uruguayo no había conseguido enderezar el rumbo de un Milan que parecía echar de menos a Fabio Capello.

El que también parecía echar en falta a Fabio Capello era Christian Panucci, que no veía muy clara su situación con la llegada de Arrigo Sacchi. Su mala relación con el técnico iba a propiciar su salida del Milan. Su etapa en el club lombardo se cerraría en aquel mes de diciembre de 1996. A lo largo de las tres temporadass y media que vist la elástica del Milan Christian Panucci ganó dos Scudettos, dos Supercopas de Italia, una Champions League y una Supercopa de Europa. 

Llegada a Madrid

Su siguiente destino será Madrid. Allí le esperaba su gran valedor, Fabio Capello. El hombre que le había llevado de Génova a Milán. El técnico italiano no estaba conforme con el rendimiento del portugués Carlos Secretario en el lateral derecho del Real Madrid. Quería reforzar ese puesto y la mejor opción era la de su ex pupilo en el Milan Christian Panucci.

Lorenzo Sanz accedió y en enero de 1997 se cerró la contratación del jugador, que llegó en el mercado de invierno. Como indicaba al comienzo de la entrada, el Real Madrid fichaba "a un ángel"

El jugador fue presentado como nuevo jugador del equipo blanco el martes 14 de enero de 1997, es decir, tal día como hoy de hace veinte años. Christian Panucci se convirtió en el primer jugador italiano de la Historia del Real Madrid.

La confianza de Capello en Panucci era ciega. Al día siguiente de su presentación el nuevo jugador ya viajó con el equipo a Valladolid, donde el Madrid disputaba la vuelta de su eliminatoria de Copa del Rey. En la ida había ganado 2-1 el conjunto blanco y en el segundo encuentro se volvierona  imponer los blancos 0-2. Tres días más tarde, el sábado 18 de enero de 1997, el Real Madrid visitaba el Vicente Calderón para jugar con el Atlético de Madrid. Capello ya había anunciado que Panucci iba a jugar ese partido.

Y, efectivamente, Christian Panucci debutó con el Real Madrid en aquel derbi frente al Atlético de Madrid. Llevaba el dorsal número 17 a la espalda. Ya en su primer partido dejó muestras de lo que nos podía ofrecer. Marcó un gol de cabeza... Pero se lo anularon. Aún así, el Real Madrid, que acabó con diez por expulsión de Mijatovic, se impuso 1-4 con una extraordinaria actuación de Raúl, que marcó dos goles y dio los otros dos. Panucci entró con buen pie en el Madrid.

No tardó mucho en volver a ver puerta pese a su posición sobre el campo. Sólo dos jornadas después, en el triunfo 3-2 sobre el Deportivo, Panucci volvió a ver puerta y, esta vez sí, consiguió su primer gol oficial con la camiseta del Real Madrid. Se habían adelantado los gallegos pero Panucci, de cabeza en un saque de esquina, establecía el 1-1. Volvieron a marcar los visitantes pero Hierro, en lanzamiento directo de falta, y Suker voltearon el marcador. Dos semanas más tarde, y de nuevo en el Bernabéu, el Real Madrid empató 2-2 con el Betis. El segundo gol madridista lo anotó Panucci, otra vez de cabeza. Su celebración no se me olvidará nunca. El italiano corrió hacia el córner, se quitó la camiseta y la colocó en el palo del banderín agitando la elástica blanca como si fuera una bandera. Muy original, desde luego. 

El futbolista italiano se convirtió en fijo de las alineaciones de Capello en lo que restó de temporada. El veterano Chendo pasó a ser el primer recambio para el lateral derecho del equipo por delante de Secretario, que sólo dispuso de unos pocos minutos en dos partidos tras la llegada del defensa italiano

Una de las virtudes de Panucci era la de su polivalencia. Pese a que su posición natural era la de lateral derecho, cumplía perfectamente en cualquier posición de la defensa. En Italia había llegado a jugar como líbero e incluso como lateral izquierdo. En el Milan había ocupado la banda izquierda cuando Paolo Maldini se iba al centro de la defensa. De hecho, en la famosa Final de la Champions League de Atenas frente al Barcelona, Panucci jugó como lateral izquierdo.  

En el Real Madrid también llegó a jugar de lateral izquierdo. En el tramo final de la temporada 1996-97 el italiano fue el encargado de cubrir las ausencias de Roberto Carlos y fue Chendo el que jugó como lateral derecho. De hecho, el día que el Real Madrid se proclamó Campeón de Liga, el sábado 14 de junio de 1997, Chendo y Panucci ocuparon esos puestos. El de Totana en la derecha y el italiano en la izquierda. Y, precisamente, Panucci fue el encargado de asistir con un centro desde la izquierda a Raúl en el primer gol madridista. 3-1 se impusieron los de Fabio Capello.  

Panucci celebró con entusiasmo su primer título como jugador del Real Madrid. Campeón de Liga. Su primera temporada se saldó con 21 partidos oficiales y dos goles.

Temporada 1997-98

Su segunda campaña en el Real Madrid fue su primera temporada completa con el equipo. Una temporada que empezó muy bien, además. En agosto de 1997 el Real Madrid se impuso al Barcelona en la Supercopa de España ya con el alemán Jupp Heynckes en el banquillo.

En el plano personal, Panucci pasó por ciertas dificultades en el plano personal debido a problemas musculares derivados de una lesión que le apartó un par de meses del equipo y al estado de salud de su madre. Lo explicaba en una entrevista que concedió a Javier de la Calle para la revista oficial del Real Madrid, en marzo de 1998. "Mi madre tiene problemas de salud y eso me ha mantenido muy preocupado. Soy una persona sensible y cuando hablaba con ella me entristecía aún más, me hubiera gustado estar a su lado. La distancia se convirtió en una adversidad añadida. A ello se unió la lesión....", confesaba Panucci.

Pese a que ya no estaba Fabio Capello como entrenador, Christian Panucci siguió siendo uno de los futbolistas más importantes de una plantilla que pasaría a la historia del Club con la consecución de La Séptima Copa de Europa. El lateral derecho italiano formó parte de aquel inolvidable once que saltó al césped del Amsterdam Arena y que todos los madridistas se saben de memoria: Illgner, Panucci, Hierro, Sanchís, Roberto Carlos, Karembeu, Redondo, Seedorf, Raúl, Morientes y Mijatovic. Aún recuerdo las imágenes de un Panucci radiante de felicidad celebrando el triunfo junto a su amigo Seedorf.

La temporada 1997-98 jugó un total de 33 partidos, 23 de Liga, 8 de Champions League, uno de Copa y uno de Supercopa.

Temporada 1998-99

La temporada 1998-99 sería su último ejercicio con la camiseta del Real Madrid. Chendo se había retirado y tras temporada y media llevando el 17 a la espalda, Panucci heredó el dorsal número 2.

De aquel tercer ejercicio como madridista, Panucci recordará un partido de Champions League en Austria frente al Sturm Graz disputado el jueves 5 de noviembre de 1998. Ganó el Madrid 1-5. Se adelantaron los anfitriones en el entonces llamado Estadio Arnold Schwarzenegger pero los jugadores merengues le dieron la vuelta al marcador y acabaron goleando. Panucci, que fue duda para jugar el encuentro, anotó dos goles, el 1-1 y el 1-4. Los dos cabeza, uno en el saque de una falta por la derecha y otro en un saque de esquina por la izquierda. Además, fue el encargado de asistir a Seedorf en el 1-3. Sin duda, fue una de las grandes noche de Panucci, probablemente su mejor partido con la camiseta del Madrid.

Un mes más tarde, y en calidad de Campeón de Europa, el Real Madrid se desplazó a Japón para jugar la Copa Intercontinental frente al Vasco de Gama. Panucci jugó de titular aquel partido en el que Guus Hiddink alineó el siguiente once: Illgner, Panucci, Sanchís, Fernando Sanz, Roberto Carlos, Hierro, Redondo, Seedorf, Savio (Suker, 89’), Raúl, Mijatovic (Jarni, 86’). Ganó el Madrid 2-1 con el famoso tanto de Raúl, el del Aguanís. El Real Madrid se proclamó Campeón de la Copa Intercontinental y Panucci conquistó su cuarto título como madridista. El italiano, además, se sacó una espinita puesto que no había podido ganar esa competición con el Milan, que había perdido frente al Vélez Sarsfield argentino en la Final de 1994 y frente al Sao Paulo en la edición de 1993.

De cara a las estadísticas, Panucci ofreció sus mejores números como madridista en aquella temporada 1998-99. Jugó 42 partidos oficiales, 31 de Liga, 7 de Champions League, 2 de Copa del Rey, uno de Supercopa de Europa y otro en Final de la Copa Intercontinental. Sin embargo, no siguió en el Madrid. En 1999 se puso punto y final a su etapa merengue. El Real Madrid ficharía aquel verano a Michel Salgado para el lateral derecho.

En total, Christian Panucci disputó 96 encuentros oficiales con la camiseta del Real Madrid en los que anotó seis goles, dos en cada una de las tres campañas que militó de blanco. Como madridista, el italiano ganó una Liga, una Supercopa de España, una Champions League y una Copa Intercontinental

Tras el Madrid

Tras su salida del Real Madrid, Christian Panucci regresó a Milán, pero para jugar en el Inter. En realidad, y según confeso en muchas entrevistas, el Inter era el equipo del que había sido seguidor desde que era niño. Permaneció una campaña en el Internazionale, la temporada 1999-00. Allí coincidió con un ex madridista, Iván Zamorano, y con un futuro madridista, Ronaldo Nazario. Mediada aquella campaña, además, recaló en el Inter el holandés Clarence Seedorf, también procedente del Real Madrid.

En la temporada 2000-01 es cedido por el Inter al Chelsea, entonces entrenado por el italiano Gianluca Vialli. Sólo permanece media campaña en el equipo inglés y en el mercado de invierno recala en el Monaco para disputar la liga francesa

En la temporada 2001-02 llega, también en calidad de cedido, al AS Roma. De nuevo coincide con Fabio Capello y allí vuelve a encontrar la regularidad y la estabilidad. En la temporada 2002-03 la AS Roma se hace en propiedad con los derechos de Christian Panucci y el defensa se convierte en un fijo de las alineaciones del equipo de la capital italiana hasta el final de la campaña 2008-09. En total, Panucci juega durante ocho temporadas en la Associazione Sportiva Roma. Con el equipo romano gana dos Copas de Italia y una Supercopa de Italia.

En julio de 2009, con 36 años de edad, Christian Panucci ficha por el Parma, equipo con el que juega sus últimos partidos como profesional durante la temporada 2009-10. En febrero de 2010 el jugador decidió rescindir su contrato con el Parma alegando "motivos personales" y en agosto de aquel mismo año, pese a recibir ofertas para seguir jugando, Christian Panucci anunciaba su retirada del fútbol.

Colgó las botas con 37 años y más de medio millar de partidos oficiales. Con su selección jugó el Mundial de Corea-Japón de 2002 y las Eurocopas de 2004 y 2008. Fue Internacional absoluto en 57 ocasiones. En su palmarés, dos Scudettos, una Liga, dos Copas de Italia, tres Supercopas de Italia, una Supercopa de España, dos Champions League, una Supercopa de Europa, una Copa Intercontinental y dos Campeonatos de Europa Sub-21 con la Selección de Italia.

 Tras su retirada como futbolista ejerció de entrenador en el Associazione Sportiva Livorno y en el Ternana Calcio.

Epílogo

Guardo muy buenos recuerdos de Christian Panucci como futbolista, en general, y como madridista, en particular. Llegó al Real Madrid en un momento en el que el Club daba un importante salto de calidad. Panucci era uno de aquellos futbolistas con prestigio y valía que tanta falta nos hacía en aquel Real Madrid de mediados de los noventa al que se le miraba por encima del hombro, durante aquellos años en los que yo sufría el Síndrome del Transworld Sport. De la mano de Fabio Capello, fichamos a toda una joven estrella del Milan. Su rendimiento fue más que notable. Y a sus aptitudes como futbolista se añadían, además, sus cualidades humanas. Christian Panucci transmitía muy buenas sensaciones en lo personal. Se le veía buen compañero. Un tipo extrovertido y alegre. Muy latino. 

Sin duda, tenía motivos para estar alegre. Y es que aquel 17 de julio de 1996 la pérdida de un equipaje le había salvado la vida. Sí. El destino. La vida le había dado una segunda oportunidad para disfrutarla. Y los madridistas tuvimos la fortuna de disfrutar de su entrega durante dos temporadas y media. El Madrid, como tituló Marca en aquella portada, había fichado a un ángelHoy, en el día en el que se cumplen veinte años de su presentación como jugador blanco, quería recordar aquí en 'Historias del Real Madrid' a este gran jugador. Christian Panucci.