viernes, 23 de mayo de 2014

EL SÍNDROME DEL TRANSWORLD SPORT

El césped del vecino siempre es más verde

Qué título más raro para la entrada de un blog sobre historias del Real Madrid, ¿verdad? A continuación lo explico todo.

Hablaba ayer del duro revés deportivo que supuso la eliminación del Real Madrid con el PSV en la Copa de Europa 1987-88. Comentaba que no había sido consciente de la ocasión perdida hasta que, años después, llegó la época de las vacas flacas. Por supuesto, deportivamente hablando.

La llegada de los años noventa no le sentó muy bien al Real Madrid. Sobre todo después de ganar su quinta Liga consecutiva. La quinta de La Quinta llegó en la campaña 1989-90, pero después vinieron años difíciles. El Barcelona de Johan Cruyff ganó cuatro Ligas seguidas, tres de ellas ganadas en el último partido al perder sus rivales directos. En dos de ellas fuimos nosotros los que dejamos escapar esos campeonatos perdiendo en Tenerife. Perder la Liga suponía quedarse fuera de la Copa de Europa, a la que sólo se accedía siendo campeón del torneo de la regularidad de cada país. El campeón de Europa también accedía de forma directa a la competición del siguiente curso. Eso significó que, desde que caímos eliminados por el Spartak de Moscú en la temporada 1990-91 hasta la campaña 1995-96, a la que pudimos acudir tras ganar la Liga 1994-95 con Valdano en el banquillo, tocó ver al Real Madrid en la UEFA y un año en la Recopa, pero no en la Copa de Europa.

Fueron años muy, muy duros. El Real Madrid no estaba en su mejor momento, hubo fichajes que no terminaron de cuajar, había rivales en mejor estado... Al fin y al cabo aquello era deporte. Se puede ganar y se puede perder. Y fueron años en los que tocó ver la felicidad en la cara de nuestros rivales en más ocasiones de las que nos hubiera gustado. La presión mediática era feroz y recuerdo que acabé desarrollando lo que, yo mismo, acabaría llamando "Síndrome del Transworld Sport".

Síndrome del Transworld Sport

Cuando en 1990 las televisiones privadas comenzaron a emitir en España, Canal Plus apostó claramente por el cine y el deporte como uno de los mayores atractivos de su oferta a la audiencia. Todos los domingos por la tarde emitía un partido (codificado) y los lunes, los aficionados teníamos cita obligada con 'El Día Después' de Nacho Lewin y Michael Robinson. Durante aquellos años, Canal Plus tenía los derechos de emisión de partidos de ligas extranjeras como la inglesa o la italiana, colmando de felicidad a quienes estaban más enganchados a la 'droga' del fútbol. Por aquella época de feliz estudiante tenía mucho más tiempo libre que ahora y seguía casi todos los deportes que podía, además del fútbol. Como cualquier chaval, vaya. No tenía el descodificador de Canal Plus, pero no me perdía ningún programa deportivo de cualquier cadena. Y precisamente el canal de pago emitía los sábados, antes de comer, un programa en abierto, sin codificar, que se llamaba Transworld Sport.

Transworld Sport era y es un programa deportivo inglés. Una especie de Informe Semanal en el que se incluyen reportajes de diversos deportes, biografías, entrevistas, documentales... Todo con un estilo muy inglés. Es decir, muy, muy cuidado y de una calidad espectacular. Se trataba de un lujo de programa que yo seguía semana a semana. Lógicamente, también se emitían piezas dedicadas al fútbol, y aquí es donde residía, para mí, el problema.

Los reportajes de Transworld Sport sobre fútbol eran tan buenos, que cualquier equipo, cualquier jugador, cualquier entrenador, cualquier selección... parecían mucho mejores de lo que, seguramente, en realidad eran.

En definitiva, lo que yo acabé llamando el 'Síndrome del Transworld Sport' era una especie de traslación al deporte del famoso refrán "el césped del vecino siempre es más verde".

Uno veía reportajes sobre la Juventus, sobre el Calcio, sobre el fútbol inglés, sobre la cantera del Ajax... Y lo que te venía a la cabeza era: "Joder, es imposible que el Real Madrid le gane en Europa a ninguno de esos equipos". Todos los jugadores parecían mejores que los que tenía el Real Madrid, todos los equipos parecían mejores, los mejores futbolistas siempre estaban en otros equipos... Klinsmann, Baresi, Maldini, Papin, Van Basten, Cantona, Romario, Ginola, Weah...

Recuerdo que cuando veía cómo se trabajaba en las categorías inferiores del Ajax, lo que pensaba era que el Ajax iba a ganar las siguientes cuatro o cinco Copas de Europa seguidas... Me acuerdo de que hasta me daban miedo los equipos nórdicos. No es broma. Recuerdo algún reportaje de equipos suecos, noruegos, entrenando en preciosos campos nevados y decías... "bufff, qué duros tienen que ser esos equipos, que entrenan en la nieve"... Por aquella época, Jari Litmanen era la estrella del Ajax que ganó la Champions del 95 al Milan, y hasta Finlandia me parecía una potencia futbolística de primer orden. ¿El Rosenborg? ¡El Rosenborg pelearía en breve con el Milan y el Ajax por la supremacía del fútbol europeo!

Si a todo esto le unimos las durísimas críticas que recibía el Real Madrid día a día y semana tras semana cada vez que perdía un partido, el caldo de cultivo para el pesimismo estaba servido sobre mi mesa. Era leer el Marca, el Don Balón, poner la radio por la noche... y palos, palos... El Real Madrid era una ruina. Me acabé convenciendo, lo juro, de que jamás vería al Real Madrid ganar una Copa de Europa. Lo consideraba imposible. Si no habíamos podido ganarla en 1988, que fue cuando mejor lo habíamos hecho, ya no podríamos hacerlo nunca más. El Real Madrid podría seguir presumiendo de sus seis Copas de Europa, pero no volveríamos a ganar el cetro continental. Ganaríamos títulos en España. Pero fuera, no sería posible acabar con aquellas máquinas balompédicas que había por Europa.

Todo ese cúmulo de pensamientos negativos quedó resumido en lo que yo llamaba el 'Síndrome del Transworld Sport'. Y, claro. Perder con el Torino italiano en la UEFA de 1992, caer dos veces con el PSG en la Copa de la UEFA 1992-93 y en la Recopa 1993-94, la terrible eliminación con el Odense... tampoco me ayudaron mucho, la verdad. Aquellos tropiezos europeos (aderezados con unos cuantos tropiezos domésticos) incrementaron mis niveles de pesimismo deportivo.

Los años siguientes me hicieron madurar. Comprendí lo tremendamente difícil que es alcanzar una final europea. Ni siquiera hablo de ganarla. El fútbol es un deporte terriblemente competitivo en el que todos quieren vencer pero sólo uno consigue levantar el trofeo al final. Hay más posibilidades de caer derrotado que de ganar.

Por otra parte, las cosas no siempre son blancas o negras. Y el césped del vecino no tiene por qué ser siempre más verde que el tuyo. Aprendí a valorar más lo que teníamos en casa. No siempre los mejores jugadores estaban fuera o tenían nombres extranjeros. Teníamos a Raúl, que era de la cantera pero era un delantero extraordinario. Contábamos con Hierro, que ha sido uno de los mejores defensas que ha dado el fútbol español. A veces también acertábamos con los fichajes que llegaban del extranjero y resultaba que un brasileño con nombre de cantante era un extraordinario lateral izquierdo. O que también nosotros podíamos fichar a uno de aquellos jugadores extraordinarios que salían de la cantera del Ajax, como Seedorf...

Al mismo tiempo, aprendí a saborear y valorar los éxitos como se merecen. Cuando en 1998 el Real Madrid consiguió derrotar a la Juventus en el Ámsterdam Arena, me quité un gran peso de encima y me llevé una de mis mayores alegrías (posiblemente la mayor) como madridista. El gol de Mijatovic supuso para mí acabar con el fantasma de Eindhoven y acabar con el puñetero 'Síndrome del Transworld Sport'.

PD. Después de la Séptima Copa de Europa, vinieron la Octava y la Novena. Ojalá mañana llegue la Décima.

6 comentarios:

  1. Hola!
    Genial el artículo!! Me he sentido tan identificado, jeje. Yo también veía el programa y te dejaba la sensación de que cualquier equipo europeo era un verdadero gigante. Más moderno, con mejores infraestructuras, sus jugadores más fuertes... Recuerdo que cuando veía la Champions y en la cabecera salían las imágenes de los equipos campeones, pensaba que nunca vería al Madrid ahí. Milan, Ajax, Juventus... me parecían inalcanzables. Menos mal que exagerabamos y al final son a ellos a los que les parecemos inalcanzables ;)
    P.D. Si te apetece escríbeme a info@adelanterealmadrid.com, me gustaría poder charlar contigo y tener conversaciones futboleras. Un saludo!

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    1. Hola Isaac!
      Muchas gracias por tu comentario! En efecto, yo tenía esa sensación cuando veía la cabecera de la Champions. Era algo inalcanzable. Perdón, 'parecía' algo inalcanzable!!!

      Estábamos afectados, sin duda, por el 'Síndrome del Transworld Sport'.

      Afortunadamente, ahora sabemos que exagerábamos. Ganar la Champions League es algo tremendamente difícil. Pero no es imposible. Estamos curados!!!

      Un saludo!!!

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  2. Muy buenas!! Cómo me alegra saber que hay gente que aún recuerda esa época. Debéis haber nadido a finales 70 ppios de los 80 si no me equivoco. Aquéllos fines de semana míticos, de Pressing Catch y Humor Amarillo, de dibujos de Tele5.

    Centrándome en el tema, lo que realmente borró de un plumazo tu síndrome de Transworld Sport creo que fue la Ley Bossman, que nos permitió fichar a jugadores europeos de primer nivel, y pagando cuatro duros, justo antes de que se inflara la burbuja de los fichajes. El Madrid estuvo muy listo con el entrenador ese año (capello), y con los fichajes, que sentaron las bases de un gran madrid en los años sucesivos.

    Un abrazo!!

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    1. Desde luego, ayudó mucho, ayudó mucho. Aquel verano de 1996 el Real Madrid fichó mucho y bien. El equipo dio un importante salto cualitativo a nivel de plantilla. Pero, insisto, lo que acabó con mi maldito Síndrome del Transworld Sport fue ganar la Séptima, en 1998. Ver al Real Madrid ganar la Copa de Europa aquel año fue algo extraordinario. Aquel triunfo me permitió enterrar muchos complejos.

      Muchas gracias y recibe un abrazo!

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