miércoles, 31 de agosto de 2016

LA LIGA DE LAS ESTRELLAS

Hoy se cumplen veinte años del inicio de la Liga 1996-97

El sábado 31 de agosto de 1996, tal día como hoy de hace veinte años, arrancaba el Campeonato Nacional de Liga de la temporada 1996-97. El Real Madrid visitaba Riazor para enfrentarse al Deportivo de La Coruña en el partido inaugural de la primera jornada. El primer partido oficial del equipo de Fabio Capello, con Suker, Mijatovic y Roberto Carlos en la alineación inicial, concluyó con reparto de puntos tras el empate a uno con el que finalizó el choque. Se adelantaron los de casa en el primer tiempo e igualó Roberto Carlos con un fuerte disparo que desvió el defensa deportivista Naybet

Muchas novedades en ambos equipos. Y es que si por algo es recordada aquella Liga 1996-97 que echaba a andar tal día como hoy de hace dos décadas es por la cantidad de grandes jugadores que recalaron en el campeonato español. 

Con la entrada en vigor de la conocida como Ley Bosman se abrieron las puertas para los jugadores comunitarios, que dejaban de ocupar plaza de extranjeros. Las fuertes sumas de dinero que inyectaron las televisiones a los clubes permitieron a los equipos, además, afrontar fichajes de relumbrón. Nuestro fútbol se llenó de jugadores de todo tipo de nacionalidades. Acostumbrados como estábamos a ver jugando tres extranjeros como máximo por equipo, aquello marcó un antes y un después. Todo ello creó una inusitada expectación ante la nueva temporada que iba a echar a rodar. Estaba a punto de comenzar el campeonato más apasionante de la historia de la Liga.

A todas las grandes estrellas que ya militaban en la Liga española se les unió un aluvión de nuevos jugadores que conformaron toda una constelación de estrellas que llevarían a la Liga española a convertirse posiblemente en la más fuerte del panorama europeo. Todos los equipos se presentaron cargados de novedades. No sólo el Real Madrid.

El Barcelona se había gastado 2.500 millones de pesetas, récord de la época, en contratar al joven goleador brasileño del PSV, Ronaldo Nazario. Junto a él llegó otro brasileño que daría mucho que hablar aquel año, Giovanni Silva. Entre los comunitarios llegaban el guardameta Vitor Baia y el defensa Laurent Blanc.

El Deportivo de La Coruña se hacía con los servicios del francés Martins, del marroquí Naybet y de un brasileño llamado Rivaldo, entre muchos otros. Los de Lendoiro incluso le arrebataron al Real Madrid el fichaje de un jugador que según los medios de comunicación lo tenía prácticamente cerrado con la entidad merengue, Flavio Conceiçao. El caso es que todos los equipos echaban sus redes por Europa. Hasta el Athletic Club, que fichó al internacional francés Bixente Lizarazu. Incluso llegaron griegos a pares, como en el caso de Tsartas y Marinakis, que recalaron en el Sevilla. El Oviedo fichó a Paulo Bento, en la Real Sociedad aterrizó Darko Kovačević... Todos los equipos querían cracks. El Logroñés trajo de vuelta a España al uruguayo Rubén Sosa. El listado de grandes jugadores que pasaron por la Liga española aquel año fue enorme.

Con tanto crack a punto de deambular por los campos de nuestro país los medios de comunicación bautizaron de forma extraoficial a nuestro campeonato como la Liga de las Estrellas. El diario As, aprovechando el nombre de su propia cabecera, lo llamó la Liga de los Ases y programas de su grupo empresarial como El Día Después, de Canal Plus, también se hicieron eco de esta denominación. No obstante, creo que caló más lo de la Liga de las Estrellas, que es el nombre con el que recordamos aquella Liga de hace veinte años.

Los más pequeños tenían las colecciones de cromos para controlar a todos los jugadores de las plantillas de Primera División. Para los más mayores se hacía necesario recurrir a las guías que publicaban periódicos como Marca y As o revistas como Don Balón. Desde luego, aquel verano las guías hicieron su particular 'agosto', nunca mejor dicho, y se hicieron más imprescindibles que nunca para tener controlado el aluvión de novedades que se registraron en las plantillas de los equipos de Primera División.

En aquella época, los equipos todavía realizaban presentaciones de plantillas a la vieja usanza, como toda la vida, con el público en los estadios y los jugadores posando con sus equipaciones ante los medios gráficos. Pero en aquel verano de 1996, aquellos actos tuvieron muchísimo más tirón que en ocasiones precedentes. La expectación generada fue descomunal.

Había muchas ganas de que empezara el fútbol. Aún estábamos arrastrando las consecuencias de la Liga de 22 equipos, así que teníamos nada más y nada menos que cuarenta y dos jornadas de Liga por delante. Y las televisiones se frotaban las manos, claro. Partidos, resúmenes en los informativos, goles, reportajes... El público tenía ganas de balón. Y después de los partidos, los lunes había que seguir analizando la jornada en 'El Día Después' de Canal Plus

Por cierto, en TVE los resúmenes dominicales no llegaban vía 'Estudio Estadio' si no a través de un extraño programa que no sé si muchos recordarán... Mediada la temporada, al segundo canal de TVE llegó 'El Domingol', un espacio que no me atrevo ni a calificar... Entre resumen y resumen de cada partido se introducían sketches de su presentador, el polifacético Pedro Ruiz. Y las moscas... ¿Alguien se acuerda de las moscas? Una copresentadora llevaba las clasificaciones semanales de los jugadores... utilizando moscas! ¿Me estará jugando la memoria una mala pasada? Aquello no podía ser cierto...

Partidos los lunes 

La Liga de las Estrellas nos trajo más novedades. No todas satisfactorias, todo sea dicho. Aquello del partido de los lunes por la noche nunca me convenció. Antena 3 fue la encargada de alargarnos la jornada más de lo normal de tal manera que había fútbol los sábados, los domingos… y para la noche de los lunes quedaba un último partido un poco descolgado después de concluir el fin de semana.

Pero es que las televisiones pagaban y eran las que ponían el dinero para sufragar tanto fichaje de relumbrón. Así que a los clubes y aficionados no nos quedó más remedio que pasar por el aro. Uno de los primeros partidos televisados un lunes por la noche, por cierto, fue un Betis-Real Madrid en el que pudimos ver uno de los primeros cañonazos que Roberto Carlos nos brindaría a lo largo de su prolífica carrera.

Partido del Siglo

Con el aura y la trascendencia que se le había otorgado a la Liga aquel año no es de extrañar que los calificativos también se desbordaran a la hora de llegar el duelo entre Real Madrid y Barcelona. El partido generó una enorme expectación. Los dos equipos más fuertes de la Liga de las Estrellas se dieron cita en El partido del Siglo, que fue como se denominó al primer enfrentamiento entre Madrid y Barcelona. Después se siguió utilizando esta denominación que se ha repetido hasta la saciedad. Pero lo de El Partido del Siglo nació con motivo del duelo correspondiente a la jornada 16 que se disputó en el Santiago Bernabéu el 7 de diciembre de 1996. Encuentro, por cierto, que finalizó con triunfo madridista por 2-0 con goles de Suker y Mijatovic.

Son muchos los recuerdos de aquella campaña de hace veinte años. Algunos de ellos los iré desempolvando aquí en 'Historias del Real Madrid' a lo largo de los próximos meses. Sí... Qué grandes recuerdos de la temporada 1996-97. Y lo mejor de todo fue que su desenlace... fue favorable para el Real Madrid.

martes, 30 de agosto de 2016

ILUSIONES RENOVADAS

La gestación del Real Madrid de la temporada 1996-97

Para entender la profunda renovación que hubo que afrontar en el Real Madrid de cara a la temporada 1996-97 hay que recordar y tener bien claro qué es lo que pasó durante el anterior ejercicio. Por eso, antes de entrar en detalle, recomiendo leer la entrada que dediqué en su día a la temporada 1995-96.
 
La temporada 1995-96 fue un cúmulo de despropósitos. Uno detrás de otro. Sin duda es la peor temporada que recuerdo como aficionado del Real Madrid. Las cosas fueron tan mal que sucedió algo muy parecido a lo que había pasado en los últimos meses de la temporada 1993-94. En aquella ocasión, como ya conté en su día, los aficionados estábamos más pendientes de los nuevos fichajes de cara a la temporada 1994-95 que de lo que nos quedaba aún de competición por delante. Sólo dos años después de aquello se volvió a repetir la situación. 

Tres meses antes de que finalizara la temporada 1995-96 estábamos más pendientes de los fichajes que se avecinaban que de la marcha del equipo, que deambulaba partido tras partido con más pena que gloria. Tratábamos de ilusionarnos y supongo que desde el propio club se alimentaba un poco esa esperanza, porque los medios de comunicación seguían la evolución de los futuros movimientos de la plantilla.

El primer nombre que sonó fue el de Davor Suker, que cumplía su sexta campaña en el Sevilla donde siempre había dado muestras de ser un grandísimo delantero. El 12 de enero de 1996 los presidentes de Madrid y Sevilla firmaron el traspaso del delantero de cara a la siguiente temporada. 

En el mes de febrero de 1996, la revista oficial del Real Madrid publicaba su primera entrevista con el delantero croata. La portada de aquel mes era muy sintomática de lo que estaba pasando. Suker era el protagonista principal por encima de Arsenio Iglesias, que llegaba mediada la temporada para ocupar el banquillo madridista, y de Raúl, el único que estaba realmente destacando en el equipo en aquella nefasta campaña. No quedaba otra. Había que vender ilusión y eso es lo que se trataba de hacer desde la revista oficial del club. “Suker: el próximo gol”, podíamos leer en primera página. En páginas interiores, Javier Palomino le preguntaba al croata qué representaba haber firmado por el Real Madrid. “Cumplir un sueño. Se cumple el sueño de jugar en un grande del mundo, en uno de los equipos más importantes. Le agradezco mucho al presidente, Lorenzo Sanz, el que me haya elegido para defender los colores de este club. Va a ser un verdadero placer jugar con esta plantilla tan grandiosa ante una afición como la madridista, tan acostumbrada a ganar muchos trofeos”, respondía Davor Suker.

El siguiente nombre que se vinculó con el Real Madrid fue el de Pedja Mijatovic, que los periódicos empezaron a vincular con el Real Madrid de cara a la siguiente campaña. El montenegrino, que había llegado a Valencia en la temporada 1993-94, atravesaba un espectacular momento de forma hasta el punto de convertirse en el delantero más en forma del fútbol español pese a que se desenvolvía más bien en labores de mediapunta.

La cosa prometía. Aún recuerdo una portada de Don Balón en la que la revista realizó un montaje con Raúl, Mijatovic y Suker. Todos los medios daban por hecho que los tres conformarían la delantera del equipo la siguiente temporada y la verdad es que aquello despertaba ilusión. Era lo único a lo que nos podíamos aferrar en las postrimerías de aquella temporada tan mediocre. A la ilusión por el futuro. Es lo que nos quedaba a los aficionados. Pensar en el futuro y tratar de ilusionarnos con lo que se estaba gestando.

A Mijatovic y a Suker les seguíamos con lupa puesto que jugaban en la Liga española. Otros nombres que se barajaban jugaban en Italia. Clarence Seedorf y Christian Karembeu militaban en la Sampdoria y sonaron como posibles refuerzos. Especialmente el holandés, que con sólo 20 años contaba con una Champions League en su palmarés, la que había ganado un año antes con el Ajax. Seedorf pertenecía a aquella extraordinaria generación de futbolistas procedentes de la cantera del Ajax que se proclamó Campeona de Europa de la temporada 1994-95. Aquel mismo año fue traspasado al Calcio y en Italia también había dejado constancia de su enorme clase y de su poderío físico.

¿Y el entrenador? ¿Quién sería el encargado de dirigir al nuevo Real Madrid? Pues también parecía que vendría de Italia. En el mes de mayo de 1996 la portada de la revista Real Madrid estaba ocupada por una fotografía bien grande de Fabio Capello junto al siguiente titular: “Este es el hombre”. “Hace tiempo que el Real Madrid comenzó a planificar la próxima temporada. Uno de los primeros objetivos era contratar un entrenador de élite, un técnico con prestigio internacional, con la experiencia necesaria para hacer un equipo campeón. Desde hace tiempo el Madrid tiene una cosa clara: Fabio Capello es ese hombre”, escribía Javier De Echeberria en la revista del Club. Cuatro páginas le dedicaban al entrenador del Milan desglosándose su perfil deportivo y sus métodos de trabajo.

Llega Capello

Fabio Capello fue presentado el lunes 20 de mayo de 1996 en Madrid en un acto al que asistieron multitud de periodistas y medios de comunicación. Un par de semanas después, ya en junio de 1996 y con la Liga recién concluida, la portada de la revista del Real Madrid volvía a dejar bien claro que lo que importaba era el futuro. Capello: Trabaja en el nuevo Madrid. Alfonso: vuelve el hijo pródigo. Suker: El mejor aliado del Gol. Y el próximo… Mijatovic.  

La revista informaba sobre la presentación de Capello que había tenido lugar en Madrid y recogía su primera entrevista con el entrenador italiano así como las primeras fotografías oficiales como técnico blanco. “El Real Madrid es el equipo número uno del mundo por su historia y por su grandeza, por ello no dudé un instante en aceptar la proposición que me hizo el presidente Lorenzo Sanz para entrenar al equipo en las tres próximas temporadas en las que trataremos de formar un conjunto capaz de volver a ocupar el primer puesto en España, en Europa y, también, en el mundo. Para ello ya hemos empezado a trabajar”, aseguraba el míster. “Mi mensaje es que vamos a trabajar con humildad y dedicación, con el deseo de ganar y de hacer un gran equipo. Un equipo campeón cuyo nombre es Real Madrid, concluía Capello.

Una vez concluida de manera definitiva la temporada 1995-96 comenzaron a hacerse oficiales los movimientos de salida y de entrada.  Y hay que decir que las informaciones que habían barajado los medios de comunicación habían ido en buena dirección. Abandonaron el Club futbolistas que acaban contrato como Míchel, Laudrup, Zamorano, Soler o Luis Enrique. Lo de Luis Enrique fue una verdadera lástima. Pero bueno, él lo quiso así. Esnáider fue traspasado al Atlético de Madrid.

Mientras unos se marchaban otros iban llegando. Suker, Seedorf, Mijatovic... El Madrid también recuperó a Alfonso y también regresó a la disciplina del Club Dejan Petkovic. Y seguían sonando nombres de posibles refuerzos. Fue entonces cuando algunos empezamos a escuchar por primera vez el nombre de un brasileño con nombre de cantante... Un tal Roberto Carlos.

El defensa brasileño Roberto Carlos era otro futbolista de paso efímero por Italia, que con sólo una temporada en el Inter de Milan debió de convencer a Capello. Así como Seedorf sí que me me sonaba de su paso por el Ajax, de Roberto Carlos no sabía por aquel entonces absolutamente nada. Y eso que, como supe después, le había visto jugar en un amistoso frente al Palmeiras disputado en agosto de 1994 con motivo del Trofeo Santiago Bernabéu. El caso es que Fabio Capello quería tenerlo en su nuevo proyecto en España. En Italia, el brasileño jugó de interior, no de lateral izquierdo, pero ya había dejado muestras de su calidad anotando cinco goles y sobre todo de su potencial gracias a un físico portentoso e impresionante. O eso era lo que contaban en Don Balón y en el Marca. El primer partido que le vi jugar fue aquel mismo verano de 1996 con la Selección brasileña en los Juegos Olímpicos de Atlanta y marcó un golazo impresionante. Recuerdo que me causó una gratísima impresión. Francamente estábamos fichando muy bien. 

En el número correspondiente a julio-agosto de 1996, la portada de la publicación oficial del Madrid volvía a estar protagonizada por las novedades. Tres nuevos astros para el firmamento blanco, rezaba  aquella primera página ilustrada con las fotografías de Clarence Seedorf, Roberto Carlos y Mijatovic. La del montenegrino era un montaje con una camiseta blanca, puesto que aún no había sido presentado de manera oficial. La revista titulaba en páginas interiores con unas declaraciones del futbolista que terminarían siendo proféticas. “Dos años son suficientes para ganar la Liga de Campeones”, aseguraba Pedja. 

La revista le dedicaba cuatro páginas a Roberto Carlos y los aficionados empezamos a familiarizarnos con el simpático rostro de este jugador brasileño que, por aquel entonces, lucía pelo. “La fuerza de un defensor acostumbrado a golear”, titulaban en la revista, que ilustraba el reportaje con imágenes del diario Marca en las que el brasileño posaba con una camiseta del Real Madrid. “Es muy difícil decir que no al Real Madrid, uno de los mejores equipos y con más fama del mundo”, aseguraba el lateral zurdo.

La verdad es que hubo mucho tiempo para trabajar y hacer conjeturas. La Liga había acabado relativamente pronto puesto que aquel verano de 1996 hubo Eurocopa en Inglaterra. También hubo Juegos Olímpicos en Atlanta. Había márgen para hacer más incorporaciones y a principios de julio de 1996 se cerró la llegada del defensa Carlos Secretario. La reciente implantación de la conocida como Ley Bosman propiciaba la llegada de jugadores europeos comunitarios que a partir de aquella temporada dejarían de constar como extranjeros. Secretario era portugués.

Avanzado el verano, los aficionados teníamos unas ganas tremendas de ver por fin vestidos de blanco a todos los nuevos astros que habían llegado al Club durante los anteriores dos meses. La presentación de la nueva plantilla prometía ser algo nunca visto...

Multitudinaria presentación 

El Real Madrid se presentó en el Santiago Bernabéu el martes 23 de julio de 1996. La expectación que se había generado con la llegada de los nuevos fichajes fue tan grande que la presentación se realizó por todo lo grande. Por primera vez se hizo de noche y con un impresionante espectáculo de luces y sonido que convirtieron el acto en un evento al más puro estilo americano. Estaban presentes aquel día 120.000 personas en el estadio. Nunca se había visto nada igual. Aquello no tenía nada que ver con las presentaciones realizadas en anteriores campañas. Muchos aficionados incluso se quedaron fuera del Estadio porque no había sitio para todos. De verdad, algo realmente alucinante.

“Esto ya no es un sueño. Es una realidad”, comentó aquella noche el presidente Lorenzo Sanz ante un Bernabéu abarrotado. “Ha sido impresionante, es la primera vez que veo algo así en mi vida. Tenemos un público maravilloso. Estoy convencido de que ésta va a ser una Liga apasionante, del máximo nivel, y espero conseguir el título al final del Campeonato y brindárselo a este público tan entregado”, añadía Capello cuando tomó el micrófono para dirigirse a los presentes en las gradas.
 
Tras las alocuciones y las fotografías para los medios gráficos, los jugadores realizaron un partidillo. No estuvieron aquel día ni Raúl ni Roberto Carlos, que estaban disputando los Juegos Olímpicos en Atlanta. Al término, cuerpo técnico y directivos contemplaron desde el césped el espectáculo de fuegos artificiales con el que concluyó aquella inolvidable presentación

Aquel era el grupo de trabajo con el que Fabio Capello empezó a trabajar en una pretemporada en la que los medios de comunicación hicieron mucho hincapié en las normas de disciplina y en la exigencia de la que hacía gala el técnico italiano. Había que ir ajustando una plantilla. 

La pretemporada se inició en Suiza, como era habitual todos los años por aquella época. En Nyon se disputó el primer partido frente al S. Nyonnais que concluyó 0-6 para los de Capello. Después se ganó 1-3 al Yverdon y se empató 1-1 con el Servette. El 9 de agosto el equipo jugó su primer partido en España frente al Torino italiano en el Martínez Valero de Elche. Recuerdo que aquel día jugamos con la tercera equipación, una camiseta arlequinada con la que no sé si volvimos a jugar durante el resto de toda la campaña. Los encuentros de preparación se prolongaron frente al Sporting, Deportivo, Real Sociedad y Athletic de Bilbao. Los encuentros frente a estos dos equipos vascos estaban encuadrados en la III Edición del Trofeo Euskadi que, por tercer año consecutivo, se llevó el equipo madridista. En San Mamés realizó el equipo su mejor encuentro de la pretemporada imponiéndose a los locales con un rotundo 0-5. Anotaron Suker, Mijatovic, Seedorf y Raúl por partido doble. Aquel día se vio por dónde iban a ir los ‘tiros’ aquella temporada 1996-97 que estaba a punto de empezar.

El Real Madrid se adjudicó el Trofeo Bernabéu ganando 4-0 al Benfica. La Liga estaba a punto de empezar, pero el trabajo no había concluido, ni mucho menos. Había que acoplar una plantilla con muchas novedades en la que también seguían jugadores de mucho peso como Hierro, Redondo o Raúl, que a sus 19 años recién cumplidos se había convertido ya en el jugador más en forma del equipo.

El técnico también tenía que decidir sobre los canteranos que tanto protagonismo habían cobrado a lo largo de la anterior campaña. El técnico italiano no despreció a los jóvenes. Álvaro Benito entró en las convocatorias y equipos del entrenador hasta que se lesionó de gravedad en noviembre de 1996. Víctor, que había debutado en el último partido de Liga de la temporada 1995-96 cobró un papel  trascendental en el equipo de Capello en la temporada 1996-97. Guti, García Calvo y Fernando Sanz siguieron en la plantilla.

Alfonso no concluyó la pretemporada, aunque no por cuestiones deportivas. Tampoco Quique Sánchez Flores, que abandonó el Club con dirección a Zaragoza para disputar una última campaña en Primera División antes de retirarse. Otro que terminó saliendo del club fue Dejan Petkovic, que jugó unos minutos en competición oficial pero partió de nuevo cedido. Se intentó cerrar la llegada del francés Christian Karembeu, pero la cosa finalmente no fructífico y el neocaledonio tuvo que esperar para aterrizar en el Bernabéu. 

Con la temporada recién iniciada, se concretó una nueva llegada, la del guardameta alemán Bodo Illgner. Fabio Capello exigía un perfil de guardameta que no se ajustaba del todo a lo que tenía a su disposición. Santi Cañizares jugó el primer partido de Liga en Riazor frente al Deportivo. Pero en el segundo partido, quien se puso bajo los palos fue el alemán, que había sido fichado procedente del Colonia en una operación relámpago. Debutó con el Madrid el domingo 8 de septiembre de 1996 frente al Hércules con victoria por 3-0. 

En resumidas cuentas 

En el capítulo de novedades finalmente los fichajes fueron Illgner, Secretario, Roberto Carlos, Seedorf, Suker y Mijatovic. En el mes de diciembre se incorporó Christian Panucci, procedente del Milan. La plantilla, en definitiva, quedó compuesta por los siguientes jugadores: Illgner, Cañizares y Buyo como porteros, Chendo, Secretario, Panucci, Hierro, Sanchís, Alkorta, Fernando Sanz, García Calvo, Lasa y Roberto Carlos como defensas, Víctor, Redondo, Milla, Seedorf, Amavisca y Guti como centrocampistas, Raúl, Suker, Mijatovic y Álvaro Benito como delanteros. También jugó un partido el canterano Ismael y en la recta final de la temporada se incorporó al equipo un nuevo fichaje, el brasileño Ze Roberto. 

El salto de calidad fue más que evidente. Las cosas podían salir bien o podían salir mal. El fútbol no es una ciencia escrita. Pero lo que estaba claro es que afrontábamos la temporada 1996-97 con una gran plantilla. La sensación era muy similar a la vivida en el verano de 1994 con la llegada de Valdano, Laudrup, Redondo y compañía. Volvía la ilusión y el optimismo. Y, por primera vez en mucho tiempo, recuerdo que tenía la sensación de que el Real Madrid contaba con una de las mejores plantillas del fútbol europeo. Estábamos poniendo los mimbres de algo gordo... Quizás no estaba tan lejos el día en el que pudiésemos celebrar un triunfo importante a nivel continental para enterrar el Síndrome del Transworld Sport que tanto me había hecho sufrir. Hace ahora veinte años, el Real Madrid estaba dando un paso de calidad. Aquel verano de 1996 fue inolvidable para los madridistas.

lunes, 29 de agosto de 2016

LA VUELTA DE ALFONSO

La efímera segunda etapa en el Real Madrid del delantero en el verano de 1996

Seguramente más de uno se habrá olvidado de aquello veinte años después. Pero en el verano de 1996 nuestro canterano Alfonso Pérez Muñoz realizó la pretemporada con el Real Madrid después de haber cuajado una gran campaña en el Betis. 

Alfonso, que durante varios años fue considerado el sucesor natural de Butragueño, sufrió un importante frenazo a su carrera deportiva cuando cayó lesionado de gravedad en el Nou Camp en la temporada 1993-94. Atravesaba su mejor momento y cuando por fin jugaba con asiduidad en el equipo de Benito Floro una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha le mandó al dique seco y le dejó sin el Mundial de Estados Unidos.

Cuando arrancó la temporada 1994-95 el jugador de Getafe, ya recuperado, partía como uno de los fijos en los esquemas de Jorge Valdano, pero en la primera jornada de Liga, en Sevilla, el futbolista volvía a caer lesionado tras recibir una dura entrada justo en el momento en el que anotaba el tercero de los cuatro goles que el equipo madridista marcó en el triunfo 1-4 en el Sánchez Pizjuan.

Esa nueva lesión apartaba a Alfonso del equipo en una campaña en la que tanto Amavisca primero como Raúl después le quitaron todo el protagonismo al que parecía destinado. Alfonso atravesó numerosos problemas físicos aquella temporada 1994-95. Jugó bastante menos de lo esperado, con idas y venidas. Le faltó encontrar el ritmo de competición adecuado. Cuando jugaba no parecía encontrarse pleno de facultades.

A punto de cumplir los 23 años y tras cinco temporadas ya en la primera plantilla Alfonso Pérez Muñoz necesitaba minutos. Jugar de manera asidua y desprenderse de una vez de la etiqueta de eterna promesa. Sin embargo, la eclosión de Raúl le cerraba el paso a una titularidad que, desde luego, en el Real Madrid no iba a tener garantizada pese a que en el verano de 1995 Butragueño ponía rumbo a México tras cerrar su etapa como jugador blanco.

La opción más lógica parecía la que se terminó adoptando. Una cesión. Una temporada en otro equipo para jugar todo lo posible. Así las cosas, en el verano de 1995 tanto Butragueño como su sucesor natural, Alfonso, salieron del Real Madrid. Alfonso ponía rumbo a Sevilla para jugar con el Betis. No me olvidaré nunca del día de su despedida, en la Ciudad Deportiva. Juraría que aquella fue la primera vez en mi vida que veía a un futbolista llorar en rueda de prensa al despedirse de su equipo. Hoy ya estamos acostumbrados a contemplar lágrimas de jugadores al despedirse frente a los medios. Pero yo, al primero que le recuerdo llorar delante de las cámaras fue a Alfonso. Me chocó, entre otras cosas, porque en teoría se trataba de una cesión. Una temporada fuera. Pero después volvería al Real Madrid.

La primera temporada de Alfonso Pérez fuera del Santiago Bernabéu fue magnífica. No podía extrañar a nadie. Medalla de Oro en Barcelona 92 e Internacional absoluto, Alfonso era un jugador buenísimo que en su primera temporada en el Betis, titular indiscutible, demostró toda la calidad que atesoraban sus botas. El madrileño se convirtió en una de las estrellas de la Liga durante la temporada 1995-96. Jugó 35 partidos de Liga, todos ellos de titular, y anotó 12 goles.

Y todo aquello en el marco de la peor temporada del Real Madrid en décadas. Mientras nuestros jugadores completaban una temporada desastrosa Alfonso triunfaba por todo lo alto, así que la pregunta que flotaba en el ambiente era más que obvia. ¿Había acertado el Madrid dejando salir a Alfonso? Algunos planteaban la cuestión como si el Real Madrid se hubiese desprendido del jugador. Pero es que no era así. Se trata de una cesión. Porque aquello era una cesión… ¿no?

¿Cesión o traspaso?

Pues no parecía estar muy claro. En algunos medios de comunicación se dejaba entrever la idea de que Alfonso ya era propiedad del Betis y que no estaba cedido por el Real Madrid. A ello contribuían también las declaraciones públicas que realizaba Manuel Ruiz de Lopera, orgulloso de la gran temporada que el delantero estaba realizando con el equipo sevillano. El máximo mandatario verdiblanco insistía una y otra vez que Alfonso era propiedad del Betis. Y el propio jugador no resolvía la duda cuando se le preguntaba al respecto. "Oficialmente no sé si estoy aquí cedido o traspasado. Eso es un asunto que hablaron mi padre y el señor Lopera", respondía Alfonso en una entrevista del diario El País.

Por aquella época, sin internet, la información que teníamos era la que leíamos en los periódicos y la que recibíamos a través de radio y televisión. Y todo aquel asunto parecía un lío. Lopera insistía tanto en que Alfonso pertenecía al Betis que recuerdo que yo llegué a temer que así fuese. Aunque yo no perdía la esperanza de que no estuviese en lo cierto y que, una vez concluida la temporada 1995-96, el delantero regresase al Real Madrid.

Finalmente eso fue lo que sucedió. En calidad de cedido o traspasado, el Real Madrid tenía una opción de recompra del futbolista y al término de la temporada 1995-96 el Club blanco parecía decidido a recuperar a su canterano. Alfonso regresaría como nuevo jugador blanco en el verano de 1996. "Alfonso: Vuelve el hijo pródigo", podíamos leer en la portada de la revista oficial del Real Madrid correspondiente al mes de junio de 1996. A lo largo de cinco páginas conocimos las impresiones del delantero en una entrevista realizada por Javier Palomino e ilustrada con fotografías de Jorge Iglesias. Alfonso valoraba de forma muy positiva su año en el Betis y parecía regresar al Madrid dispuesto a pelear por un puesto en un equipo que se estaba reforzando por todo lo alto con fichajes como los de Suker o Mijatovic. "Quiero jugar en el Real Madrid y por eso me adaptaré al puesto que me asignen. Creo que será una cuestión más del entrenador que mía; él hará las pruebas oportunas y decidirá dónde debo jugar", explicaba Alfonso, consciente de la dificultad que iba a suponer hacerse con un puesto en la delantera. "Desde luego, va a ser bastante difícil jugar para todos, porque es el inicio de una nueva etapa para el equipo y porque se han realizado grandes fichajes. De cualquier forma yo tengo una cosa clara: si voy al Real Madrid es con la idea de jugar, de hacerme con la titularidad, y no de estar a expensas de lo que pueda pasar", afirmaba el delantero confiado en sus posibilidades.

Verano de 1996

Muchas emociones tuvo que vivir Alfonso Pérez durante el verano de 1996. Tras acudir a la Eurocopa de Inglaterra con la Selección se casó con su novia. Estando de luna de miel se hizo por fin oficial la vuelta del jugador al Real Madrid

El martes 23 de julio de 1996, el Real Madrid presentó su plantilla para la temporada 1996-97. Alfonso estaba allí, vestido de blanco, junto al resto de sus compañeros. El delantero hizo la pretemporada con el Real Madrid a las órdenes de Fabio Capello y era uno más de los componentes de aquella extraordinaria plantilla que estábamos completando y que tanta ilusión despertó entre los aficionados madridistas. En los primeros partidos disputados en Suiza el canterano anota tres goles y parece que entra en los planes de Capello.

Sin embargo, a medida que avanzaba el verano fueron surgiendo algunos rumores. Rumores que apuntaban a que el futuro de Alfonso volvía a pasar por el Betis. Por lo visto, tras salir cedido el verano anterior, el jugador y su entorno habían firmado un contrato o una especie de precontrato para jugar en el Betis una vez concluida su relación contractual con el Real Madrid, en el verano de 1998. Es decir, Alfonso jugaría en el Real Madrid las temporadas 1996-97 y 1997-98, las últimas que tenía firmadas en su contrato como madridista y después quedaría libre y se marcharía al Betis.

El compromiso, desde luego, debía de existir y, seguramente, ese era el motivo de que Manuel Ruiz de Lopera insistiese siempre en sus declaraciones sobre que Alfonso era jugador del Betis. En cualquier caso, el contrato con el Betis no sería efectivo hasta 1998. Alfonso tenía aún dos temporadas por delante con el Real Madrid. Aunque, claro, aquello tenía fecha de caducidad y suponía algo parecido a que Alfonso estuviese casi como cedido en el Real Madrid por parte del Betis, equipo al que posteriormente estaría ligado el jugador. 

El desenlace

Para complicar aún más el asunto, a mediados de agosto de 1996, dos semanas antes de que se iniciara de forma oficial la temporada 1996-97, el Betis estaba dispuesto a recuperar a Alfonso. El Madrid no parecía dispuesto a vender al jugador, por lo que al Betis no le quedaba otra opción que pagar la cláusula de rescisión de Alfonso, cifrada en 1250 millones de pesetas. A lo largo de los siguientes días fueron apareciendo rumores sobre contactos entre las tres partes implicadas que parecían abocados a la salida de Alfonso de vuelta a Sevilla. Y eso fue lo que ocurrió. El lunes 26 de agosto ya no había marcha atrás. Alfonso era de nuevo jugador del Betis, que también se hizo con su hermano Iván Pérez Muñoz y con el guardameta Joaquín Enrique Valerio, ambos canteranos del Real Madrid.

Fue una lástima. Alfonso era un magnífico delantero. No obstante, hay que reconocer que la nómina de delanteros para la temporada 1996-97 en el Real Madrid estaba más que cubierta con Suker, Mijatovic y Raúl. Por otra parte, el dinero que recibió el Real Madrid, algo más de 1250 millones de las antiguas pesetas, era una cantidad muy importante teniendo en cuenta, además, que dos años después Alfonso se hubiera marchado al Betis. Desde mi punto de vista, esa era la clave de todo. El contrato que Alfonso tenía firmado con Lopera de cara a 1998...

En definitiva, la segunda etapa de Alfonso en el Real Madrid se prolongó por un solo mes. El de la pretemporada de 1996. Alfonso Pérez Muñoz jugó la temporada 1996-97 con el Betis.

domingo, 28 de agosto de 2016

MINO

Recordamos a otra de las novedades de la plantilla de la temporada 1986-87 

Junto al portero Paco Buyo, la otra gran novedad para la plantilla del Real Madrid de cara a la temporada 1986-87 fue la del defensa Mino. Hoy, en 'Historias del Real Madrid', vamos a recordar a este jugador que militó dos temporadas en el equipo y que formó parte de aquel Real Madrid que dominó el fútbol español de la segunda mitad de la década de los ochenta.

Bernardino Serrano Mori nació en la localidad asturiana de Antromero el 29 de enero de 1963. Formado en la cantera del Sporting de Gijón debutó en Primera División el 13 de diciembre de 1981 en un Betis-Sporting correspondiente a la decimoquinta jornada de Liga. Aquel fue su único partido con el primer equipo de El Molinón durante la temporada 1981-82. En la campaña 1984-85 da el salto definitivo a la primera plantilla del Sporting y durante dos temporadas se convierte en uno de los habituales del equipo asturiano

Con su 1’85 de estatura destacaba en la zaga como un jugador contundente en labores defensivas. Su juventud, 23 años, era también una de las bazas para este prometedor futbolista. El Real Madrid se aseguró sus servicios de cara a la temporada 1986-87. El 12 de mayo de 1986 se hizo público el pase del Sporting al conjunto madridista tras fructificar las negociaciones entre clubes.

Llegada a Madrid

El Madrid fichó al asturiano en un momento en el que algunos de sus defensas atravesaban problemas. Manolo Sanchís se había lesionado de gravedad frente al Inter de Milan y se iba a perder el Mundial de México. A la cita mundialista había conseguido llegar Antonio Maceda, aunque recién salido de una problemática lesión de rodilla que le había lastrado unos tres meses. Paco Bonet estaba recién recuperado de otra gravísima lesión de rodilla y aunque se le había renovado el contrato su futuro no estaba del todo claro. A falta de saber lo que sucedía con el canterano Francis, la llegada de Mino parecía un fichaje coherente y de garantías dada la situación. Parecía aconsejable reforzar la defensa.

Más acertado pareció cuando Maceda, precisamente ex compañero de Mino en el Sporting, tuvo que regresar de manera forzosa y prematura de México con la rodilla destrozada. Paco Bonet, como recordaba recientemente, estuvo a punto de tirar la toalla y abandonar el fútbol. Aunque finalmente recapacitó y siguió jugando, lo hizo en Mallorca, tras salir del Real Madrid en el verano de 1986. Finalmente Francis abandonó la disciplina del Club blanco.

“Mi fichaje por el Real Madrid fue muy rápido. Yo estaba pendiente en esos momentos de la Copa de la Liga y de las conversaciones que tenía con el presidente del Sporting para renovar contrato, cuando este me dijo que tenía una oferta del Real Madrid. Nos vinimos casi de inmediato a Madrid y se arregló todo sin problemas. Se culminaba así una lógica aspiración de cualquier profesional, fichar por uno de los clubes más importantes de Europa, recordaba el propio jugador sobre su llegada al Santiago Bernabéu en las páginas del coleccionable de ABC  'Historia viva del Real Madrid'.

El 18 de julio de 1986, día de la presentación de la plantilla del Real Madrid para la temporada 1986-87, Mino y Paco Buyo fueron dos de los principales reclamos para los fotógrafos que cubrieron el acto. "Aquí se vive todo con más magnitud que en Gijón. Es todo más esplendoroso y el ambiente mucho más importante. Como futbolista me da una gran ilusión el ver esto, pero al mismo tiempo me dice que en el futuro tengo que trabajar duro para responder a una afición que me ha acogido fenomenal. El Real Madrid exige mucho, no se puede llegar a él con la idea de que se ha conseguido todo. El puesto hay que ganárselo día a día, a base de trabajo y esfuerzo. Jugar en el Real Madrid es importantísimo para cualquier futbolista, ya que con este equipo no existen limitaciones", declaraba el defensa asturiano.

Tras la presentación oficial en el Santiago Bernabéu el equipo se dirigió a Orense para afrontar los primeros entrenamientos de la pretemporada en Cabeza de Manzaneda. Allí, Mino fue integrándose con sus nuevos compañeros. “Cuando llegué, la persona que más me ayudó fue Antonio Maceda, ya que había sido compañero mío en el Sporting de Gijón. Ya a través de él había oído hablar del Real Madrid y de cómo funcionaba. Pude ver de inmediato el gran compañerismo que hay y el fenomenal ambiente existente. Esto es algo que el de fuera agradece de todo corazón”, recordaba Mino sobre sus primeros pasos en el Madrid en declaraciones recogidas en el coleccionable 'Historia viva del Real Madrid'.

Ese coleccionable se publicó durante la temporada 1986-87, primera campaña del asturiano en el equipo. El jugador reconocía que en lo estrictamente deportivo las cosas no le estaban saliendo todo lo bien que le hubiese gustado. “En el aspecto deportivo las cosas han ido de forma diferente. Llegué a jugar toda la pretemporada y los primeros partidos, pero a raíz de unos incidentes salí del equipo quedándome un tanto descolgado de la que debería de haber sido mi lógica trayectoria. Sólo estoy actuando de forma esporádica, sin la regularidad necesaria  para alcanzar un buen nivel, por lo que he acabado perdiendo un tanto la confianza en mí mismo, algo que sólo se recupera con partidos", argumentaba Mino. 

"Pese a todo esto, sigo esforzándome al máximo y entregándome en los entrenamientos porque sé que así algún día recuperaré la titularidad. Me ha ayudado mucho Maceda, que ha pasado por algo similar la pasada temporada, pero él tuvo partidos mientras que yo no tengo oportunidades. De todas formas mantengo que este es un peldaño hacia arriba en mi carrera y no pienso estar parado. Sé que puedo jugar en el Real Madrid y pienso que finalmente le seré útil”, apuntaba el jugador. “Así todo, y pese a estar ahora en el banquillo, veo a esta entidad de la misma forma que si estuviera jugando. No tiene que haber, por estar en una situación de suplencia, dos clubes. El Real Madrid es para mí el Real Madrid pase lo que pase. Creo que el Club debe estar por encima de todo”, añadía el asturiano, que durante toda su etapa madridista no dejó de trabajar para encontrarse siempre en las mejores condiciones y estar a disposición del técnico siempre que se le requiriese.

En febrero de 1987, la revista oficial del Real Madrid, en su número 439, publicó una entrevista con el zaguero asturiano bajo el título Mino, un defensa de altura. A lo largo del texto, el jugador hablaba de sus primeros meses en la capital y de cómo se había adaptado a la ciudad. También analizaba su situación en el equipo. "Me di cuenta de que aquí es difícil jugar con asiduidad porque hay grandes jugadores, con una categoría y calidad sobradamente contrastadas, y con idénticos deseos a los míos por jugar. Hay que tener tranquilidad, estar muy sereno y saber aprovechar las oportunidades que te den", señalaba el de Antromero

El propio jugador destacaba el nivel de sus compañeros y 'rivales' por un puesto en la defensa del equipo. "Tanto Chendo como Camacho y Sanchís, hasta la lesión de este último, eran prácticamente la defensa de la selección nacional española. Esto ya dice de por sí la categoría, calidad y valía que tiene cada uno de ellos. A los que hay que unir la labor de Salguero, que está demostrando ser un jugador muy válido, que está realizando grandes partidos y se ha afianzado en el puesto por su magnífico trabajo. Es muy difícil, pues, entrar en una defensa que, además, tiene otros jugadores como Solana y Maceda, que pronto estará recuperado y luchará como es habitual en él por un puesto, de gran valía", analizaba Mino de forma pormenorizada.

Con una competencia de tanta calidad no es de extrañar que para jugar hubiese que adaptarse a cualquier posición de la defensa. En aquella entrevista de febrero de 1987, por ejemplo, se reflejaba que pese a haber destacado como marcador central Mino también tuvo que actuar sobre el campo casi como lateral. "En sí no era la misión igual a la que pueda tener un clásico defensa lateral. Lo que ocurría es que me encomendaron la misión de marcar a un jugador que se movía con mayor predilección por las bandas. Era una posición, en principio, un tanto complicada para mí, por cuanto hasta ese momento estaba acostumbrado a actuar en el centro de la línea defensiva. Lo que más te cuesta te cuesta es que no estás habituado a proyectarte ofensivamente  como lo hacen los laterales y te sientes incómodo al ver en determinados momentos la banda desguarnecida. No obstante, creo que mi labor no estuvo desentonada a la realizada por el equipo", contaba sobre su nueva experiencia sobre el césped.

Al final de aquella entrevista, Bernardino Serrano dejaba bien claro que no se arrepentía ni lo más mínimo de haber recalado en el Bernabéu. "Un jugador que llega al Real Madrid no puede estar arrepentido, ya que estás en el mejor equipo. Tuve momentos, producto de mi corta edad y de estar parado, en que me costó comprender la situación. Pero, desde luego, todo ha sido positivo, tengo ganas de seguir luchando, trabajar para jugar, y confío en mis posibilidades y en que puedo ser útil al Real Madrid. La esperanza y la ilusión nunca la he perdido", advertía Mino. 

Y es que la temporada 1986-87, la de la Liga del Play Off, fue muy larga y hubo oportunidades para casi todos. Quizás no jugase tanto como hubiese deseado, pero Mino fue un habitual de las convocatorias y disputó 19 partidos oficiales. Participó en las tres competiciones que afrontó el Madrid durante aquel ejercicio e incluso tuvo la satisfacción de anotar un gol con la elástica madridista. Fue el 15 de marzo de 1987. Mino abrió el marcador en el triunfo 1-2 del Real Madrid frente al Athletic Club de Bilbao en San Mamés. En el minuto 8 el asturiano hizo el 0-1 al rematar de cabeza un saque de esquina y poco después Hugo Sánchez ampliaba la renta. A la media hora Goikoetxea recortaba distancias para los locales, pero el marcador ya no se movió y los de Beenhakker se hicieron con los dos puntos en juego.

Semanas más tarde, el defensa asturiano debutaba en la máxima competición continental. Por desgracia, su primer encuentro en Copa de Europa coincidió con un partido de ingrato recuerdo para el madridismo. Fue el 8 de abril de 1987 en el Olímpico de Munich. En poco más de media hora el Bayern se puso 3-0 y aunque Butragueño redujo distancias los muniqueses colocaron un 4-1 en el marcador al poco de dar comienzo el segundo tiempo. Sí, fue el día del pisotón de Juanito a Matthaus. Y Mino tampoco acabó el partido al ver dos amarillas que le obligaron a abandonar el terreno de juego en el minuto 72 de partido. Mino no estuvo demasiado acertado aquel día y lo cierto es que aquello le terminó pasando factura.

No hubo suerte en la Copa de Europa. Pero el Real Madrid conquistó el título de Liga y Mino pudo sumar su primer título a su palmarés personal. El 21 de junio de 1987 el defensa asturiano fue titular en el último encuentro oficial de la temporada, frente al Español, que se celebró en un ambiente festivo. "Temporada muy importante para el equipo, ya que al final se consiguió vencer en uno de los tres frentes en que luchamos. Además, en los otros dos restantes se logró estar en semifinales, algo que no es fácil. Fuimos de menos a más y el final se puede considerar como pletórico", contaba sobre la temporada. "Mi actuación no fue todo lo esperado, pero, en cuanto a adaptación al equipo, hay que aceptarla como positiva. Espero la próxima temporada", añadía Mino a nivel individual.

Segunda campaña

En el verano de 1987 el Real Madrid se hizo con los servicios de Miguel Tendillo y las opciones de jugar se redujeron para Mino a pesar de la salida de Antonio Salguero con dirección a Sevilla. Sanchís y Tendillo se convirtieron en fijos en el eje de la defensa de Leo Beenhakker y Mino se vio abocado a cumplir con el papel de recambio durante alguna de las escasas ausencias de los dos titulares. Once partidos oficiales disputó en su segundo año en el Santiago Bernabéu. Seis partidos de Liga, cuatro de Copa del Rey y uno de Copa de Europa. Se dio la circunstancia de que, de nuevo, el central de Antromero volvió a actuar en las tres competiciones que afrontó el Real Madrid durante aquella temporada 1987-88.

"Aunque pueda parecer una tontería, estoy muy contento con mi rendimiento porque he entrenado a tope y estaba en condiciones de salir en cualquier momento. He disputado pocos encuentros, pero más importantes que los del año anterior y mi balance es positivo", declaraba Mino al finalizar la temporada 1987-88. El Real Madrid se había proclamado nuevamente Campeón de Liga.

En total, Bernardino Serrano Mori jugó un total de 30 partidos oficiales con la camiseta del Real Madrid durante las dos campañas que permaneció en el Club. Dos temporadas en las que sumó sendos títulos de Liga a su palmarés particular.

Tras el Madrid

Tras abandonar la disciplina madridista Mino jugó dos campañas en el Sevilla, 1988-89 y 1989-90. En el verano de 1990 recala en el Español, equipo con el que jugaría cuatro temporadas, las tres primeras en la máxima categoría y la temporada 1993-94 en Segunda División. Los periquitos consiguieron el ascenso de vuelta a Primera aquella misma campaña con Mino aún de titular. Sin embargo, Mino, con 32 años, sigue en Segunda al enrolarse en el Mallorca. Al año siguiente, 1995-96, el asturiano cambia de nuevo de equipo y recala en el Logroñés, recién descendido a Segunda. Mino colabora activamente en la vuelta del equipo a Primera División. Después de tres temporadas jugando en Segunda el defensa asturiano regresa a la máxima categoría con el cuadro riojano. La temporada 1996-97 sería su último ejercicio como profesional. En 1997, con 34 años, Mino colgó las botas. Tras su retirada, Mino siguió ligado al fútbol como entrenador en Asturias y dirigió a la Selección Sub-17 asturiana.

Epílogo

Bernardino Serrano Mori disfrutó de una extensa carrera en el mundo del fútbol. Jugó 224 partidos en Primera División y más de 300 como profesional. Internacional con la Selección española Sub-21, Mino es uno de esos jugadores que se pueden catalogar como 'clásico' de los ochenta y de los noventa por el número de temporadas que disputó y por la cantidad de camisetas que defendió, entre ellas la del Real Madrid. Esfuerzo, garra, entrega, tenacidad... Son algunas de las palabras que se pueden leer repasando antiguas referencias sobre Mino en revistas, boletines y periódicos de la época.  A esas referencias sobre el Mino futbolista habría que añadir las que le describen como una persona amable, cordial y muy agradable en el trato.

Recuerdo siempre con mucho cariño a todos los jugadores que militaron en el Real Madrid durante aquellos años de mi infancia. Hace treinta años, Bernardino Serrano 'Mino' acababa de recalar en el equipo blanco. Sirva esta entrada a modo de recuerdo.