martes, 14 de enero de 2014

SOBRE EL BALÓN DE ORO

Mis reflexiones sobre un galardón devaluado

Para empezar, quiero dejar bien claro que me alegro muchísimo de que Cristiano Ronaldo se haya llevado el Balón de Oro. Sin embargo, que ahora haya sido la estrella de mi equipo la que se haya adjudicado el galardón no va a cambiar ni un ápice mis impresiones sobre un premio que lleva muchos años devaluándose. Desde que se cambió el sistema de adjudicación y se empezaron a contabilizar los votos de capitanes y seleccionadores, el Balón de Oro ha perdido los criterios que se tenían en cuenta a la hora de elegir al mejor jugador de fútbol en un año natural. Si uno repasa el historial de los galardonados, se puede comprobar de manera muy sencilla que el trofeo servía también para reconocer los logros de los equipos que habían triunfado en las competiciones más prestigiosas celebradas durante el año correspondiente a la respectiva edición. Los Mundiales pesaban mucho a la hora de conocerse el ganador. El año que no había cita mundialista, la Champions influía bastante sobre la elección de un jurado especializado que tenía en cuenta... 'otros factores'.

Sin embargo, ahora, no cabe duda de que lo que más importa es la popularidad, por encima de cualquier tipo de logro. De esta manera, tal y como vaticiné en mis círculos más próximos cuando ningún futbolista español se llevó el Balón de Oro correspondiente al año 2010, el galardón ha pasado a convertirse en un 'cara a cara' entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo que, si no se vuelve a los orígenes del galardón impulsado por France Football, se prolongará durante los próximos tres o cuatro años. El resto de futbolistas se quedarán a verlas venir como meros convidados de piedra.

Que a nadie le quepa la menor duda de que, con el antiguo sistema de elección, el francés Franck Ribéry hubiera sido el Balón de Oro 2013. Para mí, el holandés Arjen Robben hubiera sido otro candidato ideal para hacerse con él. Pero si ganando Champions, Bundesliga y Copa no lo gana, que el galo se vaya despidiendo de volver a acariciar si quiera el esférico dorado.

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