viernes, 30 de mayo de 2014

HALA MADRID… Y NADA MÁS!!!

El Real Madrid presentó su nuevo himno durante la celebración de la Décima

Fue para mí una de las sorpresas de la celebración del Santiago Bernabéu. La de la puesta en largo del nuevo himno del Real Madrid compuesto por el productor RedOne, ‘Hala Madrid… y nada más'. Sólo puedo decir… ¡que me encanta!

La primera vez que lo escuché me enganchó. Pero después de escucharlo dos o tres veces más me entusiasmó. Me parece un himno perfecto para ser cantado en el campo. Y me alegro mucho de la buena acogida que está teniendo entre los madridistas. En foros y redes sociales he sido testigo del mayoritario buen recibimiento que ha tenido la canción.

A lo largo de la semana este nuevo himno ha encabezado la lista de descargas de iTunes. Se confirma así el tirón de un tema musical que pasará a la historia por ser, en la práctica, la canción de la Décima.

Hala Madrid… y nada más!!!

jueves, 29 de mayo de 2014

EL GOL DE BALE

El jugador galés vuelve a anotar un gol decisivo en una Final

Si Sergio Ramos pasará a la historia por haber marcado el gol que forzó la prórroga de la Final, Gareth Bale lo hará por haber anotado el tanto con el que el Real Madrid daba la vuelta al marcador y se ponía por delante en el partido.

Sí. En el futuro asociaremos esta Copa de Europa recién ganada con el cabezazo de Sergio Ramos. Pero fue Gareth Bale el que anotó el 2-1 en la prórroga decantando la balanza a nuestro favor. ¡Igual que en la Copa del Rey de Valencia frente al Barcelona!

Los grandes jugadores son los que aparecen en las grandes citas. Y en su primer año en el Real Madrid, el futbolista galés ya lo ha hecho dos veces. Definitivamente, el coste de su fichaje no está haciendo mella sobre Bale, al que parece no haberle afectado la presión que se suponía que tendría que padecer por la elevada cantidad de dinero que se tuvo que abonar al Tottenham por su traspaso.

Suya fue la primera gran ocasión del partido para los madridistas. Fue en el minuto 32, tras cometer el jugador atlético Tiago un error garrafal en la entrega de un balón. Bale avanzó a puerta pero, acosado ya por la defensa rojiblanca, disparó a la izquierda del marco colchonero enviando el balón fuera.

No se vino abajo. En la segunda parte tuvo el empate en sus botas con un disparo con la zurda que salió desviado. Pero, sobre todo, con una acción que por segundos me hizo creer que iba a repetir lo de Mestalla. Sí. Un carrerón espectacular, al galope, al más puro estilo Bale, que concluyó con un tiro algo forzado y sin acierto final.

Y por fin, en la prórroga, con el equipo volcado buscando la ansiada Décima, llegó la gran acción de Ángel Di María entrando por la izquierda y disparando a portería. El balón, desviado por Courtois, voló por el aire… Y allí estaba Gareth Bale para darle con la cabeza. Fueron décimas de segundo que se me hicieron eternas. Y un efecto visual, quizás producto de los nervios, me hizo ver el balón fuera. Creía que no había acertado y que había cabeceado fuera… ¡Pero no!!! Ver a los jugadores corriendo detrás del galés con gestos de celebración me hicieron comprender que sí, que había entrado… Gareth Bale había hecho el segundo y habíamos empezado a tocar la Décima!!!

Cómo me alegro por él. Muchísimo. Un jugador al que ya admiraba militando en el Tottenham y que ahora saborea el éxito vistiendo la camiseta del Real Madrid. Me alegró mucho verle celebrando el título pleno de felicidad sobre el césped del Estadio da Luz, sobre el autobús del equipo que llevaba a nuestros jugadores a Cibeles, en la fiesta del Santiago Bernabéu junto a su pequeña hija …

miércoles, 28 de mayo de 2014

EL HÉROE DE LA DÉCIMA

Sergio Ramos forzó la prórroga con su gol de cabeza

Si hay que destacar un nombre propio en la gesta de la consecución de la Décima Copa de Europa, ese no puede ser otro que el de Sergio Ramos. El central sevillano, que despejó el camino hacia la Final con sus dos golazos en Múnich, volvió a marcar y con su diana devolvía a la vida a un Real Madrid al que le faltaban poco más de dos minutos para hincar la rodilla.

Sergio Ramos, que ha sido de los mejores del equipo en este final de campaña, completó una sensacional actuación frente al Atlético de Madrid. Además de ser uno de los baluartes defensivos del conjunto blanco, trató de trasladar el ímpetu habitual de sus acciones al juego de ataque de su equipo. Empujó y subió a rematar los balones parados. Y fue así, precisamente, en un saque de esquina, como consiguió conectar uno de sus certeros cabezazos para devolvernos a la vida a los madridistas.

Sin ninguna duda, Sergio Ramos escribió el sábado la página más gloriosa de sus particulares ‘Historias del Real Madrid’.

Ahora, ha pasado a engrosar de manera definitiva el listado de leyendas del Real Madrid. Si Pedja Mijatovic quedará para siempre asociado a la Séptima y Zinedine Zidane a la Novena, Sergio Ramos será el encargado de ponerle rostro de jugador a la Décima. Cuando en el futuro recordemos esta  Copa de Europa, en seguida nos vendrá a la cabeza la imagen del de Camas cabeceando a gol para establecer el empate a uno que nos metía de lleno en la pelea por la consecución del título.

martes, 27 de mayo de 2014

CELEBRÁNDOLO COMO SE MERECE

La plantilla del Real Madrid disfruta del preciado título

La noche del 24 de mayo y la madrugada del día 25 fueron inolvidables para el madridismo. Para los jugadores y para los aficionados, me da igual. El sentimiento de felicidad absoluta y alegría hicieron que las horas que transcurrieron hasta que la plantilla se presentó en Cibeles se degustasen intensamente.

Los afortunados que se personaron en la plaza de la Diosa y quienes seguían la fiesta por televisión o por internet siguieron al minuto el recorrido de la plantilla, que partió de Lisboa en avión para llegar a Madrid y, en autobús, aparecer en Cibeles.

Apoteósico. Eran casi las seis de la mañana. Pero no había sueño. ¡Qué va! El sueño lo habíamos alcanzado y culminado con la consecución de la Champions. Ya habría tiempo para dormir. ¿Quién quería irse a la cama pudiendo celebrar una Copa que hemos deseado con todas nuestras fuerzas durante tantos años?

Música, luces… Pero sobre todo alegría, mucha alegría. La de los aficionados y la de los jugadores que vivían eufóricos una fiesta que no olvidarán nunca. ¡Que le pregunten a Luka Modric, feliz como un niño! ¡Como todos los madridistas!

Durante la espera se había rumoreado que existía la posibilidad de que finalmente no se llevara a cabo la celebración, puesto que la Junta Electoral había ordenado que a las 4.30 horas debían concluir los actos. El domingo se celebraban Elecciones Europeas. Pero los madridistas ya habíamos votado (y botado) en Europa con la papeleta del Real Madrid. Con toda la gente eufórica en Madrid, hubiera sido un error desalojar a los aficionados sin llegar a ver la tradicional fiesta de Cibeles. Así, finalmente, pudimos disfrutar de una fiesta acorde a lo que se había logrado.  Y la fiesta se prolongó hasta el amanecer.

Uno de los amaneceres más bonitos de la historia del Real Madrid.

lunes, 26 de mayo de 2014

RECUERDOS DE LA DÉCIMA

La Final de la Champions League nos dejó imágenes para el recuerdo

Horas después de haber sido testigo de la consecución de la Décima Copa de Europa, la alegría sigue siendo indescriptible. No hay palabras para transmitir los sentimientos de felicidad que suponen haber visto al Real Madrid coronarse como Rey de Europa por décima vez en su historia.

Creo que ningún madridista que viese la Final podrá olvidar nunca dónde, con quién y cómo vivió la noche del 24 de mayo de 2014. Una fecha que ya forma parte de la Historia del Real Madrid.

domingo, 25 de mayo de 2014

CAMPEONES DE EUROPA!!!

El Real Madrid doblegó al Atlético de Madrid en Lisboa y ganó su décima Copa de Europa

Y por fin llegó la Décima.
Se hizo esperar, pero al final llegó. Después de tantos años de espera, tener que aguardar a la prórroga para decidir la Final de la Copa de Europa no supuso ningún trauma. Al revés. La prórroga fue una bendición teniendo en cuenta que nos habíamos plantado en el minuto 90 perdiendo por un gol.

Y cuando todo parecía perdido, cuando la derrota parecía ya cuestión de segundos y el Atlético de Madrid sujetaba con las dos manos la 'Orejona', apareció Sergio Ramos para agarrar el trofeo de una de sus asas y pedir treinta minutos más. La esperanza es lo último que se pierde, y el sevillano, con su testarazo inapelable que suponía el empate a uno, nos lo recordó cuando no se había alcanzado el minuto 93.

En efecto, como si de un homenaje al viejo espíritu madridista se tratase, la Décima Copa de Europa llegó como más le gusta al Real Madrid. Con una remontada. Concretamente, con una remontada histórica de esas que no olvidaremos nunca. La consecución de esta Champions League ya forma parte de las legendarias 'Historias del Real Madrid'.

El conjunto de Carlo Ancelotti no había cuajado un buen primer tiempo. Atascado y en ocasiones sin ideas, no fue capaz de superar con claridad a un Atlético de Madrid que ejerció una presión brutal a la pelota y no dejó espacios a los jugadores blancos cuando trataban de llegar arriba. Los colchoneros estuvieron brillantes en defensa y complicaron muchísimo las acciones ofensivas del Madrid. Se percibía, además, que ni Cristiano Ronaldo ni Karim Benzema estaban en plenas condiciones. Solo Di María parecía tener el desparpajo suficiente para tratar de superar el entramado defensivo de los atléticos, aunque recurrió en exceso a los balones colgados que los centrales rojiblancos, muy seguros, sacaban con mucha facilidad. La ocasión más clara del primer tiempo la tuvo en sus botas Gareth Bale. El galés cazó una mala entrega de Tiago y avanzó veloz a portería... para lanzar el balón fuera.

Casi no hubo tiempo para lamentar la ocasión marrada. Peor aún, hubo que lamentar algo mucho más malo tan sólo cuatro minutos después del fallo de Bale. Tras un saque de esquina, Juanfran colgó el balón y Godin superó en un salto al alemán Khedira para disparar a una portería que Casillas había dejado desguarnecida saliendo... a por uvas. Cuando el meta blanco volvió al arco ya era demasiado tarde. Sacó el esférico cuando ya había cruzado claramente la línea de gol. Era el 0-1.

El Atlético, que no había hecho gran cosa en ataque, había sacado petróleo de esa acción y dejaba el choque con un panorama negro para el Madrid. Y se notó. El conjunto blanco quedó tocado hasta el descanso. Si ya había sido complicado luchar contra la muralla rojiblanca, la segunda mitad sería aún si cabe más tortuosa con el Atlético de Madrid por delante en el marcador.

El segundo tiempo arrancó por los mismos derroteros. La cosa no pintaba bien. Carlo Ancelotti realizó dos cambios en el minuto 59. Marcelo e Isco entraron por Coentrao y Khedira. Cambios con un perfil creativo y ofensivo. No quedaba otra. De perdidos, al río.

Y resultó que los cambios dieron sus frutos. Durante la media hora final del segundo tiempo el Real Madrid fue de menos a más. Buscó la portería de Courtois, especialmente por la banda izquierda. Las llegadas eran mucho más claras que las del primer periodo y, además, el Atlético reculó de forma evidente para defender el resultado favorable para sus intereses.

Ni Cristiano ni Benzema lograron alcanzar un balón centrado por Sergio Ramos en el minuto 62. Cinco minutos después, Isco realizó un disparo cruzado que se marchó fuera. Bale en dos ocasiones y Cristiano, con un remate algo inverosímil, rondaron el gol. Isco, con un extraordinario control de balón dentro del área, tampoco logró perforar la meta rojiblanca... El tiempo pasaba a una velocidad de vértigo y se agotaban las posibilidades de buscar el empate. El Atlético no dejaba huecos. Lo dicho, una muralla que no había manera de echar abajo.

Y llegó el fatídico minuto 90. La Final se estaba escapando. Dos saques de esquina botó el Madrid y en el segundo, el esférico enviado por Luka Modric conectó con la cabeza de Sergio Ramos. Otra vez Ramos. Como en Múnich, el de Camas volvió a firmar un cabezazo de manual. De arriba a abajo superando a Courtois. ¡GOL! Un gol de raza que hacía justicia a lo que se había visto en el segundo tiempo. El Real Madrid había merecido el empate y lo consiguió de manera épica, cuando todo parecía ya perdido.

A la prórroga

Tocaba ir a la prórroga. Media hora más de fútbol para dilucidar cual de los dos equipos madrileños se llevaría finalmente el cetro continental. Y en esa media hora se pudo percibir, claramente, el innegable papel que juega la psicología en el fútbol. El gol de Ramos había sido todo un 'chute' de adrenalina para los merengues y había hundido a los colchoneros, que vieron cómo el triunfo que ya saboreaban se evaporaba. Sergio Ramos agarró la Copa y dijo que había que seguir jugando. Que aquello no había acabado.

Al Atlético le pasó factura el gran esfuerzo realizado a la hora de presionar la pelota desde el minuto 1. Los futbolistas del Real Madrid estaban algo más enteros, tampoco mucho, pero mentalmente más fuertes después de haberse visto muertos y haber resucitado. El atlético Filipe Luis ya se había marchado lesionado en el 82' y Juanfran reventó a los cinco minutos del primer periodo de la prórroga, cuando el Cholo había agotado ya sus cambios. Marcelo, Cristiano y Di María trataron de aprovechar la endeblez de la banda derecha rojiblanca.

Y en el minuto 110, ya en el segundo tiempo de la prórroga, llegó el delirio para los aficionados blancos. Ángel Di María arrancó por la izquierda y se plantó delante de Courtois. El meta belga desvió el disparo, pero el balón, elevado, quedó perfecto para que Gareth Bale, de cabeza, enviara el esférico a la red. ¡GOL! 2-1 y el Madrid, a diez minutos para el final, se ponía por delante. Había conseguido darle la vuelta a la Final.

Si el gol de Ramos había hecho daño a los atléticos, el de Bale les dejó heridos de muerte. La puntilla la puso Marcelo, uno de los revulsivos del partido, a falta de dos minutos para el 120 reglamentario. Con el balón controlado, avanzó a portería sin encontrar a penas oposición y, dado que nadie le salía al paso, disparó a puerta. Courtois llegó a tocar la pelota, pero no pudo evitar el tercer tanto del Madrid. Salvo catástrofe extrema, la Champions era ya del Madrid. Y por si quedaba alguna duda, Cristiano Ronaldo se encargó de disiparla al transformar un claro penalti cometido sobre él mismo.

Quién lo hubiera pensado cuando estaba a punto de cumplirse el minuto 90... El Real Madrid, que lo tuvo todo perdido, acabó venciendo por un contundente 4-1.

Alegría extrema para los blancos. Doce años después, el Real Madrid volvía a alcanzar la Gloria. Otra vez más, y con esta son diez, el Real Madrid es Campeón de Europa.

¡FELICIDADES A TODOS LOS MADRIDISTAS!

sábado, 24 de mayo de 2014

FINAL EN LISBOA

Se acerca la hora del partido que decidirá qué equipo es Campeón de Europa

Me resulta tremendamente difícil escribir una entrada horas antes de disputarse una final de la Liga de Campeones. Sí, lo reconozco. Estoy atenazado por los nervios. Hace años que enterré mi particular 'Síndrome del Transworld Sport'. Pero eso no significa que ignore la realidad. Y la realidad es que, en un partido de fútbol, puede pasar cualquier cosa.

Esto es una Final. Me da igual quién tiene mejor equipo, quién llega en mejores condiciones, quiénes están lesionados, quiénes jugarán 'tocados', quién lleve más o menos tiempo esperando un triunfo en la competición... La cosa está al 50%. Uno de los dos equipos, Real Madrid o Atlético de Madrid, ganará. Y el otro perderá. Así será. No hay más historia.

Siento envidia sana de los aficionados, de uno u otro equipo, que confían en la victoria de los suyos y no sienten ningún pudor en salir en televisión profetizando un marcador favorable a los suyos. Lo hacen, además, confiados, plenos de felicidad y absolutamente convencidos. Yo no puedo.

Han sido demasiados los 'palos' que me he llevado como aficionado y, al contrario que muchos, soy plenamente consciente de que la derrota forma parte del juego y que es una firme posibilidad.

Esta forma de pensar me impide 'disfrutar' de los eventos deportivos. Y reconozco que es una auténtica pena. Me gustaría saborear días como los de hoy, pero me resulta imposible. De la misma forma que deseo con todas mis ganas que el Real Madrid gane hoy la Copa de Europa, no puedo dejar de pensar que también la podemos perder. El resultado de esa mezcla de sensaciones, deseos y certezas es un estado de nervios que arranca los días previos a una gran cita y se agudizan a medida que el partido se va acercando.

Desde que hoy me he levantado, no he dejado de pensar en el encuentro de esta noche. Y los nervios se van incrementando de tal manera que ardo en deseos de que el balón empiece a rodar ya de una maldita vez y me centre únicamente en lo que suceda dentro del rectángulo del terreno de juego.

Sí. Sólo es un partido de fútbol. Es un juego. Sea cual sea el resultado, mañana tendré que seguir con mi vida. Todos tendremos que seguir adelante con nuestras vidas, con nuestros problemas, con nuestras carencias, con nuestros planes... Pero de cómo acabe esta noche el partido dependerá que sea un poco más o un poco menos feliz.

Sí. Es la inexplicable gran virtud de este deporte. La capacidad que tiene de generar estados de ánimo. Hoy estoy sintiendo los mismos nervios que hace doce años en Glasgow, la misma expectación que hace catorce años en París, la misma incertidumbre que hace dieciséis años en Ámsterdam. Ojalá las cosas terminen igual de bien que entonces y los madridistas podamos celebrar la tan ansiada Décima Copa de Europa. Ojalá.

Mucha suerte al equipo. ¡Y Hala Madrid!

viernes, 23 de mayo de 2014

EL SÍNDROME DEL TRANSWORLD SPORT

El césped del vecino siempre es más verde

Qué título más raro para la entrada de un blog sobre historias del Real Madrid, ¿verdad? A continuación lo explico todo.

Hablaba ayer del duro revés deportivo que supuso la eliminación del Real Madrid con el PSV en la Copa de Europa 1987-88. Comentaba que no había sido consciente de la ocasión perdida hasta que, años después, llegó la época de las vacas flacas. Por supuesto, deportivamente hablando.

La llegada de los años noventa no le sentó muy bien al Real Madrid. Sobre todo después de ganar su quinta Liga consecutiva. La quinta de La Quinta llegó en la campaña 1989-90, pero después vinieron años difíciles. El Barcelona de Johan Cruyff ganó cuatro Ligas seguidas, tres de ellas ganadas en el último partido al perder sus rivales directos. En dos de ellas fuimos nosotros los que dejamos escapar esos campeonatos perdiendo en Tenerife. Perder la Liga suponía quedarse fuera de la Copa de Europa, a la que sólo se accedía siendo campeón del torneo de la regularidad de cada país. El campeón de Europa también accedía de forma directa a la competición del siguiente curso. Eso significó que, desde que caímos eliminados por el Spartak de Moscú en la temporada 1990-91 hasta la campaña 1995-96, a la que pudimos acudir tras ganar la Liga 1994-95 con Valdano en el banquillo, tocó ver al Real Madrid en la UEFA y un año en la Recopa, pero no en la Copa de Europa.

Fueron años muy, muy duros. El Real Madrid no estaba en su mejor momento, hubo fichajes que no terminaron de cuajar, había rivales en mejor estado... Al fin y al cabo aquello era deporte. Se puede ganar y se puede perder. Y fueron años en los que tocó ver la felicidad en la cara de nuestros rivales en más ocasiones de las que nos hubiera gustado. La presión mediática era feroz y recuerdo que acabé desarrollando lo que, yo mismo, acabaría llamando "Síndrome del Transworld Sport".

Síndrome del Transworld Sport

Cuando en 1990 las televisiones privadas comenzaron a emitir en España, Canal Plus apostó claramente por el cine y el deporte como uno de los mayores atractivos de su oferta a la audiencia. Todos los domingos por la tarde emitía un partido (codificado) y los lunes, los aficionados teníamos cita obligada con 'El Día Después' de Nacho Lewin y Michael Robinson. Durante aquellos años, Canal Plus tenía los derechos de emisión de partidos de ligas extranjeras como la inglesa o la italiana, colmando de felicidad a quienes estaban más enganchados a la 'droga' del fútbol. Por aquella época de feliz estudiante tenía mucho más tiempo libre que ahora y seguía casi todos los deportes que podía, además del fútbol. Como cualquier chaval, vaya. No tenía el descodificador de Canal Plus, pero no me perdía ningún programa deportivo de cualquier cadena. Y precisamente el canal de pago emitía los sábados, antes de comer, un programa en abierto, sin codificar, que se llamaba Transworld Sport.

Transworld Sport era y es un programa deportivo inglés. Una especie de Informe Semanal en el que se incluyen reportajes de diversos deportes, biografías, entrevistas, documentales... Todo con un estilo muy inglés. Es decir, muy, muy cuidado y de una calidad espectacular. Se trataba de un lujo de programa que yo seguía semana a semana. Lógicamente, también se emitían piezas dedicadas al fútbol, y aquí es donde residía, para mí, el problema.

Los reportajes de Transworld Sport sobre fútbol eran tan buenos, que cualquier equipo, cualquier jugador, cualquier entrenador, cualquier selección... parecían mucho mejores de lo que, seguramente, en realidad eran.

En definitiva, lo que yo acabé llamando el 'Síndrome del Transworld Sport' era una especie de traslación al deporte del famoso refrán "el césped del vecino siempre es más verde".

Uno veía reportajes sobre la Juventus, sobre el Calcio, sobre el fútbol inglés, sobre la cantera del Ajax... Y lo que te venía a la cabeza era: "Joder, es imposible que el Real Madrid le gane en Europa a ninguno de esos equipos". Todos los jugadores parecían mejores que los que tenía el Real Madrid, todos los equipos parecían mejores, los mejores futbolistas siempre estaban en otros equipos... Klinsmann, Baresi, Maldini, Papin, Van Basten, Cantona, Romario, Ginola, Weah...

Recuerdo que cuando veía cómo se trabajaba en las categorías inferiores del Ajax, lo que pensaba era que el Ajax iba a ganar las siguientes cuatro o cinco Copas de Europa seguidas... Me acuerdo de que hasta me daban miedo los equipos nórdicos. No es broma. Recuerdo algún reportaje de equipos suecos, noruegos, entrenando en preciosos campos nevados y decías... "bufff, qué duros tienen que ser esos equipos, que entrenan en la nieve"... Por aquella época, Jari Litmanen era la estrella del Ajax que ganó la Champions del 95 al Milan, y hasta Finlandia me parecía una potencia futbolística de primer orden. ¿El Rosenborg? ¡El Rosenborg pelearía en breve con el Milan y el Ajax por la supremacía del fútbol europeo!

Si a todo esto le unimos las durísimas críticas que recibía el Real Madrid día a día y semana tras semana cada vez que perdía un partido, el caldo de cultivo para el pesimismo estaba servido sobre mi mesa. Era leer el Marca, el Don Balón, poner la radio por la noche... y palos, palos... El Real Madrid era una ruina. Me acabé convenciendo, lo juro, de que jamás vería al Real Madrid ganar una Copa de Europa. Lo consideraba imposible. Si no habíamos podido ganarla en 1988, que fue cuando mejor lo habíamos hecho, ya no podríamos hacerlo nunca más. El Real Madrid podría seguir presumiendo de sus seis Copas de Europa, pero no volveríamos a ganar el cetro continental. Ganaríamos títulos en España. Pero fuera, no sería posible acabar con aquellas máquinas balompédicas que había por Europa.

Todo ese cúmulo de pensamientos negativos quedó resumido en lo que yo llamaba el 'Síndrome del Transworld Sport'. Y, claro. Perder con el Torino italiano en la UEFA de 1992, caer dos veces con el PSG en la Copa de la UEFA 1992-93 y en la Recopa 1993-94, la terrible eliminación con el Odense... tampoco me ayudaron mucho, la verdad. Aquellos tropiezos europeos (aderezados con unos cuantos tropiezos domésticos) incrementaron mis niveles de pesimismo deportivo.

Los años siguientes me hicieron madurar. Comprendí lo tremendamente difícil que es alcanzar una final europea. Ni siquiera hablo de ganarla. El fútbol es un deporte terriblemente competitivo en el que todos quieren vencer pero sólo uno consigue levantar el trofeo al final. Hay más posibilidades de caer derrotado que de ganar.

Por otra parte, las cosas no siempre son blancas o negras. Y el césped del vecino no tiene por qué ser siempre más verde que el tuyo. Aprendí a valorar más lo que teníamos en casa. No siempre los mejores jugadores estaban fuera o tenían nombres extranjeros. Teníamos a Raúl, que era de la cantera pero era un delantero extraordinario. Contábamos con Hierro, que ha sido uno de los mejores defensas que ha dado el fútbol español. A veces también acertábamos con los fichajes que llegaban del extranjero y resultaba que un brasileño con nombre de cantante era un extraordinario lateral izquierdo. O que también nosotros podíamos fichar a uno de aquellos jugadores extraordinarios que salían de la cantera del Ajax, como Seedorf...

Al mismo tiempo, aprendí a saborear y valorar los éxitos como se merecen. Cuando en 1998 el Real Madrid consiguió derrotar a la Juventus en el Ámsterdam Arena, me quité un gran peso de encima y me llevé una de mis mayores alegrías (posiblemente la mayor) como madridista. El gol de Mijatovic supuso para mí acabar con el fantasma de Eindhoven y acabar con el puñetero 'Síndrome del Transworld Sport'.

PD. Después de la Séptima Copa de Europa, vinieron la Octava y la Novena. Ojalá mañana llegue la Décima.

jueves, 22 de mayo de 2014

EINDHOVEN

El Real Madrid de la Quinta del Buitre fue eliminado en 1988 por el PSV

Miércoles 20 de abril de 1988. El Real Madrid se está jugando el pase a la Final de la Copa de Europa en el Philips Stadion del PSV Eindhoven. El marcador electrónico refleja el 0-0 con el que ha arrancado la contienda. La escuadra de Leo Beenhakker necesita un gol. Los holandeses habían arrancado un empate a uno del Santiago Bernabéu dos semanas antes y el empate a cero les daba el pase. Quedaba tiempo.

Los holandeses no habían ganado ninguno de los dos partidos de los cuartos de final frente al Girondins de Burdeos. El valor doble de los goles en campo contrario les había permitido superar la eliminatoria para llegar a la semifinal.

El Real Madrid, por su parte, estaba cuajando una Copa de Europa memorable. En primera ronda se había tenido que medir al campeón italiano, el Nápoles de Diego Armando Maradona. En Madrid, a puerta cerrada por sanción disciplinaria de la UEFA, habíamos ganado 2-0 con goles de Míchel y Tendillo y un histórico marcaje de Chendo a Maradona, al que no dejó tocar bola. En la vuelta, en Italia, empatamos 1-1.

En la siguiente ronda, octavos de final, el bombo nos emparejó con el Oporto, vigente Campeón de Europa. Y le eliminamos. 2-1 en un choque disputado, también por sanción, en Valencia. Y 1-2 ganamos también en Oporto, con una actuación memorable de Paco Llorente, que disputó aquel día su mejor partido de blanco, y los goles de Míchel.

Habíamos dejado en la cuneta al campeón. ¿Quién nos tocaba en siguiente ronda? Pues el subcampeón. El Bayern de Múnich. Primer partido en Alemania y, tras ir perdiendo 3-0, logramos un esperanzador 3-2 con los tantos de Butragueño y Hugo Sánchez. En Madrid, nos impusimos 2-0 con tantos de Jankovic y Míchel y dejamos apeados de la competición a los germanos.

Así las cosas, habiendo eliminado a los favoritos, el cruce frente al PSV Eindhoven parecía accesible para alcanzar la gran final, que aquel año se celebraba en la ciudad alemana de Stuttgart.

Pero había que marcar un gol para pasar. Los minutos corrían y el Real Madrid, que jugó un buen partido aquel día, no terminaba de ver puerta. Butragueño había fallado una clara ocasión delante del portero enviando alto el balón. El tiempo pasaba cada vez más rápido y los futbolistas del Madrid, que en aquel partido vestían de azul, se lanzaban al ataque a la desesperada. El conjunto holandés, que dirigía Guus Hiddink, acabó el partido encerrado completamente atrás y perdiendo todo el tiempo que podía, como es lógico.

Aún recuerdo una chilena de Hugo Sánchez a pase de Míchel, que no sé cómo paró el héroe de aquel día para el bando local, el portero Van Breukelen. Pero la paró. No hubo gol.

El árbitro, el suizo Bruno Galler, pitó el final nada más cumplirse el minuto 90, sin descontar absolutamente nada. 0-0. El Real Madrid caía eliminado en semifinales por segundo año consecutivo.

No sé por qué, no le di importancia a aquella eliminación. Era todavía un niño y, es posible que, el hecho de que hubiésemos sido eliminados sin haber perdido ninguno de los dos partidos con el PSV, no me transmitiera la sensación de fracaso. ¡Bah! ¡Ya lo volveríamos a intentar al año siguiente! Además, el fin de semana estaba cerca y volvía la Liga, donde no encontrábamos rival y encadenábamos victoria tras victoria.

Teníamos un equipo joven, con la Quinta del Buitre en plena ebullición... ¡Habría más oportunidades! Pero llegó el Milan de Sacchi, los rusos del Spartak de Moscú...

Los primeros años de la década de los noventa fueron muy duros, futbolísticamente hablando, para los seguidores del Real Madrid. Los ciclos empiezan y terminan. En 1990 ganamos la última de las cinco Ligas consecutivas y entramos en un lustro de turbulencias en el que los títulos escasearon y tocó ver la Copa de Europa sin el Real Madrid.

Fue entonces, siendo ya adolescente, cuando me di verdaderamente cuenta de lo que se nos había escapado en Eindhoven en el año 1988.

En el vestuario visitante del Philips Stadion los jugadores del Real Madrid fueron plenamente conscientes de que se había escapado una oportunidad única. Los rivales eliminados, el gran juego desplegado durante toda la competición... El conjunto blanco fue reconocido por la prensa especializada europea como el 'campeón moral' de aquella Copa de Europa. Pero eso no sirve absolutamente de nada. El equipo había sido eliminado y los futbolistas del Madrid lo sabían. Aquella noche, la caseta de los madridistas parecía un auténtico velatorio y algunos jugadores incluso lloraron.

Todo esto lo supe años después, a través de entrevistas, libros y biografías. En su momento, no percibí todo aquel 'drama deportivo'. Quizás fue lo mejor. La inocencia de los niños me blindó del mal sabor de boca que dejan las derrotas y las eliminaciones.

Al día siguiente de ganar la Séptima Copa de Europa, el 21 de mayo de 1998, mientras hablábamos en corrillo del partido antes de empezar las clases, un compañero, consciente de mi ya por aquel entonces incipiente afición a la historia y a la estadística sobre el fútbol, comentó que a mí lo que realmente me hubiera gustado es que esa Copa de Europa la hubiera ganado el Madrid de Butragueño, Míchel y Hugo Sánchez. Por supuesto, le di la razón. Estaba absolutamente feliz con aquella Champions que conquistamos, qué cosas tiene el destino, en Holanda. Pero no podía dejar de pensar en aquel equipazo de mi infancia que se quedó a las puertas de la gloria europea una noche de abril de 1988 en Eindhoven.

martes, 20 de mayo de 2014

20 DE MAYO DE 1998

Hoy se cumplen dieciséis años de la consecución de la Séptima

No es un aniversario redondo, lo sé. Pero estando ya en la semana en la que el Real Madrid se va a jugar una Copa de Europa, ha sido inevitable que hoy me acordara de aquel 20 de mayo de 1998. Tengo los recuerdos tan frescos que me asusta un poco pensar que ya han pasado más de quince años. Dieciséis se cumplen hoy, para ser exactos.

Recuerdo, sobre todo, esa mezcla de alegría y nervios que tenía durante los días previos. Alegría porque se acercaba el momento de ver al Real Madrid disputando una final de la Champions League y nervios, lógicamente, que iban incrementándose a medida que se acercaba la cita de aquel miércoles en Ámsterdam, por el miedo a perderla.

Por cuestiones lógicas de la edad, ya que yo era muy pequeño, no guardo absolutamente ningún recuerdo de la Final que perdimos en 1981 con el Liverpool. Por ese motivo, la de 1998 fue mi primera gran Final de la Champions.

Había vivido con alegría los dos triunfos en la Copa de la UEFA de 1985 y 1986. Pero por aquel entonces, todavía no entendía del todo la relevancia que suponía jugar una Final Europea y todo lo que había alrededor del fútbol. O mejor dicho, aún no percibía la dificultad que supone acceder a una final europea. Por desgracia, fue algo que descubrí años después, siendo ya más mayor.

Sí. Tuvieron que pasar unos años para que, en plena adolescencia, fuese consciente de la gran ocasión que habíamos desperdiciado en Eindhoven en el año 1988. Recuerdo que en su momento, siendo aún un crío, no le había dado mucha importancia a la eliminación con el PSV.

Hubo que llegar a los años noventa para que descubriera lo difícil que era ganar en Europa y lo complicado que resultaba acceder a una final para ganar una Copa de Europa que no habíamos vuelto a llevar a las vitrinas desde el año 1966.

Y es que tuvieron que transcurrir 32 años para que el Real Madrid volviese a saborear un triunfo en la máxima competición continental.

Aquel gol de Mijatovic a la Juventus supuso mucho para el madridismo. Y mucho para mí. De repente, todo volvió a tener sentido. Tantos años de decepciones quedaron olvidados en el momento en el que Manolo Sanchís levantó el preciado trofeo al cielo. Fue una sensación de alivio y de alegría. Una alegría inmensa.

Habíamos enterrado el fantasma de Eindhoven.

sábado, 17 de mayo de 2014

SE ACABÓ LA LIGA 2013-14

El Real Madrid finaliza tercero, empatado a puntos con el Barcelona

Se bajó el telón de la Liga. Ganamos 3-1 al Espanyol en un partido en el que ya no había nada que hacer. El título se lo jugaron en Barcelona y no teníamos ya opciones. Las habíamos tirado nosotros solitos en un final de campeonato absolutamente decepcionante.

Después de la lógica euforia desatada tras el partidazo de Múnich, el equipo se encargó de bajarnos los ánimos a los aficionados con una serie de inesperados tropiezos que nos dejaban fuera de combate. Y mira que lo tuvimos en la mano. Pero no, no había manera. Parecía que no queríamos ganar la Liga.

La verdad es que el campeonato ha sido muy raro. Desde el primer día. A la llegada de Carlo Ancelotti para sustituir a Mourinho había que conceder un periodo de adaptación. Entrenador nuevo, nuevos métodos, nuevas formas, nuevas decisiones... O no tan nuevas. El italiano volvió a apostar para la Liga por Diego López como portero titular para estupefacción de los seguidores de Casillas y toda la tropa periodística que tiene detrás el de Móstoles. El debate, generado e interesado por parte de los medios, desde luego no ha ayudado nada al equipo.

Por otra parte, la escuadra no dio la talla en las grandes citas ligueras. Perdimos los dos partidos contra el Barcelona, el derbi con el Atlético de Madrid en el Bernabéu... Sólo conseguimos un empate en el Calderón. Dejarnos once puntos de doce frente a los máximos rivales ha pesado mucho. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el título se resolvió el último día entre nuestros dos máximos rivales.

Por si esos once puntos fueran escasos, nos encargamos de donar unos cuantos más, como si fuésemos una ONG, por varios campos de nuestra extensa geografía. Y lo peor de todo fue que lo hicimos, en algunos casos, cuando habíamos recuperado posiciones y nos encontrábamos en disposición de encarrilar la Liga. La derrota en Sevilla, a finales de marzo, dolió mucho. Además, llegó justo después de perder en el Bernabéu con el Barcelona. La Liga parecía ya evaporada de nuestro horizonte.

Pero no. Volvió a aparecer. Y ahí se constato otro de los puntos flacos del equipo este año. No supimos aprovechar los errores de nuestros dos rivales.

Los empates frente a Valencia y Valladolid nos dejaron al borde del abismo y la derrota en Vigo con el Celta supuso la estocada final. Todo esto con Atlético y Barcelona dejándose puntos por el camino, que tampoco es que hayan hecho una Liga para tirar cohetes.

Era como si quisieran que siguiéramos en la fiesta hasta el último momento. Pero nosotros les respondíamos que no, que lo de la Liga no era para nosotros. Error terrible, porque esta Liga nos la hubiéramos podido haber llevado con relativa facilidad si hubiéramos estado más acertados y los jugadores le hubieran puesto un poco más de intensidad en la recta final.

Pero no. El partido contra el Valencia fue malo. El de Valladolid, directamente, un horror. Y a Vigo fuimos ya con la derrota en la boca y un equipo de circunstancias, pensando más en la Final de Lisboa que en las pocas opciones que teníamos en el torneo de la regularidad.

Ojo, que no me gusta nada lo de apostar a una única carta.

Tampoco ayudó nada la plaga de lesiones de la recta final de campaña. Bueno. En la recta final, a media temporada y a comienzos de campaña. Khedira se destrozó la rodilla en un puñetero amistoso con la Selección alemana a principios de curso. Jesé, que estaba siendo una de las revelaciones de la campaña, también cayó con la rodilla triturada. Y ojo, que esa lesión no me da buena espina. Varane ha seguido todo el año con problemas en su... rodilla (otra más). Y para rematar la faena, Cristiano Ronaldo no ha podido jugar los últimos encuentros.

Aún así, al portugués le ha bastado para adjudicarse el Pitxitxi con 31 goles en 30 partidos y la Bota de Oro, que compartirá con el uruguayo del Liverpool Luis Suárez.

Y es que, al menos, al Real Madrid le queda el consuelo de haber finalizado la Liga siendo el equipo más realizador con 104 goles. Ha sido el único aspecto positivo a destacar de este año.

Desde 'Historias del Real Madrid' aprovecho para felicitar al Atlético de Madrid y a sus seguidores por su título de Liga. Ha sido el justo campeón y hay que reconocérselo.